La política internacional quedó prácticamente aislada de la campaña electoral y las posturas apenas se pueden dilucidar a partir de algunas declaraciones aisladas. Como las del libertario Javier Milei, que aventura un alineamiento con Estados Unidos e Israel, tomando distancia de China, porque no negocia «con comunistas», o la de Juntos por el Cambio que, con matices, mantiene un perfil globalista y alineado a los intereses de la OTAN y el FMI. En tanto, Sergio Massa reluce su pragmatismo manteniendo relaciones cordiales con Estados Unidos, al mismo tiempo que le da un impulso a los esquemas regionales sumado a la participación en los BRICS. A eso, la continuidad de la guerra entre Ucrania y Rusia, y la escalada del conflicto entre palestinos e israelíes, le suman incertidumbre a un escenario ya de por sí complejo. ¿Qué tan movediza está la arena internacional sobre la que deberá hacer pie el próximo gobierno?
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Según la tradición teórica del realismo en las Relaciones Internacionales y de uno de sus máximos exponentes, Hans Morgenthau, el concepto clave de la política exterior es el de interés nacional.
Desde el acuerdo firmado por el gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018, la política exterior de nuestro país se ha desarrollado con el endeudamiento como banda de sonido omnipresente. Toda acción que se llevó a cabo fronteras afuera tenía, como condición ineludible, el abordaje de los vínculos que ayudarían a Argentina en su negociación con el FMI y en la búsqueda de soluciones ante la restricción externa caracterizada, sobre todo, por la escasez de dólares luego de la fuga indiscriminada de capitales que prosiguió a la llegada del Fondo.
Esta situación moldeaba las condiciones para el accionar internacional del nuevo gobierno que asumiría en 2019. Los modelos de política exterior, según el Coordinador del Centro de Reflexión en Política Internacional del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata (IRI-UNLP), Alejandro Simonoff, se pueden dividir entre globalismo y autonomía teniendo en cuenta el análisis sobre 5 variables. En ese marco, la asunción de Alberto Fernández como Presidente de la Nación posibilitó pensar en esquemas de vínculos que, probablemente, tenderían a generar políticas que habían sido características durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Entre ellas, la asociación estratégica integral con China; el impulso a esquemas regionales alternativos a la Organización de Estados Americanos (OEA), como CELAC y UNASUR; el apuntalamiento del MERCOSUR como bloque regional que trascienda la dimensión comercial dominante en los 90’ y durante el gobierno de Cambiemos, con la relación bilateral con Brasil como eje conductor; el reclamo irrestricto por la soberanía sobre las Islas Malvinas; y el abordaje crítico de la hiperglobalización económica y política, generando acercamientos a bloques como el BRICS.
Lo expuesto en la plataforma de la coalición ganadora en 2019 tuvo que ser dejado de lado ante el advenimiento de la pandemia en marzo de 2020 y los esfuerzos por gestionar los vínculos políticos y económicos en el marco de las políticas de aislamiento y la gran puesta en pausa que vivió el mundo durante aquellos meses. Dejamos de hablar de asociaciones para hablar de vacunas y abandonamos las cumbres para pasar a reuniones virtuales.
Una vez que el COVID-19 retrocedió y se volvió a un esquema de “normalidad”, la situación económica del país volvió con fuerza a ser la primera preocupación del gobierno argentino. Fue por ello que los 5 puntos que se habían planteado como parte de la política exterior del peronismo tuvieron como factor principal el abordaje del vínculo con los organismos multilaterales de crédito, la relación con Estados Unidos, y la búsqueda de mercados que permitan paliar la fragilidad financiera de la Argentina.
Desdibujado en varias áreas de la administración pública, el gobierno del Frente de Todos ha logrado algunas victorias en el plano internacional. Aupado por el regreso de Lula da Silva al poder en Brasil, se consiguió que la CELAC y la UNASUR vuelvan a retomar cierto impulso, se privilegiaron las relaciones con las dos grandes potencias mundiales bajo una lógica de equilibrio, se consiguió que la Argentina sea formalmente invitada a formar parte del BRICS, y se logró contar con herramientas para intentar no padecer los efectos de la restricción externa, como los swaps de monedas con China
Sin embargo, el inicio de la campaña y la urgencia impuesta por la situación económica del país relativizaron estos avances y pusieron en discusión otras cuestiones. La incertidumbre que rodea al proceso electoral nos lleva a la obligación de rescatar algunos puntos que nos permitan tener pistas sobre cómo se moverá la Argentina en el mundo a partir del 10 de diciembre.
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Autonomía, globalización e interés nacional. ¿Dónde se ubica cada espacio político?
La irrupción de La Libertad Avanza (LLA) como opción electoral factible terminó con el bicoalicionismo que caracterizó al sistema político argentino en los últimos años. La posibilidad de que Javier Milei sea Presidente abrió una serie de interrogantes con respecto a su eventual posición con respecto al ámbito internacional. ¿Se alinearía junto con otros representantes de la ultraderecha global, como Bolsonaro, Vox en España y el trumpismo estadounidense? ¿O haría de sus preceptos supuestamente liberales un componente distintivo con respecto a aquellas fuerzas?
Una cuestión ha quedado clara: fue el candidato que planteó las posiciones más dogmáticas en detrimento de las condiciones reales que suele imponer el sistema internacional. La alusión a Estados Unidos e Israel como sus dos aliados predilectos se complementa con una no explicada “reformulación del MERCOSUR”, un alejamiento de Brasil (nuestro socio y aliado más importante), y el corte con los vínculos económicos con China, el principal socio comercial de la Argentina, dado que “no hace tratos con comunistas”. Al FMI, le dijo que se le va a pagar y que el ajuste fiscal será más rotundo del que pide el organismo, aunque las buenas noticias para el Fondo se terminan cuando hablan de dolarización, ya que la consideran de difícil concreción y generadora de mayores dificultades que las que atraviesa hoy nuestro país.
Más allá de las pocas definiciones que tuvo al respecto, Milei dejó entrever que tendrá algunas similitudes con la política exterior que defiende Juntos por el Cambio (JxC), y su candidata Patricia Bullrich.
El rechazo de la incorporación de Argentina a los BRICS constituye un ejemplo. Las explicaciones de esa coincidencia fueron similares: no compartirían un bloque con Irán que sea motivo para arriesgar el alineamiento que plantean con Washington.
Por otra parte, ambos espacios plantean la necesidad de cerrar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), sin demasiados miramientos a los obstáculos que hoy plantean sectores a ambos lados del Atlántico. El autoproclamado libertario comparte con el macrismo el entusiasmo por dicho entendimiento, llevado hasta las lágrimas por el entonces Canciller de Cambiemos, Jorge Faurie.
De cualquier manera, JxC no plantea con la misma indiferencia los vínculos con la región. Bullrich señala que “la apertura” irrestricta al mundo deberá ser bajo un entendimiento con posibles socios regionales y con la participación en instancias multilaterales, como el G-20.
Si bien se pliegan al tradicional discurso norteamericano de ejercer una política exterior basada en reglas y valores que enaltecen la democracia y los derechos humanos, comparten con la potencia del norte lo selectivo de ese ejercicio. Nicaragua, Cuba y Venezuela siguen siendo los principales objetivos de sus dardos narrativos, pero no plantean rupturas con China o Rusia, o revisar ciertas relaciones diplomáticas con países con prontuario dudoso en estos temas, como las petromonarquías del Golfo Pérsico.
En el plano formal y solo en la plataforma electoral, JxC ha planteado que continuará con el reclamo por la soberanía de Malvinas. No obstante, cabe recordar que en el año 2016 el entonces vicecanciller Carlos Foradori firmó con Alan Duncan, el ex Ministro del Foreign Office para Europa y las Américas, un acuerdo que cedía derechos al colonialismo británico alentando el crecimiento económico de las islas mediante la explotación de recursos naturales y los vuelos al continente.
En los hechos, Juntos por el Cambio tomó una posición que privilegia la perspectiva británica del conflicto por las Islas, coincidiendo con la posible Canciller de la LLA, Diana Mondino, quien aseguró que la autodeterminación de los isleños debe ser respetada. De nuevo, no hay mayor desarrollo al respecto de esta posición del sector de Milei. No obstante, se puede observar que tiene matices con la propuesta de Bullrich pero acentuando la coincidencia sobre el perfil globalista y alineado a las instituciones e intereses que conduce Estados Unidos: la OTAN (presente en las Malvinas) y el FMI.
Conociendo parte de las posturas de los candidatos de la derecha, queda la incógnita de Sergio Massa, el candidato de Unión por la Patria (UxP). El peronismo ha fluctuado entre posicionamientos ligados a su doctrina de la Tercera Posición, pasando por el globalismo irrestricto de los 90’ bajo la presidencia de Carlos Menem y la política mayormente autonomista llevada adelante por los gobiernos kirchneristas.
Massa apuesta a ser la renovación del justicialismo que llega a las elecciones golpeado, siendo competitivo en el plano electoral únicamente por el salto al vacío que representan las otras alternativas. En este sentido, se muestra como el único que puede garantizar cierta previsibilidad, seriedad y pragmatismo con respecto a la política exterior. Algo similar a lo sucedido en estos últimos cuatro años. Se ha combinado un entendimiento con la mayor parte de los socios, una relación cordial con Estados Unidos a partir de coincidencias en algunos puntos de las principales preocupaciones de ambos países, y un nuevo impulso a los esquemas regionales sumado a la participación en los BRICS.
Massa ha sido el único de los 3 candidatos con posibilidades de ver potencialidad en la nueva membresía lograda hace algunas semanas. El tándem con las instituciones chinas para las herramientas financieras, se combinan con una importante capacidad de diálogo con vastos sectores de la política norteamericana, apalancada en una relación histórica que el actual Ministro de Economía supo cultivar. La posibilidad de imprimirle características propias que contradigan los principales preceptos del peronismo en su política internacional, choca con la posible resistencia que pueda encontrar al interior de su eventual gobierno, aunque Massa no ha dado pistas sobre realizar un giro frente a las políticas más sensibles del imaginario justicialista.
El reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas fue rescatado varias veces en la campaña y concebido como un diferencial frente a la experiencia del macrismo y kelperismo de Milei; la relación con China y otros actores potencialmente estratégicos como los países del Golfo o India, no corre peligro dada la urgencia de encontrar socios para lograr acuerdos de inversión y comercio; y el acuerdo con la Unión Europea, a expensas de los sectores industriales y agrícolas argentinos y sus intereses, además del cumplimiento simétrico de los estándares medioambientales del bloque del Viejo Continente, constituiría un cisma con Brasil que hoy sería más nocivo que ventajoso.
El trazo que más incertidumbre arroja sobre la política exterior de un eventual gobierno de Massa es cómo llevaría adelante las relaciones en el plano regional. Quizás, eso dependa más de las opciones que se abran en los países vecinos y del comportamiento de Brasil, sobre todo porque Argentina solo activó el reimpulso de UNASUR y logró la adhesión a los BRICS por la voluntad de Luiz Inácio da Silva.
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¿Qué nos espera fronteras afuera?
Estamos viviendo un momento bisagra. Las especulaciones sobre una crisis global que se abrieron a partir del advenimiento de la pandemia y la aceleración de los efectos del cambio climático, fueron complementados por el estallido de la guerra en Ucrania, que marcó el retorno sobre las posibilidades de una nueva conflagración de carácter mundial, a casi 80 años del final de la última. Si bien el conflicto en el este de Europa no se ha expandido territorialmente y comienza a mostrar cierto estancamiento, ha puesto definitivamente en veredas opuestas a Rusia con las potencias occidentales, con Estados Unidos y la mayor parte de la UE a la cabeza.
En las últimas semanas, hemos visto un nuevo estallido del endémico conflicto entre palestinos e israelíes, además de acciones bélicas de menor intensidad como las que acontecen en el Cáucaso entre Armenia y Azerbaiyán. El recrudecimiento de la violencia en Medio Oriente plantea un desafío a la paz global. La posible entrada de Irán en la guerra que Israel mantiene con la organización Hamas, haría necesaria una intervención estadounidense que generaría una expansión del conflicto sin muchas pistas sobre su alcance y magnitud. Para completar este complejo cuadro, la enemistad entre EE.UU. y China amenaza con llegar a puntos irreversibles si Beijing precipita la solución militar para la situación referente a la reunificación con Taiwán.
Todo esto se da en un marco donde las decisiones que se toman y las demandas que deben contestarse desde la política parecen conducir más al conflicto que a la cooperación. Las instituciones multilaterales que deberían servir para apaciguar, solucionar, y en el mejor de los casos, prevenir este tipo de controversias graves, no están logrando siquiera generar acuerdos para problemas comunes como las cadenas de suministros, el cambio climático, el crimen organizado y la crisis migratoria.
Con esto quiero decir que el panorama que se abre en los próximos años es, de mínima, complicado. No parece haber en el horizonte un futuro de paz y prosperidad que permita que Argentina logre desarrollar un patrón de inserción que le permita rápidamente abordar la crisis económica que vive hoy en día.
Dada esta situación, es importante tener en cuenta que ante la volatilidad con la que vive el mundo de hoy, lo esencial para una potencia media como nuestro país es mantenerse al margen de las cuestiones más espinosas y profundizar la cooperación, en primer lugar con los países de la región, y en segundo lugar con el resto del mundo, intentando aportar soluciones a los problemas comunes y ganando márgenes de autonomía para desarrollar una política soberana.
La política exterior debe ser una política pública destinada a favorecer el interés nacional, que no es otro que el desarrollo de nuestro país y nuestro pueblo. La cancha tendrá bastante barro. Lo importante es intentar entrar de pie a la misma y no con los tapones de punta, dado que, a diferencia de lo que percibe gran parte de nuestros compatriotas, tenemos demasiado para perder.
Vuelo de repatriación de 244 argentinos desde Israel. Foto: Cancillería.