En medio del avance de la causa por los cuadernos de Centeno, y una economía que arroja números preocupantes, nos corremos del fragor coyuntural y analizamos la realidad desde otra perspectiva. Enredando habló con la socióloga e investigadora del Conicet Ana Castellani en un repaso sobre los temas más resonantes de la actualidad y acerca de cómo el gobierno aborda temáticas sociales y económicas a partir de su modelo político.
Por Alvaro Arellano
[dropcap]E[/dropcap]l insoslayable escándalo por los cuadernos donde se detallan presuntos pagos de coimas que involucran al gobierno kirchnerista, se impone en la agenda pública sin importar qué tan cargado venga el conjunto de medidas que afectan a la economía cotidiana. Recortes de asignaciones familiares, caída interanual generalizada de la economía en el primer semestre, quita del fondo sojero, escalada casi ininterrumpida del dólar, inflación (ya) por encima de la meta y derroche de reservas del Banco Central: no fue suficiente para que el establishment mediático resignara algún detalle de “los cuadernos de la corrupción”.
El caso que lleva adelante el juez Bonadío se caracterizó por la centralidad en la delación premiada, donde la ley del arrepentido exime de culpa (o la atenúa) a todos aquellos que reconozcan lo escrito por Centeno. Mientras que empresarios, solo algunos de los que figuran en los cuadernos, reconocen pago de coimas ante el juez Stornelli y vuelven a su domicilio, la opinión pública elige no reparar en esta particularidad de la causa, pero se hace tiempo para sacar a la luz nuevos casos de linchamientos a pibes que manotean un celular en la calle. Casi con la misma o mayor resonancia con que se publican los números de la economía.
Con la figura de Cristina Fernández y buena parte de la estructura kirchnerista implicada, el gobierno nacional aprovecha para tomar impulso a partir de esta causa con el discurso depuratorio. Lo particular de esta cruzada resulta ser que muchos de los que desfilaron por Comodoro Py, sin contar los que no pero que figuran en los cuadernos, pertenecen a sectores vinculados a la gestión actual. Otra particularidad tiene que ver con la selectividad que muestra el ejecutivo a la hora de actuar sobre “las mafias”, tanto empresariales como sindicales en otros casos. A partir de aquí nace más de un interrogante que intentamos abordar con Ana Castellani, docente e investigadora del Observatorio de las Elites Argentinas y directora de la Maestría en Sociología Económica. Ante el análisis de las posiciones que toma el gobierno, sobresalen dudas sobre intencionalidad política de Cambiemos ante determinadas cuestiones sociales y económicas.
E: ¿Qué tan creíble es la búsqueda de la depuración en la política por parte de un gobierno con estrecho vínculo a sectores concentrados, financieros y empresariales?
Es innegable que el gobierno está formado por representantes (empezando por el Presidente) de lo que hoy se está destapando en tribunales que es el famoso cartel de la obra pública. También hay representantes de empresas energéticas, de servicios públicos, que integran hoy el gabinete, y me parece que amparados en la idea de que esto solo va a capear la clase política opositora, y no tanto sobre los empresarios.
Más allá de todos los vicios de origen, hay un conjunto de declaraciones que ha logrado instalar el tema de una forma distinta a la que inicialmente había arrancado. El inicio de la causa favorece al gobierno porque corre la agenda que estaba vinculada a la cuestión económica, y en lo que se refería a corrupción se había instalado el tema de los aportantes truchos de Cambiemos en la última campaña. Al aparecer el tema de los cuadernos de Centeno, vuelve toda la agenda sobre este tema. Ahora la reacción que genera la causa involucrando a empresarios, desnuda algo que es muy importante en la Argentina que es el entramado de colusión público privada en torno a contrataciones públicas especialmente. Esto ya está estudiado, y hay sospechas de ello desde el 60 para acá.
E: ¿En esta causa el Poder Judicial se está enfocando más en la culpabilidad política que en la empresaria?
El entramado tiene dos partes, un primer entramado que hace a los acuerdos entre los propios empresarios para ver quién se queda con qué. Después tiene que tener articulación con los funcionarios, de todos los gobiernos, en mayor o menor magnitud. Acá la complejidad es que involucra más prácticas delictivas que la propia cartelización. El espectro delictivo que se abre es con la anuencia de los funcionarios, eso es imposible de soslayar. Me da la idea de que como la causa se enfoca solo en el objetivo de demonización de la oposición, se pierde de vista lo complejo del tema.
E: ¿Esa búsqueda de transparencia como argumento para intervenir sindicatos o aplicar multas la ves como una iniciativa genuina o depuración selectiva?
El gobierno viene a hacer una re fundación de una sociedad que considera enferma por el populismo, en donde uno de los “males a combatir” son “las mafias sindicales”. Pretenden romper con la corporativización de la sociedad porque considera que esas prácticas corporativas generan trabas para el libre despliegue de las fuerzas del mercado. Hay toda una ideología fuerte que tiene una mirada sobre el rol que tiene que tener el Estado en la sociedad. En ese sentido las persecuciones son selectivas, las críticas o sanciones más furibundas son sobre los sindicatos que están combatiendo más las medidas de ajuste.
El gobierno está en una encerrona derivada de su propia práctica político-económica, que es ir por el tercer año y no generar mejoras en valores macroeconómicos, más bien empeorándolos. La pregunta del millón es qué va a terminar pesando más a la hora de definir alternativas en las elecciones del año que viene. La curva de confianza indica que la gente asume que el año que viene va a estar peor, no hay una idea de que estamos mal pero vamos bien. Entonces si no generas una mejora concreta en ninguno de los indicadores, es muy difícil salir a hacer campaña sin demonizar a las alternativas y que esas alternativas aparezcan como un mal peor que la situación actual.
E: ¿Esta gestión provocó el acuerdo con el FMI o no lo quedó otro camino?
El gobierno desde el año uno, en el primer trimestre, tomó un conjunto de medidas que pre figuraron un escenario como el actual, en un futuro que muchos pre suponíamos se iba a demorar un poco más. Se apostó fuerte a la desregulación completa de todos los mercados, especialmente al financiero, y esa fue una decisión que tomó este gobierno con la idea de salir a financiarse en los mercados con deuda durante dos años. Se hizo además un shock re distributivo fuerte que alteró todos los precios relativos, en beneficio de unos pocos sectores, con el salario como la principal variable del ajuste. EN 2017 continuó la toma de deuda pero se fue armando en paralelo la famosa bomba financiera de las Lebac, lo cual tiene un efecto negativo sobre la economía real porque encarece el costo del dinero y la financiación. En la macro generó una vulnerabilidad enorme por tener que renovar cada 30 días una cantidad enorme de dinero que si no se renueva va a presionar sobre el tipo de cambio.
E: ¿Cómo influyó ese escenario que describís en lo que vimos este año con el pedido de ayuda al Fondo?
Cuando se ve esa situación, y además no se corrigieron indicadores del sector externo y no se pone control sobre importaciones, ni a los gastos turísticos, ni a fuga de capitales, te salen los dólares por todos los agujeros del colador, y los que ingresan lo hacen por deuda. Cuando los inversores ven eso entra en una crisis de financiamiento, que ocurrió en enero de este año. En abril se da la corrida cambiaria inicial, se genera una devaluación en mayo, y ante esa crisis se va al fondo, se consigue el crédito, a contrapartida de un ajuste mucho más fuerte. En poco tiempo se comieron la mitad de ese préstamo del FMI, pero ahora ¿Qué más queda por hacer?
E: Ante ese panorama en el ámbito económico, ¿considerás que se buscó legitimidad con otro tipo de medidas como el de asignarle un nuevo rol a las Fuerzas Armadas? ¿Lo considerás un guiño a su electorado?
La estrategia electoral del gobierno es no perder el núcleo duro, no apostar ahora a seducir a los concéntricos, al que lo votó en el ballotage. Esto tiene que ver con que la mitad de los que no lo votaron en la PASO pero si en el ballotage, hoy no lo volverían a votar. Entonces la estrategia es conservar a aquellos que lo votaron en primera vuelta, y si es posible ir por aquellos que lo votaron en segunda vuelta y ahora no lo votarían. Todas las medidas de orden son bien recibidas en el electorado de Cambiemos.
Por otro lado también está claro que la posibilidad de conflicto social se acrecienta y disponer de un entramado represivo más aceitado es necesario. Ahora, me parece que con eso no alcanza, eso nunca fue suficiente.
E: ¿Más allá de la posición del gobierno, crees que se hizo un correcto abordaje político en el debate por la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo?
El tema aborto es una problemática de salud pública, y que en debate debería haber estado. Si se hubiese puesto el debate ahí, focalizar la línea argumental en el tema salud pública, muy probablemente hubiera conseguido otro resultado.
Creo que igual hay algo de movimiento social difícil de bajar sobre todo en términos generacionales. Los cambios culturales llevan mucho tiempo, pero esto sin dudas es un impulso fuerte. Aparte volvió a poner sobre la mesa temas que estaban ignorados, ya está instalado de una forma distinta de cómo fue en mi generación. No hace mucho se pensaba que era imposible discutirlo, se pudo discutir, se obtuvo mayoría en diputados, pero habrá que intentarlo otra vez en términos parlamentarios, y buscar la construcción del proyecto poniendo el eje en la cuestión de salud pública, porque si no nos metemos en la lógica de vida sí, vida no.
¿El problema que sufre el universo educativo se trata solo de una cuestión presupuestaria o tiene que ver con un criterio ideológico del gobierno?
Hay algo más profundo, de convencimiento de que la universidad Argentina no tiene que ser pública y gratuita. En la ideología liberal que atraviesan la mayoría de nuestros funcionarios actuales y que además considerando que la mayoría de ellos pasó por la universidad privada y no pública, para ellos la idea es clara, es un lujo tener universidades públicas en un país con pobreza. Es la idea de un lujo que nos estamos dando, y que el grueso de los ingresos tendría que ir a niveles iniciales. Aunque eso tampoco pasa, y la situación es asfixiante por la destrucción salarial, con falta de envío para gastos corrientes en universidades y en organismos de ciencia y técnica. Ahí también la lógica es que no nos podemos dar el lujo de un sistema científico tecnológico como el que teníamos porque todo se piensa con la lógica del gasto y no de la inversión.