Por Rosalyn Ruiz / Foto: Télam
A mí el Diego me representa pasión. Si hay una característica de él que quisiera destacar es esa, su poderosa pasión en todo. Y lo quiero tener en mi memoria así, como un ser apasionado que llevaba su pasión a cuestas en lo que amaba, en lo que odiaba, en lo que lo enojaba o en lo que lo divertía. Con lo difícil que es vivir desde la pasión en este mundo tan hipócrita que solo permite la pasión de a ratos. Y con lo arriesgado que es mostrar quién sos.
Esa pasión fue retribuida por la gente en todos los continentes con muchísimas muestras de amor, expresadas de las maneras más diversas. En algunas geografías se sintió más que en otras, porque quizás en esos lugares les llegó de más cerca ese polvo mágico de la pasión que esparció, porque quizás vivió ahí, jugó, caminó las calles o se emborrachó bailando.
Por eso Napolés no se bancó el toque de queda, por eso en Rosario les lepras prendieron velas por él y hasta se acercaron hinchas de Central a despedirlo, por eso en La Habana se lo leyó, se lo escuchó…por eso en Buenos Aires un gallina y un bostero podían fundirse en un abrazo contenedor desconsolades de llorarle. Lo sintieron en este duelo popular y colectivo en el que todavía no caemos, que comenzó el 25 de noviembre y el que tratamos de transitar entre todes para que nos sea más liviana la carga, el dolor, la angustia de tener que bancarnos esa ausencia física que no queremos aceptar y que no sabemos si la podremos procesar.
Y esa pasión fue la que lo conformó como lo que era, un ser genuino, como lo que era, como pudo serlo y como él quería, no como otres querían que sea. Que cargaba sus contradicciones y sus debilidades como todes, y que producto de esa pasión se reinventaba, y transformaba a ese Diego siempre.
Por eso Diego se sumaba a cuanta batalla de la pasión había, pasión por nuestra independencia, cuando viajó en el tren del Alba en esa manifestación anti Alca en Mar del Plata, por eso viajó cuantas veces el gobierno Bolivariano necesitó su apoyo en Venezuela con Chavez y con Maduro, por eso, siendo su director, la Selección Argentina no jugó en el apartheid sionista de Israel cuando él la dirigió; por eso cuando Abuelas precisaba difundir la búsqueda por les nietes que nos faltan no dudó en estar, en abrazar, en apoyar.
Y con esa pasión lloró a Néstor, abrazó a Cristina y puteó a Macri. Con esa pasión les dijo a los caretas mediáticos que la sigan chupando…y con esta misma pasión apoyó a este gobierno.
Esperemos que se multipliquen esas pasiones, que se reproduzcan por miles les barriletes cosmiques y que nos apasionemos por la pasión más apasionadamente que nunca.
Te amamos con toda la pasión Diego querido, gracias por todo.
1 comentario
Hago mias cada una de estas palabras.
Gracias Diego, gracias or tu Pasión!
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