Rosario tiene un rol activo e histórico en la lucha por lograr la despenalización y legalización del aborto en el país. Desde diferentes espacios y ámbitos, en la ciudad hace tiempo se trabaja y milita para que esta deuda histórica de la democracia sea saldada, para que por fin el aborto deje de ser clandestino y las mujeres dejen de ser criminalizadas por el solo hecho de decidir sobre su propio cuerpo.
Por María Cruz Ciarniello
[dropcap]L[/dropcap]ucrecia Aranda intenta responder, pero la emoción se lo impide. No hace falta. Sus ojos ya expresan lo que sintió, lo que siente. Su cuerpo habla.
Su mirada responde.
Es 10 de abril y para la agenda feminista es el día en que la justicia social comienza a vibrar en los cuerpos. Esperado, ansiado y soñado, el inicio del debate por la legalización y despenalización del aborto en nuestro país se instaló en el Congreso Nacional.
Andrea lleva la remera violeta que expresa su espacio de militancia: Movimiento Evita. “Es un derecho que tenemos, tenemos que luchar por eso, que nosotras decidimos sobre nuestros cuerpos”, dice. También asegura que es así como hay que dar esta batalla: todas juntas y en la calle.
“Quiero que sea ley porque no quiero que más mujeres de escasos recursos mueran por abortos clandestinos, así de simple”, apunta Silvia Guidobaldi, una de las referentas de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en Rosario. Se la ve activa, eufórica, feliz. “Hoy es un día de emoción, porque todo el esfuerzo que hicimos para llegar es el trabajo de muchas compañeras que hicieron un esfuerzo para consensuar la lista de expositores. Esto lo venimos trabajando desde los comienzos de la Campaña en Rosario, no sabemos qué va a pasar después, pero hoy es un comienzo histórico”.
En el Congreso de la Nación, a más de 300 kilómetros, se escuchan argumentos que evidencian la necesidad de contar con una ley favorable. Cada martes y cada jueves hasta fines mayo, cada uno de esos argumentos son expuestos por diversas personas y personalidades que fundamentan la importancia de garantizar el derecho al aborto legal. También se oyen aquellas voces que buscan impedirlo, con justificaciones basadas en la moral religiosa, en el desconocimiento y hasta en un profundo desprecio hacia la propia vida de las mujeres, muchas de las cuales corren grave riesgo de muerte al acceder a un aborto clandestino.
El feminismo lo sabe y lo exige: el proyecto que necesitamos que sea aprobado es el que por séptima vez presentó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y el que garantiza plenamente la despenalización del aborto, pero sobretodo su legalización sin ningún tipo de obstáculo.
Virginia se sumó hace poco al trabajo que realiza la Campaña Nacional en Rosario. “Tiene que despenalizarse y legalizarse porque en las condiciones actuales el sistema no es equitativo para todas las mujeres. Si sale el proyecto de la campaña va a haber justicia social. Por eso hacemos hincapié en que tiene garantizarse en los servicios públicos de salud”, remarca.
El largo recorrido en esta lucha tiene algunos hitos necesarios de recordar. Por ejemplo, la conformación de la Asamblea por el Derecho al Aborto en Rosario, en el año 2003, tras el 18 Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en la ciudad o lo que fue luego el nacimiento de la Campaña Nacional, nucleando a más de 300 organizaciones de todo el país. La lucha de aquellas históricas feministas que apenas recuperada la democracia comenzaron a instalar el tema aborto en la agenda pública y política. Todo fue aprendizaje.
Durante todo este tiempo, la batalla fue creciendo, peldaño a peldaño. Se lograron protocolos de atención integral para garantizar las interrupciones legales del embarazo (amparadas por el Código penal) como ocurre, por ejemplo, en Rosario, que desde el año 2012 no registra muertes de mujeres por abortos clandestinos. Así lo señaló el actual Secretario de Salud Pública de la Municipalidad, Leonardo Caruana, en el Congreso de la Nación. “En 2007 la ciudad de Rosario fue pionera en una legislación de guías y protocolos de la interrupción legal del embarazo y se logró en 2012 la distribución del misoprostol en todas las instituciones. Desde ese año no existen muertes maternas por abortos provocados.” El surgimiento de la red de Socorristas fue y es fundamental para el acompañamiento de aquellas mujeres que deciden interrumpir su embarazo, así como también la conformación de una Red de Profesionales por el Derecho a Decidir. Hacerlo en condiciones seguras se transformó en una premisa fundamental. Avanzar en manuales de uso de Misoprostol elaborados por las organizaciones, en poder brindar información segura acerca de su utilización y al mismo tiempo, exigir la producción estatal del medicamento que hoy solo produce y comercializa el laboratorio Beta a un precio inaccesible para muchas mujeres, también forma parte de las vitales estrategias de lucha que viene dando el movimiento de mujeres en todo el país. Pero sabemos que aún falta mucho: porque las ILE siguen encontrando obstáculos en determinados efectores de salud, porque hasta hace poco Belén estuvo presa por haber sufrido un aborto espontáneo, porque la condena sigue pesando en el cuerpo de las mujeres. Porque cada muerte por un aborto inseguro es un femicidio de Estado.
Silvia Augsburger, actual diputada provincial, es una de esas feministas que la historia recuerda por su activa militancia a favor del aborto legal. Es una de las voces que señala que legalizar la práctica es garantizar un derecho fundamental.
Se trata de defender la vida, dice y fundamenta: “Hoy mueren casi 50 mujeres al año como consecuencia del aborto inseguro, son siempre muertes evitables. En los países donde hay aborto legal, hay muchos menos abortos, la tasa de abortos es mucho menor, y porque así defenderíamos los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con plena autonomía para decidir sobre su propia vida sexual. Hoy es un hecho histórico, desde el inicio de la democracia venimos planteando la necesidad de que se abra el debate en el Parlamento”.
Silvia dice ser una optimista nata. “Soy de esas personas que cree que el aborto va a ser legal en Argentina en este 2018”.
Lucrecia Aranda recupera la palabra después de la emoción. Es que así se sintió todo el día, este 10 de abril histórico. “La legalización es una gran deuda de la democracia. El hecho de que se nos penalice por una decisión personal, intima, de algo que sucede en nuestro cuerpo y que necesita nuestro consentimiento para suceder como es alojar, darle humanidad a una nueva persona, no se puede llevar adelante sin amor. Y la posición subordinada de las mujeres ha hecho que culturalmente se acepte que las mujeres debemos ser tuteladas en el uso de nuestro cuerpo, en nuestro derecho a decidir. Esto hace el Estado, el poder médico, el poder religioso, es tutelar el derecho a las mujeres, considerarlas ciudadanas de segunda”.
El arte, y las intervenciones callejeras, se suman a la visibilización de un debate que hace años está instalado en la calle. Quienes hasta ahora venían negando su discusión, eran los y las legisladoras, presionados en algunos casos por el fuerte lobby de grupos antiderechos estrechamente vinculados al poder eclesiástico y una corporación médica más preocupada en garantizar negocios que en promover derechos.
Gandhari es payasa, actriz, militante feminista de la Campaña. Siempre, con una sonrisa, con el color que la ilumina, marcha a favor del aborto legal. “Hay legalizar el aborto para que sea accesible y deje de ser una cuestión de clases. Y que cada mujer pueda decidir libremente”. Todos los martes de abril y mayo, en la Plaza San Martín de Rosario habrá actividades y una pantalla que transmite en vive lo que sucede en el Congreso. Es una manera de mantener en agenda el debate, de hacerlo visible, de sacarlo a la calle y a las plazas.
“Mi convicción personal es que existe voluntad desde todos los bloques en sacar algo. Depende de nuestra inmensa capacidad de movilización, de sensibilidad, de mover todo el país es cuan cerca va a estar ese consenso del proyecto de la campaña”, opina Lucrecia.
Fernanda Medina, integrante de la Campaña y de la Corriente de la Militancia dice: «el aborto tiene que ser legal porque tienen que dejar de morir las mujeres más vulnerables de nuestra sociedad. Tienen que tener la posibilidad de contar con una política pública que evite que mueran y todas las complicaciones con las que pueden llegar. Ese es el punto central. El aborto sucede, sucedió y va a suceder. Lo que tiene que dejar es de ser clandestino. Este día es histórico. Estamos haciendo historia junta a muchas otras, en toda esta diversidad que significa el movimiento de mujeres que tiene un empuje impresionante. Está haciendo temblar y tumbar los pilares mas fuertes que tiene el patriarcado. Es el momento de poner todo».
Nadia Perez también integra la Campaña Nacional y dice que el aborto tiene que ser legal porque es una «cuestión de salud pública y es una cuestión de justicia social». Emoción total es lo que siente. Y esperanza, sobretodo.
Yo aborté: lo personal es político
En el año 2004, cuando todavía faltaba avanzar en una discusión seria en el ámbito legislativo, integrantes de la Red Informativa de Mujeres, coordinada desde Rosario, organizaron la campaña “Yo aborté”, testimonios en primera persona de diferentes mujeres que interrumpieron su embarazo.
Mujeres de distintas clases sociales, distintas edades, distintos territorios compartían su vivencia.
«Hemos dado un gran salto. Recuerdo las 343 «salopes» como les llamaba la derecha a las 343 mujeres que firmaron un documento en Francia «Yo aborte» y que fue el anticipo de la lucha por la ley. Entonces no existía el correo electrónico, se firmó un manifiesto que aunque importante tenía las características de algo realizado en común. Hoy los textos testimonios -una de las ventajas del correo electrónico- tienen la fuerza de aquello a lo que hemos llegamos las mujeres y al hecho de haber derribado muchos escollos, no es solamente las ventajas de la técnica actual, estos mismos testimonios no se hubieran podido escribir hace treinta años, ni siquiera en Francia. ¿Qué está detrás? Está el avance cultural de la sociedad, de toda la sociedad, sin distinciones, aunque con contradicciones».
Este testimonio le pertenece a la recordada feminista Dora Coladesky, sin duda la gran referenta impulsora de la discusión sobre el aborto legal, y fue publicado en Página 12. Hacía referencia a lo que significaba esa lista de correos con testimonios que empezaban todos con la fuerza del “Yo”. “Hemos sacado la careta de la hipocresía, nos hemos mostrado con toda nuestra fuerza, dejemos las limitadas expresiones, que siempre habrá, miremos el nivel más alto, el de la franqueza, el de la solidaridad, que dará sus frutos tarde o temprano», cerraba Dora en el año 2005.
Esos frutos son la cosecha de este presente plagado de pañuelos verdes. Rima fue uno de los principales medios de comunicación pioneros en visibilizar lo que todas hacemos e hicimos: el aborto es un hecho. 500 mil mujeres lo hacen al año. Su clandestinidad, su ilegalidad es lo que provoca el riesgo de muerte para aquellas mujeres que no tienen los recursos necesarios para pagar un aborto seguro. Y muchas mueren. Más de 3000 muertes evitables desde el inicio de la democracia, señaló la periodista Mariana Carbajal en su exposición, durante la segunda jornada de debate en el Congreso. Entre ellas, la de María Campos, la de Ana María Acevedo.
“Pequeños actos, grandes relatos, experiencias, vivencias que, sumados, van mostrando la dimensión de un verdadero problema social que nos afecta específicamente a nosotras: la penalización y la ilegalidad del aborto, no el aborto en sí, no el acto de interrumpir un embarazo no deseado, sino la clandestinidad, la ilegalidad, el silencio, el miedo, el sometimiento a algo no deseado y no deseable en algún/todo momento, la necesidad de concretar una decisión que transcurre en nuestros cuerpos y en nuestras vidas. Ya han hablado mucho por/de nosotras, ya han teorizado mucho sobre lo que transcurre en nuestros cuerpos, ya nos han dicho mucho qué y cómo debemos sentir un aborto o un embarazo, o nuestra vida sexual. Me parece un paso fundamental empezar a escucharnos y comprender cómo sintió verdaderamente la otra, hasta para registrar cómo sentimos nosotras mismas”, escribía por aquel entonces Claudia Anzorena.
El texto que dio inicio a la catarata de otros textos fue el de Gabriela Aldestein. Y decía: “Yo aborté, pero como soy de clase media, tuve médicas contenedoras, asepsia y anestesia. Hasta tuve un hombre responsabilizado y contendedor a mi lado (todo un lujo). Yo acompañé a mis hermanas a abortar, pero como somos de clase media alta, tuvieron asepsia y anestesia, y una hermana contenedora. Yo ayudé económicamente y emocionalmente a mi empleada doméstica a abortar, pero como ella es de clase baja, por enésima vez le pusieron una sonda en el cuello del útero, le dieron suficientes antibióticos, pero pocos anestésicos. Se la bancó como una duquesa y si sus cuatro hijos se quedaban huérfanos, pues … joderse. Así es la vida. ¿Quien más?
Esa lista fue creciendo porque, como abraza el feminismo, lo personal siempre es político. El coro de voces tejió una trama política poderosa para romper el silencio y quitar el velo de hipocresía a un hecho que miles de mujeres transitan durante sus vidas.
El documental de la cineasta Carolina Reynoso “Yo aborto, tu abortas, todxs callamos” producido y proyectado años más tarde, en el 2013, también refleja a través de siete historias de vida, la amplia diversidad de mujeres que deciden abortar. Siete geografías disímiles: un barrio humilde del Conurbano bonaerense, un territorio ocupado por empresas petroleras al sur del sur, las sierras de Córdoba y el mar. El Congreso Nacional y una cárcel de mujeres, Ezeiza. Siete formas distintas de vivir el aborto. Un mandato: la maternidad. Una imposición: el silencio.
¿Qué significa decir Yo aborté? Carolina, cuyo testimonio incluye en su propia película, le decía a enREDando: “Yo aborte significa decir soy una mujer que lucha por sus derechos, que se enorgullece de sus prácticas, soy una mujer que no quiere que se silencia a una mujer más como me silenciaron a mí al momento del aborto, y soy una mujer que no los va a dejar tranquilos hasta que legalicen el aborto”.
El reciente libro de la escritora Dahiana Belfiori es un conjunto de relatos y experiencias totalmente distintas unas a otras. El libro “Código Rosa” es un poderosísimo testimonio colectivo de lo que significa transitar una experiencia de interrupción voluntaria del embarazo, acompañada del socorrismo. “En cada historia de Código Rosa vibra la apertura de nuevas formas de experimentar, pensar y sentir el aborto que tienen como horizonte la transformación de un paisaje social hostil e injusto en otro más equitativo donde el aborto sea, por fin, legal, seguro y gratuito”, señala Nayla Vacarezza en el epílogo. Son 17 relatos que Dahiana ficcionó a partir de acompañamientos que realizaron las socorristas de la Revuelta, en Neuquén. Y Dahiana señala en su propio libro: “Estamos frente a una marca de época: cada vez más personas (no necesariamente activistas) se animan a hablar en este tiempo de sus prácticas de aborto, lo que establece un modo para lograr su despenalización social además de su legalidad”.
Las narrativas en torno al aborto resultan necesarias para desterrar viejos mitos: que todas las mujeres que abortan son solteras, que la educación sexual aumenta los embarazos no deseados, que el aborto causa trastornos psicológicos a las mujeres que recurren a el, que las mujeres que abortan son irresponsables, entre tantos otros. Y también para avanzar en algo imprescindible, como señala Belfiori: la despenalización social. Lo que resta ahora es lograr una ley que garantice la práctica de manera plena. El debate comenzó en el Congreso de la Nación. Se esperan días agitados y en la calle, la marea de pañuelos resultará esencial para mantener en agenda pública lo que ya no puede esperar: aborto legal ya.
“Amamos la vida y por eso, tenemos que decidir qué hacer cuando tenemos una situación de embarazo. Como lo personal es político también recordamos la historia y la lucha. Nunca nos vamos a olvidar de nuestras compañeras históricas y vemos el futuro cuando vemos a una piba de 15 o 14 años con el pañuelo y eso nos dice que son frutos del movimiento”, dice Mariana, la Negra, militante de Villa Banana. Romina milita en Hijos Rosario. Con su hijo en brazos, dice “tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Soy trabajadora social y estoy en espacios con mujeres que están en los márgenes y todo esto recae sobretodo en ellos que no tienen las mismas posibilidades que tienen otras mujeres. Abortar, abortamos todas”.
Raquel Tizziani, de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir y una de las docentes de la Cátedra sobre aborto que se dicta en la Facultad de Medicina de la UNR, experiencia pionera en instalar en el ámbito universitario esta discusión, sostiene que la criminalización es selectiva para las mujeres. “Eso nos priva de poder decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad libremente. Y el Estado es responsable de poder garantizar nuestro pleno ejercicio de derechos humanos”. Raquel está emocionada y tiene expectativas positivas en torno al debate. “Esto es gracias a la lucha de las mujeres”, afirma. “Espero que el Congreso esté a la altura de las circunstancias. Necesitamos una ley donde se privilegie el derecho a la salud, a la vida de las mujeres y a la justicia social”.
“Mientras no exista el aborto legal, va a existir el aborto clandestino. Y las pibas en condiciones de clandestinidad se mueren. Tengo piel de gallina por este día”, aporta Lala Brillos, conductora y militante feminista de Rosario.
Las pibas, las más chicas, llevan con orgullo el pañuelo verde que brota en todas partes. Se las ve en manadas, acuerpadas en la plaza. Tiene entre 15 y 20 años. Y la tienen clara. ¿Por qué el aborto tiene que legalizarse?. La respuesta no tarda en llegar. “Porque queremos que el Estado se haga responsable, que la Iglesia no decida. Y la vamos a ganar luchando, en la calle”.