La coalición oficialista, junto con otras fuerzas, optó legislar en contra del conjunto de la población, acentuando el perfil de una ciudad para pocos, donde mandan las especulaciones inmobiliarias y financieras por encima de los derechos. Con los votos del PRO, del Socialismo, del intendente electo Pablo Javkin, de su aliada María Eugenia Schmuck y de Osvaldo Miatello, el proyecto para construir tres megatorres en Corrientes y Córdoba (del empresario Lattuca), fue aprobado en el Concejo.
Por Taller Ecologista
Desconociendo una vez más los cuestionamientos de organizaciones y vecinxs, y la propuesta presentada por estos últimos para reformular el proyecto. Lamentamos el doble juego del oficialismo donde en teoría valora la participación ciudadana pero que en la práctica -cuando hay temas importantes en juego- la desconoce sistemáticamente, favoreciendo a los sectores más poderosos.
Pasaron nueve meses desde la primera señal de alerta por parte de las organizaciones alrededor de los impactos del proyecto y la falta de participación e información pública sobre el mismo. Desde entonces y, hasta hoy, el reclamo ha sido el mismo: legislar a favor de los intereses de la ciudad y no de ganancias extraordinarias para un grupo económico concentrado, y habilitar mecanismos para que la ciudadanía (principalmente la más afectada por obras de semejante magnitud) cuente con información sobre temas que afectarán directamente en su calidad de vida.
Finalmente, este jueves 4 de julio el Concejo aprobó el proyecto para construir tres megatorres en la «Manzana 125», permitiendo así la edificación de 40.800 metros cuadrados repartidos en tres torres de 70, 66 y 36 metros. Dos de las cuales triplican la altura permitida por la normativa en el centro, y la superficie total casi duplica lo que se podría edificar.
De esta manera, el Concejo otorga alturas y superficies excepcionales beneficiando a una empresa que no se caracteriza por construir para cualquier ciudadano. Sus desarrollos son direccionados para “satisfacer los requerimientos de la demanda en el segmento ABC1”, es decir del 5% de la población, según puede verse en su página web.
Para los vecinxs de la zona y la ciudadanía en general quedarán varios problemas: un microcentro más colapsado, mayor circulación de automóviles, con tendencia a empeorar la calidad del aire y los niveles de ruido (que ya se encuentran en valores preocupantes para la salud); una mayor acumulación de calor por las grandes masas de cemento y hormigón, empeorando el fenómeno de isla de calor; vecinos que quedarán a la sombra, en particular aquellos sobre calle Rioja. Servicios posiblemente sobrecargados, más caos, ruido y polvillo durante la construcción de la obra, seis años según dice la empresa, pero que podrían extenderse a más de diez.
En este tiempo hubo reiterados planteos de organizaciones y vecinos, llegando a presentar una contrapropuesta (ingresada en marzo) para reducir significativamente las alturas y metros cuadrados a edificar. Pero lamentablemente no fueron tenidos en cuenta a la hora de seguir apoyando a un proyecto que redundará en perder calidad de vida. Ningún vecino fue convocado siquiera a explicar la contrapropuesta.
De hecho, como ciudadanxs, vecinxs y referentes de organizaciones, estuvimos a punto de quedar afuera de la reunión decisiva realizada el martes 2 de julio, donde las comisiones de Ecología, Gobierno y Planeamiento dieron el visto bueno para que el proyecto pasara al recinto. Rechazamos éste, y muchos episodios de este largo y sesgado “debate” que no incluyó a todxs lxs actores involucradxs. Y lamentamos la nula discusión dada en las comisiones de Planeamiento y Gobierno, dominadas por el Frente Progresista y el PRO.
Frente a este preocupante panorama se alzaron las críticas y las preguntas de los concejales y concejalas Lepratti, Monteverde, Tepp, Magnani, López, Gigliani y Toniolli. Las respuestas fueron evasivas y vagas, y sin voluntad de revisar el proyecto empresarial.
Además de la desconsideración permanente hacia la ciudadanía, nos queda la preocupación sobre la precariedad de los argumentos y la falta de voluntad política para dar una discusión seria sobre un tema complejo y estructural, sobre la ciudad que tenemos y la que queremos, ¿cómo? ¿para quienes?.
Nos queda la impotente sensación de que cuando se discuten temas de fondo, toda la retórica de la participación se viene abajo y siguen siendo los grandes capitales los que gobiernan. Y que se acaba de perder una importante oportunidad para pensar una ciudad que no beneficie a los que ya tienen todo y, en cambio, pueda equilibrar en favor de toda la ciudadanía.