TEXTO : SOLEDAD IPARRAGUIRRE FOTOS: SUSI MARESCA / TIERRA VIVA
Desde hace poco más de un mes, cuando en tierra jujeña se inició el conflicto docente en reclamo de mejoras salariales y recomposición laboral (condiciones dignas de trabajo) la coyuntura política y social tomó ribetes dignos de un período dictatorial. Allanamientos masivos y encarcelaciones, hostigamiento y represión a las marchas convocadas por las comunidades originarias y campesinas, pero también, la existencia de “listas negras” y la arbitraria persecución a docentes.
A mediados de mes, en lo que se llamó el Tercer Malón de la Paz, comunidades indígenas iniciaron una caminata a la capital provincial, en San Salvador, siendo uno de los ejes claves del conflicto, el rechazo a los proyectos de exploración y explotación del litio en la cuenca de Salinas Grandes. Las comunidades lo expresan claramente: la nueva constitución no respeta ni avala sus derechos y directamente, omiten la existencia de los pueblos originarios.
En una rápida maniobra, un hombre con barbijo y capucha la redujo y la tabicó. Junto a dos mujeres, que le indicaban “tenela, bajala, hasta ahí”, el atacante la torturó y simuló técnicas de ahorcamiento, al menos, tres veces. Cuando estaba por caer desmayada, aflojaba la tensión del cinto o cable con que la sujetó, permitiéndole respirar. En la boca le metieron un trapo sucio, embebido en lo que Camila creyó que sería nafta o aguarrás.