Estamos asistiendo a un verdadero genocidio. Lxs pibxs mueren diariamente en el marco de situaciones de extrema violencia y las formas de matar terminan siendo consecuencia de las formas de vivir, de las condiciones materiales y culturales en las que se desarrolla la existencia en el Gran Rosario.
Durante el primer mes del 2014 se produjeron 32 muertes violentas, màs de una persona por día. De las 32 víctimas hubo 27 que fueron blanco de un ataque con arma de fuego. Del total de víctimas hubo 23 (más del 70 %) que eran personas jóvenes, menores de 35 años.
Rosario se ha convertido en la ciudad argentina con mayor número de asesinatos. Sin embargo no hay reacción popular ante tanta muerte desbocada; y el poder político, el estado en todos sus estamentos y los medios masivos de comunicación son grandes responsables de esta “naturalización” de la violencia que termina en la muerte anticipada de lxs jóvenes de nuestras barriadas. Lxs pibxs vivían como podían en los barrios más humildes, los empobrecidos por la concentración de riquezas materiales y culturales en pocas manos. De allí la naturalización de esas muertes detrás de un discurso racista y perverso: “Se están matando entre ellos”, una especie de reciclaje del “algo habrá hecho” de la dictadura. Una frase que pone a lxs que tienen menos oportunidades en esta sociedad, en un lugar externo, como si no fuesen gente, como si no fuesen personas.
Durante las décadas anteriores Rosario ha tenido tasas de violencia menores a la media nacional, pero en los últimos años los índices de violencia han sufrido un incremento significativo, llegando en lo que va del 2014 a más de 30 homicidios en los que gran parte de los protagonistas (víctimas y victimarios) son jóvenes varones de barrios populares. Estos episodios de violencia indican que en contextos de exclusión social muy intensa resulta clara la dificultad de lxs jóvenes para construir identidad a partir de las instituciones tradicionales (trabajo, escuela, etc), por lo que “pertenecer” se torna un objetivo violento y veloz, como respuesta a la inexistencia de un proyecto colectivo en el que la juventud de los sectores populares sea protagonista; y es el Estado desde la ausencia de políticas de verdadera inclusión social, con una institución policial que garantiza la exclusión en los barrios, y el poder judicial que se hace cómplice de ésta; el principal responsable de la situación de emergencia actual.
Empezando el mes de febrero, seguimos sumando pibxs asesinadxs, como es el caso de Jairo Trasante, hermano de Jeremiás Trasante, que fuera asesinado en la “masacre de Moreno” en enero de 2012. Hecho que gracias a la decisión política de sus compañerxs del Movimiento 26 de Junio y tantas otras organizaciones sociales y políticas que acompañamos el reclamo de justicia, para que no quedara impune; llevó a que se destaparan muchos negociados de los narcos que involucran a distintos barrios como territorios de disputa, y dejan a la vista la connivencia de éstos con el Estado principalmente a través de la policía santafesina, aunque no sólo.
Estos datos reafirman lo que venimos manifestando desde hace tiempo. Lxs jòvenes no son peligrosxs, sino que están en peligro, y ante esto decimos con fuerza:
Ni un pibe menos, Declaración de Emergencia en Niñez y Juventud.
Seguridad para nuestros/as pibes/as con mayor inclusión social.
Prioridad en la asignación presupuestaria para políticas públicas en materia de niñez, adolescencia y Juventud.
Justicia por todos/as los/as niños/as y adolescentes víctimas de la violencia institucional y el narcotráfico.
Nos solidarizamos con la familia Trasante, lxs amigxs de Jairo Trasante y sus compañerxs de lucha que una vez más se encuentran aduelando otra lamentable pérdida.
Y llamamos a la sociedad toda a desnaturallizar la violencia y el asesinato de nuestrxs pibxs.
Lxs pibxs no son sólo el futuro, son el hoy, y hoy es cuando debemos protegerlxs.