TEXTO: NACHO CAGLIERO FOTOS: FER DER MEGUERDITCHIAN
Elsa Godoy camina sosteniendo el centro de la bandera con sus dos manos. Es cabeza y guía de una marcha que comenzó en los Tribunales Provinciales de Rosario y que se dirige hacia la plaza San Martín. Es el 30 de octubre de 2014 y hace 24 días que no se sabe nada de su hijo de 20 años. Sus palabras ante la prensa son pocas, pero contundentes. El tono de la voz, la mirada caída y lagrimosa. Rasgos que marcan el dolor de una madre.
Ocho años, ocho meses y dieciocho días después, la misma mirada caída y lagrimosa, los rasgos que marcan el dolor se reflejan en el padre, Ramón Casco. Los fotógrafos y las cámaras de televisión toman en primer plano la angustia del hombre que se enreda en una marea de abrazos de consuelo: la Justicia acaba de absolver a los 19 policías acusados por la desaparición forzada seguida de muerte de su hijo.
La causa por la muerte de Franco Casco comenzó a investigarse en el ámbito de la Justicia provincial como búsqueda de paradero de persona. Pero ante las irregularidades que fueron apareciendo, el entonces defensor oficial de la provincia, Gabriel Ganón, solicitó su pase al fuero federal. Allí la investigación se llevó adelante bajo la carátula de desaparición forzada seguida la muerte.
Desde un principio la instrucción llevada adelante por el fiscal Guillermo Apanowicz estuvo bajo la mira. Una de los cuestionamientos es que la causa prácticamente no se movió hasta que el caso tomó vuelo mediático. Desde la defensoría recuerdan que frente a la comisaría 7ª había cámaras que nunca fueron solicitadas y que, en cambio, se incorporaron otras que apuntaban a “sostener la hipótesis de que Franco se había ido con vida de la comisaría”.