Desde el Movimiento Giros, impulsores de la iniciativa “Ya Basta! Los monopolios no gobiernan la ciudad” que convirtió a Rosario en la primer ciudad del mundo en prohibir nuevo barrios cerrados, apoyamos fervientemente el debate nacional sobre el tema. Si bien la regulación del uso de suelo es estrictamente municipal, avanzar en legislaciones nacionales que terminen con la forma más injusta, antipática y medieval de la ciudad, es un desafío de dimensión histórica.
Al mismo tiempo, condenamos la operación mediática/política, que tiene como objetivo asustar a la sociedad mintiendo y tergiversando los dichos de Agustín Rossi, quien propuso DEBATIR el tema, desnaturalizar un hecho injusto / inconstitucional como es cerrar un pedazo de ciudad sólo por el hecho de tener el poder económico para hacerlo.
Los fantasmas que agitan estos monopolios no son casuales y tienen, sin más, el objetivo de imposibilitarle a la sociedad pensar sus propias formas de libertad.
Por eso, y también nos pasó a nosotros en Rosario, dicen que las propuestas tienen que ver con poco más que dinamitar los countries, cuando en realidad se plantea la idea de impedir nuevas construcciones. Y así se debatió y aprobó en Rosario. Se dejó atrás, se prohibió, la figura de Barrio Privado / Club de campo, se la quitó de las normas vigentes. Es decir, en la ciudad de Rosario, a partir del 16 de diciembre de 2010, no se pudo construir ningún country más. Los que estaban construidos con anterioridad quedaron como estaban, cerrados. Ya que ese es otro debate.
Los argumentos que debatimos en nuestra ciudad, y que son los mismos para discutirlo a nivel nacional son de dos dimensiones: una ideológica donde podemos estar más o menos de acuerdo, y otra fáctica, objetiva y física. Fue además un debate no sólo entre nuestro movimiento territorial autónomo con legisladores de todas las fuerzas políticas, sino que la ciudadanía se implicó en el diálogo. Una encuesta de la época mostraba que el 45 % de los ciudadanos estaba a favor de la iniciativa y sólo un 29% en contra.
Demostrando que sólo un profundo debate social convierte en conquistas las leyes alcanzadas.
La primera dimensión de los argumentos nos interpela acerca de en qué tipo de ciudad queremos vivir? Y cuáles son los derechos en los que se basan un grupo de privilegiados para cerrar una cosa que por definición es abierta, pública y de todos como es la ciudad.
El argumento objetivo e inapelable tiene que ver con la escasez de tierra urbana y la necesidad del estado de protegerla. La tierra es un recurso finito. Y las mega ciudades, donde florecen los countries, tienen como déficit estructural la falta de acceso al suelo urbano. Por ende si el espacio, que es uno y no hay otro, lo ocupan mega emprendimientos cerrados, esa tierra que está ahí sub utilizada, es la tierra que le falta a otros. En las grandes ciudades también florecen los asentamientos irregulares. Por ende una cosa está físicamente vinculada con la otra. No es posible pensar Soldati, y sus muertos por la tierra, sin pensar el Tigre y su obsceno festín de lujuria cerrada.
Es decir, no sólo hay argumentos ideológicos, derechos y cuestiones filosóficas que llevan a pensar en la posibilidad de eliminar la figura de futuros barrios privados, sino que la tierra no alcanza para la cada vez mayor población mundial si no se la administra. Primero con un criterio de justicia e igualdad, pero también de racionalidad objetiva mínima. En un Country de 100 hectáreas pueden vivir 50 familias, en un barrio cualquiera pueden llegar a vivir miles de familias en condiciones dignas.
Es por eso que el barrio privado como fenómeno urbano no es otra cosa que la máxima expresión física del neoliberalismo y el sálvese quien pueda. La territorialización de los que ganan y los que pierden en la historia. Y cuando una injusticia se territorializa, cuesta mucho más volver para atrás. Por eso, evitar nuevas urbanizaciones privadas es una lucha estratégica pensando en el presente, pero fundamentalmente diseñando un futuro mejor.
En qué ciudades queremos vivir nuestra vida, depende también de nosotros…
Desnaturalizar la expresiones más injustas de ese modelo es una responsabilidad de todos.
“El ser humano ha llegado hasta aquí porque siempre hubo gente dispuesta a decir basta al privilegio” dice el intelectual Juan Carlos Monedero.
Si en 1789 nadie hubiera interpelado la naturalidad de la monarquía no hubiera sucedido la revolución francesa, si en 1810 nadie hubiera dicho nada sobre el Virrey Cisneros, hoy no estaríamos en Argentina.
De eso se trata la política.