«Queremos una justa condena por el crimen de Jairo»
En la tarde del 2 de septiembre, los amigos de Jairo Trasante, hijo del pastor Eduardo Trasante y hermano de Jere, llevaron a cabo un nuevo acto tras cumplirse 7 meses de su asesinato. Un homenaje sentido donde la voz de los amigos colmó la triste tarde del martes, frente a los Tribunales. «Queremos una justa condena», dicen quienes pacientemente reclaman por justicia. Por el crimen hay un solo detenido, procesado como coautor por el delito de homicidio.
Por María Cruz Ciarniello
Estefanía recuerda la enorme sonrisa de Jairo. En ella logra encontrar el arma más vital para vencerle al inmenso dolor que provoca su ausencia. O al menos, para empezar a disputar esa desigual batalla contra la tristeza.
Es que en ese recuerdo de risas, Estefanía roba fuerzas para motorizar, junto a otros amigos, cada reclamo de justicia; cada marcha que realizan los primeros días del mes.
Recordar los hechos es revivir la injusticia que en Jairo se multiplica por otros pibes, tan jóvenes como lo era él. Hijo del pastor Eduardo Trasante, Jairo también atravesó el dolor de la pérdida. Primero por su hermano Jere, asesinado en la fatídica madrugada del primero de enero de 2012. Luego por su mamá quien falleció, tal vez, por esa herida profunda que solo provoca la muerte de un hijo.
Pese a ello, Jairo transmitía luz. “Cuando perdimos a Jeremías, yo me aferré a Jairo. Él perdió a la madre también, “¿y ahora cómo se sigue?, me decía. Pero aún así, él era quien nos daba fuerzas a todos nosotros. Todos los días, llegaba con una sonrisa. Repartía alegría con un equipito de música. Hacía meses que no salíamos a bailar, y cuando fue, le pasa esto. Yo no lo podía creer”, dice Estefanía, su amiga desde que él tenía 9 años.
Para ella, Jairo era como un hermano. Se criaron juntos, vivieron el barrio y las reuniones con amigos. Jugaron, rieron, bailaron. Lloraron y se aferraron unos con otros cuando el Triple Crimen enlutó a todo Barrio Moreno. Fue el primer garrotazo de dolor que recibieron.
Pese a todo, era Jairo quien la motivaba para seguir adelante. “Para mí era todo. Yo tuve un accidente y estuve mucho tiempo tirada en una cama y el que me levantó de esa cama fue él. Hace tres años que no supero la muerte de mi padre, y él, perdiendo a su madre y a su hermano era quien me insistía para que mi día fuera distinto, siempre con una sonrisa. “No te amargues por nada”, me decía. Él ayudaba a mucha gente necesitada, con tan solo 17 años.”
Con esa edad fue asesinado el 2 de febrero de este año, a la salida del bar Chiringo, ubicado en Dorrego y Zeballos. Por su crimen, hay un solo detenido, un hombre de 30 años identificado como Ramiro Urrutia quien se encuentra procesado, y con prisión preventiva, como co-autor en el delito de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego” de Jairo Trasante.
“Queremos que toda la gente que está involucrada también caiga”, dice Estefanía en el acto que los amigos de Jairo realizaron este 2 de septiembre, al cumplirse 7 meses del crimen. Lo que ellos saben, además, es que Urrutia no estaba solo; en el auto viajaban más personas que aún no han sido identificadas. “A él lo agreden cuando salen del bar, al igual que a su hermano y a otros chicos. Cuando él va al hospital es que lo siguen y ahí lo ejecutan de un tiro. Lo único que pedimos es Justicia, que si alguien vio o sabe algo que lo digan. Queremos una condena justa. Sabemos que quien está preso es el asesino, así lo vió quien estaba con Jairo en ese momento. Urrutia no habla y no sabemos por qué. Iban varias personas que iban en ese auto”.
En la investigación todavía quedan detalles que Estefanía y sus amigos aún no logran entender, fundamentalmente, el motivo por el cual ejecutaron a Jairo. “¿Por una simple pelea, van y lo terminan matando? No logramos entenderlo”, agrega con los ojos humedecidos por la angustia.
Bruno Pontiliano es otro de los amigos de Jairo. Presente en la movilización, y ante la ausencia de Eduardo Trasante por encontrarse de viaje, es quien declara ante la prensa que se acercó a la tarde noche del martes, frente a los Tribunales. “Tenemos mucho desánimo, pero seguimos en la lucha. Son sensaciones mezcladas. A veces es alegría por la confirmación de la prisión preventiva, pero siempre el dolor es más grande. Lo único que nos queda ahora es creer en la justicia y soñar con una justa condena”. Con respecto a la situación judicial, Bruno destaca la importancia de haber logrado la detención de quién es señalado en la causa como el autor del disparo que terminó con la vida de Jairo. “Eso es primordial, porque siempre es difícil. Nos falta ahora detener a los cómplices del crimen, como la persona que manejaba el auto y las dos chicas que iban detrás y encontrar el arma. Una de ellas es quien el alcanza el arma a la salida del boliche, cuando gatillan primero sin que salga la bala, y después de eso, persiguen la moto donde iba Jairo, presuntamente por querer vengarse. Nosotros confiamos en la justicia y ojalá que tengan la condena que se merecen.”
En el comunicado que difundieron, el grupo de amigos de Jairo señala que la “intención de matar era clara” y “el asesino no cesó hasta lograr su cometido”. Y continúan: “Cuando Jairo parte del lugar en una moto conducida por un amigo, es perseguido por un auto desde el cual, con la misma arma que portaban en la puerta del boliche, le apuntaron y dispararon con un balazo certero (claramente no se trataba de ningún improvisado) contra nuestro gran querido Jairo Natanael Trasante.”
7 meses trascurrieron del asesinato del hijo de Eduardo Trasante y hermano de Jeremías. Su papá jamás promovió “la justicia por mano propia”, pese al asesinato de dos de sus hijos. “Esto es fundamental entender”, dicen los amigos. Cuando los reclamos del “ojo por ojo” abundan en un cierto sector de la sociedad que clama por venganza o que justifica el linchamiento hasta quitarle la vida a un joven por el robo de una cartera, los familiares de Jairo y de Jere aguardan por una condena que solo la justicia puede dictar. “Nunca nos planteamos el actuar de su misma manera, porque nosotros hace 7 meses (por Jairo) y 32 meses (por Jere, Mono y Patom) que lo único que exigimos es una justa condena y por eso marchamos”.
Al finalizar el acto, cuando ya las luces de las cámaras de televisión se esfumaban, cuando la noche y el silencio empezaba a tomar forma sobre la calle Balcarce, los amigos de Jairo formaron una ronda y, sin micrófono, soltaron recuerdos y palabras. “A Jairo lo sembramos”, dijo uno de ellos. “Tenemos que seguir su ejemplo”, soltó otro. “Con cada marcha hacemos escuchar nuestras voces. Vamos a demostrar que con la lucha se puede. Tenemos que ser cada vez más, y multiplicar a todos los amigos de Jairo”, coincidieron. En ese ritual de fuerza, los aplausos y la voz que grita presente no solo por Jairo, sino además, por su hermano Jere, por Mono y Patom, fue un eco de esperanza.
«Tenemos la fuerza que él nos enseñó. Nunca voy a olvidar una última charla que tuvimos. Fue ese viernes en que lloramos por Jere, habían pasado dos años. Él me dice, «no llores más gordita» y yo le dije, ¿pero cómo se sigue?. Hasta el final me dijo él. «Por vos y por mi hermano, juntos por él.» Al otro día me entero de que lo mataron», recuerda Estefanía.
Hundida en el dolor, sabe que la lucha sigue, exigiendo justicia cada día, en el barrio, en la calle, en los Tribunales. Y en eso andan, ella y los muchos amigos que tenía Jairo; llevando su sonrisa como bandera.