Mugica rápidamente comprendió que la teología debía ser puesta en práctica a través del compromiso social. El compromiso político de muchos curas con los sectores más postergados de América Latina lo llevó a la conformación del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que realizó entre 1968 y 1976 un intenso trabajo pastoral entre los oprimidos.
Por Néstor Ciarniello*
Recordar, evocar, homenajear a Mugica luego de 46 años de su asesinato.
Fue formado en la teología tradicional. Ella se ocupa de la salvación de las almas individuales. Pero Mugica rápidamente comprendió que la teología debía ser puesta en práctica a través del compromiso social..
El compromiso político de muchos curas con los sectores más postergados de América Latina lo llevó a la conformación del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que realizó entre 1968 y 1976 un intenso trabajo pastoral entre los oprimidos.
Adhirió rapidamente a la teología de la liberación, que le hizo comprender que era fundamental la construcción del poder popular. Ese poder desde abajo, que se construye en las asambleas, en múltiples grupos, en diferentes comisiones. Y que debe gestarse sin perder la visión política, sabiendo qué es lo que se está disputando en este momento y qué es lo que está en juego, como explica Rubén Dri.
“En el encuentro entre sacerdotes, y entre sacerdotes y laicos –dice Dri-, empezamos a redescubrir las raíces liberadoras del cristianismo. En los ‘60 se produce una amplia movilización de la iglesia católica a nivel político y social y comprendemos que el socialismo comparte muchos valores con el evangelio, en clara oposición a un capitalismo feroz que dejaba fuera a vastos sectores populares”.
Mugica adhirió a la recuperación de las raíces liberadoras de esa concepción, lo cual incluyó un redescubrimiento del movimiento cristiano primitivo, que estaba enterrado. Entonces ajustó su compromiso religioso con el pueblo oprimido y entendió que se debía al pueblo y a trabajar para transformar a este tercer mundo en un mundo sin injusticias.
Su memoria entonces tendrá que ser enmarcada siempre en este pensamiento y no licuarla en un recuerdo del auxilio que diariamente le daba a los pobres en sus necesidades.
Leía hoy las memorias de los curas villeros del gran Buenos Aires y la cita de las palabras de Bergoglio, “el papa argentino y peronista” acerca de su deseo de hacer una iglesia pobre y para los pobres.
Qué lejos del pensamiento del cura Mugica. Sin un compromiso político nunca habrá una Iglesia de los pobres ni una Iglesia pobre. Mientras la teología de la liberación sea escondida y solo recordada como una vaga expresión de los curas del movimiento de sacerdotes para el tercer mundo al que el cura Mugica pertenecía e impulsaba, siendo un referente importante del mismo, jamás la memoria de Mugica será valorada.
La memoria de Mugica está enraizada en una expresión de un movimiento latinoamericano entrañado con la construcción del poder popular..
El entendió la unidad entre el evangelio y la política. Ese era para él el camino de la liberación de los pobres. Entendió genuinamente el evangelio desde la comprensión del anuncio de Cristo en el Evangelio… “vine a liberar a los pobres”.
El se definía como peronista. Yo creo que descubrió en la doctrina peronista la posibilidad de concretar la ideología del cristianismo, es decir, la comprensión del devenir del mundo y la comprensión de la trascendencia del hombre. Desde ese pensamiento comprendió que la liberación del hombre pobre era el único camino para adelantar en la tierra la trascendencia del ser humano..
Mugica entendió que la herramienta política era un instrumento fundamental en la construcción del poder popular para lograr la liberación. No fue Mugica quien propiciara la lucha armada, en disidencia con algunos de sus colegas y con los mismos jóvenes a quienes él les abrió la cabeza hacia un compromiso por la liberación del pueblo argentino.
Pero eso esa discusión es lo que menos importa en su legado. Lo importante es su compromiso expresado en su oración propia: “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz.”
Nació en 1930. Ya en la década del 60 comenzó a poner en práctica su compromiso con los pobres y a ayudar a la construcción política de un poder popular de liberación. Interpretó que desde la doctrina política de Peron se podía llegar a desembocar en un socialismo nacional. Hacía allí apuntó la dirección de su compromiso religioso y político. para que los pobres construyan poder.
Este es el mejor recuerdo del motor ideológico y doctrinario de Mugica, todavía hoy en construcción a pesar del bastardeo permanente de aquellos que siguen ayudando a los pobres desde la caridad dentro de la institucionalidad de la Iglesia, la que también condicionó a veces a Mugica.
«Vivimos un momento que entraña un gran desafío”, dice Dri.
La discusión política y la participación constituyen una verdadera revolución, especialmente con la participación de tantos jóvenes. Una resurrección para mí. Por supuesto que todavía hay muchísimo que corregir, muchísimo que criticar. Hay prácticas heredadas y figuras que resultan repelentes. Pero ése es el gran desafío que tenemos por delante. Y es muy lindo enfrentarse con estos desafíos.
Ojalá el recuerdo de la entrega de su vida el 11 de mayo de 1974 sirva para reverdecer el compromiso del empoderamiento del pueblo pobre con la ideologia del Evangelio y la doctrina política del peronismo como Mugica la interpretaba en cuanto herramienta para la construcción del socialismo nacional.
* Referente del Movimiento Padre Mujica de Ludueña, ex sacerdote tercermundista