El 29 de marzo María Dolorez Benítez, “Doriz”, hubiera cumplido 58 años. En un emotivo acto realizado el viernes por la tarde, sus familiares y compañeros la recordaron con un video y una serie de discursos que poblaron de emoción el Club Amistad y Unión en la zona oeste de Rosario. Discursos que hablan de esta gran compañera de lucha, siempre solidaria y que enseñó cómo seguir adelante pese a las peores pérdidas.
Por Indymedia Rosario
Recordar a las luchadoras y luchadores el día de su nacimiento y no sólo en el de su fallecimiento, es una disputa simbólica que se viene dando desde que, en 2002 y a escasos dos meses de su asesinato, los jóvenes de Ludueña hicieran el Primer Cumple Carnaval de Pocho. La posibilidad de festejar la existencia de la gente que tuvimos la suerte de tener de ‘nuestro lado’ da una vuelta de rosca e invita a ser como ellos, en contraposición o complemento de la conmemoración de su desaparición física que deja el hueco de lo inexorable.
Así las hijas, hijos, nietos, nietas y pibes que amó y rodeó de contención María Dolores Benítez, “Doriz” o “mamá Doriz”, como se la conocía por la zona de Paraná y Santa Fe, definieron a tres meses de su partida recordarla con un homenaje el día de su cumpleaños. Correntina de nacimiento, la Doriz hubiera cumplido 58 años el 29 de marzo y dejó un maravilloso grupo de pibes y pibas que van de 0 a 23 años de edad que buscan recoger su ejemplo y extender el amor que esta referente les ofreció como camino.
De ojos achinados y compostura fuerte pese a todos los malestares físicos que la aquejaron a lo largo de los años, la Doriz reunía a los pibes, les brindaba un espacio para que bailen o crearan música, cosía con excelente destreza centenares de lentejuelas y mostacillas a retazos de tela que transformaba en los trajes de la Comparsa Carisma Samba Show. También, como buena mamá de alma, los sentaba, les hablaba, los aconsejaba y bastante seguido podía verse cómo los retaba, desde esa infranqueable autoridad que el amor y la presencia marcan.
María Dolores atravesó dolores que la marcaron, como el asesinato de su nieto Catu, en 2003, a manos de un policía en el Parque Independencia y la muerte de uno de sus hijos hace dos años. Sin embargo, aunque su luz se iba apagando por esos dolores, nunca menguó su fuerza. Doriz nunca dejó en banda a sus pibes ni a sus semejantes: siguió saliendo a la calle con todas las organizaciones barriales y sindicales que construyeran desde una perspectiva solidaria, para pedir desde justicia por su nieto brutalmente asesinado, hasta que se cumplan los compromisos que el funcionariado asumía cuando se le plantaban las barriadas en las oficinas.
También iba por más y se sumó a diversas organizaciones políticas de las que se fue yendo y en las que permaneció en virtud de que sus discursos se reflejaran en hechos concretos de solidaridad y proyectos inclusivos para todos los que sufrían (y sufren) la desigualdad. No le escapaba a los debates, no le rehuyó la organización, nunca traicionó sus principios cimentados en una honestidad de hierro. Y amasó esperanzas en el Centro Comunitario Catu II, que funcionaba en su casa y era a la vez comedor, a la vez espacio de arte, a la vez casa para todo el piberío.
“Soy Franco, tengo 21 años y llevo tres años de la mano con los Catu. Si hoy nos juntamos acá es para hacer memoria de lo que nos quedó después de que Doriz partió, y lo que nos va a seguir quedando. Queremos recordar a través de nuestra música, del baile y las cosas comunitarias lo que nos enseñó Doriz: a dar sin esperar nada a cambio, a dar sin medidas, a dar de corazón. Queremos que CATU sea un centro comunitario, un centro cultural que siga creciendo siempre de la mano del pueblo”, decía el joven a través de un video homenaje que recogió los testimonios de sus familiares y compañeros y se proyectó en el Club Amistad y Unión.
“Lo que Doriz plantó en nosotros fue una semilla cuyo fruto se va a ver en este tiempo que estamos por vivir, quedan muchas cosas por hacer. Vamos a demostrar lo que nosotros somos, lo que hacíamos y lo que es Catu II”, continuaba Gastón en el audiovisual.
Por su parte, Iván, presidente del Club Amistad y Unión, recordó el espíritu solidario de Doriz. “La recuerdo como una luchadora social y hay poca gente como ella que lucha por los chicos. Está siempre guiándonos paso a paso”.
“Expresó lo mejor de la gente que sufre lo peor, que es la pérdida, en su caso de su nieto, y tiene la fuerza de levantarse, seguir peleando y dando una mano. Ojalá algún día haya alguna organización popular que tenga esa fuerza que tienen las madres y las abuelas frente a lo peor se levantan y siembran, amasan esperanzas”, expresó notoriamente conmovido Gustavo Martínez, Secretario General de ATE Rosario y amigo personal de Doriz.
Desde la familia es complejo recordar a alguien tan querido el día de su cumpleaños y a pocos meses de su partida. No obstante, Dulce Arce, hija de Doriz planteó con notable aplomo: “mi idea es seguir con todo lo que hacía, tratar de representarla. Como mujer luchadora, trabajadora, ayudó a mucha gente. Lo sé desde que tengo uso de razón. Siempre estuvo tratando de contener de alguna forma, peleándose con los funcionarios a veces. Como mujer era una gran mujer, una humilde mujer ante todo. Y como mamá la mejor mamá del mundo, no solo mía sino de todos los chicos. Por eso en el barrio se la conoce como Mamá Doriz”.
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