El director interino de la Escuela Nº 532 de la comuna La Camila, norte santafesino, alerta sobre la situación de los establecimientos educativos rurales. Están sin transporte y se dificulta la asistencia de las y los estudiantes.
Por Martín Stoianovich
[dropcap]Q[/dropcap]ué difícil es llegar a La Camila. Es una comuna del departamento de San Justo que en el último censo registró una población de 171 personas. Sin vehículo propio, una manera de llegar es ir primero a la localidad de Gobernador Crespo, a unos 320 kilómetros de Rosario. Y ahí sí, no queda otra que contar con un vehículo que haga los 50 kilómetros restantes hasta ese punto invisible del mapa.
En la Terminal de Ómnibus de Rosario dan la mala: solo algunos colectivos llegan a Gobernador Crespo y en horarios complicados. A ese contrapunto hay que sumarle la coordinación necesaria para el encuentro con Diego Ríquel, el director interino de la Escuela Nº 532, a quien llegamos a través de una docente rosarina que nos avisa: los maestros y alumnos de las escuelas rurales de la provincia se están quedando sin transporte.
Pero qué difícil es llegar a La Camila. No podemos concretar el encuentro pero eso no implicará, nos convencemos ante la urgencia, que no podamos conocer y a fin de cuentas contar. Será una crónica por correspondencia.
Y así, con letras que reemplazan nuestro viaje, nos enteramos: que Lisandro, de quince años, vive en la Estancia Los Troncos, a treinta kilómetros de La Camila. Que cursa el tercer año en la 532, que sus padres son peones rurales en estancias de la zona. Lisandro se levanta todos los días a las cuatro y media de la mañana. Desde que no tiene transporte escolar va en moto y para gastar menos en combustible rota con un compañero vecino y hacen juntos el camino que lleva casi dos horas.
– Recorren caminos comunales, siempre oteando el poniente. Siempre las lluvias aparecen y avisan desde se punto cardinal. Cuando aclara saben si deben desistir de ir hasta la escuela y volverse tranquilos para ayudar en la casa. En el campo siempre hay mucho por hacer, aunque llueva.
Si llegan, dice Diego, si llegan, la jornada comienza a las siete y cuarto de la mañana y finaliza a las doce y cuarto del mediodía. Desayunan ocho y cuarto, y almuerzan sobre el final. Comen lo que el Ministerio de Educación sugiere para los comedores: leche chocolatada, yogurt, malta con leche, mate cocido, facturas o pan con manteca y dulce por las mañanas; milanesas con ensalada o puré, guiso de pollo con arroz o fideos, polenta con salsa para almorzar y algún postrecito que pueden ser frutas, flan, gelatina o budín de pan.
Por correspondencia sabemos que Andrea, docente de la Escuela 532, vive en San Javier, a 130 kilómetros de La Camila. Que también se levanta a las cuatro y media de la mañana y recorre tres rutas hasta llegar a la comuna. En el camino recoge a los otros maestros con quienes planifica el viaje en conjunto en plan de ahorro en combustible. Andrea se ha encariñado con La Camila. Aunque pudo haber sido trasladada a otra institución en junio pasado, decidió seguir en la 532.
La escuela está a 10 kilómetros de la comuna La Camila y a 35 de la Ruta Nacional 11. Fue creada en el año 2008 durante el gobierno de Hermes Binner y se puso en funcionamiento un año después con el objetivo de recibir a los alumnos de parajes, comunas y estancias de los alrededores. Actualmente asisten 34 estudiantes de primer a quinto año de la secundaria.
Diego Ríquel, que además de ser director interino de la escuela es docente de Lengua y Literatura, explica los motivos de esta correspondencia:
– La situación actual de las escuelas rurales en la Provincia de Santa es compleja, ya que debido a los recortes económicos se dificulta el ingreso, permanencia y egreso de los estudiantes. El Estado provincial, a través de su cartera de Educación, ha decidido modificar el mecanismo de contratación del transporte para estudiantes y docentes. Hasta el receso escolar el mismo se hacía a través de un contrato con diferentes empresas privadas, las cuales garantizaban que los docentes y estudiantes concurrieran a los diferentes establecimientos regularmente. Luego del receso, el mecanismo es a través de becas de transporte, que son por kilómetros de recorrido que deben realizar los estudiantes.
El problema, explica Diego, es que el monto no llega a cubrir mensualmente los gastos de traslado que suelen ser en autos, motos, camionetas o remises. La mayoría de estudiantes son hijos de peones de estancias o de pequeños productores. “Con sueldos que están por debajo de la línea de pobreza”, aclara el director. De 34 alumnos que asisten regularmente, a raíz de estas complicaciones está asistiendo un promedio de 20 por día. Esa es la principal consecuencia de esta situación.
La comunidad educativa apuesta a refrescar la memoria de las autoridades. Lo hacen con la herramienta más certera, aunque quizás no la más eficaz dirá la historia, que es la ley y sus palabras que dicen tanto y se practican tan poco. Porque así pareciera funcionar el ejercicio de la democracia: se proyecta una ley, se debate, se aprueba. ¿Y después?, se aplica o se aplica a medias y se reclama. Tal es el caso de la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 sancionada en el año 2006. Como si las autoridades correspondientes no tuvieran acceso o la posibilidad de desmenuzar su contenido, como si se le hubiera traspapelado entre cosas más importantes. La comunidad educativa refresca: Capítulo X, Educación Rural, Artículo 50. Dice cosas como que el objetivo es «garantizar el acceso a los saberes postulados para el conjunto del sistema a través de propuestas pedagógicas flexibles que fortalezcan el vínculo con las identidades culturales y las actividades productivas locales». Y toda una serie de puntos que buscan garantizar la igualdad de oportunidades. O su artículo 51 que, entre otros aspectos como la práctica deportiva, los comedores escolares, la televisión educativa, las instalaciones para la educación física y el equipamiento informático, pone al transporte como un recurso que debe proveer el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.
– Reiteramos, el Estado debe estar presente para garantizar una educación pública, gratuita y que los estudiantes y docentes puedan llegar seguros a las escuelas- dice Diego.
Desde el Ministerio de Educación, explica el maestro, argumentan que no es un recorte porque se pagarán becas de movilidad y un plus que cobran los docentes por tratarse de una zona desfavorable.
– Pero con la situación actual del aumento de combustibles casi semanalmente y la inflación agobiante, la zona desfavorable y las becas no cubren el costo económico que significa llegar hasta los establecimientos educativos.
Dice Diego, y propone:
– Que se cree una Secretaría de Ruralidad con rango ministerial para que atienda la problemática específica. Para que se doten las diferentes escuelas rurales de todo el territorio provincial de recursos materiales y económicos que hoy son escasos. Esto tiene su correlato en que no se puede normar o regular con las mismas disposiciones ministeriales que rigen en escuelas urbanas.
Hubo una respuesta desde el Ministerio provincial: las becas de movilidad están depositadas y así se garantizará hasta fin de año el traslado de los estudiantes. Los docentes se reunieron con un transportista y los padres de los alumnos para llegar a un acuerdo económico y definir el traslado de forma conjunta. Desde el Ministerio se comprometieron a conseguir fondos extras si no alcanza con las becas y lo que podrá aportar la asociación cooperadora de la escuela. En una reunión el 30 de agosto se afinarán detalles.
Diego agrega un punto necesario: padres, el presidente comunal y las autoridades de la escuela se unieron para concretar otra correspondencia. Fue a la ministra de Educación de la provincia, Claudia Balagué, y decía:
Los abajo firmantes, padres, presidente comunal, director interino de la ESSO Nº 532 de la localidad de La Camila, nos dirigimos a usted con el fin de solicitarle una pronta respuesta, sobre la medida del ministerio que usted dirige, con respeto al cese de la contratación del trasporte que garantizaba el acceso, la inclusión y la calidad educativa de los adolescentes de La Camila, La Clara, La Negra, La Blanca, EL Aromal, entre otros parajes de la región. Estos parajes se encuentran entre 30 y 40 kilómetros a la redonda, por lo tanto se hace difícil para los padres disponer de medios de transporte para llegar al establecimiento.
Además solicitamos el análisis de cada estudiante en particular con respecto a los montos de becas, que cubrirían el gasto que implica la movilidad.
Es importante, recordarle que nuestros jóvenes deben tener la posibilidad como otros jóvenes del país, de acceder al sistema educativo concurriendo a la Escuela.
El director de la escuela que resiste cuenta a qué resisten: el cierre de una escuela rural significa pueblos y parajes fantasmas, migración y desarraigo. También, dice el docente, la pertenencia a un lugar, en estos contextos difíciles, es importante para el desarrollo cultural de los estudiantes.
– ¿Cómo es dar clases en escuelas rurales? ¿Qué tipo de relaciones se tejen con los alumnos?- preguntamos para cerrar esta crónica por correspondencia.
El maestro responde:
-Más que clases, son encuentros pedagógicos muy enriquecedores, en un constante ida y vuelta entre lo que se enseña y se aprende. Se puede trabajar pedagógicamente con estrategias no tradicionales porque son grupos reducidos de estudiantes. Utilizamos todo el predio, damos lecturas debajo de los árboles (ceibo y casuarinas, plantas de naranjas) o cuando aparece el solcito de media mañana, se organizan clases abiertas en las galerías. Con el equipo docente y con la coordinación pedagógica de la Dirección se implementan dispositivos (por días de lluvias, faltas justificadas por tareas rurales), con trabajos prácticos integradores, clases filmadas, entre otros.
El trabajo de la escuela rural como institución social y de nexo con las familias y la comunidad es importante e imprescindible. Sin este compromiso los adolescentes estarían fuera de todo el sistema.