Desde una organización social de barrio Ludueña un grupo de mujeres gestó una cooperativa de cerveza artesanal. Después de un proceso de construcción y deconstrucción que implicó discusiones sobre trabajo y género nació La Wacha.
Fotos: Cooperativa Imaginar.
Artesanal. Cooperativa. Feminista. Barrial. Así se construyó la identidad de La Wacha. Se trata de una cerveza de producción artesanal que comenzó a elaborar el grupo de mujeres del centro comunitario La Cabida, de barrio Ludueña. Lo que nació en 2019 como un espacio de encuentro mutó en 2020 en un proyecto productivo que en lo que queda de 2021 estará listo para salir a las calles. Actualmente hay 23 mujeres detrás de esta movida que se planteó el objetivo de cuestionar desde la práctica lo que se supone establecido cuando se habla de mujeres trabajadoras.
El grupo de mujeres de La Cabida fue uno de los pilares de esta organización social surgida hace apenas tres años en barrio Ludueña. “Intentamos cuestionar los modos habituales de trabajar en territorio con mujeres”, plantea Luciana Caudana, quien había comenzado en el proyecto como una de las coordinadoras del grupo. Las reuniones se hacían en el marco del programa provincial Nueva Oportunidad y en ese contexto el principal horizonte fue el de generar un grupo y fortalecerlo. En retrospectiva fue un punto de partida que sería fundamental para el devenir de La Wacha.
“Lo primero que surgió fue la necesidad de hacerse amigas. Me llamó mucho la atención que el emergente del grupo fuera la necesidad de sociabilizar. Ellas son vecinas, muy cercanas, algunas familiares, pero no tenían entre ellas espacios de sociabilización”, recuerda Luciana. “Fue ir un poco en contra de la típica dinámica de taller en la que se trabaja determinado tema”, agrega.
A fines de 2019, con el cambio de gestión de gobierno a nivel provincial, hubo un giro de 180 grados en el proyecto. El paso del programa Nueva Oportunidad a Santa Fe Más implicó no solo un nuevo nombre sino, sobre todo, un cambio en la perspectiva productiva hacia un horizonte laboral. Surgió, entonces, una pregunta como desafío: ¿Qué podemos producir nosotras?
Sin embargo el inicio del 2020 trastocó los planes, obligó pausas y nuevos rumbos. La pandemia de Covid 19 no solo se llevó puesta la proyección del grupo que buscaba a corto plazo emprender un proceso productivo sino que también complicó la situación social y económica en Ludueña como en cada barrio de la ciudad.
“Fue un quiebre: cómo nos reconvertimos”, recuerda Luciana. “Empezamos a hacer tareas de asistencia alimentaria que al principio La Cabida no hacía”, agrega. Así surgió “La olla que nos unió”, una iniciativa que plantó una olla popular sostenida por distintas organizaciones del barrio para abastecer de un plato de comida a muchas familias que en el marco del entonces Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio se habían visto afectadas por la interrupción abrupta de los ingresos económicos. La olla se sostuvo una vez por semana y tuvo la participación activa de los chicos y las chicas de Ludueña que venían formando parte de La Cabida.
Cebarse con la cebada
María Cecilia Picech es la otra coordinadora del proyecto y además quien germinó la idea de una cooperativa que produjera cerveza artesanal. Primero pareció un disparate, después generó dudas su viabilidad pero asimismo comenzó a tomar forma encuentro tras encuentro. Ella cuenta que la idea surgió casi de casualidad: su pareja tiene un restaurante familiar y andaba picando la idea de vender una cerveza hecha por mujeres. Qué pasó cuando indagaron en esa posibilidad: no había mujeres que produjeran cerveza.
“En un grupo de Facebook de mujeres y trabajo publiqué si se sabía de mujeres que hicieran cerveza. Hubo respuestas dispares, pero generó mucha reacción en la gente que decía que le gustaría aprender”, recuerda María Cecilia. Como si el entusiasmo en los otros funcionara de combustible propio, la idea prendió así: en La Cabida, tranquilamente, se podría producir cerveza. El grupo, para entonces, ya estaba consolidado.
La discusión, sobre si cerveza artesanal sí o no, estuvo atravesada por los temores, los desconocimientos y ciertos prejuicios hacia afuera y hacia adentro. Hacia afuera: para qué una cerveza si ya están la Brahma, la Quilmes y esas. Hacia adentro: y por qué no hacemos panes, pizzas, algo más sencillo.
“Son todos trabajos vinculados a las actividades históricas de mujeres”, cuenta María Cecilia sobre aquellas contrapropuestas paridas desde el temor pero también desde la naturalización de ciertos roles establecidos. “Nosotras veníamos trabajando con la idea de corrernos de ahí”, recuerda.
“Empezó a resonar la idea de hacer un trabajo que no estuviera vinculado históricamente a las mujeres. Un producto hecho por hombres, consumido mayormente por hombres, con las publicidades hechas para hombres”, dice María Cecilia. En ese sentido Luciana remarca que también detectaron que en el grupo solo tres de más de veinte mujeres habían probado alguna vez la cerveza artesanal. “Es un producto de sectores medios y altos, hubo una beta democratizante ahí”, dice.
Los encuentros fueron pasando hasta que las ideas empezaron a concretarse. Costó, claro. “Hubo que trabajar el entusiasmo para que la idea prendiera. Pensar los lugares productivos en los grupos de mujeres es complejo”, cuenta Luciana. Pero hubo algo que se fue laburando en todo ese proceso, desde cuando ni siquiera se hablaba de un proyecto cooperativo. Ella lo resume así: “No queremos hacer siempre lo mismo”.
La dinámica cooperativa
La Wacha, el nombre de la cerveza, se consolidó antes de empezar la producción. La propuesta surgió un poco por su connotación cotidiana en referencia a las pibas, pero también tiene su lado rebuscado. Lo explica María Cecilia: “Esta idea de algo que crece solo, como las plantas guachas que a pesar de las adversidades crecen y siguen su rumbo”. Como todo lo que se propone para debatir, la decisión final tardó algunos encuentros en tomarse pero finalmente se confirmó con el acuerdo de todas.
Ese laburo colectivo continuó en las etapas siguientes. Primero con las jornadas de capacitación con la persona detrás de Don Esteban Cervezas de Autor, para lo cual el grupo tuvo que ir a Pueblo Esther, donde está la fábrica. Después los encuentros se hicieron en Ludueña y de a poco las mujeres se fueron largando, al principio bajo la supervisión del experto, y animándose a ser las protagonistas de las primeras tiradas.
Para avanzar en esta etapa fue necesario procesar como grupo lo que implica formar una cooperativa. Un ejemplo, por lo simbólico y por lo útil, fue la decisión de generar un fondo común con el dinero de las becas que otorga el programa Santa Fe Más para así adquirir el primer freezer. “Es todo el tiempo ir haciendo camino al andar”, dice Luciana para explicar el trasfondo de esa decisión de invertir en lo que en un principio puede ser incierto.
A la vez fue tomando forma el armado de un equipo que como tal estuviera dividido por grupos y roles. “Empezamos a trabajar en la dinámica cooperativa, la gestión de recursos, la división de los ingresos”, cuenta Luciana. “Formamos comisiones de trabajo. Están quienes se encargaron de la producción y sistematizar la receta. El grupo de imagen que se ocupó de generar el circuito de distribución y marketing. Y las encargadas de costos y ventas, que compran insumos, juntan botellas”, agrega.
Consultada acerca de cómo se trabajó sobre esa incertidumbre que aparece al momento de activar un proyecto cooperativo, que en términos económicos no suele ver el resultado a corto plazo, Luciana contó que fue parte del laburo previo que se venía haciendo como grupo. Se remonta a las charlas en las que coincidían en que trabajar “sirve mucho más allá del ingreso económico”. “Todavía no vendimos las cervezas y eso no quiere decir que no haya urgencias materiales. Pero el proceso del grupo está atravesado por otras lógicas que no son solamente las necesidades económicas”, dice Luciana.
“El proceso depende de la apropiación que podemos tomar entre todas. Por eso es más lento, no solo el proceso de la producción sino de la trama grupal”, explica Luciana. En ese andar ya salió un primer lote de cervezas rubia y negra, y pronto habrá novedades para quien quiera probarlas.