“Pese al ropaje democrático de nuestro sistema, vemos cómo el poder político está movido por hilos de quienes son capaces de actos cada vez peores y cada vez más evidentes”.
Por Clyde Soto (Fuente: Periódico de Interpretación y Análisis)
El gobierno cree que la ciudadanía tendrá miedo de que el 26 de marzo haya un nuevo Marzo Paraguayo. No entiende nada, eso es lo que pasa. No sabe que el 26 de marzo de 1999 estábamos en las plazas quienes estábamos hartos de la violencia de quienes eran capaces de planificar un atentado, más allá de quién fuera la víctima: porque nos negábamos a seguir en un país donde el asesinato formara parte de las armas de la política. El gobierno cree que no sabemos que Curuguaty y la huelga de hambre de los campesinos injustamente presos representan lo mismo, 15 años después. Y que el hartazgo es cada vez más grave, porque pese al ropaje democrático de nuestro sistema vemos cómo el poder político está movido por hilos de quienes son capaces de actos cada vez peores y cada vez más evidentes. Y sí dan miedo porque son tenebrosos, pero más miedo da que sigan haciendo impunemente lo que siempre hicieron.
El gobierno supone que hemos olvidado que fuimos a las plazas en 1999 porque estábamos en contra del uso y abuso de los poderes públicos para dejar impune a quien había amenazado tantas veces a nuestra naciente y frágil democracia con golpes de Estado, porque ese uso y abuso fue la marca de un tiempo muy largo de autoritarismo y porque no lográbamos librarnos de esa lacra. Tanto no entiende lo que pasa, que el Presidente es capaz de invitar a que se siga usando y abusando del Paraguay.
El gobierno no sabe que persisten todos nuestros motivos para estar en las calles y en las plazas el 26 de marzo de 2014, y que esos motivos están amplificados por el tiempo: ese tiempo extra que se han ganado sobre los cadáveres de Curuguaty, con un golpe parlamentario vergonzoso y antidemocrático y a través de unas elecciones marcadas por el trauma; estos 15 años desde un marzo en las plazas, del que ciertamente salimos con demasiadas heridas, a otro marzo cuando sabemos que tenemos que estar allí, aunque nos amenacen con más de lo mismo; estos 25 años de salir de una dictadura para que los mismos capangas del dictador se burlen de la democracia; estos 60 años de un autoritarismo que no desiste.
La ciudadanía democrática sabe dónde tiene estar el 26 de marzo: porque el miedo es a que todo siga igual.