“La Fragilidad de la Memoria” es una obra que conmueve porque toca las fibras profundas de un cuerpo que siempre es social. Teatro y circo se funden para narrar una historia de encuentros, pérdidas y abrazos en medio de la intemperie.
Foto: La Fragilidad de la Memoria
“A finales de los `80, Pini y Aguja juegan su infancia en la vereda, tierra de amigxs, amores y primeras batallas a la hora de la siesta. Los años empujan y los días en el barrio pierden su inocencia. Cuando se imponen fronteras, también se encienden resistencias. Dos seres en su viaje de crecer, buscando sueños y raíces que llevan siempre a otra parte”.
“La Fragilidad de la Memoria” es una obra que conmueve porque -básicamente- toca las fibras profundas de un cuerpo que siempre es colectivo. Rodrigo Rivera y Anabel Gonzalez -Tallarin y Banana- protagonizan un espectáculo que funde el teatro con el circo para hablar del encuentro en medio de tanta intemperie. Y así, en sus diálogos, en sus risas, en la acrobacia y hasta en sus silencios irrumpe el encuentro y el desencuentro como lugares comunes de historias que también están atravesadas por el drama social.
La obra dirigida por Severo Callaci comenzó a cobrar forma en el 2020. Distintos escenarios van trazando el camino: un patio de Villa Amelia, el Club Roque Saénz Peña, la Biblioteca Vigil. “Dicen que los lugares tienen memoria y sabemos que es así. Esta obra guarda ecos de cada paso” señalan les artistas. “Tallarin y yo veníamos con el deseo de poder crear una historia, de poder narrar más allá del circo, pero teníamos ganas de ponerla al servicio de una historia más profunda. Iniciamos todo este proceso que tuvo como dos instancias: la primera fue un buceo por todo lo que fue nuestras biografias personales, nuestros recuerdos, nuestras memorias que teníamos ganas de iluminar, todas aquellas resistencias que se nos presentaban y poder resignificar esos lugares donde más temíamos entrar y hacerles homenaje. Y que todo eso sirviera como un material latente para ponerlo al servicio de una historia”, cuenta Anabel.
Esa historia habla de la memoria porque es ella el punto de partida. “Había que empezar por la memoria de cada uno, cada una. Empezamos a investigar nuestros propios elementos dentro de esta misma historia: qué había en el barrio, qué pasaba”, dice Rodrigo. “Recordar nuestro camino siempre traza un camino posible hacia el futuro”, aporta Severo, el director de la obra.
“La Fragilidad de la memoria” devela nuestra propia fragilidad frente a la hostilidad del mundo. En los diálogos entre Pini y Aguja aparece la ternura que nos envuelve como si, por instantes, pudiésemos recordar nuestra infancia, o esas huellas vivas que deja en la frágil memoria que todo lo sostiene.
Pero en sus diálogos frente al público, las frases cortas revelan la crudeza del mundo que habitamos, a veces como podemos. Son un puñal y ahí nos hermana la angustia. Es que crecer es una trompada al aire. El territorio -el barrio de nuestra niñez- deja de ser el lugar posible que soñamos porque cuando a una canchita de fútbol la transforman en un centro comercial, cuando a la casa más antigua del barrio la tiran abajo, algo deja de tener sentido.
Pini crece y sus amigas desaparecen.
Aguja crece y cae preso.
Esa violencia que contamos todos los días aparece en la obra narrada de una forma tan sutil, tan circense, tan corporal, que resulta conmovedora. Por eso su final, por eso el vuelo de los cuerpos haciendo arte en el aire.
Nada esta perdido cuando hay un abrazo que contiene.
Ficha técnica:
Severo Callaci
Dirección
Tallarin Con Banana Anabel González y Rodrigo Rivera
Actuaciones
Asist. de dirección y técnica
Dramaturgia Creación colectiva
AyalaLeali Cristian Ayala Rivera y M. Carolina Leali
Diseño y realización de vestuarios
Objeto escénico
Nico Tomé y Tephy Piedrahita
Audiovisual
Comunicación y producción
Fotografía
Marcos Sepúlveda
Ilustración
Emiliano Caisso
Arte gráfico