“Con nuestra lucha demostramos que lo imposible solo tarda un poco más” Así lo dice, convencida, Sabrina Gullino Valenzuela Negro, al recordar el recorrido realizado desde el día que supo quiénes eran sus padres biológicos, asesinados durante la última dictadura cívico-militar. Años después llegó el momento en que la justicia federal comenzó a juzgar a los responsables y fue un triunfo de su lucha y de los organismos de derechos humanos. También piensa en esa frase cuando habla de la búsqueda de su hermano mellizo, que lleva adelante desde que recuperó su verdadera identidad.
Foto: Mariano Martino / Tiempo Argentino
Desde el 20 de diciembre de 2008, Sabrina Gullino Valenzuela Negro supo dos cosas: que era hija de desaparecidos y que tenía un hermano mellizo que quería encontrar. Comenzó a desatar los nudos de su historia y rearmar el rompecabezas y a encastrarlo con la vida que había tenido hasta ese momento. Declaró en varios tramos de la causa Guerrieri, por la desaparición de sus padres, Raquel Negro y Tucho Valenzuela, fue querellante y también declaró en la causa Hospital Militar de Paraná, por la sustracción de su identidad, y en la que se juzgó a los médicos del Instituto Privado de Pediatría (IPP) de Paraná. La búsqueda del Melli comenzó apenas supo su verdadera identidad y no paró desde entonces. Ella lo llama “Plan Melli”. Cada año actualiza el plan de búsqueda con nuevas hipótesis, líneas de investigación y datos que va recolectando. “Durante diez años hicimos diez plan Melli”, asegura. Algunas cosas van cambiando con el paso del tiempo pero el objetivo es el mismo: abrazarse con su hermano.
En octubre de 2011, el Tribunal Oral Federal de Paraná, en el marco del juicio oral por la Causa Hospital Militar, condenó a cinco represores por robar a los mellizos que dio a luz Raquel Negro en marzo del ’78. Las condenas fueron: Pascual Oscar Guerrieri recibió 14 años de prisión, Jorge Alberto Fariña y Juan Daniel Amelong 13 años, Walter Salvador Pagano 11 años y el médico anestesista Juan Antonio Zaccaría cinco años de cárcel. Mientras que Marino Héctor González fue absuelto.
Unos años después, en 2018, Sabrina volvió a transitar las audiencias de un nuevo juicio como querellante y testigo: el que juzgó a los dueños del IPP de Paraná por su apropiación y la del melli, la sustracción de ambas identidades tras haber nacido el 2 de marzo de 1978. Las condenas fueron de nueve años de prisión para Miguel Torrealday como partícipe necesario del delito y de seis años a sus socios David Vainstub y Jorge Rossi, como partícipes secundarios. En este proceso se comprobó que los mellizos nacieron en el Hospital Militar de Paraná y pocos días después fueron trasladados al IPP, que recién se inauguraba. Sabrina fue ingresada como Soledad López el 4 de marzo y su hermano como NN pero seis días después, el 10 de marzo. En los registros, el alta de ambos figurael día 27 de marzo. Se supo que Pagano y Amelong llevan a la niña hasta el hogar del huérfano de Rosario pero del Melli se perdió todo rastro.
-¿Cómo recordás aquellos días de juicios en donde muchas veces surgían datos sobre tu nacimiento y el del melli, el accionar de los médicos y su complicidad con la dictadura?
-La causa Hospital Militar fue el primer juicio por delitos de Lesa Humanidad que se realizó en la provincia de Entre Ríos. Esa experiencia fue muy intensa, nos fuimos a vivir tres meses a Paraná con el equipo jurídico de Abuelas y de Hijos. Fue al mismo tiempo alucinante porque, además de aprender un montón de cosas, se abrió la puerta para empezar a comprender y darle visibilidad a la responsabilidad civil de los médicos del Instituto Privado de Pediatría (IPP). Hace poco murió la enfermera que fue una de las grandes protagonistas de esta historia porque gracias a ella se pudo reconstruir todo lo que pasó en el Hospital Militar. Natalia Krunn fue quien tuvo a su cargo durante quince días en Sala 1 a mi mamá, Raquel Negro. Ella vio como nos separaban en la sala de parto. Tengo un profundo agradecimiento por su colaboración para desandar la impunidad y para la búsqueda del Melli, una búsqueda que seguimos realizando.
-¿Qué nuevas pautas de búsquedas del Melli te dio el juicio que se juzgó directamente a los médicos del IPP?
-En ese momento viajé a la provincia de Córdoba porque una de las enfermeras había dicho en un testimonio: “ese chico está en Córdoba y es médico”, en referencia a mi hermano. Nosotros ya veníamos investigando qué había pasado con el IPP y también su relación con la clínica Halac de Córdoba. Una de las versiones decía que si el Melli se había descompensado lo podían haber llevado ahí ya que fue el primer instituto de neonatología de la Argentina, de hecho se lo conoce a Jacobo Halac como el padre de la neonatología en el país. Averiguando con otros testigos en Córdoba terminamos enterándonos que Torrealday hizo su formación e esa provincia junto a su hermano Lorenzo. Cuando se montó el IPP en Paraná, fue Halac el que llegó para dar el visto bueno. Tenían un vínculo muy fuerte, eran como padrino y ahijado. En ese momento también vimos que era interesante también de pensar sobre el poder médico y la decisión que toman sobre las vidas. Imaginate que en la misma manzana funcionaba el IPP, que era la clínica más avanzada de la región para recibir a todos los neonatos de la provincia, y funcionaba el Sanatorio del Niño, que era público. El jefe de maternidad de ese sanatorio también era Torrealday. Tenía el manejo de los dos institutos, el de la esfera pública y el de la privada. Entonces, en el segundo juicio, una enfermera que trabajaba para Torrealday, declaró que recordaba a un niño NN. Ese día no pude estar en la audiencia y no la pudimos ubicar. Como era de Córdoba decidí viajar para hablar con ella. Cuando supimos dónde encontrarla la estuvimos esperando con mi primo, que vive allá, un montón en la puerta de la verdulería del hijo. En un momento llegó la señora y fue alucinante porque al principio estaba reticente pero después empezamos a charlar y la mujer fue muy buena onda. Entre otras cosas nos contó que quien controlaba los planos de la construcción del IPP fue Halac.
-¿Y cuál fue el dato que les pudo ofrecer esta enfermera?
– La pregunta fue siempre cómo habíamos ingresado nosotros al IPP desde el Hospital Militar, cómo fue ese traspaso. La pregunta era quién fue el responsable, si el Hospital Militar o el IPP. Esta mujer nos cuenta que un día estaba en la sala de neo del Sanatorio del Niño y lo ve llegar a Torrealday con un bebé en brazos envuelto así nomás en una sábana y que era un varoncito. El hombre le pide que le prepare una cunita y una encubadora para el bebé. Observa que lo ingresa como NN. Cuando le pregunta por qué, el médico le da una explicación bastante superficial que no le cierra. Esto que nos dice ella no lo declaró en el juicio por lo que ya no tenía valor judicial pero para nosotros es el dato que cerraba todo. En la sentencia uno de los jueces dice que el Melli tiene que haber estado en el Sanatorio del Niño esos seis días que tuvimos él y yo en ingresar al IPP. Estaba ahí a la vuelta y eso se condice con lo que confirmó extraoficialmente la enfermera.
-¿Cómo transitás cada etapa de tu búsqueda y cada juicio o audiencia?
-Hubo una movida muy grande y colectiva que acompañó nuestro pedido de justicia, no solo de Hijos Paraná sino de toda la multisectorial de derechos humanos y toda la sociedad paranaense. Es interesante mirarlo en perspectiva para atrás en los últimos diez años porque realmente se podía comprobar cómo se pudo transformar la realidad, comprobar que lo imposible solo tarda un poco más y ver que cada viaje a Paraná, las acciones, Música por la Identidad, Teatro por la Identidad y las intervenciones artísticas, fueron trazando un camino para desandar la impunidad de los médicos del IPP. Después de muchas marchas y contramarchas se pudo llegar a juzgar a los médicos.
-¿Alguna vez hablaste personalmente con estos médicos, además de haberles pedido públicamente que hablen?
-Una vez me pude encontrar con ellos, fuimos con mi hermano Seba. Nos juntamos para hablar de lo que había pasado y ellos de manera muy corporativa demostraron que querían colaborar, pero en definitiva terminaron dejando a la luz que tenían un pacto de silencio que no iban a quebrar. Fue muy fuerte porque yo había quedado en días y horas diferentes para hablar con cada uno de ellos, pero cuando Torrealday me cita en la clínica, llegamos y estaban los cuatro juntos. De hecho recuerdo que me llevan a ver la supuesta incubadora donde yo debería haber estado con mi hermano. Cuando le pregunté a Torrealday si él podía inferir qué había pasado con el Melli, me terminó diciendo: “Mirá de acá tu hermano salió vivito y coleando. Esos seis días de diferencia entre que vos ingresás y él ingresa se pueden concebir en relación con una apnea, con algún cuadro de ictericia”. Esas respuestas dieron cuenta de que ellos estaban ahí y sabían qué había pasado. Ese día entraron cómo víctimas y salieron como responsables, ahí fue donde se hizo el gran giro del guión.
La idea es visibilizar dentro de las escuelas, la importancia de los juicios a los genocidas. Transmitir que son unas de las instancias más valiosas que hemos logrado como sociedad argentina y que forjan un puente intergeneracional fructuoso, una bisagra para debatir, reflexionar sobre el pasado reciente y construir verdad y justicia.
-Estás trabajando en un nuevo proyecto para dar difusión a los juicios de Lesa Humanidad, ¿De qué se trata?
–Es un proyecto educativo en el que queremos darle un marco pedagógico. Se llama La escuela y los juicios, está planteado en una plataforma digital con tres ejes: memoria, identidad y justicia. Lo lanzamos en el marco del inicio del juicio oral por la Causa Klotzman que se está realizando en Rosario. El proyecto está encabezado por Abuelas de Plaza de Mayo e Hijos Regional Rosario, junto con el apoyo de las áreas de derechos humanos de la Universidad Nacional de Rosario, la Municipalidad de Rosario, de los gobiernos de la provincia de Santa Fe y de la Nación. La idea es visibilizar dentro de las escuelas, la importancia de los juicios a los genocidas. Transmitir que son unas de las instancias más valiosas que hemos logrado como sociedad argentina y que forjan un puente intergeneracional fructuoso, una bisagra para debatir, reflexionar sobre el pasado reciente y construir verdad y justicia. Creemos que son valiosos instrumentos de construcción de memoria colectiva, por eso es importante desplegar acciones que permitan potenciar y aprovechar su desarrollo. (Ver apartado abajo)
-¿Le hablás a tu hija de tu historia?
-Por supuesto, ella conoce mi historia. Conoce a sus tíos, abuelos y los adora. Entiende lo que son los papás adoptivos, los papás biológicos. Sus ídolas son las abuelas de la plaza.
-¿Cómo te sentiste al saber que se hacía una película sobre tu papá? En su momento no estuviste de acuerdo con algunos aspectos, ¿Por qué?
-Rafael Bielsa me hace llegar el libro y me gustó. A partir de ahí me cuenta que se habían cedido los derechos para que se haga una película. Esa película exagera ciertos estereotipos y ciertos dualismos de la militancia. Está totalmente descontextualizada para poder corresponderse con el género de un thriller policial, pierde mucho con lo que tiene que ver con lo histórico. Igualmente a veces esas producciones entran en algunos lugares que con un discurso más militante no se llegaría, y en realidad nosotros estamos buscando a todas las nietas y todos los nietos y no importa que ideología tengan. Hay que encontrarle lo positivo a esas producciones de la industria cinematográfica.
-¿Cómo ves hoy la lucha de los organismos de derechos humanos en el contexto de pandemia?
-Hay un consenso generalizado de que ciertas conquistas no pueden perderse. Hoy con este contexto de pandemia, la derecha y los sectores más poderosos lamentablemente logran una estrategia de posicionarse, con sus recursos, en los lugares que cuestionan lo instituido. Los organismos de derechos humanos tenemos que ser más creativos y tratar de dar la disputa de los sentidos.
-¿Un libro que te guste?
-Maus de Art Spiegelman.
-¿Una canción?
-El tiempo está después de Fernando Cabrera
-¿Una estación del año?
-La primavera
-¿Una mujer que te guía?
– Hannah Arendt últimamente
-¿Un deseo?
-Que se resuelva la emergencia sanitaria en todo el planeta Tierra.
La escuela y los juicios:
La Escuela acompaña a los Juicios es una iniciativa conjunta de Abuelas de Plaza de Mayo filial Rosario e H.I.J.O.S. Rosario. Tiene como finalidad acercar a las y los docentes una propuesta educativa para posibilitar en las y los estudiantes aprendizajes en torno al pasado reciente, tomando como recurso pedagógico el Juicio que se llevará adelante en Rosario conocido como “Klotzman”.
En este sentido, y apostando a la construcción de una sociedad más justa basada en los valores de Memoria, Verdad y Justicia, es que ponen en marcha esta propuesta: la confección de una Caja de Herramientas para que docentes, en las medidas de sus posibilidades, puedan generar espacios de reflexión y conocimiento, a partir de uno de los productos sociales más importantes que tenemos las y los argentinos: los Juicios por delitos de Lesa Humanidad.
Entre las actividades que están programadas en el marco de este nuevo proyecto figuran una charla de Estela de Carloto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que estará dialogando con Sabrina Valenzuela Negro e Iván Fina. La cita es el 8 de octubre, También una charla del Equipo Argentino de Antropología Forense sobre Ciencia, Identidad y Justicia.