Por primera vez juntos, -a poco más de dos meses de anunciada la restitución de su identidad por las Abuelas de Plaza de Mayo-, Daniel Santucho Navajas, el Nieto N° 133 y su padre Julio Santucho, ex militante del PRT, reciben a enREDando en el departamento donde Santucho padre vivió junto a su mamá, Cristina Navajas, detenida desaparecida. El camino recorrido en la búsqueda de la verdad, las cicatrices perpetuadas por el terrorismo de estado, el presente que se abre paso junto al numeroso clan que lo buscó cuarenta y seis años y la palabra del “Tano”, el hermano que no cejó hasta encontrarlo. Las voces de tres de los Santucho; la mítica y combativa familia diezmada por la dictadura militar.
El 14 de junio de 1976, Julio Santucho vio a Cristina Navajas por última vez. Había sido designado responsable de la política internacional del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), donde ambos militaban, y salía del país en una misión que duraría unos meses. Debía buscar apoyo extranjero –a través de la participación en conferencias de los movimientos de liberación- y revertir la imagen de “orden” que venía ganando la feroz dictadura, sobre todo merced al inicial apoyo del partido comunista argentino y la Unión Soviética, cuyo peso se hacía sentir en los foros internacionales. Julio y Cristina se conocieron militando y estaban casados desde hacía más de cinco años. Tenían dos hijos; Camilo de tres años, y Miguel, de nueve meses. En la terminal de Retiro, donde él subiría a un micro con destino a Brasil para continuar viaje hacia Roma, Cristina le pidió una promesa.
-Solo una cosa te pido. Si a mí me pasa algo, quiero que a los chicos te los lleves vos. Que no se queden con mi mamá ni tu mamá-.
-Cris, hace tiempo estamos en la clandestinidad y no nos ha pasado nada-.
-Ahora es distinto-.
Cristina fue secuestrada del departamento de la calle Warnes, adonde se había mudado junto a su cuñada Manuela Santucho, casi un mes después de que él dejara el país. El 13 de julio, una patota de hombres armados y de civil se las llevó junto a Alicia D Ambra, otra compañera de militancia, que se alojaba con ellas. Los represores dejaron a los dos hijos de Cristina, y a Diego, el hijo de Manuela. Cristina alcanzó a pedir a una vecina que le avisara a su mamá, Nélida Navajas.
La nota había sido pautada tiempo atrás, pocos días después de que la noticia de la recuperación de identidad de Daniel Santucho Navajas, corriera como reguero de pólvora en la prensa nacional y extranjera. Julio Santucho, ex militante y formador de cuadros políticos del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), pasaba unos días en Italia y el regreso se demoró más de lo previsto. Santucho padre recibe a enREDando en un céntrico departamento porteño de avenida Callao, allí donde vivió con Cristina Navajas, su esposa y compañera de militancia, la madre de tres de sus hijos. El espacio es pequeño, engalanado por el reverdecer de las plantas, el escritorio de trabajo y una biblioteca que rebosa historia: libros, fotos, recuerdos de viajes y objetos que hacen referencia a una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos.
-El partido se daba cuenta de que estábamos mal, que a nivel internacional estábamos aislados, la dictadura se había vendido bien con la idea de que venía a ordenar el país, que venían a pacificar, llamar a elecciones frente a las dos fuerzas, los dos demonios que se enfrentaban. Cuando a mí me dicen que me tenía que ir por un período de tres a seis meses, yo lo hablo con Cristina. Decidamos juntos, le digo, esto me parece bien, estoy orgulloso de este trabajo que me proponen pero yo no te puedo dejar sola así con los chicos en esta situación. Ella estuvo de acuerdo, Cristina era muy decidida, muy audaz, sobre todo eso, audaz cuando entendía que se trataba de una cosa que había que hacerla-, relata Julio.
-Usted no tuvo nunca la certeza de que el nacimiento se hubiera producido. ¿Cómo fueron todos estos años de búsqueda?
-Yo apenas salgo, soy invitado a una conferencia internacional en Argelia, ya había compañeros que habían estado trabajando en la organización en Italia, en los años previos, desde el 74, en lo que fue el tribunal de condena a las dictaduras. Con esa organización habían promovido una conferencia internacional de movimientos de liberación. Pero yo, desde Argelia no tenía como comunicarme con Argentina, así que Cristina no tenía forma de hacerme llegar las cartas. Cuando vuelvo el 14 de julio mi suegra me dice: anoche se llevaron a las chicas. Y me da las cartas que Cristina me había estado escribiendo. Allí ella me dice que está embarazada y luego también se lo dice a varias personas con las que se va cruzando; a una enfermera de Formosa, le cuenta que yo estoy en el exterior, trabajando para aislar la dictadura, (se lo dice muy orgullosa), que fui seminarista y nos habíamos casado y que es cuñada de Robi, (en clara referencia a Mario Roberto Santucho, hermano de Julio, líder del PRT). Y así, hay otros testimonios que dicen que estaba embarazada. Pero nunca tuvimos la certeza de que hubiera nacido el bebé, porque, además en esas condiciones… Está el testimonio de Rodríguez Larreta, un periodista uruguayo que pasó por Automotores Orletti, y me dijo que Cristina era la más golpeada, la más torturada. Que prácticamente estaba como fuera de sí, que no entendía nada. Mi hermana tenía a su esposo preso y Robi ya había muerto, lo mataron el 19. Robi y su marido estaban fuera de combate. No tenían mucho más que sacarle, en cambio a Cristina, sí. A ella la siguieron torturando porque pensaban que sabía cómo comunicarse conmigo.
-¿Alguna vez flaqueó la esperanza de encontrarlo?
-No pensé nunca “no busco más” pero por otro lado Nélida misma creyó en algún momento que era imposible. Aun así, todo lo que se puede hacer se sigue haciendo. Encontrar a Daniel es encontrar una parte mía y una parte de Cristina, es muy fuerte, una parte que parecía perdida y ahora recuperamos. Yo espero que Daniel termine de absorber todos estos cambios y va a poder hacerlo, es muy cariñoso. Él lo dice; encontré la paz. Para él esto es un cambio muy positivo. Se encuentra además con una familia unida. Todavía no terminó de caer pero la verdad que es un regalo de la vida. Se lo debemos principalmente a Cristina; después a Daniel, a las Abuelas, en fin, la lista es larga.
Encontrar a Daniel es encontrar una parte mía y una parte de Cristina, es muy fuerte, una parte que parecía perdida y ahora recuperamos.
Una reserva para enfrentar la vida
En 1992 Julio regresó del forzado exilio junto a su hijo a Miguel, y lo primero que hizo fue buscar contactarse con Adriana Calvo de Laborde (la primera sobreviviente en declarar en el Juicio a las Juntas, que parió a su beba esposada en el piso de un patrullero mientras era trasladada desde la ex comisaría 5ta al Pozo de Banfield).
-Con Adriana nos encontramos en un bar. Ella nos cuenta lo que vio, que tuvo la oportunidad, porque lo pidió, de pasar un día con las Santucho, algo que todas las mujeres ahí hacían, pedían conocerlas, y que estuvo ahí todo un día, toda una noche con su beba recién nacida, con la Tere, que tendría una semana. Le pregunto, Adriana, ¿ella no te dijo nada, que había tenido un hijo o que había estado embarazada y lo había perdido? No, imposible. Me lo hubiera dicho si hubiera tenido un hijo, nos dice. Ahí estaban solas y hablaban de todo, de política, de los hijos, de la familia. Después ella cambia su parecer y da ese testimonio donde dice que Cristina no le dijo nada para que no se preocupara porque le podían quitar la nena. Y no lo dijo solo en el juicio sino también a nosotros. Y de hecho, cuenta que después intentaron quitársela y la salvaron las mujeres. Estaba convencida de eso. En la partida de nacimiento de Daniel hay dos fechas, una anterior que está tachada, de eso se hicieron pruebas de laboratorio, parece que dice 10 de enero y arriba se lee, 24 de marzo. Creemos que es probable que Daniel haya estado con Cristina hasta el 24 de marzo, u otra fecha cercana, anterior, pero que lo amamantó; es probable que esos dos o tres meses haya estado con ella. Si uno quiere que ser optimista, tiene que pensar que con el infierno que fue la vida de Daniel con sus apropiadores el hecho de que tenga un carácter tan noble, tan generoso, tan cariñoso con sus hijas puede deberse a los genes y a ese primer contacto con su madre, físico, que le dieron una reserva para enfrentar la vida. Un mes antes que apareciera Daniel, una compañera de militancia me da un dato de una partida de nacimiento que está firmada por (el ex médico represor) Bergés y yo quise buscar algún dato, encontré una dirección en Linkedin, y mandé un mensaje. Siempre estuvimos pensando que podría ser, que podría haber nacido y él nos estaría buscando.
La investigación llevada a cabo por la Unidad de Derechos Humanos de La Plata, particularmente a manos de la fiscal Ana Oberlin, determinó que había inconsistencias en los libros de bautismo de la iglesia Nuestra Señora de Lourdes de Claypole, donde Daniel, habría recibido el sacramento. El análisis del documento permitió ver una fecha tapada; la del 10 de enero de 1977, fecha coincidente con el testimonio de Pablo Díaz, sobreviviente de la Noche de los Lápices, que dijo que Cristina Navajas estaba a punto de parir cuando él fue trasladado desde allí. En abril del mismo año, luego de que compartiera cautiverio con Adriana Calvo y Ana María Caracoche, Cristina fue trasladada. Desde entonces, continúa desaparecida.
Mis hijas fueron el motor
Daniel se suma a la charla con EnREDando más tarde, en el horario acordado y la emoción sobrevuela el aire. Su vida dio un vuelco el 28 de julio pasado cuando los análisis de ADN realizados en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) confirmaron que era hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho. Apropiado en el 77 por el policía bonaerense (retirado) Estanislao González que lo anotó como propio, (que falleció días atrás) Daniel se muestra entero, dispuesto a hablar de su proceso de búsqueda, que, desea férreamente, sea un granito más que ayude a quienes tengan dudas sobre su identidad. Habla con una calma que lo habita y se permite la sonrisa al recordar.
-Esto era una duda que yo tenía desde hace muchísimos años desde el primer momento en que me dicen tus papás no son tus papás, algo que me dice una hermana de crianza, veinte años mayor, sin mayores fundamentos. Te estuvieron mintiendo, yo sí sé la verdad, que no soy su hija biológica, y de hecho tengo el apellido de mis padres, no sé porque con vos no hicieron lo mismo; me dijo. Me acerqué a preguntarle a la persona que creía mi papá y me dijo que ella me decía eso por celos y envidia. Eso me confundió mucho, no entendía porque ella querría lastimarme. Me alejé de mi hermana, decidí creerle a él, confiar en su palabra. Años más tarde, le conté estas dudas a la madre de mis hijas y cuando lo conoce, ella percibe enseguida la persona que es. Me dijo que me acompañaba si quería acercarme a Abuelas pero yo no me sentía preparado, sentía culpa de acercarme a averiguar. Seguí adelante pero eso era algo que me angustiaba. Cuando fui padre y le di el apellido a mis hijas me pregunté si no estaría haciendo mal, si ésa sería su verdadera familia-.
Con una mochila cargada de dudas, en 2019 Daniel se acercó a Abuelas. Se había separado, no estaba logrando vincularse con sus hijas y sintió que era momento de hacerse cargo e ir a fondo. La terapia, lo ayudó a decidirse y poder dar el paso.
–-Tu apropiador enviudó y volviste a vivir un tiempo con él, para acompañarlo. ¿Cómo fue ese período en el que te preguntabas por tu origen cada vez con más fuerza?
–Sentí que tenía que acompañarlo. No lo veía bien, -esto fue luego de la pandemia-, y creí que no podía dejarlo solo así que me fui a vivir con él. Ahí me di cuenta que era una mala persona. Ya como adulto veía las cosas de otra manera, con una distancia respecto suyo, y veía que mentía, manipulaba, hacía las cosas a espaldas mías. Lo enfrentaba, porque me mentís, le decía: era algo de todos los días. La relación se hacía cada vez más tirante y eso me hace ya no enfrentarlo y pedirle una verdad sino exigirle una verdad.
-¿Y cuál era su respuesta?
-Como que entraba en pánico, si estábamos en la cocina, se iba, se acostaba y se tapaba, no me respondía, llegó un momento en que me enojé mucho. Un día me dijo: la verdad es que con tu mamá nos habíamos separado, se fue con otro hombre cerca de tres años y volvió con un bebé y yo me hice cargo. Eso me dejó congelado, tuviste más de cuarenta años para decirme, cuando a los veintiuno te vine a preguntar por qué no me lo dijiste… Claramente entendí que no me iba a decir la verdad, siempre iba a mentir, me di cuenta que la verdad no la iba a tener por él. Ante tanta exigencia de mi parte presenta una denuncia por hostigamiento en mi contra, en un Juzgado de Paz y me desalojan de esa casa.
En Abuelas le habían explicado que el caso estaba avanzando, que se estaba tramitando su acta pero debían contar con más datos y le pidieron que buscara la fe de bautismo. En el interín, sufrió el hackeo de su mail y perdió contactos telefónicos.
-Luego de ese tiempo con él, puedo alquilar un lugar donde ir a vivir, me tomo mis tiempos y empiezo a reconstruir el vínculo con mis hijas y a la vez, retomar la búsqueda con Abuelas. Manuel empieza a buscarme (se refiere a Manuel Goncalvez, nieto recuperado, miembro de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo, secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad -CoNaDI-) y va primero adonde viven las nenas, también a la casa de mi apropiador, y a través de la aplicación Mi Argentina le informan el domicilio donde yo trabajo. Ahí me encuentra, llega, se presenta: vengo del CONADI, me dice.
Ese día, una de sus hijas cumplía años y Daniel era el encargado de llevar la torta, por lo que la noticia debió posponerse para el día siguiente. Ya con la seguridad de que alguna novedad tendrían para decirle, se acercó a la institución, como habían acordado.
Cuando me veo en mis hermanos me reconozco en ellos, en esa primera vez que hablamos sentí que ese era mi lugar, que era el lugar adonde pertenecía.
-Fue llegar ahí y escucharlos que me expliquen todo, que me muestren el resultado de los análisis y me cuenten; ver fotos, fotos de la abuela, de papá, de mis hermanos, yo estaba muy feliz. Me dicen que había que avisarle a mi familia que me estuvo buscando todos estos años. Que creen que lo mejor es darle la noticia a mis hermanos y que ellos le digan a papá para que lo puedan contener. Así que hacemos la videollamada. Miguel estaba visitando a Camilo y Flor en Italia, paseando el perro en una plaza, y, con esos códigos que ellos tienen, le dicen que esté sentado. El tano explota de alegría, estalla, es pura felicidad, se le va la perra, (risas). Nos vemos por primera vez y nos saludamos, lo primero que me salió fue darle las gracias, por no bajar los brazos, por continuar la búsqueda, por seguir el legado de la abuela, todo esto en medio del llanto que ya era colectivo porque se pusieron a llorar Manuel, Claudia, el tano también lloraba. Fue muy fuerte ese momento. Cuando me veo en mis hermanos me reconozco en ellos, en esa primera vez que hablamos sentí que ese era mi lugar que era el lugar adonde pertenecía. Yo tengo la certeza, veo que tengo un poco de cada uno, me siento sensible como lo es Flor, y a la vez me siento con esa pausa, esa calma de Camilo, pero también puedo llegar a ser intenso como el tano”, relata Daniel.
Y agrega:
-El mensaje que quiero dar, es que esto que nos pasó no sólo cambió nuestras vidas sino que también afecta la vida de nuestros hijos. Es algo que se sigue trasladando en el tiempo, un daño que no se termina más. Esto lleva tiempo, es un proceso personal pero cuando las cosas se van dando bien, ayuda mucho. En otro contexto, si mis hijas no quisieran acompañarme hubiese sido más complicado pero como es todo tan natural, sin que nada sea forzado, lo que no se quiere hacer no se hace y punto, es lo que más rescato de todo esto. Por eso también me animo a ir hablando, a aparecer, decir que esto se puede transitar, sobre todo preparando a los hijos, creo que podemos hacer mucho por ahí. Uno puede tener todo muy ordenado en su vida y no querer modificar nada sin darse cuenta que hay un daño permanente y es necesario llegar a la verdad, y no por eso, necesariamente esperar a que sus apropiadores ya no estén. El momento es ahora, cuanto antes es mejor. Entiendo que no es fácil, a mí me facilitó el hecho de romper la relación con mi apropiador, ya no había un vínculo, pero creo que hay que tener en cuenta que así como estas personas fallecen, del otro lado hay una familia que se está yendo.-
Lo primero que me salió fue darle las gracias, por no bajar los brazos, por continuar la búsqueda, por seguir el legado de la abuela, todo esto en medio del llanto que ya era colectivo porque se pusieron a llorar Manuel, Claudia, el tano también lloraba. Fue muy fuerte ese momento.
Julio observa – mientras escucha- a su hijo con atención, y cuando sus ojos se encuentran, se acarician con la mirada. Verlos fundirse en el abrazo cuarenta y seis años arrebatado, verlos reír juntos es un férreo triunfo sobre la barbarie orquestada por la más sangrienta dictadura cívico eclesiástico militar y un presente signado por discursos negacionistas, rayanos en la apología de la tortura y la desaparición. Al decir de Osvaldo Bayer, porque la ética finalmente triunfa en la historia.
Tras casi dos horas y media, Julio tiene un compromiso y se interrumpe la charla, que terminará vía telefónica con el nieto que ha recuperado no solo su identidad sino la más calma sonrisa y la tan anhelada paz. Haciendo propio cada decidido paso que da desde que sabe la verdad, Daniel cuenta que participó del Encuentro Federal de Derechos Humanos el fin de semana pasado llevado a cabo en la ex ESMA.
-Participé de un taller que estuvo muy bueno, me gustó lo que se estaba hablando. Me presenté, dije quién era y me aplaudieron, algo que yo no esperaba. Hablé sobre la importancia de enseñarles a los chicos esta historia que no está tan en el pasado sino que sigue muy viva y presente. Lo más importante en este proceso para mi fue hacerlo acompañado de mis hijas. La semana pasada, hubo una charla en la escuela con los compañeros de la más chiquita. Yo había pensado unas palabras para explicarles, -son nenes de nueve años- pero no hizo falta porque tomó la palabra ella, la iniciativa y contó como habíamos llegado a tener el resultado, que me habían sacado sangre, que la habían comparado con las de otras familias y que ahora íbamos a recuperar nuestra identidad, ella iba a cambiar su apellido y se iba a empezar a llamar Santucho. Los más cercanos, los más amiguitos ya lo sabían porque no se había aguantado, y se los había dicho, pero el resto, no. La directora les preguntó si habían entendido lo que contó y dijeron que sí, y les dice y como se va a empezar a llamar ahora, y los nenes gritaron el nombre; a mi nena le empiezan a caer lagrimitas y estaba muy emocionada. Fue muy lindo, conté eso, fue un momento lindo, mucha gente se conmovió-.
La búsqueda es urgente
Miguel Santucho, continuador de la búsqueda de su abuela Nelida Navajas, acaso el hombre de la sonrisa más ancha, dicha que desde hace un tiempo a esta parte no le cabe en el rostro, recibe a enREDando en un café en San Telmo, una fría mañana de la primavera que tímidamente avanza. A pocos días de que su vida diera un vuelco, pudiendo tomarse revancha para cerrar los agujeros negros abiertos por el terrorismo de estado, Miguel bucea a tientas, buscando salvaguardar los tiempos de su hermano.
-Cuando Manu me llamó y me pregunta si estoy sentado, me dice que tiene algo para decirme, me agarró totalmente desprevenido, empecé a correr por el parque, quédate quieto, me decían y yo no podía, era más fuerte que yo y ahí nomás me propuso conocerlo. Como si quiero, ya, ahora, ponelo en la llamada. Fue muy fuerte, desde el principio me empezaron a caer las fichas, me había preparado un montón de veces para ese momento y no me salía decir nada inteligente.
Miguel lleva en su propia historia las huellas que les dejaron el destierro, aquel forzado exilio y de que su vida haya quedado partida en dos.
-Si bien no me arrepiento de nada de lo que hice con mi vida también siento que una parte de mi quedó allá, en Roma; no solo mis hermanos, cada vez que voy me reencuentro con mi lugar, con mis amigos, ahora quedó una perra, cada vez tengo más allá-, (risas). Ahora acá tengo un desafío enorme, y mucha suerte porque él me da espacio para que compartamos juntos, es muy cariñoso, me trata como a un hermano mayor. Yo estaba haciendo notas y no le quería hinchar las pelotas, cuando hablo de él quiero saber si le había molestado algo, si había hablado de más; ´no, no estoy viendo todas las notas y estoy muy orgulloso de vos´, listo, cerrame la cuatro,- cuenta riendo.
-A mí me genera algo, la búsqueda es urgente y tiene que ser urgente, cada día que pasa es un día menos, las nietas y los nietos que nos faltan están alrededor de los cuarenta y cinco, cuarenta y seis años, cuando más tiempo pasa se hace más difícil pensar en que ese nieto se va a reencontrar con una familia, y que, además, tiene que reconstruir un vínculo. El tema es resolverlo ahora.–
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Excelente nota de Soledad Iparraguirre. Por más Memoria, Verdad y Justicia.
Hasta la Victoria Siempre
Como siempre, las notas de Soledad Iparraguirre van a fondo, pero con una delicadeza sensible y tierna. Esta historia, contada por ella, nos conmueve profundamente. Memoria, Verdad y Justicia son los pilares de una sociedad que solo conociendo su verdad, podrá liberarse algún día. A por eso, vamos. ¡Gracias Soledad!
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