Frente al discurso neoliberal de la meritocracia y el emprendedurismo, la respuesta es juntarse. El Frente Cultura en Movimiento Rosario nuclea a personas de distintas disciplinas artísticas –teatro, danza, música y artes plásticas- de la ciudad que se empezaron a organizar con un objetivo común: frenar la fiebre amarilla y discutir de qué tipo de cultura estamos hablando y cómo construir aquella cultura que es patrimonio de los pueblos. ¿Qué pasa cuando la cultura se pone en movimiento?
[dropcap]E[/dropcap]ntre los meses de noviembre y diciembre de 2017 empezó a gestarse la cosa. Rubén Pagura y Alfredo Vivono, ambos provenientes del mundo del teatro, le escribieron a Myriam Cubelos convocándola por su relación con la música. Ninguno podía saber qué nacería de esos primeros encuentros. Nadie podía imaginar que esas reuniones germinarían y que hoy sería un movimiento cultural. Rubén, Alfredo y Myriam fueron convocando a distintas personas con las que comparten un objetivo común: pensar qué hacer para frenar el avance del neoliberalismo en la ciudad y en la provincia. Así recibió el mensaje Marco Kofman: “ !Alerta amarilla!”, le escribió Myriam.
La alerta tenía que ver con la gran cantidad de votos que había sacado Roy López Molina en las elecciones de 2017. Ese resultado encendió la alarma, recuerda Marco Kofman, que forma parte del Sonamos Latinoamérica y de la murga La Cotolengo. “Quisimos tratar de aprovechar el acumulado de laburos colectivos que hay en la ciudad como para poner la cultura al servicio de que eso no siga avanzando”.
En Rosario hay diversos colectivos de trabajadores y trabajadoras de la música: colectivo de tanguerxs, de murgas, la organización Canción Urgente, el Sonamos Latinoamérica y el Encuentro Nacional de Músicos (ENM), por nombrar sólo a algunos. Myriam Cubelos forma parte del ENM que se hace en Rosario desde hace quince años. “Empezamos a trabajar en la declaración de principios y después hicimos una reunión con cuarenta personas, entre los que estuvieron integrantes de los colectivos organizados y otras personas que no formaban parte de ningún colectivo junto a actrices y actores reconocidos de la ciudad como Laura Copello, Rody Bertol, Ricardo Arias y Cristina Prates”.
Una de las primeras tareas fue convocar y ver a quién le interesaba participar. Marco fue en condición de integrante del Sonamos Latinoamérica. “Nos empezamos a juntar en las casas para tratar de ver qué podíamos hacer, a imaginar desde cero qué pueden hacer los artistas de la ciudad para impedir el avance del neoliberalismo”. Esta motivación inicial llevó a diversos debates acerca de qué propone el neoliberalismo como cultura, qué cultura quieren los artistas de la ciudad y cómo construirla.
En el documento que terminarían redactando como colectivo dejan en claro que “si como Estado o como Ciudadanía vamos construyendo cultura, está en nuestras manos la posibilidad de cambiar aquella cultura que juega en contra de nuestra realización o aquella que daña nuestra condición humana, por otra más justa, más respetuosa, que habilite la manifestación plena de cada potencial humano y su relación con el entorno”. Desde el Frente Cultura en Movimiento Rosario entienden a la cultura como aquel patrimonio que constituye la identidad de los pueblos, es decir, todo aquello que hace a la particularidad de cada sociedad y que une a las personas que forman parte de ella. Las prácticas comunes; la común-unión. La cultura como patrimonio y como derecho de los pueblos.
Desde el Movimiento explican que el neoliberalismo, de acuerdo con la dinámica propia de las élites económicas dominantes, pone a las finanzas como centro y el ser humano queda al servicio de la economía. La propuesta es invertir la ecuación para que el ser humano quede en el centro y la economía y la política estén a su servicio.
En los primeros encuentros empezaron a pensar de qué manera llevarle una mirada diferente a la gente desde lo artístico. El lugar para hacer la obra sería la calle y el objetivo sensibilizar y generar empatía para derrotar el ideario macrista del emprendedor en donde el individuo hace todo por sí solo. En el verano de 2018 Rubén Pagura armó una síntesis de una obra de Dragun que se llama ´La historia del hombre que se convirtió en perro´. Es una obra de diez minutos que cuenta la historia de un tipo que busca y busca laburo y lo único que consigue es trabajar de perro. El personaje se va convenciendo de que es lo único que puede hacer. Esta obra también la hicieron en el Centro Cultural Atlas, donde también participó la murga La Cotolengo, Leonel Capitano y Agualuna, un proyecto en trío femenino que interpreta composiciones hechas por mujeres donde participa Myriam Cubelos junto a Vanesa Baccelliere y María Eugenia Vadalá.
Myriam plantea que el artista es un comunicador que a través del arte manifiesta su palabra, su pensamiento, su sensación y sus necesidades. Dice que si la cosa se pone amarilla corren peligro las conquistas que se consiguieron durante décadas. Marco separa la noción de cultura de lo que es la programación artística. “Cultura no es solamente lo que los artistas hacen sino las distintas prácticas habituales de los pueblos, la forma en que comen y cómo se relacionan con la naturaleza”.
Los valores de la cultura para el neoliberalismo, dice Marco, tienen que ver con el sujeto de la meritocracia y el emprendedurismo. Ese sujeto no tiene historia, antecedentes ni trayectoria. “Es un sujeto que se enfrenta solo a una realidad en la que tiene que disputar su lugar”. Myriam vuelve a la historia del hombre que se convirtió en perro para explicar la situación actual, en la cual la gente que se queda sin trabajo empieza a buscar la manera de encontrar algo para salvarse. “¿Dónde me busco un mango? ¿Cómo hago para llevar la comida a mi casa o para pagar esos impuestos impagables? Esa es la cultura que quieren, tener a gente que trabaje de sol a sol por dos pesos”.
En febrero de este año desde el espacio escribieron un documento con algunas propuestas para la reflexión y el debate sobre política y cultura. En el texto plantean que el éxito del neoliberalismo se apoya en la colonización del sentido común, algo que han logrado bajo la falsa “neutralidad ideológica”. Para el Frente no se trata de si la cultura y la educación se contaminan con la política porque cultura y política son dos conceptos inseparables. Marco habla del ajuste en términos económicos concretos cuando refiere a la disminución de los ingresos en relación con la menor cantidad de público que va a los espectáculos. “En un contexto en el cual el arte es considerado como una mercancía, es lo primero a lo que renuncia la gente cuando no tiene para comer o para pagar las tarifas”. En este sentido Marco habla de lo perverso e inteligente del sistema que por medio del ajuste hace que las personas se cierren en sí mismas tratando de zafarla. “El individualismo se produce a sí mismo”.
Myriam, que piensa en la misma línea, cuenta que vienen trabajando una educación por el arte. Menciona la necesidad de que haya más escuelas artísticas en la ciudad por la relación que el arte debe tener con la educación y la formación. Dice que en Rosario no hay ninguna escuela de formación en música popular y que la europeización de la enseñanza no es ingenua. “El arte es muy importante para el ser humano, es alimento del alma que lo hace ser diferente y al mismo tiempo unido al otro”, dice, y agrega que eso pasa a ser una cosa de élite porque no se puede pagar. “El proyecto de La Vigil tenía que ver con el arte para todos y todas. Por eso la dictadura rompió con todo eso. Es algo completamente necesario y para nada prescindible. En este momento se cierran los espacios porque no pueden sostenerse”.
>Marco y Myriam aclaran que el movimiento no tiene un fin corporativo porque ya hay otros espacios para defender el lugar de los y las trabajadoras del arte, como por ejemplo, el Sindicato de Músicos. Cuando empezaron a juntarse identificaron que lo que hacía falta era pelear la noción de cultura. Por eso, cuando se enteraron de la propuesta de Diálogos Abiertos, fueron a plantear la posibilidad de hacer un evento para debatir estas ideas. En esa oportunidad, presentaron una obra de Rubén Pagura que se llama ´Memoria de un juglar´ y que cuenta cómo fue el Plan Cóndor en todo Latinoamérica.
Una de las propuestas del Movimiento es que la política cultural se trabaje y se construya junto a los trabajadores de la cultura y no que el Estado se dedique sólo a conducir o gerenciar. Los Centros culturales, las casas de cultura barriales y vecinales y las bibliotecas populares son una de las patas que hacen a esta construcción. Myriam explica que la idea que tienen es ser una mirada crítica, una especie de foro que irá siguiendo todo lo que haga el próximo gobierno. En el documento plantean la necesidad de crear un Concejo o Defensoría de los valores culturales del pueblo, o un Observatorio de políticas culturales.
La cultura se puso en movimiento y fue tejiendo una red que hoy abarca a la música, el teatro, la danza y las artes plásticas. En la organización hay representación de las distintas disciplinas artísticas: Marco Kofman por la música, Jorge Molina de artes plásticas, Ana Jaime de danza, Rubén Pagura y Alfredo Vivono por teatro y Leonel Capitano por las agrupaciones de tango.
Una de las preocupaciones que manifiestan tiene que ver con la difusión y divulgación, pero no sólo de las actividades relativas con la programación artística sino también con la historia y la cultura. Marco dice que la mayoría no conoce la historia de Rosario, que la experiencia de La Vigil en muchos lugares se perdió y que también se desconocen las luchas obreras de la década del sesenta en nuestra ciudad. “Hay toda una historia que también tuvo su expresión en la forma de encarar el arte mismo. El arte y la historia siempre van de la mano”. En este sentido plantea que la música que generalmente se difunde en las radios y en la televisión de nuestra provincia no tiene que ver con nuestra historia. “La historia es la historia de los pueblos, de cómo se organizan, resisten, crean cultura y la transforman. Ese legado se ha cortado generacionalmente”, dice Marco, y plantea que el arte tiene mucho para aportar. “Este movimiento es una juntada de varios espacios de resistencias”.
“Nosotros creemos en una militancia del arte”, dice Myriam, mientras resume en forma sintética el motivo de reunirse. “Cultura en movimiento tiene una mirada más amplia de lo que creemos debe ser la cultura para el ser humano y cómo debe motivarse en la infancia. Hacer una democratización de la cultura en forma real”.