Es ley. Argentina es un país con más justicia social, con más derechos. El aborto finalmente es legal, seguro y gratuito para las miles de mujeres y personas gestantes que deseen interrumpir un embarazo. Hay una legislación que lo contempla hasta las 14 semanas, un Estado que deberá garantizarlo. Adiós a la clandestinidad, la lucha que sigue por la implementación y el corazón estallado en otra jornada histórica de vigilia.
Foto: Edu Bodiño
Volver a pasar por el corazón: cada mojón de esta lucha memorable; cada logro conquistado. Desde las guías de atención para abortos no punibles y protocolos integrales hasta cada una de esas ocho veces en que la Campaña nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentó su proyecto de ley ante el Congreso. El cabildeo constante, las alianzas, las plenarias y las redes transfeministas que fueron construyéndose a lo largo de una historia que lleva como estandarte el nombre de la legendaria Dora Coledesky.
Las investigaciones y relevamientos autogestivos de las organizaciones para relevar cifras en un contexto de clandestinidad, los manuales de uso de misoprostol, las líneas de acompañamiento y el socorrismo salvando vidas.
Volver a pasar por el corazón: los zapatos rojos recordando los nombres de las mujeres muertas en abortos sépticos un 28 de noviembre, y la escultura de Lola Mora gritando “Yo aborté” cuando hablar de aborto era un tabú. Aquellas marchas no tan masivas, aquellas túnicas verdes en la peatonal Córdoba, esa irreverencia feminista, lésbica, militante. La recolección de firmas de la Campaña para lograr la tan deseada despenalización social. Los cientos de testimonios en RIMA dando cuenta de esos abortos practicados entre el miedo y la soledad pero con ese enorme alivio que conlleva la posibilidad de interrumpir un embarazo no deseado.
Volver a pasar por el corazón el dolor y la indignación por el emblemático femicidio de Estado de Ana María Acevedo en Santa Fe y ver a su mamá, Norma Cuevas, años después, alzando el pañuelo verde, exigiendo que nunca más haya una piba muerta por un derecho negado. Es recordar a Romina Tejerina en Jujuy, y su historia plagada de vulneraciones por ser mujer, joven y pobre y, más acá en el tiempo, la historia de Belén en Tucumán: otra vida criminalizada por un Estado que, hasta hoy, penalizaba mujeres y cuerpos gestantes que deseaban abortar.
Volver a pasar por el corazón son los Encuentros nacionales y plurinacionales y los distintos talleres desbordados y desdoblados para pensar estrategias de acceso a un aborto no punible, contemplado en la legislación argentina desde 1921 pero violentado sistemáticamente en provincias y ciudades donde objetores de conciencia continúan obstaculizando derechos.
Pasar por el corazón es recordar a las pioneras; a las que hoy pudieron abrazarse mirando de frente un Congreso iluminado y desbordado en marea; y a las que ya no están. Hay nombres, claro: porque las luchas siempre tienen rostros, personales y colectivos. Hay gestos y cuerpos. Hay vida, siempre hay vida en este andar feminista tan poderoso, tan vital. Siempre.
Volver a pasar por el corazón las palabras que hace años nos decía una militante histórica ya fallecida de Amas de Casa del País, Graciela Benedetto: “la ley es un avance importante, pero después el tema de su efectiva implementación dependerá de la exigencia que hagan las mujeres”. Las mismas palabras que trece años después se escucha en boca de otra militante histórica, Mabel Gabarra. “la lucha ahora continúa muy fuerte porque vamos a tener que vigilar que pasa con el reglamento y que no haya modificaciones que alteren el espíritu del proyecto y después tendremos que ver cómo se aplica la ley y cómo se hace en los territorios de las provincias. Es un gran triunfo, es una lucha de gran aliento que vamos a continuar, con ese aliento que además tienen las jóvenes”.
Pasar por el corazón es recordar el trabajo cotidiano de las cátedras de aborto en las facultades de Medicina, las redes de profesionales que garantizan, que acompañan, que habilitan, un aborto seguro y sin complicaciones para las personas gestantes. En centros de salud, en hospitales públicos, en salitas de emergencia, debiendo detallar causales de salud integral en ciudades que cuentan con políticas de Estado con perspectiva de derechos como Rosario y en aquellas otras sumamente hostiles para los profesionales.
Pasar por el corazón es rememorar las jornadas del 2018. Tan frías, tan lluviosas. La de agosto, en el Senado, dolorosa, triste, impotente. Volver rotas pero sabiendo que más temprano que tarde nos volveríamos a abrazar para celebrar la ley.
Pasar por el corazón es registrar en la memoria feminista cada pañuelazo masivo: la marea de pibxs llevando el pañuelo verde como bandera. Donde sea. Un Monumento estallado y el canto colectivo: lxs poetas, las actrices, lxs fotógrafxs, lxs artistas, lxs ilustradorxs, lxs músicxs. Todo el arte colectivo creando belleza para seguir resistiendo.
Volver a recordar es pasar por el corazón cada vigilia que además, es la política en las venas. Y qué maravillosa música es sentir que un debate legislativo te pasa por la piel. Es el corazón, tan explotado, tan maravillosamente extasiado.
Volver a recordar es -ante todo- escuchar: las intervenciones y el debate legislativo. Las audiencias informativas y a lxs más de 700 expositores que pasaron por las reuniones de comisiones antes de que el proyecto llegara al recinto. Escuchar a compañerxs graficar la lucha, reseñar la historia, emocionarse, embroncarse. Sentir rabia y felicidad.
Pasar por el corazón es no dormir hasta que sea ley. Es mirar: el llanto, la ansiedad, los nervios, el cansancio, el baile, la risa. Es mirar todo y sentirse parte de esa foto colectiva. De esa postal histórica.
Pasar por el corazón es Pali recordando a las tantas mujeres que supo acompañar en sus interrupciones legales del embarazo, deseando con profunda ansiedad que sea ley: “Como profesional de la salud es poder empezar a trabajar más tranquilas, a dejar de tener que marcar causales, que solo tengamos que escribir IVE y demos acceso a ese derecho. Cuando fue la votación pensaba en eso, en la necesidad de un cambio de legislación que nos permita en nuestra práctica poder garantizar abortos de una manera distinta, es decir, no solo como reducción de riesgos y daños, como problema de mortalidad y morbilidad, sino poder garantizar abortos desde el derecho y acompañar esa decisión de las mujeres. La lucha hay que sostenerla y ya comenzó hoy en nuestro lugar de trabajo. El desafío es muy grande y tengo muchas ganas de poner la cabeza en la gestión de esta política pública con perspectiva de género y perspectiva de derechos”.
Pasar por el corazón es Saulo, enfermero del HECA y la imagen de su sobrina Josefina de 11 años, la que tuvo siempre en su cabeza durante la vigilia. “Recordé cuando, hace ya mucho tiempo, en la marcha del 24 de marzo me pregunto a quemarropa “¿qué es eso del aborto por lo que vos luchas?”, vino también otra escena, en la que charlabamos en un agitazo por la Educación Sexual Integral y mientras estábamos en el gazebo de la Campaña le preguntó a Mabel Gabarra “¿Hace cuánto que vos luchas por esto?”, no recuerdo la respuesta exacta de Mabel que debe haber incluido un varias décadas, pero si guardo el impacto de la pregunta que Josefina me hizo después “¿Cuánto falta para que sea ley?” Tuve su rostro presente mientras nos abrazábamos y celebrábamos en la puerta del Congreso. Pensé en lo importante que iba ser para ella haber luchado por un derecho y verlo materializarse. Sentí, mejor dicho, siento, que otro mundo es posible para ella, para todxs, y me explota el corazón de alegría”
Es el abrazo a las amigas, a la red amorosa y feminista que nos salva, que se teje fortalecida en esta lucha por el aborto legal como lo hace Gabriela: “Decidimos estar en ronda abrazades con las amigas que la militancia feminista me regaló- Pensé también que estaba muy contenta de haber decidido viajar al Congreso y vivir ese momento ahí. Fue mágico habitar las inmediaciones todo el día, sabiendo que ahí adentro, a unos metros, se estaba definiendo la legalización de un derecho tan trascendental para la vida de mujeres, niñas, lesbianas, varones trans y no binaries. Y también, se me pasó por la cabeza que era el momento, que iba a salir, que nos volvíamos a Rosario con la ley y esta felicidad enorme que aún perdura, que los derechos se conquistan luchando y que hoy se nos estaba reconociendo todo lo transitado para llegar hasta acá y se hizo justicia social”.
Pasar por el corazón es recordar los abortos clandestinos en el propio cuerpo y en el de las compañeras, como dice Noelia: “Fue encontrarse con tantas situaciones, abortos clandestinos propios, de compañeras, revivir cada detalle y sentir que esa votación nos estaba reparando de alguna forma, de hacer justicia por una situación que durante tantos años estuvo tan mal planteada socialmente, políticamente, legalmente. Fue sentir que estábamos de algún modo siendo reparadas, y una sensación muy hermosa de que la política puede ser una herramienta de transformación social que cambia vidas, que cambia realidades”.
Pasar por el corazón es la emoción, la lucha de largo aliento. La historia de una Viviana Della Siega, Silvia Ausgburguer, las hermanas Chiarotti, Mabel Gabarra, entre tantas luchadoras: la política hecha cuerpo, la defensa de los derechos humanos, los pañuelos blancos y verdes. No poder creerlo. “Nunca pensé que íbamos a tener esa diferencia de votos a favor, Siempre pensamos que en algún momento iba a salir. Siento emoción, alegría compartidas, y un poco de pena de no poder abrazarme con tantas compañeras”.
Pasar por el corazón es sentir que la lucha es colectiva como dice Soledad. “Tenemos una ley que no es menor, es una bisagra porque lo que legisló la Cámara tiene que ver con que podamos decidir autónomamente sobre nuestros cuerpos. Ahora vendrá el trabajo de cómo se va a reglamentar. Estaremos atentas para que esta ley se garantice”.
Pasar por el corazón el trabajo interdisciplinario en un centro de salud para acompañar y garantizar el acceso a abortos legales como lo hace Laura, psicóloga en la salud pública. “Pienso que esto recién empieza, vamos a tener que trabajar mucho en la capacitación de equipos interdisciplinarios que puedan acompañar estos procesos. Creo que ese es el primer paso para poder realmente garantizar. Pienso que no tenemos que escribir más causales, y pienso que diferente es armar un causal en Rosario a tener que hacerlo en otro lugar donde no hay un aval de la salud pública, es mucho más difícil”.
Pasar por el corazón: una, dos, mil veces. Todas las necesarias para recordar las intervenciones de diputadxs y senadorxs hablando de goces, de autonomías, de deseo, de cuerpos libres y soberanos. De maternidades deseadas y políticas, de hartazgo frente a la moral religiosa, de autocrítica y aprendizaje. De dignidad humana y justicia social.
Es la pluma de las periodistas feministas escribiendo los hitos, las fechas, la línea histórica, los nombres y también denunciando la responsabilidad del Estado: más de 3000 muertes por abortos clandestinos desde el comienzo de la democracia hasta el 2016. Casi 500 mil abortos anuales en Argentina, 73 mujeres criminalizadas desde el 2012 en adelante.
Volver a pasar por el corazón es recordar la voz de la vicepresidenta Cristina Fernandez de Kirchner anunciando los 38 votos afirmativos y esa frase memorable dicha a las 4 y 10 de la madrugada de un 30 de diciembre del año 2020: “se convierte en ley y se gira al Poder Ejecutivo”.
Pasar por el corazón es gritar nunca más un aborto clandestino. Es saber y sentir que la lucha sigue, con la misma fuerza y potencia de siempre. Es abrazar la política que transforma vidas. Es un Estado siendo garante de los derechos humanos. Es la organización feminista y popular. Es la emoción, la belleza y la resistencia. Es un Congreso legislando para las mayorías.
Es el feminismo que está venciendo.