El espacio de Referentes Afectivos para personas trans, travestis y no binaries facilita herramientas a xadres de niñes, adolescentes y jóvenes bajo la premisa «acompañar a les que acompañan». Un abrazo a las familias que deciden sostener a sus hijes durante el proceso.
Ilustración: Franco Rasia
Dicen que cuando une niñe o adolescente decide transicionar también lo hace toda la familia, o al menos aquellos que están dispuestos a exorcizar los preconceptos. “En mi caso fue brava la mano porque lo hizo todo solita”, confiesa Chela, una de las mamás que participa del Espacio de Referentes Afectivos para familiares de personas trans, travestis y no binaries que propicia la Dirección de Diversidad Sexual de Rosario en el ámbito municipal.
Haizea Micaela, su hija, se visibilizó como chica trans cuando tenía 18 años. “Ella me decía ‘pero yo te lo dije, vos no me escuchaste’. Se me escapó la famosa tortuga, Martín”, me cuenta en un tono maternal y severo consigo misma. “Yo no siento culpa, pero sí una responsabilidad muy grande con ella, y yo me pregunto todavía ¿por qué no la escuché antes?”
En la historia de Nina y su hijo Noah, la transición como familia empezó con una esquela: “Armó una carta y se la entregó al papá y a mí. Y se quedó parado esperando a que la leamos. Fue un ‘tomen, lean, y yo espero a ver acá cómo reaccionan’. A mí no me sorprendió, tampoco te voy a decir que ya lo sabía”, explica esta mamá que participa del espacio junto a su compañero desde el año pasado.
Después, sobrevinieron los abrazos, las lágrimas, y la necesidad de buscar información. ¿Cómo es ser mamá de una niña trans? “Creo que esa noche me quedé como tres horas buscando contenidos en YouTube, mirando videos a ver qué onda, cómo hablo, cómo me expreso, no quiero ofenderlo” recuerda Nina y agrega que, más allá de los cambios en los pronombres, al niño siempre le respetaron sus gustos. “Hice lo que me hubiera gustado que hagan conmigo”, subraya.
Para la hija de María, otra de las integrantes del grupo, escribir lo que sentía también fue la forma más efectiva de explicar todo lo que pasaba en su interior de niña/adolescente trans. “Estuvo mucho tiempo depresiva, yo la acompañaba a psicólogos. Hasta que en la pandemia nos escribió una carta a mi hija y a mí, y nos contó cómo se sentía. Que siempre se sintió así. Fue un momento en el cual la abrazamos, lloramos”, comenta emocionada.
¿Cómo es ser mamá de una niña trans? “Creo que esa noche me quedé como tres horas buscando contenidos en YouTube, mirando videos a ver qué onda, cómo hablo, cómo me expreso, no quiero ofenderlo”
Abrazar. Contener. Hablar. Reparar. Tal vez sean esos los verbos que definen más acabadamente los objetivos de esta práctica afectiva que alguna vez Comunidad Travesti Trans materializó de manera informal en su persistencia militante, y que el Estado recogió como una demanda genuina de la sociedad. “Esto es un abrazo colectivo y solidario entre xadres y adultes que no sucedió nunca”, dice Karla Ojeda, una de las coordinadoras del espacio junto a Cintia Nicoletta, Eugenia Roche y la psicóloga Luciana Panuncio.
“Vienen con demandas muy similares, se encuentran y se dan cuenta que no están solos, que lo están atravesando un montón de otras personas, y van compartiendo un poco de ese trayecto donde se acompañan también entre elles”, apunta Luciana. Cada reunión tiene un eje temático con información y contenidos sobre Educación Sexual Integral, Ley de Identidad de Género, Ley de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, acceso a la salud y conversatorios con referentes del activismo diverso.
“Esto es un abrazo colectivo y solidario entre xadres y adultes que no sucedió nunca”
Karla Ojeda
Las cosas son así, m’ija
María cuenta que el papá de su hija “toda la vida la discriminó por su forma de ser”.
Recuerda que cuando era chiquita la nena elegía zapatos de taco antes que la pelota o cualquier otro juguete asociado culturalmente a la masculinidad: “El padre la trataba de puto. Yo por ahí me sentía culpable, trataba de suavizar el momento de mierda y seguir como se podía. Después cuando me divorcié la cosa empezó a ser diferente”.
Así fue que el día que decidió asumirse como trans, ya en la etapa adolescente, encaró al papá, le espetó su verdad y el hombre quedó conmocionado. “El padre también lloró, le pidió disculpas y ahora están lo más bien”.
En la familia de Haizea, la situación fue un poco diferente: “Mi mamá tenía en ese momento 87 años. Me acuerdo que fue el cumpleaños de Mica, y hacía un tiempito que no se veían entonces ella le dice ‘abuela vení que te quiero contar una cosa’. En ese interín salí y cuando vuelvo las encuentro abrazadas. Le dijo ‘bueno m’ija, las cosas son así»‘, cuenta Chela.
En el caso del papá, la mujer dice que “es un poquito más duro” y que ya lo aceptará, o “se lo terminará perdiendo él después de todo”.
Para Noah, a nivel familiar las reacciones fueron muy diversas, pero el rechazo llegó por parte de un tío materno que vive cerca de la familia: “Nos dejamos de hablar y es uno de los motivos por los cuales nos estamos mudando. No tenemos ganas de convivir con todo ese rechazo”, explica Nina.
También comenta que en el medio terciaron cuestiones religiosas frente a la identidad de su hijo: “Yo digo que Dios es amor y eso abarca a todas, a todes y a todos. Y es lo que siempre quise transmitir a Noah. Él no te pide que seas nada diferente de como te sentís. Pero explicarle a esa gente religiosa cerrada, cuadrada, fue imposible directamente”.
Karla, que en su adolescencia travesti no tuvo grupo de contención más que su propia familia y la propia solidaridad trava de los años 90’, sabe que el intercambio de experiencias es fundamental para cimentar los procesos familiares de transición.
“La pregunta es esa ¿quiénes acompañan a les que acompañan? Eso a mí me pareció fabuloso sobre todo porque hay mucha desinformación”, asegura.
Escuchar es acompañar
Transicionar, o asumir la propia identidad, siempre es un proceso singular difícil de homogeneizar. Sus pasos no pueden ser sistematizados en un manual, aunque tal vez el camino recorrido por otres puede transformarse en faro o punto de referencia frente a la falta de información sobre algunos temas específicos.
“Somos facilitadoras del espacio y habitualmente convocamos a otras personas para que nos transmitan su experiencia, siempre con la premisa de que es una construcción colectiva, no es una formación, menos que menos una clase ni nada de eso”, explica Luciana. Por su lado, Karla agrega: “Tenemos que dejar que esa identidad se construya, pero también saber qué pasa cuando ese niñe va a la escuela, a un club, a la plaza, los adultes también somos responsables de eso”.
En este sentido, un común denominador en casi todas las historias está vinculado a la ausencia de contenidos sobre educación sexual integral en las escuelas: “En la lista del colegio utilizaron el nombre anterior de Noah y fue una situación muy incómoda para él. Ya había cambiado su DNI, ya se le había avisado al colegio y pusieron una excusa muy tonta diciendo que desde el ministerio ya vienen las listas armadas”, relató Nina.
¿Qué le dirían a otres xadres que están en el mismo proceso que ustedes a partir de la experiencia que fueron acumulando en este tiempo?, preguntó Enredando a las mamás que participaron de la entrevista.
Chela: vos sabés que hay madres que se acercaron al grupo pero estaban muy en contra de todo, y una en especial. Yo le dije, ¿por qué no te tomás un tiempo? Vení a las reuniones, interiorizate, fijate de qué se trata y después opiná. Me parece que hay mucha gente que habla de todo y hablan sin saber. Hay que convivir, hay que estar con elles. Sobre todo hay que escuchar. Cuando uno escucha después tenés otra visión de las cosas.
Nina: Sí, es más que nada eso, que los xadres escuchen a sus hijes cuando se animen a hablar, que le digan esto: ‘dame tiempo para procesarlo, yo te acepto como sos’.
María: Para mí todos los componentes de la familia tendrían que acercarse. A mí me da herramientas para acompañar a mi hija. No tengo más que palabras de agradecimiento para este grupo. Nosotras a veces vamos con alguna inquietud y en esas reuniones nos aclaran un montón de cosas. Toda la familia tiene que hacer ese proceso, y yo no te voy a decir que fue fácil para mí, pero apoyé, transicioné y sigo transicionando junto con ella.
2 comentario
Gracias Martin por el espacio. Fue una entrevista donde al menos yo me sentí más que cómoda para expresarme libremente. Gracias por poner en palabras escritas nuestras vivencias.
Sin amor no somos nada…. orgullosx de tener un hijx trans
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