Desde el Programa “Educación en Cárceles” se viene trabajando en distintos espacios y proyectos en contextos de encierro. En la Unidad Penal Nº 6 de Rosario está naciendo una cooperativa textil que pone de manifiesto un deseo: juntarse a producir colectivamente. La Cooperativa Kbrones como experiencia pionera en Latinoamérica, la posibilidad como potencia y los múltiples sentidos del trabajo en el encierro.
Por Tomás Viú
[dropcap]L[/dropcap]a Bemba del Sur es un colectivo de talleristas que trabaja en contextos de encierro con prácticas educativas y culturales que se realizan en las cárceles del sur de la provincia de Santa Fe. Las y los integrantes provienen de la universidad pública, desde donde se formó el año pasado el Programa “Educación en Cárceles” que radica en la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencia Política de la UNR. Este Programa, que se produce por un convenio con el Ministerio de Seguridad y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe, le da un marco institucional a las prácticas que vienen llevando adelante. María Chiponi forma parte de La Bemba del Sur. “En diciembre cada uno de los participantes recibe un certificado de competencia que reconoce las trayectorias educativas de las personas que están detenidas. La institucionalización nos empieza a dar herramientas para ir generando antecedentes y condiciones posibles que también interpelen los sentidos de la universidad”, dice María.
Este año hicieron desde el colectivo un convenio para implementar once capacitaciones en articulación con el Programa Nueva Oportunidad. De estas capacitaciones, nueve se dan en las cinco cárceles del sur de la provincia y dos en el sistema de pos-penitenciaria. Las capacitaciones se dividen en Unidades Productivas y Unidades Culturales. El objetivo de las Unidades Productivas es generar motores que permitan instalar espacios de trabajo que trasciendan la capacitación de las personas detenidas. María plantea que las alianzas estratégicas les permitieron pensar en la implementación de la política pública adecuándola a las necesidades e intereses de las personas. “Se trata de disputar la universalidad de la política pública que nunca atiende ni el deseo, ni los intereses ni la singularidad de cada contexto”.
Desde hace varios años vienen sosteniendo desde La Bemba un taller de comunicación que se enmarca en uno de los cursos de competencia específica. Dentro del taller hicieron un programa de radio que se llamó “Resistencia suburbana”. Uno de los ejes del programa era el trabajo y sus distintos sentidos en el encierro y después de la cárcel. Uno de los invitados que tuvo el programa fue Juan Pablo Sarkisian, periodista de El Ciudadano y miembro de la Cooperativa La Cigarra. “Él nos empezó a contar cómo era ser miembro de una cooperativa. Ahí se enciende la posibilidad de pensar algunos proyectos laborales posibles en la cárcel y afuera”, recuerda María.
La Unidad Nº 6, ubicada en Francia al 5200, tiene un perfil orientado a lo deportivo: hay canchas de futbol y rugby, y muchos de los detenidos tuvieron trayectorias relacionadas al deporte. Por eso, una de las capacitaciones que pensaron fue la de arbitraje. La otra unidad productiva es la textil y tiene una orientación a producir indumentaria deportiva. Esta unidad productiva surge a partir del deseo de formar una cooperativa de trabajo textil.
En un encuentro del taller de comunicación Hugo planteó que él no duraba en los trabajos porque nunca tenían que ver con algo que le gustara hacer.
– ¿Y de qué te gustaría trabajar?, le preguntaron.
– A mí me gusta jugar a la pelota- respondió Hugo-, pero no puedo vivir del fútbol.
– ¿Y qué podemos hacer en relación con el fútbol?
– Camisetas- propuso Mauricio Manchado, tallerista de La Bemba del Sur.
– Pero no sabemos coser- dijo alguien.
– Pero podemos aprender- le respondieron.
Y así arrancó la idea, en el taller de comunicación al que además de Hugo iban Jesús, Elías y Mauricio. Y los talleristas propusieron generar encuentros con distintos miembros de cooperativas. Y los contactaron. Y en el programa de radio les hicieron entrevistas a cooperativistas de La Cabaña, del Tambo La Resistencia y del diario El Ciudadano. Y así fueron pensando en formar una cooperativa adentro de la cárcel, una experiencia aún inédita en la provincia de Santa Fe.
En este camino de formación, desde el Programa “Educación en Cárceles” organizaron la primera Jornada sobre Prisiones y Derechos con el objetivo de problematizar “los sentidos del trabajo a pesar del encierro”. ¿Cuáles son los múltiples sentidos que puede tener el trabajo en prisión? ¿De qué manera darles cauce? ¿Cómo se puede organizar el trabajo de forma cooperativa? ¿Quién sabe lo que puede un cuerpo?
Kbrones
En la jornada estuvieron presentes representantes de la FECOOTRA (Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina), y también de Kbrones: la primera cooperativa de trabajo formada dentro de una unidad penal en Latinoamérica. Kbrones está de pie hace diez años y se dedica a diversos rubros: marroquinería, joyería, maderera y textil. Hace dos años y medio lanzaron su marca de ropa que hoy compite en el mercado con las grandes marcas.
Julio César Fuque es socio fundador de la Cooperativa K-Brones, que nació dentro de la Unidad N° 12 de La Plata. “Es una cárcel de régimen abierto. Le planteamos al servicio carcelario que queríamos aprender oficios y también ir a la escuela”. Julio cuenta que en 2009 se cruzaron con un grupo de operadores psico-sociales, dentro del cual estaba Marita Suárez, promotora de diversos proyectos de socialización en unidades carcelarias. “No sabíamos que ella estaba en el mundo cooperativo”, recuerda Julio. Marita, hoy coordinadora del Área de Cooperativismo en Contexto de Encierro y Liberados (ACCEL) de FECOOTRA, dice que en aquel momento no se imaginaban lo que podía pasar. Lo que estuvo desde el principio fueron las ganas y el compromiso con el grupo, dice.
Julio recuerda que cuando surgió la idea de formar la cooperativa empezaron a descubrir las capacidades que tenía cada uno. Marita hoy propone en la Unidad 6 de Rosario algo que probablemente planteó al comienzo de Kbrones: “Uno de los valores que tratamos de proponerles es que sean trabajadores privados de su libertad. Hay que pensarse con esa pertenencia a una clase trabajadora que es la que va dándonos la perspectiva del lugar en el que hay que estar. Muchos chicos decían que nunca habían trabajado, otros decía que se ganaban la vida robándole el bolsito al gil que iba al laburo. Pero ese gil es tu compañero y ese bolsito se lo gana laburando. Tenemos que pensar cómo juntarnos con ese que llamamos gil para unirnos y cambiar la torta”.
Cuando estaba preso, Julio compartía la celda con un abogado que afuera tenía una maderera y que soñaba con armar una cooperativa. Él dijo ´por qué no armarla adentro´. Y su compañero, que ya salía en libertad, le dejo una computadora con todo el material teórico para armar una cooperativa. Julio no sabía prender la computadora. “Empezamos a armar el proyecto, la idea era tener un lugar donde nos pudiéramos formar y a la vez hacer plata. Empoderarnos, ayudar a nuestras familias y al mismo tiempo armar nuestra empresa”.
– Tengo cuatro preguntas- le dice Hugo a Julio en la ronda que se armó en un salón de la Unidad 6, en donde se comparte la experiencia de Kbrones y el proyecto que se viene gestando en Rosario con la cooperativa textil. Los y las protagonistas de la experiencia de Kbrones, al ser la primera en Latinoamérica, tienen mucho para contar. Y los impulsores del proyecto de la cooperativa textil que va creciendo en Rosario, al ser los primeros en Santa Fe, tienen mucho para preguntar.
– La primera pregunta es cuántas personas eran cuando arrancaron con la cooperativa.
Julio cuenta que formalmente la cooperativa se formó con tres detenidos y tres familiares. Que en las charlas de formación eran treinta personas pero que cuando se pusieron a trabajar quedaron quince. Que luego fue variando la cantidad según las condiciones. Que en 2010 eran treinta y que hoy son doce. Y hace mención al cambio de gobierno en 2015. En el medio pasaron cosas.
“Si no nos ocupamos nosotros de nosotros mismo no lo va a hacer nadie. Tenemos que darnos esa oportunidad”. Julio dice que en nuestro país hay setenta y cinco mil presos y que las cárceles están llenas de gente a la que le han arrebatado la cultura del trabajo. “Nosotros transitamos por un sistema que lleva doscientos años de historia y que fracasó. Por eso las cárceles están llenas. Nunca se presentó ningún proyecto a nivel nacional para bajar el índice de súper población carcelaria o el índice de desocupación”.
Julio se refiere a la necesidad de pedir ayuda para el armado de la cooperativa. “¿Estamos presos? Sí. ¿Tenemos familia? Sí. ¿Tenemos que aprovechar este tiempo? Sí. ¿Estudiando? Sí. ¿Aprovechando las personas que vienen desde afuera a trabajar con nosotros? Sí”. También menciona que siempre “está la gente que te dice vos no podés porque estás preso”. A la persona que siempre dice que no, Hugo la llama ´el contra´. “Nosotros creemos en lo que hacemos. Empezamos a trabajar de a poquito y a contagiar a los demás. Hoy ya hicimos nuestros primeros trabajos”. Cuenta que hace cuatro meses que están aprendiendo a coser. Los primeros trabajos se los regalaron a sus familias. Primero cosieron peluches de elefantes, después almohadones y por último cartucheras. Ahora están esperando la tela para empezar a coser la ropa de fútbol para la cooperativa.
Marita plantea como tarea fundamental unir el afuera con el adentro e ir trabajando en función de los deseos. “Si hacemos productos que llevan más tiempo, debemos pensar qué valor agregado va a tener para diferenciarse. Y si lo hacemos entre muchos vamos a poder hacerlo más rápido pero también habrá que repartir la plata entre más gente”. Según Marita, no hay nada más injusto que una igualdad exagerada que no respete las capacidades personales, los tiempos y la dedicación de cada uno. “Tenemos que pensar qué y cómo lo queremos producir, cuál es el mercado al que apuntamos y cuántas personas formarán parte del proyecto”.
Para Julio es fundamental tener en cuenta que el emprendimiento pueda funcionar también afuera de la cárcel porque “no vamos a quedarnos a vivir en el encierro”. Recuerda que cuando arrancaron iban a vender a los barrios y que al tiempo se dieron cuenta que al producto le faltaba para poder competir en el mercado. “Habíamos empezado con marroquinería pero nos volcamos al rubro textil. Ahí nos hicimos más profesionales. Por otro lado, identificamos los talleres textiles clandestinos y fuimos a proponerles a esos trabajadores que eran explotados integrar nuestro proyecto”.
Un proyecto bajo el brazo
Marita plantea que el sentido de recorrer distintos penales contando la experiencia de Kbrones tiene que ver con el deseo de transmitir un aprendizaje, de que hay algo que se hizo y que se puede seguir haciendo. “Hay que dejar de lado esta cuestión que siempre nos imponen sobre que esto es mío o hasta acá. A veces cuando nos convertimos en los dueños de nuestros medios de producción se nos suben los humos a la cabeza y empieza a jugar la propiedad privada”, advierte.
Dentro de la Federación de Cooperativas de Trabajo se creó un área que se llama ACCEL (Área de Cooperativismo en Contextos de Encierro y Liberados). Por medio de la Federación organizan charlas sobre lo que es una cooperativa, cómo se arma y cuál es la viabilidad de un proyecto productivo. En los últimos años se formaron más de quince cooperativas de personas liberadas. Algunas de las cooperativas que surgieron son: Hilando sueños en Chaco; VTF (Visión, Trabajo y Futuro) que surgió a partir de K-brones; Cimarrón; Hombres y Mujeres libres; Distribuidora Natalia; Volver a empezar; Inclusión en bloque; Esperanza; Reciclando sueños; Reverdecer; Presidente Perón, de Florencio Varela; Construir, de Santa Teresita. En casi todas estas cooperativas hay personas liberadas, familiares y amigos.
Para Marita hay que ver “cómo modificamos lo que nos está pasando”. Dice que es muy difícil sostener un proyecto individual en la cárcel. El camino es juntarse y organizarse. Por eso es importante saber que existen otras experiencias. “Estamos siendo mirados por países como Costa Rica, Puerto Rico, Chile y Uruguay. Es la posibilidad que tenemos de unirnos con otros y de distribuir la riqueza de manera más justa”.
Otra de las preguntas que tiene anotada Hugo en su cuaderno es cómo empezar a concretar el proyecto de la cooperativa, es decir, cuáles son los trámites necesarios. En el encuentro también está Marcela Macellari, abogada que integra la Asesoría legal de la FECOOTRA. Marcela estudió la Licenciatura en Cooperativas y estuvo en los procesos de recuperación de Mil Hojas y de La Cabaña. “Yo no tengo experiencia en cooperativas en contextos de encierro. Pero hay que entender que no somos todos iguales. Todos somos diferentes y en esa diferencia tenemos que encontrar la equidad, que es lo más difícil. El objetivo de la cooperativa es darle trabajo al asociado”.
Marcela plantea que Argentina es el país de Latinoamérica que más avanzado tiene el proceso de cooperativas y empresas recuperadas. Pero también dice que en nuestro país primero se da la práctica y muchos años después viene la ley. De hecho, la Ley de Cooperativas es del año 1973 y en esa ley las cooperativas de trabajo prácticamente no se nombran. El artículo nº 64 dice que las personas condenadas por robo y hurto no pueden ocupar cargos en una cooperativa hasta después de diez años de cumplida su condena. A partir de identificar esta doble condena que establece la ley, hace un tiempo presentaron un proyecto para reformar ese artículo. Esa reforma obtuvo recientemente media sanción en la Cámara de Diputados.
Estar al frente de una empresa cooperativa, para Julio, no es fácil porque “es una empresa igual que cualquier otra con la diferencia de que tiene más valores”. Julio dice que hay un reparto más equitativo y que hay democracia, pero que es difícil porque también hay grandes responsabilidades. “Somos la materia prima del sistema. Por eso llamamos a una unidad donde seamos nosotros los que peleemos por nuestros derechos. Tenemos que empoderarnos y eso se hace a través de la educación, de la formación y del trabajo con los profesionales que vienen a las unidades carcelarias”.
Sobre el final de la jornada, Mauricio, tallerista de La Bemba del Sur, resalta la importancia del encuentro. “En momentos de tanta incertidumbre, precarización y destrucción de los lazos, en momentos donde nos quieren llevar por delante con los derechos conquistados, no es menor poner el cuerpo. Hoy estuvimos compartiendo desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde y nos vamos con un proyecto bajo el brazo”.
Hugo anotó muchas cosas en su cuaderno. Comparte su entusiasmo. “A partir de la charla que tuvimos con la gente de Kbrones ya tenemos otra base. No nos conformamos con esto sino que vamos por más. En la provincia de Santa Fe todavía no se logró. Va a ser la primera porque estamos con todas las pilas”.
Jesús participa en la unidad productiva de arbitraje y también está en el armado de la cooperativa textil. “A través de las charlas se generaron las capacitaciones. Y hoy estamos soñando con algo que se está creando”.
Cuando empezó la capacitación textil, Elías sintió que tenía que estar ahí, que tenía que sumarse. “Uno se siente parte de la cooperativa cuando dice ´estoy dispuesto a lo que se viene´. Es un trabajo en conjunto. Tenemos que ser parte de una transformación. Es una etapa que estamos viviendo ahora. Tenés que bancarte estar. Es un camino largo y tenemos que estar todos juntos”.