Las Escuelas de la Familia Agraria surgieron en nuestro país, a fines de los años 60. Con mucha historia detrás, esta modalidad educativa que nace en las zonas rurales de la Argentina, más precisamente en el norte santafesino, se presenta como una alternativa posible para que los jóvenes puedan estudiar en su comunidad, un nivel medio que les permita acceder a la Universidad. Inés Gonzalez, rectora de la EFA Santa Lucía de Corrientes estuvo en Rosario y participó de la presentación del programa de prácticas socio-comunitarias de la UNR. En esta nota te contamos qué son las EFA, cómo es la Pedagogía de la Alternancia y porqué se hace tan necesaria la educación en las zonas rurales.
Por María Cruz Ciarniello
Las Escuelas de Familia Agraria surgieron en nuestro país, a fines de los años 60. Con mucha historia detrás, esta modalidad educativa que nace en las zonas rurales de la Argentina, más precisamente en el norte santafesino, se presenta como una fundamental alternativa posible para que los jóvenes puedan estudiar en su comunidad, un nivel medio que les permita acceder a la Universidad. Sin embargo, en los grandes centros urbanos es prácticamente desconocida la realidad de las escuelas rurales. ¿Qué hacen? ¿Cómo surgen? ¿De qué manera se organizan? ¿Por qué son tan indispensables para chicos y adultos?
Muchas de estas preguntas encontraron respuesta en la voz de Inés Gonzáles, rectora de la EFA Santa Lucía de la pcia de Corrientes. En su paso por Rosario, Inés no solo brindó un amplio panorama de estas realidades invisibilizadas para el medio urbano, sino que además, fue parte de la firma de un convenio realizado con la Universidad Nacional de Rosario, en el marco del Programa de Prácticas Socio Comunitarias, un proyecto que busca vincular a la universidad con las organizaciones sociales y con las comunidades a fin de generar prácticas solidarias y de reflexión de un medio universitario que sea inclusivo y popular.
La Universidad y el pueblo
El Programa ofrece un marco legal a un vínculo humano iniciado hace 8 años entre las escuelas de familia agraria del Taragüí y estudiantes de la Agrupación Mate Cocido (en el Movimiento de Participación Estudiantil Camilo Cienfuegos) entre quienes los viajes, los encuentros en Corrientes y las posibilidades de pensar nuevas estrategias educativas y de inclusión conjunta constituyen ya un intenso punto de unión, plasmado en la realización del Seminario de Educación Rural, un espacio de formación extracurricular.
“La primera vez que vinimos estuvimos en una fría aula de la facultad de humanidades. Ni yo sabía a qué venía ni los chicos que estaban organizando el encuentro sabían qué querían de nosotros. Sí sabíamos que nos teníamos que encontrar y que teníamos que pensar cosas juntos”, dice Inés, recordando los primeros tiempos de encuentro y emocionada por la posibilidad de lograr un marco legal e institucional a este vínculo profundamente humano.
A su vez, resaltó: “Inventamos algo, mientras se dio la oportunidad histórica de firmar este convenio. Esto seguro no se va a caer porque lo fuimos armando de a poco y en función de nuestras necesidades., uno a uno, con el esfuerzo, con comerse los mosquitos y el calor y perderse en el campo y estando 10 días tratando de volver a casa. Ustedes tienen mucha riqueza que en estos lugares necesitamos, porque en esos lugares difíciles es donde hay que pensar cómo lo hacemos”.
“El convenio es un hecho más. Con las EFA de Taragüi se viene trabajando desde el Movimiento de participación estudiantil Camilo Cienfuegos hace muchos años. Fue toda una lucha poder instaurar en la universidad la idea de que hay que juntarse con el contexto, y los chicos que van a la escuela del Taragüi no tienen acceso a la Universidad y sin embargo son los que están bancando nuestros estudios universitarios. La universidad debe abrirse al pueblo y a las organizaciones sociales y generar saberes comunes. La idea no es hacer una asistencia sino aprender de estas prácticas. La UNR no tiene muchos convenios marco firmados, recién ahora con el contexto latinoamericano y nacional y con el empuje de diversas agrupaciones, la universidad está abriéndose a nuevas problemáticas”, explica Romina Craparo, coordinadora de este programa, a enREDando.
“Las prácticas sociocomunitarias se generan precisamente ante la necesidad de que los actos que genera la universidad no sean voluntaristas sino que también transforme. Esta es la diferencia con el voluntariado universitario o las prácticas de extensión. El programa nace de las organizaciones sociales que pujan a la universidad, y tenemos suerte de tener eco de algunas políticas nacionales que van hacían una nueva Ley, que es la Ley de Educación Superior. Esto nos dá un cierto respaldo a lo que hacemos las organizaciones”, señala.
Consultada acerca de cómo nace el vínculo con las EFA de Corrientes, Romina nos cuenta: “Una de las personas que había estudiado en la EFA es referente del movimiento estudiantil. Así nació el primer contacto. Y de allí y de la preocupación de un grupo de estudiantes por abrir las realidades, se generó este vínculo. Así nació el primer seminario, luego se sumaron las pasantías, y luego, un grupo de docentes viajó a trabajar en las EFA durante un año. En el quinto año ya teníamos una comunicación fluída. Generamos cátedras, como la de residencia de Bellas Artes. A su vez, las escuelas de Antropología, Letras e Historia vieron la necesidad de incorporar otros saberes que la universidad no tenía como la Educación Rural y entonces, estos espacios institucionales se fueron abriendo al Seminario y se logró que hoy sea un amplio espacio, donde hay aproximadamente 50 estudiantes que participan.”
Los aprendizajes son muchos. Desde la mirada de Romina, el compartir un almuerzo, una tarde con los chicos de las EFA es fundamental, tanto como trabajar en “algo particular que tenga que ver con una disciplina. Han ido ingenieros agrónomos, cientistas de la educación, gente de Bellas Artes que realizan trabajo artístico, de historia a recuperar las historias agrarias, de letras a trabajar con relatos y mitos propios. El Seminario comenzó en Humanidades, y hoy hay de Comunicación Social, de Psicología, y gente de otras universidades. Es algo que comenzó muy chiquito y logra generar redes en todo el país”.
Realidades rurales
El principal objetivo de las Escuelas de Familia Agraria es favorecer y propiciar el arraigo a la comunidad; valorar la cultura campesina. Intentar que los jóvenes no emigren a las grandes ciudades y fundamentalmente, generar un espacio educativo inclusivo. Para Inés Gonzáles, es allí, en las zonas rurales, donde hay qué pensar de qué manera generar otro modelo educativo. “Tenemos que ir allá, porque allá está la gente. Es lamentable ver como el neoliberalismo amontonó doctores que se sacan los ojos en las ciudades por los pacientes y nosotros no tenemos médicos, por ejemplo”. Es allí donde hay que pensar con toda la tecnología “cómo generar situaciones de inclusión”, para los chicos, quienes en su gran mayoría tienen que recorrer entre 5 y 100 kilómetros para llegar a la escuela y son hijos de peones, familias rurales y campesinas.
Las EFA surgieron a partir de una necesidad. A fines de la década del 60 la experiencia que nace en Francia por iniciativa de las propias familias, se replica en Argentina, -conjuntamente con el surgimiento de movimientos campesinos como las Ligas Agrarias y el Instituto de Cultura Popular- con un sistema educativo particular, propio del medio rural: la alternancia.
“En las zonas rurales no hay escuelas de nivel medio”, señala Inés. Es por ello que las EFA actualmente posibilitan que los jóvenes puedan finalizar un estudio secundario en su propia comunidad. Actualmente, alrededor de 30 estudiantes que pertenecen a la EFA Santa Lucía, están replicando el programa de Alfabetización cubano Yo sí puedo en zonas rurales de la provincia de Corrientes. Un tremendo gesto de solidaridad y dignidad.
¿En qué consiste la Pedagogía de la Alternancia?
“La alternancia se convierte en una propuesta funcional, dado que los alumnos permanecen quince días en la escuela y quince días en su casa, integrados a la actividad familiar y comunitaria, realizando actividades de aprendizaje promovidas y sistematizadas desde la escuela”. “Son tiempos formativos y de crecimiento”, nos explica Inés. El ciclo básico se desarrolla en la escuela y el ciclo superior en la casa, junto a la familia. En 15 días, se invierten los grupos. A su vez, durante la estadía en la casa, los docentes se acercan a los alumnos, realizan visitas y un acompañamiento constante ya que los chicos llevan tareas particulares por cada materia y actividades productivas que desarrollan en sus hogares “donde hay que dar respuesta”, dice Inés.
Es desde la propia realidad en el hogar y con la familia cómo se construyen los saberes, se reflexiona, se intenta generar respuestas ante diversas necesidades y dificultades. De esta manera, el sistema de alternancia también potencia el compromiso con las familias. Según los fundamentos de las EFA “con la aplicación de este medio se potencia el descubrimiento de las propias vivencias en el educando, lo que trae como consecuencia el autoconocimiento, en un proceso de toma de conciencia frente a la realidad.”
Dice Inés: “Evaluamos desde la propia realidad y contexto al cual pertenece el chico”. Diálogo, participación y un concepto de educación integral son pilares fundamentales de esta pedagogía. “La cultura local y el territorio constituyen el contenido educativo. La alternancia educativa es un encuentro con el medio, con la realidad, con el territorio; y al mismo tiempo, un despegue reflexivo desde lo real”.
A su vez, el funcionamiento de las EFA es durante todo el año, y esto responde a una inherente necesidad del medio rural y de los sistemas productivos que impulsa cada EFA. Las escuelas son de gestión privada orientadas a la formación técnica rural. Así lo explica la rectora de las EFA Santa Lucía: “son escuelas públicas cuya propiedad es privada. A su vez son mixtas y tienen un albergue obligatorio. El hecho de ser mixtas permite a los chicos insertarse en un mundo real. Y la gestión privada nos permite tener planes propios, adecuados al medio rural. Están pensados desde la vida en el campo. Y esto no es algo simple. En el país, no existen centros de formación docentes rurales. Y tampoco hay planes pensados para las escuelas rurales. Las currículas en general no tienen contacto con lo que le pasa al chico todos los días en su casa, en su comunidad. Desde la currícula del jardín expulsamos a los chicos de las zonas rurales. Tampoco los docentes son de la comunidad. No hay una apropiación del territorio”. Recién ahora, las EFa ya cuentan con dos docentes surgidos del propio entorno rural.
Contundente en cada palabra, Inés González cuestiona una frase acuñada por muchos gobiernos: “Construir ciudadanía”. “Esto ya indica que en el campo no hay nada para hacer”, opina la rectora. Desde las EFA, “intentamos mirar al revés. Este es nuestro lugar que queremos mejorar, y este es el compromiso de las Escuelas de Familia Agraria”.
El rol de las familias
En las EFA, las familias cumplen un rol fundamental. Ellas también son parte del proceso educativo, además de ser las propietarias de las escuelas. El saber familiar, el que está anidado en el núcleo del hogar “es el primer elemento para trabajar en la escuela”. El vínculo también se construye en conjunto, sobre cada realidad familiar. La asamblea de padres y madres es la que forma la Comisión de cada EFA, “son ellos quienes gestionan, defienden y mantienen la escuela”, así como también se discute con ellos la línea pedagógica de las EFA.
Las Escuelas de Familia Agraria constituyen en sí misma otro modelo de educación. Se definen como escuelas públicas pero defienden la gestión privada, la cual les permite la autonomía y la posibilidad de construir otras formas de vincular al alumno, al docente y al grupo familiar. No hay meritocracias; no hay abanderados por mérito, sino por ganas. No hay competencias deportivas, y en cada institución no hay más de 200 alumnos.
Actualmente, hay 18 escuelas agrarias en Corrientes, además de Misiones, Salta, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Chaco. En Santa Fe, hay doce escuelas de familia agraria nucleadas en la UEFA. En todo el país, suman 68 y se organizan a través de la APEFA, Asociación para la Promoción de Escuelas de la Familia Agrícola.
Desde el Movimiento Mate Cocido y quienes integran el Seminario de Educación Rural, estudiantes, docentes y profesionales, señalan: “Las E.F.A. representan la innovación cualitativamente más significativa de las últimas décadas en el ámbito educativo rural argentino. El aporte, que proviene de su particular pensamiento pedagógico, trasciende lo escolar. Estas escuelas forman parte de una propuesta alternativa de educación sedimentadas sobre la modalidad de alternancia educativa, constituyendo todo un proyecto pedagógico-político.”