Anibal Aguaisol integrante de Luan-Colectiva de Acción Fotográfica participó del acampe en la Lof Quemquemtrew registrando la lucha del pueblo mapuche por recuperar las tierras ancestrales. Aguaisol prestó su cámara a un niño de 8 años quien retrató a Elías Garay y quizás sean las últimas imágenes del joven antes de ser asesinado el domingo por la tarde cuando dos sicarios ingresaron al territorio y lo fusilaron.
Fuente: Agencia Anred
Lxs que integramos Luan-Colectiva de Acción Fotográfica acompañamos el acampe en Quemquemtrew desde los primeros días. Los que vivimos en la costa hicimos dos viajes, uno a pocos días de iniciarse el acampe y el último unos 10 días antes de que asesinaran a Elías. Durante los últimos días dejé de subir y bajar a Cuesta del Ternero y decidí quedarme a dormir en el territorio, no sólo para registrar fotográficamente sino para sumarme plenamente en el apoyo a esta recuperación histórica. Allí conocí a muchas personas que hoy considero mis hermanxs y compañerxs de lucha y también conocí a lxs niñxs que acompañaban a sus familias en el proceso de recuperación.
Generalmente, cuando hay niñxs, suelo prestarles mi cámara para que experimenten, jueguen y se acerquen un poquito a la fotografía. Las fotos que acompañan este texto las sacó un pichi de 8 años que estuvo acompañando a su mamá en el acampe. Es el mismo al que la policía le había metido una rodilla en la espalda en el violento intento de desalojo que se realizó en la Lof un mes atrás. Muchas veces me pidió la cámara y salió a documentar el acampe y sus alrededores a través de su mirada de niño. Cuando llegué a mi casa encontré decenas de fotos de los chanchitos, patos, la vaca y árboles que había alrededor. También le sacó a «los milicos» y, por supuesto, a nosotrxs en lo cotidiano del acampe. Tal vez por eso las tomas son tan naturales y suelen estar acompañadas por una sonrisa o gesto cómplice de quien fue fotofrafiadx.
Es posible que estas sean las últimas fotos de Elías Garay antes de su asesinato porque fueron sacadas el día 49 y 50 del acampe. A Elías lo había visto en la recuperación pero siento que realmente lo conocí durante esos días que compartimos cuando comencé a quedarme a dormir ahí. Compartimos guardias a la noche; luchamos en las madrugadas contra el agua que se acumulaba en el techo de nylon por las lluvias; cortamos leña juntos; fuimos a buscar agua hasta la vertiente (lo recuerdo pidiéndole permiso al arroyo antes de sacar el agua) y nos enseñamos cosas en la guitarra.
El día que emprendí el regreso a Trelew lo llevé en el auto hasta su casa, en un terreno bien arriba de una montaña. Cuando subió al auto en el lugar que habíamos pautado, tenía un puñadito de hierbas que había cortado para sahumar su casita (me contó cuál era cada uno). Nos despedimos con un abrazo y quedamos en que cuando nos reencontráramos íbamos a tocar algo. Antes de ayer a todxs nos conmovió la noticia de que alguien había sido asesinado en el territorio y la información comenzó a llegar de a poco y fragmentada, pero pronto fue tomando forma la certeza de que él era el peñi muerto. Hacía muchos años que la angustia no me invadía el cuerpo de la manera en la que lo hizo cuando comencé a resignificar cada uno de los momentos vividos con él, un pibe joven, cálido y lleno de humor, vida, amor y verdadera solidaridad. Comparto estas fotos apenas reencuadradas y con muy poca edición, casi como las vio el pichi al mirar por el visor de la cámara. Espero sirvan para homenajear a este jovencísimo weichafe que dejó su vida defendiendo su libertad y el territorio que legítimamente le corresponde al pueblo Mapuche.