Recuperar la esquina del barrio
Un banco de plaza, un olivo, encuentros de vecinos en el barrio Abasto. El Roña, un campeón. Un Loco que busca recuperar el sentido colectivo de la vereda, del encuentro en la calle. Fútbol solidario, palomas y un descanso peatonal en la esquina de los sueños. enREDando dialogó con el impulsor de esta movida, Miguel El loco Macri, docente y entrenador de fútbol. Una charla que invita a recuperar el valor de la esquina y del juego colectivo.
Por Malena Montenegro
Es la esquina de calle Corrientes y Cerrito de Rosario, un vértice recientemente colorido del barrio del Abasto. El viernes 18 de julio quedó inaugurado – con choripaneada callejera de por medio – un descanso peatonal rodeado por un banco, un elegido olivo bien plantado, estampitas, piedras y césped. De manera colectiva, tal como su armado, este lugar pretende formar un espacio donde los vecinos vuelvan a encontrarse en la vereda.
Al mismo tiempo, aquí mismo desde hace mas de 30 años, todos los días las palomas se amontonan en la puerta de la vieja casona de la Droguería Industrial. Y allí dentro muchos laburan para atender bien a los vecinos, entre ellos, Miguel el loco Macri (hijo).
El Loco Macri tiene 52 años y hace 32 que trabaja junto a su padre, dueño del negocio. Miguel, el de muchos tatuajes y algunos pelos largos, siempre te saluda; y es él quien pensó esta idea de instalar un banco para la esquina. Lleva acumulada tantas artesanales pulseritas como experiencia de trabajo social en algunos barrios. No se calla nada y a su vez sabe escuchar y observar cada rincón del alma que los vecinos dejan traslucir al pasar.
El loco Macri en realidad vive en Saladillo, donde se dedica, hasta el día de hoy, a los pibes del Club San Roque. Sigue sosteniendo que el fútbol necesita volver a ser un deporte y para eso los técnicos deberían ser más educadores que estrellados dirigentes de televisión.
Hoy desde enREDando nos acercamos a charlar con Miguel, compartimos una taza de leche en la panadería de la zona y luego visitamos la Placita del Roña.
enREDando: ¿De dónde sale tanto tiempo dedicado a este barrio?
El Loco Macri: En realidad soy de barrio Saladillo y me gusta mucho el fútbol en todo su ambiente y área docente. Trabajé muchos años en ese rubro. En Cerrito y Corrientes, donde tenemos el negocio, tenía mi cuerpo pero no mi mente; y ahora me di cuenta que el negocio necesitaba de todo mi ser. Es ahí donde empecé a anotar y a escuchar cosas del barrio. Esas cosas para mí son como una mancha de humedad que uno tiene en la casa. Uno ya las tiene incorporadas y no se da cuenta del error.
En cuanto a las características del barrio: es de gente mayor, hay poca juventud, son casas de hace muchos años. Calculemos que la casa de la droguería en el 2018 va a cumplir 100 años. Y así son muchas de la cuadra. Entonces veía que la gente andaba diciendo: “hay basura, qué le vamos hacer, dejala”, o “hay vandalismo, y bueno, yo me voy a dormir más temprano”’, o “tengo un inconveniente, y bueno pero yo no te puedo ayudar porque no tengo ganas o tiempo”.
Entonces me puse a pensar cómo podía cambiar esa realidad de este barrio tan pero tan agradable. Dentro de esos cambios, pensé en una pequeña plaza para recuperar valores. Con ayuda de los empleados, de mi familia, de gente que no conocía y algunos vecinos empezamos a poner manos a las obras y cambiar este basural en algo agradable. Estoy muy contento porque después de tanto venir y no mirar, o de estar y no pensar, ahora me doy cuenta todo el tiempo que uno perdió para recuperar, a su vez, algunos valores perdidos.
E: Con el tiempo hay pérdida y recuperación de valores: ¿cómo se barajan?
L.M: Debemos decir que los valores siempre estuvieron: solidaridad, sencillez, colaboración; y digo estas porque ya no hace falta hablar con otras palabras más difíciles. Permanentemente veía que en el barrio había mucho Facebook, mucho Twitter, mucho celular colgado en la cintura, muchos auriculares en gente joven, ahora hay unos celulares que vos vas caminando con las manos en los bolsillos y vas hablando (no sé cómo se llaman) y uno hacía así con la cabeza para saludar y nada, claro, iban en la conversación, en el problema y todas esas circunstancia te hacen reaccionar o seguir viendo la mancha de humedad. Creo que mi reacción tiene que ver con los valores que a uno le han inculcado en la familia y que a su vez trato de trasladar a mis hijos. La verdad es que ellos a esto lo tienen. En la escuela sacaban 4 ó 5, ninguno de los dos terminó, pero mi hija es Voluntaria del Hospital de Niños y mi hijo donde ha ido siempre ha sido distinguido como buen compañero, trabaja en el negocio atendiendo y todos le dicen “qué chico joven y tan amable”. O sea que los valores ya estaban, había que ponerlos en evidencia. La placita que estamos creando lo demuestra.
E: ¿Percibís algunos cambios en estas cuadras, ya sea en las casas, su gente, las costumbres?
L.M: No ví cambios, jamás. ¿Por qué todos los árboles son iguales? Cosa que siempre a mí me incomoda que sean así: son puestos y regados por la Municipalidad. Me gustan los árboles frondosos y con cortezas duras, que muestren, año a año, su pelea contra el viento y el clima, cómo se hacen fuertes frente a la adversidad. No se cambian los árboles ni los colores. No hubo nadie que no pinte de colores que no sean gris, cremita o blanco ningún frente de la casa. Pero no habla mal, simplemente de mantenerse con lo que hay. Bueno, a lo mejor esos cambios pueden llegar a barrio al haber un detalle diferente. Esto intentamos hacer entre varias personas con las palomas, por ejemplo, o con los perros.
E: ¿Cómo llegan tantas a concentrarse tantas palomas en esta esquina?
L.M: Al negocio muchas veces cuando nos piden cómo identificarlo (porque hay varios que vienen desde lejos) les decimos: “cuando veas dónde paran las palomas te vas a dar cuenta”. Es increíble, pero es así. Son más de 500 y están todos los días, obviamente no son nuestras. Con esto empezó mi papá: en aquel tiempo almorzábamos en el trabajo y económicamente no había demasiado, entonces a veces tomábamos solamente mate con pan. Al salir a la calle un rato para cambiar el aire, esas miguitas las tirábamos a algún gorrioncito, alguna torcacita. Después la cosa fue mejorando entonces las palomas se iban dando cuenta y querían comida particular (risas). Por lo tanto fuimos comprando un kilo de comida para palomas. Ahora se comen una bolsa de 50 kilos por semana que las que tenés comprar en un forraje. Tal vez son molestas indudablemente, por sus necesidades. Pero nos ha dado un poco de paz, que es la muestra del olivo y la paloma. En cada calendario que hacemos para regalar en el negocio siempre ponemos una palomita con el olivo a modo de símbolo de la paz.
E: ¿Te acordas en qué momento se te ocurre la idea de construir esta esquina como descanso peatonal
L.M: Entró un cliente y me dice “no puedo estacionar, voy a dejar el auto y hay todo un basural”; era una mugre, más sumado a que los perros habían hecho sus necesidades. Lo veía pero no me daba cuenta que estaba. Acompañé a este cliente hasta su auto y le dije que esto no podía ser. Me puse en el lugar de alguien que vive acá. Desde ese mismo día empecé a limpiar despacito y después pinté. Luego pensaba que este es un barrio de gente mayor y muchos se cansan al caminar, entonces hacía falta un banco para sentarse. Los colectivos paran acá a la vuelta entonces muchas veces desde ahí se puede ver y demás. Empecé a buscar un banco de plaza y no encontraba. Pero después, ante los costos altos y la facilidad de rotura (siempre hay algún salame que rompe), dije: tenemos que poner algo de cemento. Me encontré de casualidad, como son todas las cosas, con un jubilado que desde el año sesenta y pico fabrica block de esos para hacer casas. Este hombre tiene una de esas máquinas para hacer block y me dijo que es a pulmón. O sea, como cuando vos vas al gimnasio y haces hombros, ¿viste? Con una manija que va por detrás de la espalda. Le dije, mire Luis usted me podrá hacer un banco y él me contesta: “yo banco no hago”. Me empezó a contar sus historias de depresiones, problemas y demás. Con mucha atención, estuvimos hablando más de cuarenta minutos y le digo bueno Luis gracias por la charla. Al irme me dice: “venga el miércoles que le hago el banco y le sale $200”. ¡Pero no Luis!, le dije, $200 no le sale ni el desodorante que va a necesitar por lo que va a transpirar.
Fui el miércoles y lo había hecho. Pero acá, el problema: no lo podía levantar, era pesado como un elefante. Le puso piedras y cemento puro y algunos tornillos. Le digo Luis no lo puedo levantar. Él lo agarró (debe tener 75 años) y lo subió en el auto. ¡Era una fiera!. Entonces me lo traje en el baúl del auto que venía súper inclinado por el peso.
Así que lo del banco fue en relación al descanso que se necesitaba. Después hay una foto de un perro mío, el Roña y la esquina con el banco se llama “Roña Descanso Peatonal”, justamente por lo que habíamos hablado y le puse el nombre de “Roña”, por un campeón porque me gusta mucho los perros callejeros, los perdidos, los que buscan un mimo. Es un poco en honor a todos esos perros salvajes que andan por la calle buscado un dueño. A su vez hay una columna que sostiene la iluminación de la calle y demás. ¡Era de color negro!. ¡La pinté de amarillo para que se note bien!. También hice un santuario y ahí puse desde: Alá, el Gauchito Gil, Santa Rita y demás para que haya un prisma de religiones que permita a cualquiera que se acerque sentirse identificado. Y empecé a, diariamente, a encontrar recortes que me interesaban: un poema de amor, una carita sonriendo, frases, fotos de lugares de Rosario donde se le busca la manara para que esté prolija la cuadra. Ahora le voy a agregar fotos de jugadores de fútbol que hayan sido prototipos del potrero como por ejemplo acá en Rosario está el Trinche Carlovich, en Buenos Aires, de Banfield está Garrafa Sánchez. Le voy a colgar una pelota de fútbol, porque somos todos muy futboleros; uno de Ñewells, otro de Central. Pero no como signo de discusión, sino de honor a un deporte que el argentino lo lleva adentro.
E: ¿Por qué no hay fútbol en la vereda?
L.M: La tolerancia con algunos vecinos no es la ideal en algunos casos, ¿por qué? ¿Cuál es el motivo de que cuando yo hago un ruido vos te molestes, y cuando vos haces un ruido yo no te tengo que decir nada? Creo que ese detalle del futbol en la vereda se terminó por la falta de tolerancia de algunos vecinos. Por lo tanto esta esquina va buscando eso: tolerarse. Cada joven que pasó y comió ese famoso choripán para inaugurar el descanso peatonal, puso en aerosol, una letra y un número que lo identificara. No sé qué significa: ‘M27’o ‘R48’ pero fue un poco para darle una libertad de expresión a los jovenes y un compromiso de no ensuciar. Es pensar, también, en ese espacio que el pibe o piba necesita: una esquina buena y no una esquina mala.
E: ¿Cómo fue el día de la inauguración?, ¿qué hicieron?
L.M: Estuvimos muy contentos con los preparativos, por ejemplo para armar el fuego donde participó mucha gente. Ricardo es un chico que trabaja en la droguería y que se predispone para trabajar y hacer cualquier cosa siempre, Nicolás que te deja todo acomodado. Todo estaba limpio, prepararon los panes para los choris, hicieron el chimichurri cortado a cuchillo… Armamos todo ahí en la esquina, aunque el fuego lo hicimos adentro. También hicimos un souvenir, que era una hoja escrita en homenaje al banco de plaza. Antes, esto del banco era un lugar preferido para los noviecitos, con sobres perfumados y palabra bonita. Bueno, ahora un banco de plaza, tal vez está desactualizado. Por eso hicimos un homenaje. Antes los noviecitos decían “te quiero mucho”, ahora es un mensaje de texto que dice ‘TKM’. Pero volviendo al tema, esa previa estuvo muy buena. Un señor nos regaló pelotitas de trapo y todos se pusieron a charlar. Otro hombre le dijo a una chica ‘¿vos quién sos?’ – que esa era la idea – ‘yo soy la hija de tal’; ‘¡no me digas, no sabía que vivías acá’! También vino un señor ciego, entonces le tuvimos que describir el lugar; y una señora se lo relataba… y pensaba con qué facilidad se lo dice. Increíble. Otra mujer mayor no podía venir porque estaba en sillas de ruedas. Pero la fuimos a buscar y la trajimos en contramano por la calle; después quería postre, o decía que “hacía frio pero que se la aguantaba”.
Más tarde hicimos una charla donde dijimos que esto era una iniciativa compartida, y que mi felicidad se las quería transmitir, por eso la construcción de la placita. Hubo muchas felicitaciones y agradecimientos que a mí me sorprendió. Porque la cosa no era el chori, era el momento compartido: se hacían grupitos, charlaban para reconocerse. No sonó un celular, ¡no sonó!
E: conectados a ningún aparato, sino compartiendo una esquina…
L.M : Claro, y en una noche de invierno, que yo pensaba: ¡¿si llega a caer una neblina, qué hacemos?!… Vinieron unas 50 personas, porque algunos habían viajado, las vacaciones, o tenían otros compromisos, si no seguro hubiésemos sido más aún.
E: Se comenta en el barrio que va a haber reinauguración, ¿eso es así?
L.M: ¡Ya tenemos fecha!… el 9 de febrero. Ese día la casa de la droguería cumple 32 años. Vamos a festejar en la esquina, de nuevo con choripanes, por ser de alguna manera la comida popular argentina, e inauguraremos lo que, seguramente, vayamos agregando de acá a febrero. Tenemos idea de poner una pequeña mesita para apoyar cosas como un mate. El banco está pintado con los colores de la bandera de los pueblos originarios, y un señor de acá me dijo que le podemos hacer un cuadradito más para así jugar al ajedrez sobre el banco que haría de tablero. Habíamos puesto piedritas para que cuando alguien viene temprano no se ensucie el calzado al estar la tierra húmeda, y una señora vino y me preguntó si le permitía tirar semillas de césped. Obviamente encantado; a lo mejor en este tiempo el césped no prende, pero lo importante es la inquietud de la vecina. Acá hay un señor de la panadería que empezó a vender libros, o sea: pone una mesa y vende libros usados, imanes y así pasa toda la mañana y toda la tarde. Estamos haciendo como un shopping del Abasto (risas).
E: Esta parte del barrio es lógicamente reconocida como zona roja, ¿qué tal es la convivencia?
L.M: Las chicas están y tienen muy buena convivencia con nosotros; yo las nombro como “mariposas de la noche”. A veces les dejo carteles, por ejemplo cuando pintamos una parte que no había que apoyarse, les dejé una nota: “chicas no se apoyen que está recién pintado; mañana va a estar su disposición’. Jamás tuve un problema, no dejan nada tirado, nunca un inconveniente. O sea, todo partió de algo que yo no sé de dónde sale, la buena onda …
E… ¿Estás seguro que no sabes de dónde surge buena onda?
L.M: Y uno se imagina que de su felicidad de la vida. Pero te soy sincero, no sé de dónde sale. Supongo que es porque uno tiene una vida constituida con sencillez pero con sinceridad; fácil de llevar. Sin cosas oscuras, sin brazos que ocultar o bolsillos llenos de dinero que no se sabe de dónde viene. Como en todos hay enojos y rabietas. Tenemos que darnos cuenta que aquí hay gente responsable. En lo personal no dejo que nada me gane: si algo se rompió, lo arreglo, si algo se despinta lo pinto. Si algo se cae, lo levanto.
Me siento muy satisfecho en mi vida principalmente por la buena onda de que el interlocutor, el que te viene a comprar, el que te toca bocina en la calle, el vecino, el que te saluda sienta que vos no sos un problema, ni un enemigo. Eso me hace sentir cómodo, no ando mirando para el piso o para arriba o me crucé de vereda. Veo que esto es más fácil trasladar: decirles a los hijos que tienen que ser buenas personas.