La última vez que se lo vio a Santiago Maldonado fue el 1º de agosto cuando el operativo de Gendarmería se lo llevó a la fuerza. Desde ese día circularon pistas falsas, se generaron elementos distractivos, se escribieron una gran cantidad de titulares sensacionalistas, se armaron debates armados, se defendió a la Gendarmería, se atacó a los mapuches por ser “invasores”, “terroristas” y “violentos”. Que son chilenos, que están financiados por las FARC, la ETA y por el ISIS. Pero también se generaron infinidad de reflexiones y pedidos de aparición con vida que van desde los familiares de Santiago hasta Amnistía Internacional, estudiantes, obreros, profesionales, jubilados, organismos de derechos humanos, organizaciones de todo tipo y gente de a pie. Se organizaron concentraciones, marchas, murales, reclamos, conferencias, paneles, encuentros. A través de distintas voces, entre antropólogos, historiadores, periodistas y docentes intentamos desentrañar la construcción del “otro” como enemigo interno. Mariano Nagy, Juan Carlos Radovich, Ludmila Quiroga, Franco Furno, Claudia Gotta, Sergio Maldonado y Nora Cortiñas arman el rompecabezas.
Por Tomás Viú
La araucanización de las pampas es una teoría de principios de siglo XX que identifica a los tehuelches con Argentina y a los mapuches con Chile. Según esta teoría, estos dos pueblos indígenas no tenían ningún tipo de relación hasta que en algún momento del siglo XIX una gran migración del pueblo mapuche cruzó la cordillera y exterminó a los tehuelches. Mariano Nagy es Doctor en Historia y docente en la UBA. Explica que, según esta operación, que no se condice con el proceso histórico y la evidencia que existe, ´nuestros´ indígenas no existen más y quedaron los mapuches como un pueblo ´extranjero, invasor y genocida´.
Según el historiador Nagy, las ideas que permean más fácilmente a nivel social son las más simples. Dice que es una idea muy fácil de transmitir: los mapuches son chilenos y los tehuelches son argentinos. “Es una teoría extraña en un país que se jacta de ser inmigrante o descendiente de los barcos. A los mapuches se les dice hoy que, pese a que nacieron acá, que sus padres y abuelos nacieron acá, y así diez generaciones, si tienen algún antepasado remoto que podría haber nacido del otro lado de la cordillera, hoy siguen siendo chilenos”. Mariano plantea que si aplicáramos el mismo criterio para todos, deberíamos decir que no existen los argentinos porque son descendientes de europeos. Incluso la descendencia de los barcos es selectiva. La antropóloga Claudia Briones dice que los barcos que reconocemos son los que trajeron inmigrantes a fines del siglo XIX y principios del siglo XX pero no los barcos esclavistas de toda la era colonial.
“La presencia mapuche en lo que hoy es Argentina data por lo menos del año 1000 con evidencia arqueológica, social y de toponimia”, dice Nagy, que forma parte de la Red de Investigadores de Genocidio y Política Indígena. Es decir, que los mapuches están desde mucho antes de que existieran los Estados. Por otro lado, si bien el proceso de migración del siglo XIX tuvo lugar, ya existían contactos, comercios y migraciones a cada lado de la cordillera.
“A la leyenda celebratoria de la conquista del desierto se le impuso una especie de leyenda del lamento en el cual Roca es un genocida y exterminó a todos los indígenas”, cuenta Nagy, investigador de CONICET. “Si bien hubo matanzas y asesinatos tremendos, lo que pasó fue un sistema de sometimiento que trasladó a esos indígenas a campos de concentración y luego los repartió como mano de obra barata a los grandes capitales que en ese momento eran los ingenios azucareros, los viñedos y las estancias”. De cada un indígena que se asesinó en la conquista del desierto, diez quedaron sometidos a cargo del Estado.
Según sus investigaciones, el primer dato fehaciente de traslados de indígenas es de 1871 y el último de 1887. “El campo de concentración de la Isla Martín García por lo menos funcionó durante quince años”, calcula Mariano, al tiempo que explica que en el ingreso a Martín García había una clasificación: si eran útiles para el trabajo, eran “indios presos”. Pero no se señalaba ningún delito ni tenían condena por un lapso determinado. Esos indígenas eran detenidos sin tiempo por el Estado argentino; si en la clasificación notaban alguna enfermedad, o eran viejos, en el listado se los ponía como “indios inútiles o débiles”. Eran “indios en depósito” y no eran tan ´aptos´ como los otros para ser repartidos.
Lo que se repartió paralelamente a la mano de obra fueron las tierras, el motivo principal que explica las matanzas de ayer y las persecuciones de hoy. En 1878, a través de la Ley Nº 947, se organizó una suscripción popular. Las tierras se dividían en acciones. Eran fracciones de una legua cuadrada, 2.500 hectáreas. “Mínimo tenías que comprar cuatro y máximo doce”, explica Nagy. “En teoría podías comprar entre 10 mil y 30 mil hectáreas. Pero eso no sucedió porque como era nominal compraron varios parientes. Se repartieron alrededor de 40 millones de hectáreas entre menos de 2 mil personas”.
Mariano dice que el gran proceso de reparto de la tierra va de la mano de la conquista del desierto y poco tiempo después, y que en la década del ochenta se había repartido casi todo. La South American Land Company, una compañía inglesa que tiene varias propiedades en Argentina, violó la normativa que buscaba no acumular grandes extensiones. Compró alrededor de 900 mil hectáreas que en 1991 fueron vendidas a Benetton.
Claudia Gotta es la Presidenta de APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos) Regional Rosario. En una charla organizada en el Museo de la Memoria hace unas semanas, planteó que “hoy la cordillera está lejos de ser un límite internacional porque tiene nombres que remiten a las grandes corporaciones mineras que están representando a muchos países fuertes en el escenario del comercio mundial”. El antecedente que habilitó esta situación se dio en la última década del siglo pasado cuando se firmó el Tratado Binacional Minero entre Menem y Frei en 1997.
El 11 de marzo de 2009, Luciano González estaba charlando en la calle con un amigo en Cerro Centinela, un pueblo mapuche ubicado a 15 kilómetros de Corcovado, al sur de Esquel. Esa noche fue la última vez que lo vieron con vida, cuando lo detuvo el Grupo Especial de Operaciones Policiales. Estuvo desaparecido cuatro años hasta que encontraron e identificaron los restos de su cuerpo. Claudia Gotta dice que “a partir de ahí la avanzada nunca dejó de existir” aunque “son cosas que no se difunden”. Cuenta que Bill Gates quiso comprar unas tierras que habían sido mal vendidas por una familia donde el padre no sabía leer ni escribir y había cambiado su tierra por una casa que era una pocilga en el poblado más cercano. “En esa territorialidad ya habían detectado un yacimiento minero de importancia”.
La Ley antiterrorista fue sancionada en Chile en 1984 y en Argentina en 2007. Según Gotta, quien es docente de la UNR y Asesora Académica del Programa Intercultural de Pueblos Originarios, esta ley “es la que hizo posible la criminalización de la protesta de toda comunidad o parte del pueblo-nación indígena que se erigiese en la defensa de su territorio”.
En la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, la lista Quilombo organizó un panel-debate sobre la construcción del “otro” mapuche. En diálogo con enREDando, el antropólogo social Juan Carlos Radovich advierte sobre los estereotipos esencialistas de las construcciones simbólicas. Dice que el discurso “demonizador, fascista, estigmatizante y negacionista” convive con las concepciones de aquellos que pretenden apoyar el reclamo de los pueblos originarios. “A veces también caen en estigmatizaciones o en visiones esencialistas fijadas en el pasado. Por ejemplo, decir que perdieron la lengua y pierden la cultura. En realidad eso no ocurre porque los pueblos permanentemente van recreando su cultura, sus saberes, sus experiencias y todo lo que hace a la vida cotidiana”. Radovich refuta esa visión que propone una única forma cristalizada de ser indígena basada en las tradiciones. “Para ser indígena hay que ser un ´indiecito´ bueno del pasado, romántico, folklorizado. Ese es uno de los errores en los que suele caerse a la hora de organizar esta construcción del ´otro´”.
Según la antropóloga Ludmila Quiroga, esas cristalizaciones de “el buen salvaje” no solamente se dan en los medios de comunicación sino también en las instituciones estatales. “Hay indígenas a los cuales les estás negando su propia realidad que tiene un montón de aristas al interior de las comunidades. Caer siempre en estereotipar a los pueblos originarios tiene un trasfondo de negación de derechos muy profundo”. Juan Carlos cree que también tiene que ver con la imposibilidad de pensar al indígena en el ámbito urbano. “Cómo va a ser indígena si vive en un barrio en la ciudad”.
Franco Furno es periodista y miembro de la comunidad Urbana del Pueblo Nación Mapuche en Rosario “Lofche Wiño Leufv”. Con respecto a la construcción del “otro”, dice que “vamos a ser lo que necesitan que seamos. Van a inventar lo necesario para lograr ese originario útil al discurso del momento”. Franco recuerda la discusión televisiva sobre si un mapuche puede o no usar binoculares. “Desapareció una persona, lo desapareció gendarmería. Estamos ante un hecho sin antecedentes porque se dio a plena luz del día y con funcionarios de Nación, y estamos hablando si un indio usa o no binoculares”.
El Estado de las cosas
Uno de los cuestionamientos que algunos publicaron rápidamente en las redes sociales y en algunos medios de comunicación es el hecho de que si se pedía por Santiago Maldonado, por qué no se pedía también por los otros desaparecidos en democracia, como si una cosa anulara la otra. Se pidió, se pide y se pedirá por Julio López. A 11 años, nos hemos preguntado y nos seguiremos preguntando por él y por todos. Y seguiremos exigiendo justicia por cada hecho impune. Pero la diferencia con los otros casos es que en la desaparición de Santiago Maldonado el Estado es responsable. La última vez que se lo vio fue el 1º de agosto cuando la Gendarmería irrumpió en el Pu Lof Cushamen con un operativo del que participaron 137 efectivos. La desaparición de Santiago Maldonado es un delito de lesa humanidad. “El crimen cometido por el Estado nacional no proscribe”, explica Ludmila Quiroga, docente de la UBA. “El Estado que debería cuidarnos es el que está reprimiendo a las personas”.
Para Mariano Nagy, esta escalada represiva se da en un cambio de época donde los pueblos indígenas recuperan su antiguo rol de pueblos salvajes marcados como los “otros”, los “terroristas”. “Es lo que se llama la construcción de la otredad negativa. Esas construcciones son simbólicas pero generan consecuencias materiales, entre ellas las prácticas sociales discriminatorias y la represión lisa y llana”. Nagy explica que se busca generar consenso entre ciertos sectores de la población a partir de que ´son chilenos, violentos y usan capucha´. “Se va trabajando en el imaginario colectivo que si se los reprime está bien”.
Claudia Gotta dice que el enemigo interno hoy es el pueblo mapuche porque además “es un mal ejemplo para las otras causas”. Además, cree que Santiago Maldonado, “el joven del que hemos hecho rostro y bandera, sabía de qué se trataba la lucha mapuche y no la apoyaba desde un romanticismo utópico”.
Sergio Maldonado -hermano de Santiago- estuvo en Rosario junto a Andrea Antico -cuñada de Santiago- y a Nora Cortiñas -Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora-. “No hay un gran conocimiento de lo que es la comunidad mapuche”, dijo Sergio. “Cuando decimos comunidad nos referimos a un aproximado de 30 familias que no viven como vivimos nosotros sino que están todo el tiempo pendientes de que vaya Gendarmería y los mate, como ha pasado con las otras desapariciones de la zona en las que no hubo justicia”, planteó Sergio ante las miles de personas que llenaron la Facultad de Psicología en la III Jornada de Derechos Humanos. “Santiago se solidarizó con ellos y ahora está en boca de todos el tema de los pueblos originarios y la cantidad de tierras que hay en manos extranjeras”.
“A diferencia de otras épocas no están solos”, dice el historiador Mariano Nagy. “Nora Cortiñas conoce mucho lo que son estas avanzadas represivas. Ella dice que no fue casualidad sino que buscaban disciplinar a los sectores solidarios no indígenas de manera de romper los lazos entre distintos sectores, algo que generalmente inquieta a los grupos dominantes”. Es más sencillo reprimir a un grupo aislado. Se busca romper la solidaridad de las bases. “No estamos inventando nada, no estamos traspolando la realidad de otro país o de otro proceso histórico. Estamos hablando de nosotros”, dice Mariano.
“Quisieron hacer un disciplinamiento cuando se llevaron a Santiago”, dice efectivamente Nora Cortiñas. “¿Este muchachito va a ir a defender a los mapuches que quieren sus tierras? Si nosotros manejamos sus tierras. ¿Por qué se va a meter? Que no se meta nadie”. De esta manera Norita resume los hechos: “Había que dar una lección”.
Desde la reforma de 1994, La Constitución Nacional reconoce en su artículo Nº 75 la preexistencia de los pueblos originarios. Además, la Ley Nº 26.160 de Emergencia Territorial suspende ´la ejecución de sentencias, actos procesales o administrativos cuyo objeto sea el desalojo de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país´. Sin embargo, el Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad Nacional, Pablo Nocetti, había hecho la advertencia: iban a cazar a todos los mapuches. La Ley 26.160 se promulgó en 2006 y en 2009 se dio una prórroga que vence a mediados de noviembre. “Es el único freno que existe contra los desalojos intempestivos. Ahora hay desalojos con la ley vigente, imagínate sin ley”, dice Mariano Nagy. La Ley impide los desalojos de las comunidades donde no está hecho el relevamiento. “Las comunidades quieren ser relevadas, no se oponen a eso. La oposición viene de los sectores concentrados, los terratenientes y las provincias que tienen sus negocios con esas empresas”, explica Franco Furno. “Si no se prorroga la Ley se va a dar un paso atrás muy importante”.
Las regionales de APDH de Esquel y del Noroeste de Chubut han acompañado la lucha del Pu Lof desde el comienzo, desde hace más de dos años. Este escenario fue conocido a partir de la criminalización en la figura de su lonko Facundo Jones Huala, quien fue ilegalmente detenido el año pasado. Después del juicio fue liberado pero volvieron a detenerlo de manera ilegal y pretenden juzgarlo dos veces por el mismo delito. “Esta lucha de dos años y medio le ha causado a la comunidad del Pu Lof Cushamen más de cuarenta causas”, indica Gotta. “Estos pueblos viven siendo criminalizados. No tienen acceso a la justicia y todos los derechos y garantías que les adjudica la carta magna son letra muerta a la hora de enfrentar a estos señores terratenientes que manejan su propia fuerza de choque”. Según Claudia, la complicidad del Estado es conocida a un lado y al otro de la cordillera. “La Nación expulsa, no reconoce, excluye y despoja a las otras naciones preexistentes”.
Desmontando raíces
Como una forma de dar la disputa en la batalla de las ideas, el antropólogo Radovich plantea “pequeñas acciones en los espacios donde nos toca actuar”. Ludmila Quiroga dice que “hay que bajarlo a todos los ámbitos donde uno trabaja”. “Es un granito de arena para abrir la cabeza de la gente y que se arme realmente un debate con todas las voces. Hay que dejar hablar al otro que puede estar en contra de lo que uno está diciendo. Es la única forma de poder conversar”.
Franco Furno propone “salir de las redes sociales” para hablar estas cuestiones “con los vecinos y los amigos”. En la cosmovisión mapuche, dice, una de las herramientas que han tenido los mayores para reconstruir el pueblo después de la campaña del desierto fue el nütram, que es la conversación. “Ahí está la fortaleza del pueblo. Es una de las enseñanzas que la comunidad mapuche de Rosario mantiene como ejercicio. Si nos sectarizarnos perdemos la posibilidad de fortalecernos”.
Juan Carlos dice que hay antagonismos que han sido históricos y que se han encargado de demonizar al cabecita negra, al indígena, al extranjero, al migrante. “Esa visión higienista de la sociedad viene de la época de Sarmiento e incluso permeó discursos de izquierda de cierta visión organicista”. Ludmila dice que hablamos de racismo pero no estamos problematizando la cuestión de las razas. “Biológicamente no hay ningún fundamento para hablar de razas humanas”.
Claudia Gotta pone el foco en las preguntas que nos hacemos y en la necesidad de ver “qué enseñamos para que esto no sea naturalizado”. “El llamado de hoy es cómo habilitar nuevas narrativas comunicacionales para poder repensar y repensarnos”. Dice que lo que estamos hablando hoy es una lucha de siglos y que el pueblo-nación mapuche tiene una particularidad que es resistir para re-existir. “Solamente desmontando esas raíces epistémicas donde se basa la forma de conocer y donde hunde sus raíces el modelo capitalista, es que podemos dar cuenta de algunas cuestiones centrales que pueden explicar esto que hoy nos convoca y nos preocupa”.
Paralelamente a la construcción mediática y a la campaña política de desprestigio hacia los pueblos indígenas, desde el primero de agosto se organizaron marchas, se pintaron murales y se produjeron encuentros, debates, conferencias, paneles y un gran etcétera de actividades donde la pregunta sigue sonando bien fuerte. Nora Cortiñas dice que a este gobierno le perturba que todos queramos la verdad y la justicia: “Hay que seguir perturbando”.