La cámara testigo logra captar con amorosidad y respeto ese camino trazado por Canela y formado por los vínculos que la acompañan y la sostienen. Bien podría haber salido de una película de Almodóvar, pero Canela es real, es nuestra y nos enseña sobre la construcción de la identidad siempre en movimiento y en cualquier momento de la vida. El documental sobre la vida de Canela Grandi, arquitecta trans rosarina que con casi 50 años decide realizar su transición de género, se estrena en la nueva plataforma de cine virtual Puentes de Cine de la Asociación de Directores de Cine PCI.
[dropcap]C[/dropcap]anela Grandi entra a una obra en construcción con vestido, pulseras, anillos en cada dedo y tacos altos. Da órdenes con la misma pasión con la que enseña arquitectura orgánica en la UNR. Maneja una camioneta naranja que la lleva a todos lados: de la universidad a la obra, de un paseo en el parque al local de ropa de una amiga. Detrás de sus lentes oscuros hay unos ojos con maquillaje perlado que esconden toda una historia de identidad y deseo: Canela, hasta los 48 años, fue Áyax Grandi, padre de una mujer y dos varones, arquitecto y profesor universitario. Cuando Cecilia del Valle le propone en el 2013 comenzar a rodar un documental sobre su vida, Canela ya tenía 58 años, uno de hormonizaciones y la duda creciente sobre las consecuencias de realizarse una vaginoplastia.
“La verdad de la arquitectura está en el espacio interior” dice Canela a un alumno. Una verdad que aplica a la arquitectura orgánica y a su propia vida, llena de búsquedas, preguntas, escuchas atentas y fidelidad a sí misma.
La cámara testigo logra captar con amorosidad y respeto ese camino trazado por Canela y formado por los vínculos que la acompañan y la sostienen. Bien podría haber salido de una película de Almodóvar, pero Canela es real, es nuestra y nos enseña sobre la construcción de la identidad siempre en movimiento y en cualquier momento de la vida; sobre la búsqueda del deseo – el genuino, el que no sigue norma ni estereotipos – y sobre el desafío que es dejarse cuidar. Una Canela cercana, luminosa, colorida y, sobre todo, querible.
“A Canela la conozco en una charla sobre arquitectura y urbanismo. Empezamos a concebir la posibilidad de contar su historia y me pareció que podía ser la semilla de una película. Ella es una gran cinéfila, ama las películas. Le encantó la posibilidad de que su historia se cuente, está super orgullosa. Así que, tanto como yo amo la arquitectura, ella ama el cine y ahí nos encontramos con nuestros amores y enseguida empezamos a construir este vínculo”, cuenta Cecilia del Valle a enREDando, en esta charla sobre su primer largometraje que se estrena online.
¿Cómo fue el proceso de realización desde el fines del 2013 hasta hoy?
Ella siempre me decía la frase “proteger las raíces de la helada hasta que sea tiempo de despertar” y me parece que durante mucho tiempo fue creciendo en ella el deseo y se dio su cambio de género cuando pudo. En ese sentido, en el proceso audiovisual hay como una analogía. Yo creo que aprendí mucho de ella en relación a dejar de apurarme y entender que hay que escuchar a la película, como ella escuchó a su cuerpo, a su deseo. Empezó a nacer cuando dejé de apurarme. Pasaron, además, muchas cosas en su vida. En tantos años ella sacó su DNI, su hija se fue a vivir a España, su mamá se enferma y muere, se jubiló. Fueron muchas las cosas que iban sucediendo, muchos los reencuentros con gente del pasado, con nuevas amigas. La gran inquietud de la película: si ella tenía que intervenir su cuerpo quirúrgicamente o no para ser la mujer que ella quería, empezó a aparecer después de muchos años. Cuando ella empezó a dejar aparecer sus sentimientos, porque al principio estaba más crítica.
Ella siempre me decía la frase “proteger las raíces de la helada hasta que sea tiempo de despertar” y me parece que durante mucho tiempo fue creciendo en ella el deseo y se dio su cambio de género cuando pudo. En ese sentido, en el proceso audiovisual hay como una analogía. Yo creo que aprendí mucho de ella en relación a dejar de apurarme y entender que hay que escuchar a la película, como ella escuchó a su cuerpo, a su deseo.
Y el contexto económico durante estos años tampoco ayudó…
El cine sin plata no se puede hacer, pasaron varios presidentes del INCAA, las cuotas de los subsidios no llegaban. Canela a veces no tenía la disponibilidad porque cuidaba a su madre. En los roles de cuidado las mujeres somos quienes nos ocupamos y ella absorbe el universo femenino y se hace cargo, siendo que tiene un hermano varón para el cuidado de su madre.
Cuando empecé a hacer las residencia para hacer documentales y empecé a tomar contacto con otros documentalistas latinoamericanos. Hay documentales que se hacen a lo largo de 7, 8 o 9 años. Parir la película se dio un poco naturalmente, montándola, trabajándola mucho. Podría haber sido otra película pero es esta que es la que yo siento más cercana, más mía, desde el tono, la mirada hacia ella, lo que quiero contar y construir.
La vinculación entre la historia personal de Canela y el largo proceso de realización del documental, Cecilia lo menciona como una “mamushkas de minorías”, una dentro de la otra: “Las travestis y transexuales a esa edad son sobrevivientes, si bien Canela pasa la mayoría de su vida en el marco de la masculinidad. Al mismo tiempo somos muy pocas las mujeres que filmamos en Santa Fe. Entonces yo, siendo mujer, que no soy de Buenos Aires, filmando una película INCAA, que trata sobre una mujer trans. Una mamushca que, en algún punto, nos iba empoderando, iba siendo el faro.”
Parir la película se dio un poco naturalmente, montándola, trabajándola mucho. Podría haber sido otra película pero es esta que es la que yo siento más cercana, más mía, desde el tono, la mirada hacia ella, lo que quiero contar y construir.
“Canela” es para Cecilia un documental “fronterizo, que coquetea con la ficción”. Mezcla situaciones totalmente genuinas que suceden entre Canela y las diferentes personas con quienes interactúa y algunas puestas en escena como apuestas estéticas que no tienen que ver con un documental purista ni de observación. “Tardé un montón, pero me encanta la pelicula, me gusta el tono que tiene, que sea fronteriza, entre géneros, la siento mía y de Canela. Me encanta, estoy orgullosa. Tiene mucho trabajo colectivo, está terminada muy bien.”
¿Cuánto de mirada feminista hay en la película?
Yo soy feminista, me considero feminista. Esa mirada me atraviesa en todo: en cómo soy como madre, como docente, como realizadora, en mi vida toda. Me atraviesa por haber elegido contar esa historia y no otra, me atraviesa porque estoy escribiendo una película que se llama “Puérpera” que habla sobre el paréntesis de una mujer en el marco del puerperio. Estoy atravesada constantemente, tanto por los temas como por el modo en que llevo mi vida. Imposible que nos sea así. Después, hay algo de las películas que son del mundo, son del universo, lo que el otro reciba, como un hije.
Hay un mundo femenino que aporta tanto en la realización de la película – algo no muy visto en la industria local – como en la misma historia de Canela. ¿Cómo vinculás esto?
Tuve a Veronica Rossi como montajista. Yo había trabajado con varios varones antes que tenían una mirada sensacionalista, no era la idea poner ahí ningún tipo de atención y con Verónica trabajamos muy bien. Empecé también a construir esto con una co-guionista que fue Romina Tamburello, que también me ayudó en las reescrituras, esa fue una labor super ardua. También trabajé con Alejandra Lescano que hizo color, que tampoco es una labor muy común para mujeres en el universo del cine. Tuve productoras mujeres que me acompañaron mucho, aun hoy me acompañan en el proyecto.
Si bien parte del equipo técnico fueron hombres, tuve mujeres muy pilares, muy sostenedoras porque emocionalmente es fuerte mantener y llevar a cabo un proyecto durante tantos años. Creo que a mí, tanto como a Canela cuando ella hizo el cambio de género, me alojaron mucho las mujeres. A Canela, cuando hizo el cambio, las empresas constructoras dejaron de contratarla y fueron las mujeres que ganaban el pequeño Procrear, las que hacían el pequeño cambio en su casa, las que la abrazaron en este cambio. A Canela el universo femenino le da la bienvenida, la protege, la cuida, la aloja.
Yo soy feminista, me considero feminista. Esa mirada me atraviesa en todo: en cómo soy como madre, como docente, como realizadora, en mi vida toda. Me atraviesa por haber elegido contar esa historia y no otra…
¿Crees que es importante visibilizar a las mujeres vinculadas al cine?
Lo que más me interesa es visibilizar a las mujeres todas, sobre todo las mujeres que habitamos lugares que no son Buenos Aires. Es una minoría, dentro de otra minoría. Por eso son tan importantes los cupos, es un lugar que no se da. También las temáticas, la elección de la gente que elige, que modera y que está en el lugar de jurado para la elección de temas y de películas. Eso es fundamental: que haya mujeres. Me acuerdo cuando con “Puérpera” fui a presentarla para un premio de desarrollo y uno de los jurados me dijo : “yo la verdad es que no entiendo a quién le puede interesar esta película”. Ahí yo dije: estamos en el horno.
La verdad es que nos conocemos poco, pero ahora con las redes me estoy conectando con muchas realizadoras mujeres. Creo que en cine hay mucho ego, en el universo femenino creo que menos, hay mucho acompañamiento entre nosotras para difundir nuestros contenidos y es algo que yo festejo.
Estreno:
El estreno será en la nueva plataforma de cine virtual Puentes de Cine de la Asociación de Directores de Cine PCI. Parte del valor de la entrada será donado al acompañamiento de personas trans en todo el país.
FICHA TÉCNICA:
Reparto: Canela Grandi Mallarini
Dirección y producción: Cecilia del Valle
Guión: Cecilia del Valle
Tutoría narrativa : Marta Andreu (Residencia Walden)
Montajista: Veronica Rossi
Colaboración autoral: Romina Tamburello
Dirección de fotografía y cámara: Lucas Pérez
Diseñador de sonido: Santiago Zecca
Música: Juani Favre
Productora asociada: Pamela Carlino
Jefa de producción: Roxana Bordione
Color: Alejandra Lescano
Foto fija: Juan Failla
Duración 77 min
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