Rosario fue sede del Festival de Artes Escénicas de Rosario (FAER), un evento que contó con una cartelera de diez obras y cuyo objetivo es exhibir la producción artística que hay en la ciudad y visibilizar la precarización laboral que sufren los trabajadores de la cultura. Una convocatoria que además visibiliza el reclamo por la profesionalización de la actividad.
Fotos: FAER
Una pileta inflable, pequeña y roja, es iluminada por una luz blanca que apenas aclara la penumbra de la sala. Alrededor de ella, una serie de sillas colocadas en forma circular. Afuera arden las costas del río Paraná, y adentro un personaje –ubicado en posición fetal dentro de la pequeña piscina– entona versos frustrados, marcados por el ritmo de un violín. Así iniciaba la tercera jornada del Festival de Artes Escénicas de Rosario (FAER).
El viernes 16 de septiembre, a las 20, la grilla del festival anunciaba la obra “Manifiesta (cuerpo en expansión)”. La misma tuvo lugar en el Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario (CEC), ubicado en sobre el Paseo de las Artes y el río Paraná. La función se llevó adelante en un salón lindero al galpón donde se exhibía una muestra de fotoperiodismo, la cual funcionó como una excelente sala de espera para el público.
La obra comenzó minutos después de las 20. La piscina roja, que no tenía más de un metro de diámetro y treinta centímetros de alto, oficiaba como centro del escenario con sillas colocadas alrededor y, más atrás, dos hileras de asientos dispuestos sobre una tarima. El silencio reinante en la espera se interrumpió con los acordes de un violín, con su intérprete sentada en una de las sillas, a centímetros de la pileta, mientras que la protagonista de la obra, acurrucada sobre su propio cuerpo, mecía barcos de papel mientras cantaba versos frustrados e inconclusos, en donde, cada tanto, podía entenderse: “Soy la niña que siempre quise ser”.
Como la disposición de la escenografía lo anunciaba, la obra se basó en el movimiento corporal: a lo largo de la función, la actriz corrió, saltó y realizó diferentes ejercicios, siempre alrededor de la pileta e interactuando con el público. La presentación buscaba hacer foco en la libertad del cuerpo; con una protagonista representando el “cuerpo puerco”, incorrecto, que denunciaba desigualdades y sexualidades. Sin embargo, a lo largo del espectáculo, el cuerpo y el ánimo de la actriz se apagaban ante las opresiones que imperan sobre las mujeres. “En Manifiesta nos preguntamos cómo sería el cuerpo si fuera cuerpo, cómo seríamos nosotros, cómo nos hicimos, cómo nos hicieron, cómo nos hacemos día a día, cómo deseamos ser”, explicaron desde la obra.
“Manifiesta (cuerpo en expansión)”, contó con la actuación de Jésica Biancotto, mientras que María Belén la Rocca musicalizó la noche con su violín, la dirección estuvo a cargo de Carla Tealdi, y la producción de Julia Tarditti.
La segunda edición del FAER, que se realizó entre el miércoles 14 y el domingo 18 de septiembre, exhibió una programación de diez obras, que incluyeron diversas artes escénicas como títeres, teatro de objetos, danza teatro, arte en movimiento y teatro clásico. Las funciones se presentaron en cuatro salas, ubicadas sobre el río Paraná: el Centro Cultural Parque de España, el Galpón 15, el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) y la Escuela Municipal de Artes Urbanas.
Un festival que nace de la necesidad
Tras el éxito que tuvo la primera edición del festival, en noviembre del 2021, este año se decidió repetir la experiencia con la idea de visibilizar la producción teatral de Rosario. La propuesta de realizar este tipo de eventos comenzó en el 2020, cuando la pandemia desnudó la precarización laboral de los trabajadores de la cultura, quienes, ante esta adversidad, conformaron la Multisectorial de Trabajadores del Arte y la Cultura.
“Muchos de los artistas escénicos solamente trabajamos y vivimos de lo que hacemos. Cuando conformamos la Multisectorial surgió esta idea de hacer un Festival de Teatro, y le pudimos dar forma. Surgió de una necesidad básicamente, y también de una falencia, porque veíamos que en Rosario hay mucha producción, pero llega a grandes niveles y se va para adentro. La idea de este Festival es habilitar circuitos para las artes escénicas locales”, contó David Gastelú, actor y organizador del FAER.
Las obras que componen la grilla del festival son seleccionadas mediante una curaduría abierta. En esta oportunidad, la convocatoria estuvo disponible por casi dos meses. La única condición a cumplir era que las obras sean rosarinas, cuenten con algún estreno en la ciudad y sean de artes escénicas en general. “No nos encasillamos en ninguna disciplina, sino todo lo contrario, la idea es ampliar el abanico de posibilidades y mostrar todo lo que se realiza en Rosario”, contó Gastelú.
El proceso de selección de las obras se basó en “un criterio curatorial que va a mostrar la variedad, para no quedarnos en una rama específica, sino para que sea lo más diverso y plural posible”. Este año se presentaron sesenta y dos proyectos, de los cuales se eligieron diez.
“La idea es que FAER se instale en el mes de septiembre, porque también estamos en relación con otros festivales del país y de países vecinos. La intención es invitar a gestores y programadores de otros encuentros y no coincidir en fechas para poder generar intercambios, entonces septiembre es un buen mes”, detalló el organizador del festival.
Un sector que lucha por la profesionalización
El sector cultural fue uno de los más golpeados durante la pandemia: la imposibilidad de realizar espectáculos en vivo provocó que muchos artistas perdieran sus trabajos y, con ellos, una importante fuente de ingresos. De cara al futuro, y pensando en lo precarizada que está la actividad, los actores decidieron realizar este festival, no solo para visibilizar la producción local, sino también para reclamar mejores condiciones de trabajo.
“Nuestra actividad viene precarizada desde hace mucho tiempo, no hay políticas de Estado precisas y concretas que acompañen al sector. Lo que nosotros llamamos autogestión, nos da posibilidades de acceder a subsidios o convocatorias, compitiendo con otros compañeros, pero necesitamos políticas que acompañen lo que hacemos. Si bien FAER es independiente, trabaja con distintas esferas del Estado pidiéndoles fondos, pero la intención es generar un compromiso por parte de los gobiernos, sembrando un precedente. Queremos sostener lo autogestivo, pero con el acompañamiento del Estado y también de privados”, detalló Gastelú.
En este sentido, indicó que para llevar adelante el festival se realizaron diferentes acuerdos con los s niveles gubernamentales: mientras que algunos pusieron más personal a disposición, otros ofrecieron subsidios. No obstante, es sabido que “nada alcanza”, por lo que el evento siempre va a tener un carácter autogestivo, con participación de privados.
“Lamentablemente, el teatro independiente no es masivo. A nosotros nos gustaría llegar a todes y que nuestro trabajo se vea, se comparta y también llegue a otros lugares como una herramienta de militancia, de denuncia, de comunicación. Pero tenemos poco alcance, y eso también tiene que ver con políticas de estado. Si tuviéramos más medios de comunicación a disposición, con un aparato que sea un poco más firme, el alcance sería otro”, manifestó Gastelú.
En esta edición, FAER le dio trabajo a unos cien artistas, que se desempeñaron dentro y fuera del escenario. Sin embargo, son muy pocos los trabajadores de la cultura que pueden vivir íntegramente del arte.
“Quienes hacemos teatro independiente no tenemos nada, nuestro derecho es ir todos los días a ensayar y estrenar nuestras obras cada año. Si bien está el sindicato de actores y algunos teatros, como el Teatro Nacional Cervantes, el San Martín, o el Teatro La Comedia de Rosario, al ser instituciones estatales, lanzan programas donde te contratan por un determinado tiempo y vos tenés un sueldo fijo, pero cuando vence el programa tenés que buscar otra cosa. Esa es la vorágine o el vértigo en el que se vive todo el tiempo, porque no hay forma de proyectarse a futuro con condiciones laborales estables”, denunció Gastelú.
De todas maneras, el actor sigue teniendo una mirada “esperanzadora” sobre la situación del teatro en Rosario, dada la gran producción y estreno de obras. Por eso destacó que durante el mes de septiembre se realizaron en la ciudad tres festivales: Tercera Escena, que fue un evento de teatro circo; Diente de León, un festival de tendencias escénicas, activismo y teatro documental; y FAER. No es poco, claro está. Aunque el deseo de todos es que se pueda hacer mucho más. Y el teatro pueda llegar a todos y a todas, además de convertirse en una fuente de trabajo certera para todos los laburantes del sector.