Jimi Altamirano fue secuestrado y asesinado al voleo. Era músico y malabarista; muy querido por sus amigos, amado por su familia. No tenía ningún tipo de vinculación con el mundo del fútbol, ni con las bandas narcocriminales de la ciudad, sin embargo su asesinato tiene como trasfondo las disputas internas dentro de la barrabrava de Newell’s, que responde a la banda de Los Monos. Su muerte traspasó un nuevo límite en las modalidades delictivas registradas hasta el momento en la ciudad: el asesinato al azar, para enviar mensajes mafiosos.
Fotos: Fernando Der Meguerditchian
El secreto para hacer malabares es el equilibrio. El cuerpo debe estar bien alineado para que, mientras una pelotita vuela por el aire, otras dos se dispongan a seguir su recorrido. Una joven de pelo rubio sonríe mientras lo logra; disfruta ver cómo tres pelotitas alternan entre dos manos sin caerse, desafiando la gravedad. La mirada siempre puesta en la pelotita que vuela, el punto fijo es el horizonte. Todo eso, parada sobre los hombros de un compañero, mientras otro le va sumando más pelotitas a su performance desde abajo. Tres, cuatro, cinco. Hasta que cae. En los malabares, la pelotita tarde o temprano termina en el piso, por eso los artistas disfrutan mientras las piezas vuelan sincronizadas por el aire. Mientras la magia sucede.
Apenas unos metros más atrás, alguien prueba el mismo desafío con clavas, mientras otro grupo contorsiona su cuerpo de manera curiosa para pasar por unos aros sin enredarse. Es de noche. Cualquiera que pase en estos momentos por frente de la puerta 6 del estadio “Coloso del Parque Marcelo Bielsa” de Newell’s, podría pensar que se trata de una celebración. El clima es ese, aunque la actividad principal pasa por otro lado: la pintada de una estrella roja sobre la calle Morcillo, en el lugar donde mataron a Lorenzo Altamirano con el único objetivo de pasarse un mensaje amenazante entre bandas narcos de la ciudad. Allí, sus familiares, amigos, allegados y colegas piden justicia por “Jimi”. Todo sucede hoy, el día en que el joven artista cumpliría 29 años.
Frente a las cámaras de televisión que se acercan a cubrir el evento, una amiga dice que a Jimi hay que recordarlo desde el arte. Que esa es la forma que a él le hubiese gustado. Romina, su hermana, coincide mientras se esfuerza por contener el llanto: “Acá estamos la familia y los amigos haciendo lo que a él más le gustaba: dar alegría a la gente. Por más que hayan tenido un mal día, él siempre les sacaba una sonrisa. Por eso queremos que se haga justicia y que se hagan cargo todos de lo que le pasó a mi hermano”.
El miércoles primero de febrero de este año, Lorenzo Altamirano regresaba a su casa luego de ensayar en una sala ubicada en Gálvez y Oroño, junto a una de las bandas en las que tocaba el bajo. Lloviznaba suave sobre la ciudad y el joven decidió volver caminando, así lo registraron las cámaras de la estación de servicios de Ovidio Lagos y 27 de febrero, caminando en dirección al oeste. Unos 15 minutos después, las cámaras en la zona del Parque Independencia captaron cómo Jimi es bajado a la fuerza de un auto Renault Sandero negro frente a la cancha de Newell’s, donde es ejecutado con tres disparos. Uno en la mano, uno en el estómago, uno en la cabeza.
Su cuerpo quedó tendido en la calle sin vida. Entre sus ropas, los investigadores encontraron un mensaje mafioso. “Dejen de sacar chicos del club para tirar tiro en Rosario”, decía la nota dirigida a Damián Escobar, Leandro Vinardi y Gerardo Gómez. Los primeros dos, vinculados al manejo de la barrabrava de Newell’s, se encuentran detenidos con penas altas en el penal de Ezeiza. Desde el primer momento, los familiares y amigos salieron a aclarar que Jimi nada tenía que ver con el mundo del fútbol y mucho menos con alguna banda narcocriminal de la ciudad.
Eso fue confirmado por los fiscales que investigaron el hecho. La hipótesis elaborada por Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, de la Agencia de Criminalidad Organizada (AIC) es que el joven fue utilizado como “sobre”. Es decir, levantado en la calle al azar y asesinado con el único objetivo de enviar un mensaje. En Rosario, la ciudad que cuadruplica la media nacional de homicidios, aparecía en escena una nueva modalidad delictiva. Un nuevo corrimiento en la frontera de lo posible.
“Nunca nos tocó un caso de esta naturaleza”, reconocieron los fiscales. “Tenemos un caso que otra vez ha movido el límite que, lamentablemente, estamos acostumbrados a que se corra en la ciudad de Rosario. Es una situación muy preocupante y necesita que todas las instancias del Estado tomen conciencia de lo que está pasando. Es muy importante no naturalizar esto, porque todo el tiempo estamos corriendo la vara. Todos tenemos que actuar en consecuencia y no naturalizar implica tomar medidas para que esto deje de ocurrir” agregaron.
El asesinato de Jimi tuvo distintas líneas de investigación con un mismo trasfondo: el enfrentamiento entre dos facciones de la barrabrava de Newell’s, que se encuentra bajo las órdenes de Ariel Máximo “Guille” Cantero. Para los investigadores, el episodio formó parte de una saga de hechos que se origina por un enfrentamiento entre quienes conducen la barra del equipo leproso y otro grupo que con el que se disputan los negocios y el poder.
Entre los acusados en la audiencia imputativa, que tuvo lugar a fines de junio, apareció el nombre de Pablo Nicolás Camino, un joven de 28 años que cumple una condena en el penal federal de Rawson, en la provincia de Chubut. Además de la instigación del asesinato de Jimi, a Camino se lo acusa de otro hecho de alto impacto público que va en la misma lógica: la balacera contra el supermercado de la familia Roccuzzo, donde se encontró una nota donde se mencionaba a Lionel Messi y al intendente Pablo Javkin. El hecho generó conmoción mundial y puso el contexto de violencia narco que vive Rosario en los principales diarios y noticieros del mundo.
El 24 de junio, apenas unos días antes de la imputación contra Camino, ocurrió un nuevo episodio de la saga. Esta vez, con el partido de despedida de Maximiliano Rodríguez en el centro de la escena. En la previa de aquel partido, que se disputó en el estadio de Newell’s, una bandera llamó la atención de los presentes. El trapo mostraba la caricatura de tres animales vestidos con los colores rojinegros, y una frase: “Nosotros estamos más allá de todo”.
Para quienes vienen siguiendo el tema, la alusión no fue difícil de identificar: las imágenes correspondían a Guille Cantero, caricaturizado en la bandera como un “mono” con lentes; y sus laderos: Damián “Toro” Escobar y Leandro “Pollo” Vinardi. El despliegue de la bandera, en un partido amistoso con presencia de figuras nacionales e internacionales, e incluso autoridades de toda índole, fue una muestra de poder con mensajes hacia adentro y hacia afuera; para propios y ajenos. El impresionante operativo de seguridad no fue un obstáculo para que las bandas narcocriminales muestren, en vivo y a todo el país, que están más allá de todo.
Según el relevamiento realizado por el Observatorio de Seguridad Pública, Jimi fue el asesinato número 34 registrado en el departamento Rosario, durante los primeros 32 días del año. El agitado comienzo del2023 derivó en la salida del entonces ministro de Seguridad, Rubén Rimoldi, reemplazado por Claudio Brilloni, quien continúa en el cargo hasta hoy. El mandato de Omar Perotti, que asumió el gobierno en 2019 con la premisa de “Paz y orden”, finalizará con cuatro ministros de Seguridad en su haber. En los primeros nueve meses del año se registraron 206 homicidios, una cifra que va en camino a aproximarse al récord de 2022, cuando se contabilizaron 288 homicidios en el Gran Rosario.
El día de su asesinato, Jimi había dormido en su casa con un amigo. Su madre, Lilian, recuerda que se habían levantado temprano. El ensayo de la noche ya estaba en los planes, y el joven dio aviso a su madre desde temprano. “Yo le pregunté si iba a volver a dormir a casa, porque era de quedarse a dormir en otro lado si se hacía tarde”, rememora. Lilian habla bajito, como si soltando las frases de a poco le permitiera ablandar el dolor.
La idea de ese día era juntar unos pesos haciendo malabares en algunas esquinas. Se fueron en colectivo. Tiempo más tarde, su madre se reprocharía esa decisión asumiendo una culpa que no le pertenece, pero que tampoco puede borrar. “Dio la casualidad que ese día no se fue bici. Siempre andaba en bici por todos los lados, pero ese día estaba pinchada. Le dije que la emparche antes de salir, pero me dijo que se le hacía tarde y se fue en colectivo”, recuerda entre lágrimas.
Durante la tarde, Lili su fue como todos los días a trabajar en la limpieza de una clínica médica. Cerca de las diez de la noche le envió un mensaje que no tuvo respuestas. Pensó que podía estar sin batería y que quedaría en lo de un amigo, como había hecho otras tantas veces. A la mañana siguiente, la noticia estaba en todos los medios, pero aún no se había difundido su nombre. Lilian la vio, sin sospechar que hablaban de su hijo. En medio del dolor y la pérdida, esa es una de las cosas que le sigue generando angustia: que nadie le haya avisado.
“Yo me entero recién al otro día. Después que veo en la tele me llaman los amigos para preguntarme si Jimi estaba conmigo. Les dije que no había venido a dormir, que pensé que estaba con alguno de ustedes. Y me dicen que lo estaban llamando y no lo podían ubicar”, recuerda. Por recomendación de los amigos, llamó al Hospital de Emergencia Clemente Álvarez, donde le dan una descripción de un joven que coincide con la de Jimi. El mundo se le vino abajo.
En el hospital tuvo que reconocer el cuerpo sin saber qué había pasado. Seguí sin tener una explicación de lo sucedido. “No podía entender el por qué le hicieron eso a mi hijo. Mi hijo era un pibe bueno que en el barrio no tenía junta, todos sus amigos eran de ensayar, de hacer malabares. No andaba en nada raro”, explica y luego hace una pausa larga para reflexionar: “Le pasó a mi hijo, pero le podría haber pasado a cualquiera que pasaba por ahí”.
Para los amigos era Jimi. Pero para la familia, era “Muni”. Lilian lo recuerda como un apasionado por lo que hacía: la música, los malabares, el arte y sus amigos. En su pieza todavía habitan los discos de punk rock que escuchaba, las clavas con las que practicaba y trabajaba, y las canciones que iba escribiendo de a partes en un cuadernillo. Su familia lo describe como “un pibe tranquilo” que hablaba poco, al que había que preguntarle cómo estaba, que hacía o qué iba a hacer. Una persona tan reservada como cariñosa.
Si dentro de Jimi convivían atisbos de timidez, arriba del escenario desaparecían. Desde la agrupación “Todxs somos Jimi Altamirano” lo recuerdan en redes sociales con un video donde se lo ve tocando con su banda “Cualquiera”, desplegando todo su espíritu punk. “¿Quién está harto de la policía? ¿Quién está harto de los jueces y los malditos burgueses? Que se prendan fuego. No quemen más las islas, loco. Préndanse fuego ustedes”, se lo escucha decir en la previa de una canción.
La idea de conformar una agrupación surgió de los amigos y la familia acompañó. “Formamos el grupo con la idea de pedir justicia por lo que le pasó a Jimi. No puede ser que al final los culpables ya estaban presos por otras causas y que todo el mundo se lave las manos, porque ni siquiera el presidente del club vino a darnos el pésame. Si asesinan a alguien afuera de mi casa lo mínimo que voy a hacer es darle el pésame a la familia”, sostiene Kevin, uno de los amigos de Jimi.
Tiene 28 años y, al igual que Jimi, es músico y artista callejero. Las pasiones en común los terminó de convertir en compinches. Por medio de él conoció a Jésica, quien hoy es su pareja. Dice que Jimi “era un amor” y que quizás a la primera impresión podía parecer medio seco, pero que cuando lo conocías era puro sentimiento. “Tenía una empatía que no tenía nadie. Era una de esas personas con las que podés charlar durante horas y siempre tenía algo bueno para decir, o una solución, o buscarle la vuelta a las cosas. Alguien muy empático”, describe.
Kevin fue el primero que se enteró lo que había pasado con Jimi. O al menos, el que tuvo la sospecha. Fue por medio de las noticias: a su celular le llegó la captura de pantalla de un portal web donde aparecía el nombre Lorenzo Altamirano. Él estaba por salir para un semáforo a malabarear un rato. Lo primero que pensó es que debía ser otra persona. ¿Por qué sería, Jimi?, se preguntó. Pero la inquietud quedó dando vueltas. Y compartió la información con su pareja, que después circuló entre los amigos hasta llegar a los oídos de Lilian.
“Me comuniqué con un amigo que es muy íntimo de Jimi, si sabía algo. Y me dice que hasta la noche anterior estaban juntos. Pero ahí es cuando nos empezamos a comunicar entre todos y reconstruimos que Jimi nunca había llegado a su casa”, recordó y agregó: “Y ahí se nos vino el mundo abajo”.
“Ese mismo día, mientras lo llorábamos en el hospital, dijimos que esto no podía quedar así. Y para eso luchamos. Y para eso vamos a seguir luchando”
Desde afuera del Clemente Álvarez, donde unos 30 amigos y familiares se congregaron sin saber aún qué había pasado, se comenzó a gestar la idea de armar un grupo para reclamar justicia, pero también acompañarse entre todos, en un momento duro. En la primera marcha que organizaron llegaron a reunir 400 personas. Hasta agosto, que se cumplieron 6 meses, se juntaban en el Patio de la Madera para hacerlo abierto a la gente. Así organizaron movilizaciones, festivales para recaudar fondos para la familia, y convocatorias como la del día de su cumpleaños. “Ese mismo día, mientras lo llorábamos en el hospital, dijimos que esto no podía quedar así. Y para eso luchamos. Y para eso vamos a seguir luchando”, asegura Kevin.
Por el hecho puntual hay dos personas imputadas y detenidas con prisión preventiva. Por un lado, Daniel Mateo Bommer, de 22 años, quien fue detenido a mediados de julio en el partido bonaerense de San Martín, en un centro de rehabilitación. Por otro, Alexis Oscar Romero, un joven de 27 años, detenido en mayo por una tentativa de robo. Ambos son sindicados por los fiscales como los autores materiales del crimen, instigado desde Rawson por Camino.
Con el dolor a cuestas, Lilian se muestra conforme por la investigación llevada adelante por Fiscalía. Entiende que, las respuestas que no tuvo en un primer momento, fueron apareciendo después. Ahora se encuentra a la espera de que el caso llegue a juicio y, sabe, será un proceso largo y nada fácil de abordar. “Solo espero que este trabajo bien hecho tenga frutos, que no se venga abajo y tengamos que empezar todo de nuevo. Y que esto no le pase a nadie más. Porque le pasó a Jimi, pero le podría haber pasado a cualquiera. No nos tenemos que olvidar eso”, lamenta.