El Club Atlético Estrella Azul realizó su asamblea normalizadora que formaliza un proceso de recuperación iniciado en el 2021. Ubicado en el corazón de barrio Belgrano, la institución hoy cuenta con más de diez disciplinas funcionando y una generación de jóvenes que apuesta al crecimiento de un espacio vital para la barriada de la zona oeste.
Por Javier Gañan
Fundado en 1931 por un grupo de familias motivadas a que sus hijos dejen de «patear en la calle», el Club Atlético Estrella Azul realizó la asamblea normalizadora que formaliza el proceso de recuperación iniciado en 2021. En un marco emotivo de abrazos y aplausos, se fue conformando el acto que rubrica la recuperación del club y la formalización de la nueva Comisión Directiva que guiará su destino los próximos años. Al finalizar, en sintonía con el hecho histórico, se tomó la primera decisión de la comisión: festejos con música e infaltables choripanes.
Matías Godoy, Lucas Pedalino y Andrés Callegari son amigos de la infancia y forman parte del grupo donde nació la idea de que el club del barrio vuelva a tener vida. Hoy son presidente, vice y tesorero de la flamante Comisión Directiva del Estrella Azul, un club casi centenario arraigado en el Oeste rosarino, que vivió en las últimas décadas un desgaste que lo dejó al borde de la inactividad.
Cuentan que la recuperación «se fue dando casi sin querer, primero volvimos a jugar al fútbol acá, nos quedábamos a comer y recordábamos la movida que había antes; nos daba pena ver el club casi cerrado. Entonces medio en broma empezamos a decir que teníamos que agarrar el club. Esas semanas te ibas de acá y fantaseabas con todo lo que podíamos hacer, y en eso estamos, tratando de hacer» relata Lucas, dando cuenta de las huellas de la memoria colectiva en la construcción de sueños, mientras mira con orgullo los avances realizados en las instalaciones en menos de dos años.
Luego de varias idas y vueltas, no exentas de algunos dolores de cabeza, este grupo de jóvenes (y ya no tanto) logró, en medio de una pandemia, hacerse de las llaves del club de su barrio. Hoy el Estrella cuenta con más de diez disciplinas funcionando donde se destacan pádel, fútbol de salón, zumba, patín y hockey sobre patines, la joyita con la que se agrandan al ser el único club de Rosario donde se práctica esta disciplina.
La Secretaría del club tiene colgado un único cuadro, el de Lelio Sintora, una institución dentro del Estrella Azul. Su hijo Edgardo, de 62 años, es el flamante síndico y cuenta orgulloso que su abuelo estaba entre quienes compraron el terreno, y su padre pasó de ser uno de los chicos que jugaba en el baldío a conformarse como un dirigente que estuvo muchos años al frente del club. Hoy, Marcos, nieto de Lelio se emociona al ver la foto de su abuelo, toda una muestra de cuatro generaciones comprometidas con el club.
Matías cuenta que no durmió la noche anterior a la normalización, aún no sale del asombro de ser el presidente del club del barrio, de su club. Luego de formarse en la Diplomatura en Gestión Deportiva de la Facultad de Ciencia Política de la UNR dimensionó la importancia de ‘tener al día los papeles’: «Queremos hacer una gestión ordenada, y que el día de mañana esto lo retomen los más chicos. Acá veníamos a jugar a la pelota a la salida de la escuela, y de adolescentes hacíamos las previas o nos quedábamos toda la noche jugando al pool. Hoy está volviendo a pasar y nos toca estar al frente, cuidando el club, ahora entendemos un poco más a los viejos que nos cagaban a pedos» dice entre risas.
Los clubes de barrio son una hermosa rareza argentina y el Estrella Azul no es la excepción, «el club es como el patio de nuestra casa» remata Andrés, con afecto por esta institución situada en Cullen al 700, corazón de Barrio Belgrano. La realidad del Estrella es similar a la de muchas instituciones deportivas que se sostienen a partir del compromiso genuino. Muchos de estos procesos están protagonizados por familias y jóvenes cuya pertenencia colectiva impulsa a relegar tiempos personales. Las instituciones deportivas son pilares fundamentales de la comunidad, en tanto asociaciones civiles brindan espacios de socialización y encuentro, en muchos casos traducidos en verdaderos lugares de construcción de ciudadanía.