A 12 años de la masacre del 19 y 20
La convocatoria en Tribunales fue por un nuevo aniversario del 19 y 20 de diciembre de 2001. Pero allí, al reclamo de justicia por las víctimas de aquella represión, se sumaron nuevos hechos relacionados a temáticas similares en los años que continuaron. En enREDando compartimos voces de familiares y militantes sociales presentes en el acto.
Por Martín Stoianovich
La mañana del jueves 19 de diciembre reunió a organizaciones sociales, sindicales y políticas, junto a familiares y amigos de las víctimas de los asesinados en la provincia de Santa Fe en aquel diciembre de 2001 en llamas. La cita fue en la puerta de los Tribunales Provinciales de Balcarce y Pellegrini. El pedido es el mismo de cada año, porque a instancias del decimosegundo aniversario, no hay sentencias firmes que permitan cesar el reclamo de justicia.
A refugios de la sombra de los árboles que rodean la zona, cientos de personas aguardaron a que comenzara el acto, en la entrada de los Tribunales que da a calle Balcarce. Otros, se resignaban a la crudeza del sol del mediodía que pegaba verticalmente en niños, niñas, mujeres y hombres. En el pavimento se desplegaban las banderas a medida que en otro sector de la calle se realizaban las clásicas pintadas. El mensaje, siempre el mismo: justicia, cárcel a los responsables intelectuales y materiales de cada uno de los hechos relacionados a la represión policial desatada en diciembre de 2001.
Pero esta vez hubo un contexto distinto, provocado por la acumulación de situaciones insostenibles de manera individual. El reclamo colectivo se apoderó de la jornada cuando aparecieron sobre la puerta de los Tribunales distintas consignas que, unificadas, se hicieron fuertes para relacionar hechos que tuvieron lugar en diversos sitios y momentos. Pero todos enmarcados en los treinta años de una democracia que, tal como dejan ver las criticas, continúa sometiendo a injusticias a la clase trabajadora y a los sectores desprotegidos. Víctimas de asesinatos cuyos verdugos continúan ejerciendo su trabajo como si no hubieran cometido delito alguno, trabajadores procesados y condenados por reclamar, niños y niñas cada vez más pequeños que se entregan a los negocios turbios del sistema, se suman a la larga lista de desigualdades que allá por el 2001 le dieron forma a los reclamos que terminaron protagonizando cambios históricos a nivel político.
Aquellas jornadas de repudio dejaron 39 muertes a nivel nacional, consecuencia de la represión policial como herramienta del Estado. El mismo acto se repitió una y otra vez a lo largo de estos años como si se tratase de un mecanismo certero, de un progreso a nivel social. Ayer, aprovechando el marco, se reunieron distintas causas que buscan un mismo camino.
Los del 2001
Comenzado el acto, los primeros relatos de los familiares de las víctimas de las represiones del 2001 fueron los de Catalina, madre de Marcelo Pacini, y Sara, hermana de Walter Campos. Marcelo era un niño de 15 años cuando fue asesinado por un supermercadista en medio de los saqueos. Su madre, entre pocas palabras tapadas por un dolor evidente reflejado en su mirada, se limita a pedir justicia y a nombrar a su hijo Marcelo Alejandro cuantas veces sea necesario.
Sara, por su parte, grita y convierte su dolor en bronca. “Walter Campos tenía 16 años cuando fue asesinado por un disparo en la cabeza por un oficial de las TOE (Tropa de Operaciones Especiales). No sólo recibió un disparo en la cabeza sino que fue verdugueado por la policía. El asesino, además de que lo encubrieron, levantó la bandera de héroe diciendo que evitó que mi hermano asesinara a otro policía”, señaló la mujer. A Walter Campos lo mató el francotirador Ángel Omar Iglesisas, quien luego diría que el joven estaba armado y a punto de disparar contra otros oficiales. A pesar de que los testigos confirman que el chico no estaba armado, Iglesias fue sobreseído por actuar en supuesta legítima defensa. “Hace poco fue el atentado a la casa de Bonfatti, y todos los oficiales de las TOE investigan, en cambio con los fallecidos del 19 y 20 de diciembre no pasa lo mismo, acá no hay justicia”, sintetizó Sara.
El otro relato vinculado a los hechos del 2001, es el de Celeste Lepratti, hermana de Pocho. “Lamentablemente otro 19 de diciembre con total impunidad, donde la justicia no está presente. Otro diciembre que nos encuentra en la calle reclamando por todo lo que falta, contra una impunidad que seguimos denunciando”, manifestó Celeste. La solicitud es concisa, juicio a los autores materiales y a los políticos vinculados a las tareas intelectuales: “Carlos Reutemann, a la cabeza de las responsabilidades políticas, nunca en estos doce años debe haber pisado Tribunales para siquiera declarar qué pasaba en la provincia que él gobernaba”.
“Lamentamos este accionar de la justicia, la policía debe rendir cuentas, son muchos los involucrados en esta masacre, son los mismos que hoy salen a reclamar y a ponernos en alerta y aterrorizarnos de nuevo, aunque desde otro lugar esta vez”, explicó Lepratti haciendo referencia a los recientes conflictos policiales.
El total de víctimas en Santa Fe, la provincia con más muertos en las represiones del 2001, comprende a: Rubén Pereyra, Walter Campos, Gianina García, Juan Delgado, Marcelo Pacini, Graciela Machado, Graciela Acosta, Ricardo Villalba y Claudio Lepratti.
Los que siguieron
Las fuerzas de seguridad continuaron haciendo de las suyas en los años que continuaron, como así también determinadas debilidades y errores políticos fueron pagados con la vida de los habitantes de los sectores empobrecidos. Ayer, se hicieron presentes los reclamos desatendidos que tienen como protagonistas a estas nuevas víctimas de una democracia con cada vez menos nunca más.
Gabriel Aguirre tenía trece años y vivía en barrio Ludueña. Era hincha de Boca, detalle que no le había prohibido pasar un momento con sus amigos hinchas de Newell’s después del clásico rosarino ante Rosario Central en el último 20 de octubre. Estaban reunidos cuando un grupo identificados con el equipo rival desató la bronca y disparó con armas de fuego. Tres impactos de bala dieron en el cuerpo de este niño que cayó muerto en el acto, para que con el correr de los días nada quede esclarecido. Hoy sus familiares continúan reclamando justicia visitando cada tanto la Comisaría 12 del barrio. Su tía se hizo presente en el acto de ayer, y pidió la compañía de las organizaciones para fortalecer su lucha.
Mercedes Delgado, ya un emblema de militancia en barrio Ludueña, fue asesinada a los 50 años al quedar en medio de un tiroteo de supuestas bandas narcos que se disputaban el territorio del negocio, también en barrio Ludueña. Sara, compañera de militancia en el Centro Comunitario San Cayetano, manifestó: “Hoy hay detenidos que no tienen nada que ver con el que disparó el arma, que está escondido y protegido por los narcos, policías y abogados, el asesinato de nuestra compañera no está resuelto, pedimos que se haga justicia en este y todos los casos de muerte injusta que ha habido, en los que en la mayoría ha estado implicada la policía”. Sara también cree en la unidad como camino eficaz, y sobre esto apuntó: “Si estamos todos juntos, juntos vamos a vencer”.
Otra historia es la que tiene como protagonistas a las víctimas directas de las inundaciones del 2003 en la ciudad de Santa Fe, junto a familiares y amigos. “Estamos unidos rosarinos y santafesinos, no sólo por aquel diciembre de 2001, sino por todas las propuestas por elaborar. Porque si no nos quedamos solamente en la lucha contra la impunidad y nos unimos con todas las que se están forjando y a todos los sectores que están saliendo adelante contra este sistema injusto, la igualdad y la justicia no será un horizonte tan lejano”, expresó Jorge Castro, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y referente de la lucha por las inundaciones que también ponen a Reutemann como principal responsable.
Entre todos
“La justicia la hacemos entre todos”, rezaba la frase que quedaría reflejada en el pavimento de calle Balcarce ayer al mediodía. La pintó la organización Arte por Libertad junto a varios pibitos que se acercaron a colaborar. El mensaje era la síntesis de las sensaciones que dieron vuelta en este nuevo aniversario. Celeste Lepratti, estandarte en este camino, explicó el porqué de esta necesidad de caminar en conjunto. “Seguimos reclamando estos doce años, pero lamentablemente esto no se resume en 2001. Acá se compartieron muchos casos de otros compañeros, y también hay que hablar de los muertos de este diciembre que parecen no tener responsables”, señaló.
Para cerrar, las palabras de Celeste apuntaron contundentemente a la continuidad de este trabajo que parece ser infinito. La decepción causada por la inoperancia del poder judicial, llevó a los familiares de las víctimas a construir otro tipo de justicia. “Hay una memoria y una justicia que no podrán negarnos, y es la que hacemos todos los días, entre todos, desde abajo. A doce años la falta de investigación y compromiso evidenció una justicia para nada independiente. Nosotros hacemos esto porque es lo mínimo que le debemos a nuestros seres queridos. Creo que no estoy equivocada cuando digo que nos merecemos vivir de otra manera”, concluyó.
Por su parte, Gustavo Martinez, secretario general de ATE Rosario y amigo de Claudio Pocho Lepratti, repasa y analiza los hechos, la injusticia, el balance: «Se vuelve a repetir la historia. No es una cuestión de tiempo, porque en todos los casos reina la impunidad. Si hubiera despertado parte del Estado en todos sus niveles, Rafael Gutierrez no sería, por ejemplo, presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe. Hay deuda de soberanía y dignidad, hay avances que hemos reconocido, pero necesitamos que el Estado reaccione. Las organizaciones populares son las que sostienen los reclamos que no son escuchados. Queremos que el gobierno nacional deje de hacerle homenaje a Reuteman, y que el gobierno provincial no utilice el tema de León Gieco porque son los mismos que le ofrecieron el sistema de la producción al sector de Reutemann en su momento», señala. También se refiere a las causas judiciales, en las cuales no ha habido avances ni en las responsabilidades materiales ni en las políticas: «La verdadera esperanza no está en los Tribunales, sino en que el pueblo no repita la historia. Tiene que haber un protagonismo en la calle para poder construir una esperanza que para nosotros está mucho más abajo.»
Presente en el acto, también se encontraba Gustavo Bruffman, secretario de derechos humanos de la CTA Rosario. «Hoy, en este acto, si uno presta atención hay una cantidad no menor de gente desconocida para nosotros que forma parte de los sectores más humildes de nuestro pueblo. Gente que vive en carne propia la desigualdad social, y que sabe íntimamente lo que ha significado aquella gesta de 2001. En el balance hay que poner a favor que una cosa es reclamar en soledad y otra muy distinta, reclamar acompañado. Del dolor solo se sale colectivamente. Y no va haber justicia, sino hay memoria. Impulsamos esa memoria, desde abajo, desde los compañeros que transitan ese dolor. Y la otra cara del balance, es saber reclamarle al propio estado nacional que la misma decisión que ha demostrado para con los juicios del terrorismo de Estado necesariamente tiene que tenerla con los responsables políticos y materiales de la Masacre del 2001, entre ellos el propio ex gobernador Reutemann. La única forma que tenemos de poder avanzar es ésta, ser la conciencia colectiva que no cesará y vamos a estar aquí todos los diciembre, porque las únicas dos detenciones que se produjeron (en el caso de Graciela Acosta y Pocho Lepratti), solo fueron posibles gracias a la movilización y la permanencia, más allá de que incluso hayan gozado de libertad condicional antes de haber cumplido la condena firme. Evidentemente solo depende de la construcción colectiva diaria y cotidiana, y este es el eje central del balance a 12 años de la masacre».
A 12 años, las causas judiciales de la masacre planificada del diciembre trágico en la pcia. de Santa Fe aún duermen en el cajón de la impunidad. Las responsabilidades políticas jamás fueron investigadas.