Su corazón no aguantó más. Agobiado por el contexto y tras sufrir un “pico de estrés”, Damián Marino falleció a los cuarenta y seis años. Sus estudios demostraron que el rio Paraná está más contaminado con glifosato que los campos de soja y que el herbicida carcinógeno está presente hasta en la lluvia. Licenciado en Química y referente indiscutido de los pueblos fumigados, Marino fue un científico del CONICET que cruzó el umbral académico y dejó huella en la llamada Ciencia Digna. El legado de los referentes en la lucha contra el modelo agrotóxico, la necesidad de revertir las prácticas ligadas al agronegocio (la falta de voluntad política para hacerlo) y la mirada de la construcción de la ciencia, en una entrevista a fondo, poco antes de su partida*
Poco tiempo atrás, Marino recibió a quien escribe en la dependencia del laboratorio donde pasó gran parte de sus últimos años, trabajando en aquello que le apasionó; la comprobación –científica de la presencia de pesticidas y sustancias cancerígenas en aguas, tierras y poblaciones enteras y los efectos de las pulverizaciones, en los territorios contaminados.
Marino llegó del interior a estudiar Ciencias Exactas con una mochila cargada de utopías que pronto, dejó a un lado. Licenciado en Química; doctor en Ciencias Exactas; investigador adjunto del Conicet; profesor, categoría asociado, de la Universidad Nacional de La Plata; y coordinador del área de Ambiente de la licenciatura en Química y Tecnología Ambiental y de la comisión ad hoc de la Red de Seguridad Alimentaria, este joven renegado con un sistema científico rehén de las corporaciones y las multinacionales, estuvo dispuesto cada vez a explicar y poner en discusión el modelo que enferma, contamina y mata. Los resultados de sus investigaciones de laboratorio son una referencia indiscutida en muchas de las demandas judiciales contra productores o aplicadores.
-En algunas notas contaste que hubo un click en tu carrera profesional que te mete de lleno en la línea de denuncia del modelo del agronegocio y sus implicancias en el ambiente y la salud humana. ¿Cuál fue ese momento bisagra?-
-Cuando uno llega del interior a una facultad de Exactas viene con la utopía del estudiante universitario, de llenarse de guita o aspirar al premio Nobel. Yo venía en esa. Corría el menemismo y como digo, por hambre y no por búsqueda termino entrando como pasante en el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente; yo, que venía de la carrera de Química; de Ambiente no tenía nada. La profesora Rouco se pone a formarme a su lado, a trabajar con ella. Los años avanzan, las confianzas se gestionan y termino a cargo de lo que era el equipamiento de alta complejidad del instituto, lo que terminó siendo mi pasión hasta ahora; la herramienta para medir. Cuando alguien pedía un análisis de algo, había todo un protocolo burocrático que seguir. Un día dos mujeres golpean la puerta del laboratorio, una de ellas con un bebé en brazos. Me cuentan que vivían en el barrio Aeropuerto, en las afueras de La Plata, que tenían una canchita de fútbol barrial, la habían querido cerrar y habían empezado a fumigar, (con los nenes ahí, no les importaba nada). La mujer me cuenta que mientras una mamá charlaba a quien fumigaba, otra le sacó del pico de la máquina una muestra y me da una botellita de plástico. Yo era un pasante, un simple aprendiz y le dije bueno, “llene los datos, debe enviar un correo electrónico, pida el análisis de la muestra, escriba a tal lugar”. Le miré la cara a esa mujer que se había encontrado con un tope de burocracia y esa imagen fue más fuerte que cualquier burocracia. Agarré la botella, hice el análisis y le anoté los resultados, mi contacto y la envié al Defensor del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Eso significó que el defensor interviniera y que esa gente pudiera mantener un resguardo ambiental en esa zona; ese fue el click.
-Pero, claramente, tu postura no fue quedarte en el resultado del análisis…-
-Cuando te das cuenta que la burocracia, la ciencia y la tecnología, es decir, el equipamiento de alta complejidad tienen un sentido, va por ahí más que nada. Ahí arrancó todo. El segundo click es Merardo (N de R. Se refiere a Merardo Ávila Vázquez, médico neonatólogo, director de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, https://reduas.com.ar/ ) cuando me contacta con la noticia de que habían detectado glifosato en la lluvia en Estados Unidos. Me acuerdo que viajó en avión a Buenos Aires y se vino al laboratorio junto con Elisa Sementuch (médica fallecida hace algunos años) con cinco (5) muestras entre ellas de barrio Ituzaingó Anexo, de Malvinas Argentinas. Yo les dije; después las analizo y te cuento, aun no me generaba ninguna inquietud. Se vinieron un sábado y me trajeron latitas de orina, les había pedido que juntaran allí las muestras; pensé; cumplo con esto y listo. Siempre lo cuento; estaba viendo las muestras una tarde, hice un análisis y dije esto no puede ser, hice otro análisis, y otro, y me di cuenta que el escenario era de una gravedad brutal; me acuerdo que puse el equipo en stand by, no lo apagué, lloré, me fui a mi casa, y los llamé por teléfono y les dije: esto es un quilombo. Ahí planificamos un estudio a mayor escala; hicimos un recorrido por distintos lugares; hicimos una tesina de grado con él, por ese mismo tema, capacitamos la gente para las tomas de muestras, se publicó el trabajo en un medio internacional, la noticia era el famoso “llueve glifosato”, así fue la conexión plena con esto, si me preguntas de donde nazco, nazco de ahí.
-Paralelamente se da el encuentro con Andrés Carrasco, y su impronta de denuncia del modelo a partir de la comprobación de la alta toxicidad del glifosato-.
-Cuando presento por primera vez los datos en el Congreso de Salud Socio Ambiental de Rosario me acuerdo que Andrés viene y lo primero que me dice es ¿A vos no te persigue el Conicet? Siempre digo, Andrés, porque esto se da mucho en el contexto científico, entre nosotros. Vivimos haciendo autoevaluaciones y buscando el error en el otro. Andrés vino y lo único que dijo fue ¿A vos te persiguieron? Puso el concepto del valor del trabajo en otro lugar, en otro contexto, recuerdo que tuvimos una larga charla los dos y él me dijo algo así como –me genera también una cosa-, que “no importa lo que yo haga, importa lo que yo diga”. Le dije, vos sos la puerta Andrés, vos abriste una puerta que ahora no se va a poder cerrar más. Correr el eje de la discusión del tecnicismo científico y ponerlo en esto de plantear qué hacemos con la ciencia, como la construimos, y a partir de ahí elaboré el concepto que la ciencia es un patrón social y político, que molesta. La ciencia parecía ser estéril, inocua, absoluta. William Dressler (1890-1969, cardiólogo polaco) decía que cuando un investigador elige que tema va a investigar en su carrera ya tomo una postura filosófica y política, y esa charla con Andrés también es clave.
-¿Cómo es hacer ciencia, generar conocimiento científico desde el ámbito académico enfrentándose al modelo y las corporaciones? Venís del espacio universitario público, independiente, que no siempre acompaña decisiones por fuera del entramado de lo privado-.
-La universidad es el espacio de discusión plena, donde se deja el cuero en la discusión, y el Conicet nace como una institución de cierta elite, de cierto contexto, de cierto pensamiento hegemónico. Algunos hacen una suerte de triangulación en cuanto al entrecruzamiento de quien contamina a quien en ese vínculo pero ante la cuestión de la falta del Estado (ya sea presupuestaria) porque hay intereses de todos lados, algunas universidades terminan firmando convenios de un nivel de extractivismo o de daño de la salud pública indirecto tremendo, y eso es lo que venimos viendo a lo largo de los años. Me tocó dar una discusión muy grande, son esas cuestiones que uno siente que perdió pero no, como con el tema HB4, (en referencia al primer trigo transgénico, evento auspiciado y aprobado por el Estado argentino) porque bajo el concepto de un desarrollo nacional nos han querido convencer de que no podíamos quedar afuera del negocio. Pero ¿justamente haremos negocio transgénico, vamos a ser el primer país del mundo en tener este trigo y que llegue a la mesa de cada argentino? El camino es totalmente el equivocado. Cuando uno se corre de la política partidaria, (la política en verdad, está metida en todos los universos). Lo dijo el Pepe Mugica en la Cumbre de Río +20, en 2012; “la crisis no es ecológica, es política” y eso se va viendo a distintos niveles del Estado, nacional, provincial o municipal, y a distintos nivel institucional, presidente o rector de universidad, decano, etcétera, van tejiendo algunas marañas de este tipo de situaciones, lamentablemente a veces se mancha la institución por intereses de algunas personas. Por eso a mí me gusta cuando se presenta un trabajo que dicen “el Conicet dijo tal cosa, o la Universidad de La Plata dijo tal cosa”, no; es tal investigador o investigadora que trabaja en tal lugar dijo tal cosa; la balanza se va moviendo para un lado o para el otro. Hace poco tuve una discusión con alguien sobre esto; y le dije que hablaba con la persona equivocada porque fui uno de los opositores desde el primer momento del HB4. Y critique fuerte al Conicet, cuando apareció esa historieta de Clarín, los ñoquis del Conicet, que salieron a atacar duro. Me puse como loco; yo trabajo dieciocho horas por día, a veces sábado y domingo, guarda con eso. Hay una grieta sociedad/ Estado, donde a veces el Estado es cómplice, dependiendo mucho de los funcionarios, a veces está ausente o se hace el disimulado para que algunas cosas fluyan, y a veces, -y esto si lo saben las empresas multinacionales-, valida muchas cuestiones en nombre de la universidad, con el logo de la universidad. Da cierta impunidad.
Te lo grafico con esto. Mientras estábamos en el Garrahan, en uno de los seminarios que hace Mechi, (Meche Méndez, enfermera dedicada a los cuidados paliativos de pacientes oncológicos, algunos de ellos, provenientes de territorios fumigados) estábamos en una aula y al lado estaban los oncólogos con los representantes de las empresas viendo las nuevas drogas de tratamiento y uno empieza a ver esta mercantilización de la medicina también. Hoy no hay una clara política vinculada al diagnóstico epidemiológico. Pasa esto, ¿porque le pasa? Por el lugar donde vive, el agua que toma; no se hacen esas preguntas. El ministerio de Salud debería tener un mapa nacional con 50 Verzeñassi (médico especialista en medicina integral, referente y fundador de la corriente llamada Ciencia Digna en honor al legado de Andrés Carrasco) haciendo campamentos sanitarios para hacer un diagnóstico de la realidad del país, cuales son las patologías más frecuentes, las tasas de incidencia, y atrás de eso, acompañar activamente con un monitoreo ambiental de calidad de agua, de napas, de aire, de sangre, todo eso no está. ¿Está la infraestructura en nuestro país para hacerlo? Sí, diez veces lo podríamos hacer: no está la decisión política. Diría el Che Guevara, el saber nos hace responsables. Con el discurso de que no hay información todo eso se invisibiliza. Pero cuando la información está, es muy difícil no hacerse cargo.
***
A pocos días del triunfo de La Libertad Avanza, fuerza de ultra derecha que ganó las últimas elecciones, Marino subió un texto a su muro de Facebook. El daño ya está hecho, escribió, preso de la angustia ante el advenimiento de los ajustes que recaerán en la salud y la educación, enclaves certeros de las nuevas medidas privatistas, claramente en las antípodas de su compromiso científico y su militancia social.
“Luego de estar hace 10 días mal y un fin de semana en cama, recién vengo de la guardia del sanatorio diagnóstico: pico gigante de estrés!, hablando con la médica y cómo no voy a tener un pico de estrés? … tengo equipamiento comprado a un dólar oficial que va a llegar el 12 y no voy a poder retirar de la aduana por la devaluación que hará Milei, cuando ves caer los planes bianuales de proyectos a pedazos y lo peor y más conmovedor de todo cuando becarios y pasantes brillantes con los que uno trabaja vienen a preguntarte si sus becas continúan o cómo sigue su futuro, créanme que estoy muy indignado con quienes votaron a Milei con el andar se van a dar cuenta que arruinaron un país, que nunca el odio es buen consejero, y que los más pobres son los que pagaran los caprichos de ese voto, nunca la casta…. ya que a la vista está la semejante fiesta de toma de poder que está organizando y ni hablemos ya el viaje en avión privado a EEUU a cambio de regalar una embajada, vas a ser un numero en un Excel, en un déficit que hay que reducir, nunca vas a ser un argentino con derechos de ascenso social con esta gente, lástima que el daño ya está hecho!”
*Esta entrevista forma parte del capítulo dedicado a la ciencia digna que integrará el libro sobre la historia de las Madres de Ituzaingó Anexo (Córdoba), pioneras en denunciar y enfrentar el modelo sojero.