Por Liliana Daunes*
[dropcap]E[/dropcap]llos nos desaparecen. Una vez más nos desaparecen. Una vez más nos mutilan. Una vez más nos matan.Nuestra rebelión es aparecer con nuestros cuerpos todos, los que quisieron negar y los sobrevivientes, en la escena del crimen. Nuestra rebelión es ser, y ser en comunidad, en bandada de brujas subvirtiendo el fuego en el que intentan quemarnos.
El brujo, Santiago, tiene algo de fuego y magia en la mirada. Por eso sus ojos preguntan, interpelan, arden, y nos queman en el lugar de la memoria.
Nuestra rebelión, nuestra insurgencia feminista, es abrazar al brujo en nuestro aquelarre, y decirle que aquí estamos, cuidando su gesto libertario.
Tenemos dolor, tenemos indignación en cada centímetro de nuestro cuerpo. Tenemos esperanza en cada centímetro de nuestros corazones. Somos todo eso y más. Somos el río sagrado de las niñas lencas. Somos el río en el que quisieron ahogar el fuego de Santiago.
Ellos nos condenan. Los miserables. Los fachos. Los machistas, los racistas. Los señores del poder.
Acá estamos las condenadas. Multiplicando abrazos, encuentros, diálogos, marchas. Haciendo citas multitudinarias en las que nadie nos puede robar la alegría, el horizonte, la digna rabia.
Acá estamos. Las mujeres de todas las Resistencias. Bordando con energía nuestros gritos de libertad para Milagro Sala, de Justicia para Santiago y para Diana Sacayan, de aparición con vida de todas las pibas robadas para ser prostituidas, de ni una muerta más en abortos clandestinos, de ni una menos, víctima de la violencia patriarcal.
Mal que les pese a los fundamentalistas religiosos y políticos, a los hipócritas medios de incomunicación, a los machos que esperan controlar nuestras vidas y nuestra irrupción en la política, les hicimos el encuentro… No. Les hicimos 32 Encuentros. Nuestra cita sagrada no es en el altar ni en la cocina. Es en las calles y en las plazas. Es con nosotras mismas, con nuestro deseo, y con nuestra libertad.
Talleres en las que nos miramos a los ojos, dialogamos, debatimos. Mesas donde las feministas populares del Abya Yala bordamos nuestro telar multicolor a cielo abierto. Radio feminista en la plaza. Un tribunal contra la justicia patriarcal. El abrazo llegado desde las montañas de Kurdistán. Presentación de libros. Marcha torta. Festivales. Juegos. Una oración plebeya frente a la Catedral, y la mística abrazando nuestros corazones rotos frente a los tribunales de las injusticias. Miles y miles de mujeres visibles, ya no calladas. Lágrimas y risas. Lohana presente en cada andanza. Las socorristas compañeras con su desenfado y desobediencia. Las Ni Una Menos que somos todas. Y Maira dónde está? Y dónde está Johana?
Nuestras revoluciones se revolucionan en el baile con Emma Goldman, con las mujeres mapuche que nos invitan a sus territorios la próxima vuelta, con las gordas que salen del closet. Cuerpos y libertades, sin fronteras. Cuerpos y poesía, sin rima.
Fuente: Marca de Radio