Marcha en Rosario
Fotos: Fer Der Meguerditchian
«…somos las docentes que defienden la educación y la ESI, somos quienes defendemos el aborto legal seguro y gratuito que conquistamos en las calles. Somos las estudiantes que tomamos las universidades, las médicas y enfermeras que luchamos por la salud pública, las piqueteras que paramos la olla en el barrio y peleamos por trabajo genuino y nos plantamos contra la persecución. Somos las jubiladas que peleamos contra el gerontocidio de este gobierno y la represión.
Somos las brigadistas que combatimos el fuego político en la Patagonia. Somos las originarias que enfrentamos los ataques racistas de Bullrich y la gendarmería. Somos las mujeres y diversidades que enfrentamos el discurso machista y misógino del gobierno, sus voceros y los gobernadores cómplices».
En el país donde cada 27 horas se comete el asesinato de una mujer por el solo hecho de serlo, (son femicidios aunque el gobierno lo niegue) la marea feminista copó las calles. En Rosario la movilización fue multitudinaria, encabezada por los tambores y los cuerpos en danza de las agrupaciones Fieras Samba Reggae, Rejunto Legüero, TurmalinAxé, Crea, Iró Baradé. En el Monumento se leyó la proclama con fuertes reclamos al gobierno nacional de Javier Milei, pero también al de Pullaro y Javkin.
El fin de la moratoria, el hambre en los barrios, el completo vaciamiento y desfinanciamiento de las áreas y políticas de salud y género, los discursos de odio, el intento de eliminar la figura de femicidio del Código Penal, la represión estatal, todo es parte de la agenda de denuncias y emergencias frente a la precarización de nuestras vidas.
Pero la marcha además de rabia, está nutrida de un enorme abrazo colectivo con quienes están, con quienes ya no están. Por eso, la memoria también es feminista. Porque recordamos a nuestras muertas, a nuestras ancestras. Porque frente a la crueldad, el odio y la misoginia, las mujeres y disidencias sexuales respondemos con unidad y construcción política. Respondemos poniendo el cuerpo, una vez más.
Porque nuestro cuerpo es nuestro territorio.
Somos las hijas, las nietas, las sobrinas, de todas las brujas que nunca podrán quemar.