«El asesinato nos hirvió la sangre»
«Soldaditos de nadie. Jere, Mono y Patóm, crónica de una lucha» es el libro que la Editorial autogestiva Puño y Letra y el Movimiento 26 de junio acaban de publicar, en un tremendo esfuerzo conjunto. Se presentó en la UNR y frente a los Tribunales Provinciales, tras cumplirse 20 meses del triple crimen de Barrio Moreno. Un libro que busca compartir aprendizajes y reflexiones colectivas de la lucha emprendida el 1 de enero de 2012 por el esclarecimiento y crimen de Jere, Mono y Patóm. Una herramienta indispensable para reflexionar sobre la crisis de violencia desatada en los barrios ligada al conflicto narco y las complicidades policiales, jurídicas, mediáticas y políticas que lo hacen posible. La presentación nos llenó de una profunda emoción, de un dolor que está latente en cada asesinato de pibes cuyas crímenes son perversamente catalogados como»ajustes de cuentas».
Por María Cruz Ciarniello
Levántense, por Jere, Mono y Patom
Las últimas palabras de Eduardo Trasante, el papá de Jere, punzan como puñales al momento de escribir esta nota.
Creo, y estoy convencida, que es una de esas postales que además de conmover hasta la médula, se guarda en un feroz rincón de la memoria. Para siempre.
-¡Levántese, por Jere, por Mono y por Patom!, – gritó su voz afónica y temblorosa. Como pudo, el grito de Eduardo apuñaló el aire silencioso de una aturdida mañana de jueves, en uno de los lugares más transitados de la ciudad: los Tribunales Provinciales.
-Va a llegar un día en que vamos a llorar, pero de alegría por ver que todo lo que hemos invertido ha traído su fruto. Hoy me desperté con una imagen: mi hijo murió en el piso pero yo me voy a mantener de pie por la memoria de Jere, Mono y Patom , hasta que logremos alcanzar la victoria por la cual caminamos estos 20 meses y todos los meses que resten, por ellos, y por todos lo que no tienen nombre, porque quedaron encasillados y encajonados. ¡Levántense por todos nuestros pibes!.- alentó. Frente a él, decenas de pibitos gritaban ¡“Presente”!
Después llegó el instante de la mística. Los jóvenes del Frente Darío Santillan desplegaron una enorme bandera sobre las escalinatas de los Tribunales, siempre custodiadas por personal policial.
En un furioso trapo rojo, aparece dibujada la colosal sonrisa de Jeremías, Adrian y Claudio.
Nunca estuvieron en el lugar equivocado
Uno de los jóvenes del Frente comenzó a pronunciar intensas palabras al viento:
“Ellos nunca podían estar en el lugar equivocado, ellos estuvieron siempre ahí. Se criaron ahí, porque ese era su lugar, su barrio. Las balas no borran las historias de la gente, no matan la memoria de los momentos compartidos. Es por eso que cuando mataron a los pibes, lo que más dolió no es que fueran inocentes. Inocentes es un nombre que le ponen los juzgados haciendo suponer que había otros que merecían ser asesinados, cuando en realidad nadie merece que lo maten. Lo que más dolió fue que los pibes no murieron en su ley. Ellos luchaban para cambiar la realidad en que vivían, ellos no querían matar, ellos no tenían esos códigos. Hoy las caras sonrientes de los pibes de Moreno renacen por todo el país, en remeras, pancartas y afiches. Pero lo más importante es la multiplicación de su ejemplo. Todos los días, se siguen organizando más y más pibes. El asesinato nos hirvió la sangre, y nos hizo seguir militando por más y más pibes: por Luciano Arruga, por Mariano Ferreyra, por Marita Verón, por Darío y Maxi, por todos los sin nombre que encontraron la muerte en manos de un narco o un policía.”
Una compañera entonaba con su guitarra suaves acordes cargados de dolor. En otra punta, se escuchaban bocanas de disparos de fogueo, simulando, quizá, aquellos que de verdad suenan cada vez que muere un pibe en los barrios periféricos de Rosario.
Así parecen ser las místicas que los jóvenes del Frente Darío Santillán realizan para unirse aún más, o para intentar escribir un relato en carne viva, como el que aportaron al libro “Soldaditos de Nadie”, recordando al Jere, Mono y Patom.
Con el sufrimiento de haber perdido tres compañeros de militancia, tienen claro que seguir es la única manera de enfrentar la injusticia: “Los que lo conocimos tenemos la certeza que los seguiremos encontrando en la canchita de Moreno, en un corte de calle, cantando muy mal o bailando cumbia cruzada”.
Soldaditos de nadie: crónica de una lucha
La concreción de un libro es una manera de volver a nacer. Una aparición. Un revivir que en su trascendencia, alienta esperanzas.
Multiplica el decir y el pensamiento.
“Soldaditos de nadie, Jere, Mono y Patóm, crónica de una lucha”, significa eso y mucho más. Es tal vez, el arma más enérgica que hoy tiene la militancia entre sus manos. Es, ante todo, un tremendo trabajo colectivo.
Las balas que tiraron contra los cuerpos de los pibes, vuelve recargada en palabras y sentimientos, en una llamarada de gritos que además de exigir justicia, genera poder popular. El que se desparrama por las olvidadas canchitas de fútbol sumergidas en los barrios o en cada emprendimiento productivo que se levanta, por los cientos de nombres de chicos asesinados en Rosario, víctimas de las balas narco, de la connivencia policial y de la inacción o acción cómplice del gobierno provincial.
“Este libro es un intento por romper los relatos hegemónicos de los poderosos que se benefician con el actual orden de las cosas, empleando nuestra arma más genuina: la verdad”, dice la Editorial Puño y Letra, que desde hace dos años se erige como un espacio totalmente autogestivo apostando a la difícil y valorable tarea de hacer editorialismo de base en Rosario.
El libro acaba de ser publicado y presentado oficialmente en la sede de la Universidad, ante una innumerable cantidad de personas, y tras cumplirse 20 meses del Triple Crimen, frente a los Tribunales Provinciales, el lugar elegido por el Movimiento 26 de junio y sus familiares para decir “no olvidamos”, los primeros días de cada mes.
Patricio, integrante de la Editorial Puño y Letra, explica: “Para nosotros tiene un significado muy importante porque la idea original era aportar una herramienta para poder seguir profundizando los debates sociales que se abren con la masacre de Moreno, y entendemos que es una herramienta que aporta a eso: a pensar cuales son los procesos históricos que llevan a que la situación actual sea tal, y a la vez, a cómo pensar desde abajo las alternativas para superar las condiciones actuales de violencia que se vive en las barriadas populares.”
“Soldaditos de nadie” tiene como imagen de tapa, al Jere, Mono y Patom sentados en un banco mirando hacia la canchita de Moreno; lugar de encuentro indiscutido de los pibes del barrio y -desde la fatídica madrugada del 1 de enero de 2012- el lugar donde también ser revive el doloroso recuerdo del Triple Crimen. Allí fueron acribillados mientras celebraban el fin de año.
Sus espaldas nos señalan algo: ellos están sonriendo.
Dicen amigos y familiares que la sonrisa de Jere era constante; “Al Jere lo veíamos venir y ya nos reíamos”; que el aguante del Mono poniendo el cuerpo, estando siempre donde más se lo necesitaba, era una postal cotidiana: “No importaba que cosa fuera la que se necesitaba el loco estaba ahí”; que el Patom era un cuadro político, preocupado por promover espacios para los más pibes, por generar organización. Era también, un gran bailarín de cumbia cruzada. “El ejemplo que el Patom nos dejó es el de la solidaridad y el compromiso”.
En cada página de este libro, las diferentes maneras de ser de los tres pibes de Moreno impregna el relato: la viva memoria de quienes andaban junto a ellos, soñando, bailando, cantando muy mal, y, sobretodo, peleándola todos los días para intentar torcerle el brazo al millonario negocio del narcotráfico, el que se lleva la vida de cientos de jóvenes asesinados en supuestos “ajustes de cuentas” que no son tales. Que nunca lo fueron.
Voces desde adentro
Nos cuenta Patricio: “El libro lo pensamos directamente el 1 de enero. ¿Cómo podíamos desde la Editorial aportar al proceso de lucha que se venía generando con movilizaciones todos los meses?. Por un lado, evaluamos si podíamos acompañar realmente el proceso, y por otra parte, cuál era el momento ideal para parar la pelota y reflexionar sobre lo que se venía abriendo a partir del Triple Crimen, y ese momento fue a fin de año pasado. Lo propusimos al Movimiento 26 de junio para pensar juntos el libro, y a partir de allí, nos reunimos semanalmente para comenzar a trabajarlo, para recuperar todo lo que destapó el triple crimen, recuperar las enseñanzas y aprendizajes que dejaba ese saldo trágico de muerte joven que se vive en la periferia de los barrios de Rosario.”
El libro contribuye a entender el proceso de lucha que se dio el M26, y también, a visualizar el complejo entramado de complicidades, silenciamientos y acciones que operaron a nivel político, policial, mediático y judicial.
La periodista Nadia Fink aporta su mirada sobre el rol que cumplieron los medios masivos y alternativos en la difusión y tratamiento del Triple Crimen: bajo la denominación de “ajustes de cuentas” que los medios hegemónicos habían reproducido durante las primeras horas del triple crimen “habían sido silenciados más 140 asesinatos de otros pibes como ellos durante el 2011 (…) El ajuste de cuentas sirvió como forma de estigmatizar a las víctimas (…)”; escribe en un interesante artículo que realza también, la importancia de los medios populares y la honestidad de periodistas quienes, trabajando en los medios masivos, se comprometen con la verdad.
Además, hay una entrevista realizada a Enrique Font sobre las vinculaciones del poder político y la policía santafesina, las políticas de seguridad y la necesaria y aun pendiente reforma policial.
Por su parte, Carlos Del Frade, integrante de la Comisión Investigadora del Triple Crimen, devela en una investigación histórica, las relaciones que encubren estos asesinatos, de los vínculos entre bandas narco y la policía y de la presencia corrupta del Estado en los barrios.
El análisis del accionar del poder judicial “casi siempre jugando un rol junto a los victimarios y no junto las víctimas de esta tragedia” y de cómo fue avanzando la causa, está a cargo de la abogada y militante Jesica Venturi.
La justicia ya confirmó la elevación a juicio oral y público de la causa del Triple Crimen, aunque todavía no hay fecha cierta de comienzo. Cinco son los imputados en el hecho: Sergio “Quemado” Rodriguez, Daniel “Teletubi” Delgado, Brian “Damiancito” Romero, Brian “Pescadito” Sprio y Mauricio Ezequiel Palavecino. “Nosotros nunca pedimos venganza, sino justicia”, dijo Jésica frente a los Tribunales. “Memoria, Verdad y justicia”, que tanto identifican a los organismos de Derechos Humanos y a las organizaciones sociales que estamos acá son palabras que nos unen e identifican esta lucha genuina.”
El difícil acceso a la justicia para los sectores más postergados de la sociedad es una invariable que desnuda la desigualdad del sistema.
Señala Jésica: “Cuando estábamos velando a nuestros compañeros, al Patom y al Jere, el velatorio del Mono se tuvo que demorar mucho porque no había médicos suficientes para firmar los papeles, se hablaba de los antecedentes penales de los pibes. Eso profundizaba el dolor, la bronca y la indignación y fue ahí cuando sentimos el deber de salir con un comunicado para salvar la memoria de los chicos. El juez (Caterina) ya había cerrado la idea de que se trataba de un ajuste de cuentas. Siempre quisimos dejar en claro que los chicos no eran soldaditos de nadie, que apostaban a un proyecto de vida diferente. Hoy, de cara al juicio oral y público, necesitamos mantener muy viva esta lucha, porque necesitamos que quienes vengan a declarar lo puedan hacer libremente, necesitamos que sean cuidados y respetados. Sabemos que también los abogados que representan al Quemado Rodriguez y su banda se sienten intocables, y necesitamos que les pongan límites. Ellos muchas veces, basándose en el derecho de defensa, traspasan todos los límites, y por eso hoy más que nunca necesitamos que nos acompañen para que haya un juicio justo. Acá no hay chivos expiatorios, sino que hay 5 acusados en base a pruebas que son contundentes. La defensa, una vez más, lo que va a buscar es plantear nulidades, desacreditar testimonios, y eso es lo que no podemos permitir, que justamente se sigan moviendo como lo hacen hasta ahora. Tenemos que seguir en la calle, ahora más que nunca”.
Frente al juicio que se avecina, desde el Movimiento 26 de junio sostienen que “no se trata sólo de buscar Justicia para el Jere, el Mono y el Patóm, sino a su vez de hacer mella en una sociedad que nunca más debería permitir tanto derramamiento de sangre joven”.
El libro cuenta con una segunda parte “que es un trabajo de archivo que intenta recuperar todo lo que se produjo a partir del triple crimen: notas periodísticas, comunicados de organizaciones, declaraciones, etc, todo lo que fue apareciendo en la agenda pública”, remarca la Editorial. Estos testimonios trazan una línea histórica que hila el largo derrotero de un movimiento social que se propuso como premisa, revertir el ya signado camino de la injusticia social.
El idioma de los sentimientos
En lo que va del año, ya se registraron 156 homicidios en Rosario. Casi todos, ocurren en la periferia rosarina. Casi todos son catalogados como “crímenes entre vecinos” o –decíamos- “ajustes de cuentas”. En casi todos, las víctimas son jóvenes y varones. Estas son las cifras dolosas que marcan una curva ascendente de la violencia en Rosario. Detrás, están las historias de vida.
Los sentimientos.
El triple crimen marcó un antes y después. Un punto de inflexión. Visibilizó lo que ocurría en el territorio: la disputa de las bandas narcos, la lucha desigual de quienes apuestan a generar proyectos colectivos, de inclusión y solidariad y, como dice Carlos Del Frade, la presencia corrupta del Estado a través de sus corruptas fuerzas de seguridad. Pero también, dio cuenta de aquello que no se habla: del gran flujo de dinero fresco que produce el narcotráfico y que encuentra no ya en la periferia sino en pleno centro rosarino, su máxima expresión. La ruta del dinero ilegal, que debe ser buscada en las zonas más caras de Rosario, tiene como consecuencia más dolorosa el saldo creciente de muertes jóvenes.
Frente a esto, no doblegarse fue la insistente y repetida consigna de todos y cada uno de los militantes del M26 junio. Es que no podían. “Flaquear era indamisible”. Sobre el lomo recaía la enorme responsabilidad de buscar justicia y además, de contener el dolor inenarrable de los familiares: de Lita, de Eduardo, de Killer, de hermanos y amigos de Jere, Mono y Patom.
Así lo cuenta Pitu Salinas: “Nos cuesta hablar de esta lucha, porque son nombres propios que nos duelen en el alma porque eran por sobre todas las cosas tres amigos que perdimos en este camino. Desde los mismos entornos populares que son siempre ni más ni menos que los que ponen los muertos y los asesinos, hayamos podido ponerles 3 nombres a un ejemplo de juventud que muchas veces trata de invisibilizarse porque verdaderamente hay quienes no les conviene que pibes como Jere, Mono y Patom se multipliquen en todos los barrios, nos llena de orgullo. Ellos también dan testimonio de esa otra realidad que habita en los barrios y que es mucho más digna que cualquier otra.”
En el libro, Pitu es el encargado de cerrar con un sentido epílogo que desnuda algo tan dolorosamente íntimo como lo es la pérdida de un amigo, por sobre todas las cosas. «Nos quedó el vacío de no poder encontrar una media excusa entre la militancia y algo más que eso. Con los pibes, hacer una reunión para preparar un viaje era la excusa para tomarse una Coca y hablar del fin de semana, tan simple como eso. Y lamentablemente sin eso también nos dejaron”.
Tal vez como pretexto; tal vez como excusa: el epílogo de “Soldaditos de Nadie” es un volver a pasar por el corazón, por los sentimientos que tanto duelen en el cuerpo. Por los recuerdos que tanta falta hacen, cada vez que nos quedamos sin aire.