«En el barrio Saladillo es muy distinto el laburo. Ahí el trabajo es puramente social, en donde contener problemas es, no buscar soluciones, sino encontrar momentos en el día donde el jovencito la pase bien. Yo no puedo cambiar una realidad pero sí momentos. Ese momento se genera en el Club San Roque, que queda en el barrio, donde trabajé mucho tiempo. Entonces un apretón de mano, un levantarle el cierre de la campera cuando hace frío, darles pautas de convivencia han hecho el porqué del laburo en los barrios…» El vínculo de Miguel El loco Macri con el Club San Roque. La docencia y los valores en el fútbol de los clubes de barrio. Segunda parte de la entrevista realizada por enREDando.
Por Malena Montenegro
El 20 de enero cumplí 24 años de trabajo con juveniles y este año dejé de hacerlo provisoriamente porque la cabeza la necesito entera junto al cuerpo para trabajar en el negocio porque es el sustento de: mi mamá, mi papá, mi hija (que va a ser mamá), mi hijo (con su novia), mi prima, mi cuñado, más todos los empleados que hay, y yo. Entonces le estoy buscando la manera de mantener esa docencia que yo creo tener, con esta placita; buscar la manera de ser solidario. Pero en el barrio Saladillo es muy distinto el laburo. Ahí el trabajo es puramente social, en donde contener problemas es, no buscar soluciones, sino encontrar momentos en el día donde el jovencito la pase bien. Yo no puedo cambiar una realidad pero sí momentos. Ese momento se genera en el Club San Roque, que queda en el barrio, donde trabajé mucho tiempo. Entonces un apretón de mano, un levantarle el cierre de la campera cuando hace frío, darles pautas de convivencia han hecho el porqué del laburo en los barrios, que es distinto al de acá, porque no es con tantas carencias como puede ocurrir en el conurbano.
E: ¿Por qué y cuándo te empezaste a relacionar con la docencia y el deporte?
L.M: Como en todas las cosas yo no me di cuenta. Jugaba al fútbol y la Asociación Argentina publica un artículo que explicaba que los mayores de 26 años no podían jugar. Yo tenía 26 ó 27 en ese momento jugando en San Roque y mis mismos compañeros me dicen que haga de técnico. Ahí arranqué sin saber nada, tratando de convivir con el error; fueron sucediéndose clubes, viajes al interior, estar en Rosario Central 3 veces, tener problemas por ser como soy, de no tener problemas en reforzar mis ideas delante de un “famoso”, en no tener inconvenientes en poner a un chico desconocido. Tuve problemas, pero en verdad esos problemas era del ‘otro’, por no entender cómo era la situación. De a poco el tiempo me fue dando herramientas para ser un educador, un docente. De la única forma que fui viendo que me salía bien era sintiendo los problemas. No lo hacía por plata o conveniencia. Yo decía: qué le pasa a este chico, mirá la cara que tiene, siempre viene con el mismo pantalón, bosteza mucho, no duerme a la noche, se toca la panza, no come bien, sale de la escuela e iba directamente a practicar. ¡No, pará, a ver…! Entonces esas cosas las iba sintiendo y fue así que fueron poniendo el mote de El Loco Macri. Yo no era, ni soy loco, simplemente me iba poniendo en el lugar de los otros, entonces siento cómo poder ayudar, colaborar. Así fue la docencia: sin darme cuenta.
E: ¿Hasta el día de hoy tenés relación con el club?
L.M: Sí, el presidente del club es uno de aquellos compañeros que yo dirigía. Entonces hoy es el presidente del club y a su vez su papá fue uno de los fundadores. Él lo hace para continuar con la llama encendida que su padre inició. Calculá que los colores del club son: rojo y una franja en diagonal amarilla para identificarlos con el rojo de Ñewells y el amarillo de Rosario Central; y se llama Club Atlético Social y Cultual Deportivo San Roque. O sea tienen un comité cultural, hemos conseguido a veces la Copa de Leche -que muchas veces es más fácil acceder en épocas de elecciones y después pasa de largo – como también alguna luz para la cancha. La relación sigue pero con otro tiempos míos. Siempre que hay un evento estoy.
E: ¿Cómo ves el deporte hoy, la relación entrenador/docente con chicos?
L.M: Es muy difícil salir del circuito vicioso que hay. Solo los que tenemos coraje lo podemos hacer. Y en esto no hablo bien de mí, simplemente de que es realmente así, no hay que dejarse llevar por lo que te dicen: poné al mejor, cómo saliste, hay que ganar. Entonces le regalas una Coca al que hizo el gol, saludas con gesto de cabeza al que va al banco y no miras al que no citaste. Hay una persona detrás de todo esto, no hay un jugador de fútbol. El profesionalismo es descarnado. ‘Yo no me meto, hagan lo que quieran’ (en tono irónico) Ahora en la docencia puedo dar fe que el buen trato, el aprecio, el sentir los problemas, el regalar libros, dar permisos cuando lo necesitan, hablar correctamente con los padres y ponerles límites a los padres mismos: funciona. Pero hay que tener la idea clara y llevarla a cabo. Es difícil encontrar docentes para el fútbol. Uno reniega y reniega y finalmente o te metés en el circuito vicioso –que es muy fácil de llevar – porque es lo bueno para un lado, lo malo para otros y el resto que se muera. Entonces esa gente no siente, en vez de tener sangre en el cuerpo tienen aceite. Creo que esa es la parte de la docencia que yo estoy en contra porque entran queriendo colaborar y terminan haciendo lo que hacen los entrenadores de televisión. Hay que sentir. Esa es la palabra no te la puedo enseñar, se siente o no se siente. Es como casarse con alguien que no queres, cuánto te puedo durar, un rato y después te queres ir rajando a tu casa.