A cinco años de la muerte de la bibliotecaria María de los Angeles Paris en la comisaría décima de Rosario, su hija, su hermano y la docente y compañera Betty Jouve la recuerdan con tristeza e impotencia. El recorrido en busca de justicia y la larga espera por el juicio oral contra 5 policías que aún no tiene fecha.
Foto: Fernando Der Meguerditchian (Coop La Brújula)
“Dulce, sensible, comprometida”. Las palabras con las que sus seres queridos recuerdan a María de los Ángeles Paris son calcadas. Tenía 46 años y trabajaba en la biblioteca de la escuela primaria del complejo Gurruchaga que desde 2019 lleva su nombre. También era docente en la Escuela Técnica 464 y a pesar de tener dos turnos laborales, estudiaba para seguir perfeccionándose y creciendo. La noche del 3 de mayo de 2017 fue a la comisaría 10° y horas después salió de allí sin vida. A cinco años de aquel hecho, y a la espera de una fecha de juicio para cinco policías, su hija, uno de sus hermanos y una excompañera la recuerdan con cariño, tristeza e impotencia que se volvió lucha.
A Erika Salazar le cuesta hablar de su mamá, de lo que pasó y de cómo fueron los últimos años sin ella. Prefiere escribir. “Mi mamá era una persona dulce y de buen corazón. Amada y querida por su familia y amigos”, dice. Para ella, era su “refugio”, también “el de sus alumnos en las escuelas donde trabajó. Era una persona creativa que siempre a través de la lectura buscaba que los chicos se enganchen o encuentren enseñanzas. Vivía para eso, para poder enseñar. Mi mamá tenía un compromiso muy grande con los chicos. Ella siempre se encargaba de los actos de la escuela. Y con los cuentos que les hacía leer, también hacían obras de teatro, dibujos, actividades con las otras docentes y manualidades en las que yo le ayudaba”, recuerda sobre esos días. “Era cariñosa y muy sensible. Le gustaba pasar mucho tiempo con la familia y estaba muy comprometida con el barrio donde vivíamos (en la Zona Cero) y con ayudar a la gente. Siempre estaba comprometida en ayudar a la gente”, remarca la joven de 23 años.
Su hija la recuerda como mamá pero también como una trabajadora. “Al momento de su muerte ella hacía doble turno, trabajaba en la Gurruchaga y la (ex) Técnica N° 2. Fue muy duro para sus alumnos, sobre todo para los chicos de la Gurruchaga porque compartía mucho tiempo en la biblioteca con ellos, costó mucho poder contenerlos porque ver a mi mamá era algo de todos los días; a diario ella hacía ‘La hora del cuento’”. Y cuando pasó lo que pasó, “ellos no entendían por qué su seño no estaba, de un día para el otro”.
Betty Jouve trabajó con María de los Ángeles en la escuela N° 150, entre 2009 y 2012. “Yo estaba como vicedirectora, a la tarde, y ella trabajaba como bibliotecaria en turno alternado. Se trasladó porque necesitaba hacer doble turno, era muy trabajadora. Siempre fue muy comprometida, responsable y cálida. Desde la biblioteca impulsaba mucho el tema de La hora del cuento, hacía trabajos manuales. Se preparaba, recibía a los chicos en la biblioteca, que si bien siempre tuvo un rol preponderante, ella le dio mucha vida. Me acuerdo y se me pone la piel de gallina”.
“¿Cómo puede ser que entró viva a la comisaría y murió ahí adentro, y que la vida siga como si nada?”, es la pregunta que le da vueltas. “Ella estaba tan comprometida con lo que hacía, con las infancias. Amaba su trabajo, estaba presente. Era muy querida en la escuela”, dijo.
“¿Cómo puede ser que entró viva a la comisaría y murió ahí adentro, y que la vida siga como si nada?”
Erika también la recuerda como una madre apasionada. “Le gustaba hacer cursos, capacitaciones; le gustaba aprender mucho y lo compartía conmigo. Siempre la ayudé con las cosas relacionadas a la biblioteca. Aunque no fuera la mejor haciendo manualidades, la ayudaba porque era su pasión”.
María de los Ángeles era la menor de cuatro hermanos. Guillermo Paris la recuerda como una persona que “dejó huella en todas las escuelas donde trabajó. Era muy activa”. Incluso seguía estudiando para perfeccionarse. “La carrera de bibliotecaria la cursó en el Iset 18°. Cuando se recibió ya la tenía a Erika. Y no solo eso, era madre soltera y también trabajaba, era una característica suya ser muy responsable. En ese momento, trabajaba como moza en salones de eventos, cumpleaños, fiestas. Se recibió con mucho esfuerzo. Era una luchadora”, asegura. Además, “era muy activa en la parte de derechos humanos de Amsafé, hacía ese tipo de actividades en las escuelas”.
Su hermano insiste: “Era dulce, colaborativa, una persona que no era prepotente, para nada, por eso no entendemos qué pudo haber pasado esa noche”.
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La causa que investigó la muerte está a la espera de una fecha de juicio. Aquella noche, María de los Ángeles llegó a la comisaría de Darragueira al 1000, en Alberdi, pasadas las 21, y una hora después había perdido la vida. Lo que ocurrió allí adentro será el motivo del debate oral y público.
“Era dulce, colaborativa, una persona que no era prepotente, para nada, por eso no entendemos qué pudo haber pasado esa noche”.
Cinco policías están imputados desde julio de 2019. “Todos sabemos que mi mamá no murió producto de un paro cardiorrespiratorio, sino que murió por asfixia posicional o como a mí me cierra más, producto de la tortura a la que fue sometida por parte de la policía. Fue esposada boca abajo, golpeada, torturada. Mi familia y yo vimos fotos de mi mamá tendida en el piso de la comisaría, y se veían los golpes en su cuerpo, agresiones físicas que le hicieron los policías esa noche. Solicitamos una segunda autopsia y se pudieron constatar”, dice Erika, su hija, quien es querellante en la causa.
Todos sabemos que mi mamá no murió producto de un paro cardiorrespiratorio, sino que murió por asfixia posicional o como a mí me cierra más, producto de la tortura a la que fue sometida por parte de la policía.
“Gracias a las pericias a los celulares de los policías, hay un audio en el que habla Silvio Cortés (el comisario imputado), donde admite que golpeó a mi mamá, donde dice ‘cómo la metí, le daba piñas en la boca, en la panza’”. Erika repasa los nombres de quienes están a la espera de juicio: “El comisario Cortés y la suboficial Susana Domínguez están imputados por homicidio preterintencional (es decir que tuvieron intención de causar un daño o lesiones que terminaron causándole la muerte) mientras que los agentes Damián Zalazar, Silvina Gianotti y Andrea Allovatti van a juicio por incumplimiento de los deberes de funcionario público. El abogado querellante, Gustavo Feldman, indicó que en marzo la Cámara Penal resolvió esas figuras penales.
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En medio del dolor, Erika saca fuerzas para gritar el nombre de su madre. “Fue un proceso largo. Se cumplen 5 años desde que nos quitaron a mi mamá. Es una fecha muy difícil de atravesar para mí y para mi familia. Llena de dolor, angustia e impotencia. Pero transformamos estos sentimientos en seguir luchando y exigiendo que se haga justicia por ella, como sé que lo hubiera hecho por nosotros”.
Y no duda sobre cómo seguir: “Aquel día, 3 de mayo de 2017, mientras mi madre era torturada por la policía, algunos testigos declararon que ella estaba gritando mi nombre, y hoy me toca gritar el de ella: Justicia por María de los Ángeles Paris”.
(…)
Juntaremos nuestras voces para volver a decir el presente
la voz de tu hija, con la de tus hermanos, con la de tu familia.
Las voces de todos los compañeros y compañeras.
En las salas de lectura de cada biblioteca.
En el patio de las escuelas.
En cada bandera y en cada marcha:
María de los Ángeles Presente. Ahora y siempre.
(fragmento final del poema Tiempo de ausencia, de María Beatriz Jouve publicado en su libro Días de escuela)