En todos los pueblos y ciudades del sur santafesino, las medidas económicas tomadas por el gobierno nacional han desarticulado el aparato productivo: apertura de importaciones, quita de retenciones y tarifazos pusieron a todo el circuito comercial en situación límite. Mientras se multiplica la desocupación y la precarización laboral, surgen las changas y los pequeños emprendimientos familiares. Y la tozuda defensa de la fuente laboral, a pesar de todos los pesares. Una crónica larga escrita al amparo de un futuro posible.
Por Jorge Cadús
[dropcap]H[/dropcap]an pasado 50 largos años desde que -allá por el año 1967- el enorme poeta Armando Tejada Gómez diera forma, en un trabajo colectivo junto a Los Trovadores, a la imprescindible obra musical «Los oficios de Pedro Changa».
«Caminos de jornal ha andado el Pedro por todos los caminos de la patria / para volver al fin ya sospechando / que hay algo en todo esto que no anda / por más que él ponga el hombro y que sus manos / le hayan quedado anchas como el mapa…», escribe el poeta Tejada Gómez en «La espera de Pedro Changa», que da inicio a aquel trabajo que a los pocos días de su edición cayó bajo el espeso manto de la censura, el disco fue quitado de circulación, se prohibió su difusión y engrosó «las filas de las desapariciones culturales», como las nombrara la periodista Blanca Rébori.
Pedro Changa era -sigue siendo- todos y cada uno de los obreros que ganan el mango en trabajos silenciosos, en el largo peregrinaje por geografías y laburos, en la angustia de la changa o de la espera.
«La desocupación junta a los hombres en la aurora trizada de la calle. Los ordena de gris, los alínea con una misma espina atravesada. Cada uno está solo con los otros, buscándose cigarros y palabras, mientras se cuentan hijos y decesos y pormenores de la mala pata», sintetiza Tejada Gómez una postal que, cincuenta años después, de tanto ser memoria se ha pintado de doloroso día a día cotidiano, de futuro descarnado. Y que instala, una vez más en estos arrabales, la necesaria búsqueda de la changa para la gambeta a un presente que ajusta, achica el horizonte y lo pinta con trazos de tristezas. Como lo describe don Armando en aquella mítica obra, donde Pedro -todos los Pedro de la Patria- «se fuma hasta el pucho la esperanza / apoyado en los hombros del silencio / y buscando salidas a sus ganas».
La máquina de desocupar
En la ciudad de Firmat, la histórica firma Vassalli Fabril abrió un proceso de retiros voluntarios para desprenderse de entre 150 y 200 trabajadores. A pesar del procedimiento preventivo de crisis en que se encuentra la empresa y de las constantes ayudas económicas otorgadas por el gobierno de la provincia de Santa Fe y la Municipalidad de esa ciudad, y de acuerdo a los dichos del actual presidente del directorio, Néstor Girolami, si no hay retiros voluntarios, habrá despidos.
«El panorama es crítico, de angustia y de tristeza. Es muy feo, hay compañeros que están esperando a ver quién le toca el retiro o el despido. Antes de fin de año han vivido una situación muy fea, donde no sabíamos que iba a pasar con la empresa, luego apareció este concesionario y la gente acompañó este proceso, los compañeros resignaron cobrar la deuda en cuotas para que no pasara esto que está sucediendo ahora. Estamos pagando el plato roto los trabajadores», sentenció el secretario general de la UOM Firmat, Diego Romero. Y remató: «la postura del sindicato es no acompañar el ofrecimiento de retiros voluntarios, y menos que menos el despido. Lamentablemente tenemos un Estado nacional que está de espaldas al pueblo».
El último 30 de junio, los trabajadores de la quesería Chateubriand, en la localidad de Carmen, cumplieron seis meses de acampe en la fábrica para evitar el vaciamiento. Entre turno y turno en el acampe van haciendo changas, tratando de completar el plato en la mesa familiar. Desde allí reclaman «un nuevo esfuerzo de acompañamiento para recuperar nuestro laburo, para mostrar que los empresarios no pueden hacer lo que se les canta con nuestras vidas. Aldo Muscolini, el dueño de la fábrica, nos dejó en la calle en vísperas de año nuevo y después se cagó en las disposiciones del Ministerio de Trabajo. No puede ser que sin más las reglas del juego las pongan ellos y nadie pueda hacer nada”, relató Sebastián Salas al portal Indymedia.
En Rosario, los operarios de Acindar Navarro denunciaron que «la patronal amenaza con suspender operarios y continuar con el ajuste bajo el argumento de que sobra personal en la fábrica. Nosotros decimos que faltan trabajadores y que de Navarro no se va nadie».
Los metalúrgicos lanzaron una convocatoria abierta para rechazar -entre otras medidas- las vacaciones adelantadas, las suspensiones y los despidos; al tiempo que renovaron su pedido para » reactivar el tren laminador con todos los obreros».
En Pérez, los últimos 70 trabajadores de los míticos talleres ferroviarios que hoy intenta cerrar la firma Rioro esperan la audiencia del 4 de agosto y convocan a acompañar un sueño colectivo que es posible: la recuperación de los trenes en el sur provincial-
De acuerdo a los datos provistos por el Ministerio de Trabajo de la Nación que conduce Jorge Triaca, en los primeros 564 días de gobierno macrista (desde el 10 de diciembre de 2015 al 31 de mayo de 2107) en la Argentina hubo 115.700 despidos, que se dividen en 75.200 puestos en el sector privado, y 40.500 en el Estado.
Los datos muestran que en suelo nacional un trabajador pierde su fuente laboral cada seis minutos.
En forma paralela, las suspensiones laborales suman más de 130.000. Así, la cantidad total de despidos y suspensiones alcanzan los 245.700 afectados, lo que brinda el desalentador dato de que existe un caso de expulsión o suspensión cada tres minutos en el país.
Cada tres minutos, un trabajador se cae del mapa laboral al agujero negro de la desocupación.
No solo eso: los cálculos más conservadores estiman que por cada puesto de trabajo formal que se cae, desaparecen cuatro puestos informales.
Bajar las persianas
Está claro que son las pymes, las que tienen menos espaldas para resistir las crisis y en forma paralela generan el mayor caudal de fuentes laborales, las más perjudicadas por la política del Gobierno nacional. Entre diciembre de 2015 y marzo de 2017, se perdieron 3198 empresas en la Argentina. La información surge de los boletines mensuales de la Seguridad Social que elabora la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que toman como base las declaraciones juradas que emiten los empleadores con las nóminas de personal asalariado.
La cifra marca que en ese período, en nuestro país, se cayeron siete empresas por día.
Para el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la reducción de la cantidad de empresas que actúan en la economía se desprende «de la crisis, que trajo como consecuencia una mayor concentración, con menos empresas en actividades críticas»; al mismo tiempo que expresa la tendencia del capital hacia la concentración: los empleadores más débiles quiebran o son absorbidos por los que tienen espaldas más grandes para soportar los malos momentos.
En forma paralela, el Índice de Producción Industrial PyME -que confecciona la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME)- registra una caída general en la actividad de las pequeñas y medianas empresas. En el rubro de Artículos textiles y prendas de vestir, la actividad se retrajo 7,6% anual en mayo; mientras que en Calzado y Marroquinería se redujo 8,6% anual.
Los números varían, pero coinciden en el brutal proceso de ajuste sobre la pequeña y mediana empresa, los comercios minoristas y, en definitiva, sobre los trabajadores.
Según Rubén Manusovich, de Fedecámaras, «a los 6.000 locales cerrados en 2016 hay que sumarles unos 25.000 que no aparecen todavía en las estadísticas oficiales»; en el marco de una situación que «no tiende a mejorar, ya que a esos locales cerrados habrá que sumarles los que vayan a cerrar por la modificación por decreto de los feriados y la aplicación de los últimos tarifazos».
Por su parte, el referente de la Asamblea de la Pequeña y Mediana Empresa (Apyme), Juan José Sisca informó que durante los primeros tres meses de 2017 cerraron más de 1.800 empresas.
Un promedio de 20 por día.
Made in saqueo
Los datos sobre Intercambio Comercial Argentino que brinda el Indec muestran que sólo en el mes de mayo, 6.057 millones de dólares salieron del país en concepto de importaciones.
Carne porcina (2.216 toneladas sólo en mayo, 14.650 toneladas en los primeros cinco meses del 2017); carne de aves; frutas de pepitas -731.000 kilos de manzana importada mientras se desploma la producción nacional-; peras; naranjas; kiwis -derrumbando la incipiente producción argentina-; ciruelas; zanahorias, espárragos y batatas frescas (100% más en comparación al año anterior); y hasta manteca y crema de leche importadas desde Chile suman artículos a la larga lista de las venas abiertas de un país que se desangra.
Como una cruda postal del saqueo articulado con espejos de colores, los fabricantes de caramelos denuncian un aumento del 840% de la importación de caramelos blandos y duros desde México y Brasil. Gabriel Rivarossa -titular de la fábrica Marengo, apostada en Rafaela, que ocupa 90 trabajadores- advirtió que «ante el avance de la importación tratamos de achicar nuestra estructura, de adaptarnos a la realidad».
El empresario puntualizó que el problema viene desde el año pasado con los caramelos blandos: «siguen entrando 450 mil kilos por mes de caramelos blandos. Para que se entienda, nosotros tenemos 90 empleados y hacemos 200 mil kilos, por lo tanto están entrando dos fábricas y algo más por mes. La preocupación nuestra ahora es por los caramelos duros, ahora hay un 840% de incremento de la importación», señaló.
Hacia 1977, el secretario de Comercio y Negociaciones Económicas Internacionales, Alejandro Estrada -funcionario del ministro de Economía de la dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz- sostenía ante el saqueo sistemático del aparato productivo que «da lo mismo producir acero que caramelos». La política de desindustrialización, apertura indiscriminada de importaciones y desmantelamiento del aparato productivo de la dictadura militar tenía efectos devastadores sobre el cuerpo de los trabajadores argentinos. Hoy, las políticas económicas de la Alianza Cambiemos en el poder nos dejan sin acero y sin caramelos. Y un gusto amargo en la garganta.
Descalzados
En el mediodía del jueves 13 de julio, Acebal se hizo escuchar. Una nutrida movilización frente al edificio comunal desea localidad reunió a todo el arco productivo, a las organizaciones sociales y gremiales, y a la gran mayoría de la dirigencia partidaria.
En Acebal, a 40 kilómetros al sur de Rosario, con poco más de 6.000 habitantes, hay 35 pequeñas y medianas industrias ligadas a la fabricación de calzado a punto de cerrar sus puertas. Las causas, claras, precisas, fueron desglosadas en una serie de reuniones que anticiparon la convocatoria: caída en las ventas, crecida desmedida de importación de calzado, aumentos de insumos, imposibilidad de sostener la mano de obra. Y todo un circuito productivo-comercial en jaque: no sólo los trabajadoes directos de las micro y pequeñas empresas, sino también los operarios de los talleres de aparado (o costura a máquina), las mujeres que aparan a fazon, las obreras y obreros de la costura a mano; los fabricantes de cajas de cartón, los talleres mecánicos que realizan el mantenimiento de la maquinaria, los comisionistas, los comercios que venden el producto final.
De acuerdo a la información brindada por los Fabricantes de Calzado, «los días 2, 3 y 4 de julio se realizó en Córdoba la exposición de calzado Exical. Allí concurrieron varios fabricantes de Acebal, tal y como lo vienen haciendo desde hace varios años. Esa feria es un poco el termómetro de lo que será la próxima temporada, por el volumen de ventas. Pero este año lamentablemente, todos han regresado con las manos vacías, y hoy casi no hay pedidos para trabajar».
Para los referentes del sector, los factores que desencadenan la crisis son claros: «a esta situación se llega por la falta de consumo, la importación desmedida y el contrabando de calzado», sostienen.
Luego de las primeras reuniones, el presidente comunal de Acebal, Daniel Siliano, decretó la emergencia económica del sector, suspendiendo el cobro de los impuestos comunales. Y se motorizó un plan de acción que -advierten- «no es una lucha partidaria, tampoco una lucha del gremio contra los empresarios. Es una lucha del pueblo para mantener las fuentes de trabajo y el bienestar general».
Luego de la movilización convocada en Acebal, el gobierno provincial dispuso la creación de un fondo rotatorio para asistir financieramente a los industriales del calzado de la localidad; en tanto que el gobierno de la Nación anunció que «estudiará finalmente la posibilidad de instrumentar subsidios al salario», los conocidos Repros.
Más allá de los parches y las emergencias, el impacto de las políticas económicas no parece disminuir: en los primeros seis meses de este año ingresaron al país 15.865.505 de pares de calzado importado; contra 12.270.657 del mismo período de 2016, y 9.021.621 de 2015.
Un incremento del 80% en sólo dos años.
Las dos realidades
«En los pueblos de la región hay dos realidades muy distintas», sostiene el militante del peronismo oriundo de Alcorta, Guillermo Morales. Y puntualiza: «una que tiene que ver con la actividad del campo, y otra que tiene que ver con el trabajo digamos común, de todos los días. No todo el mundo tiene la posibilidad de vivir del campo, que se maneja a precio dólar. La mayoría tiene trabajo formal o no formal que no depende del campo. Y ese sector se ve afectado por despidos, cesantías, menos horas de trabajo, el achicamiento del mercado, precarización. Ése trabajo, que se realiza con el cuerpo, es el que se está achicando».
Para el militante político -que también es guitarrista y productor musical- «al estar mal esa economía, cada uno va ajustando algunas cosas, hay menos plata para el consumo diario, que mueve a su vez la economía de los barrios. Mucha gente consume lo justo, lo indispensable, y nada más. Y es un achique drástico, que genera que muchas veces haya necesidades básicas que no llegan a ser cubiertas».
Morales detalla algunas de las gambetas que, desde los sectores populares, se improvisan a la hora de enfrentar la crisis y el impacto en la vida cotidiana: «en Alcorta, por ejemplo, generamos un grupo de intercambio donde hay gran cantidad de productores o micro emprendedores que ofrecen de todo. Tenés desde la huerta orgánica a gente que hace pizzas, comidas, empanadas, postres, dulces caseros, tortas. Hay gente que vende huevos, miel, gente que hace viandas, hay productos de cosmética natural. Después tenés gente que hacen artículos de cuero, productos de limpieza, zapatillas y zapatos, venta de jeans, ropa nueva o ropa usada. Hay gente que hace jardinería, hasta gente que da clases de apoyo en matemática, en física. Hay de todo dando vueltas. La oferta es grande, está ahí, y lo que me parece que falta es hacerla conocer, porque podemos ayudarnos entre nosotros».
«Ante esa economía que está dañada o lesionada, tenemos que ver cómo hacemos para que tenga el menor impacto posible en la comunidad», sintetiza Morales. Y explica: «no solamente esperar que políticas de gobierno o políticas cambiarias modifiquen la situación, porque la gente tiene tiempos que no son los mismos que los tiempos de las grandes empresas o como se mueven la economía de los países. Y motorizar este intercambio es una forma de solucionarlo. No hay que perder de vista que mucha gente subsiste a través de estos micro-emprendimientos. Y el papel del Estado también tiene que ser fomentarlos, porque es una forma de generar trabajo; y otro de los papeles es acelerar el proceso para que se pueda seguir trabajando, con capacitación. Y mostrarlo».
«Uno piensa que vivimos en Argentina, donde te dicen que se le da de comer al mundo. Y resulta que no puede abastecerse solo, hay gente que la pasa mal acá. Entonces, va por ahí el asunto: que en algún momento, lleguemos a abastecernos solos. Por ahora puede ser un parche ante la urgencia, y lo entiendo. Pero ese parche puede llegar a ser una solución a largo plazo», se ilusiona uno de los referentes de los micro emprendedores de la localidad santafesina.
Un predominio bancario
«Me parece que la identidad del gobierno de Mauricio Macri es justamente la representación política de las grandes patronales de la Argentina, con una característica muy especial que es el predominio de lo bancario por sobre lo productivo», resume el periodista y diputado provincial Carlos del Frade. Y señala que «eso significa menos fuentes laborales. Tal y como ocurrió en los últimos 50 años: en la dictadura del 76 al 83, con el menemismo en los años 90, y ahora con esta profundización de la década del 90».
En relación a los conflictos laborales abiertos en el presente, el hoy precandidato a diputado nacional por el Frente Social y Popular señala que «a nosotros nos preocupa mucho lo de Vassalli, que más allá de todas las ayudas que recibe del gobierno provincial, está ofreciendo retiros no tan voluntarios a gente que se quiere sacar de encima tal y como lo hizo la general Motors el año que pasó. Se reducen las fuentes laborales para mantener niveles de ganancia y hacer una diferencia con esa ayuda que se recibe. Posiblemente tengamos peores novedades después de octubre».
Del Frade puntualiza también la situación de los talleres ferroviarios Rioro, en Pérez: «presentamos junto a Verónica Benas un proyecto de expropiación de esos talleres. Son más de 70 trabajadores que dependen de la Unión Obrera Metalúrgica, y son los últimos de esos talleres que alguna vez reunieron a 5.000 trabajadores, y por eso para nosotros es importante salvar las fuentes laborales. Y queremos que esos talleres sigan representando la idea de recuperar la industria nacional ferroviaria. Ahora el próximo 4 de agosto vence el período de conciliación obligatoria dictado por la Secretaría de Trabajo, y habrá que ver qué sucede. Nuestra idea es convocar ese día a la mayor cantidad de trabajadores ferroviarios -ferrucas como dicen ellos- para establecer la necesidad por un lado de salvar las fuentes de trabajo, y por otro marcar la necesidad de que esos talleres sirvan para recuperar esa industria ferroviaria».
El correo de todos
La tozuda persistencia de oficio. La voluntad de generar con las propias manos ese espacio infinito de posibilidades que el trabajo abre. Fumarse hasta el pucho la esperanza buscando la salida a las ganas. Cansados del caballo del yo, los trabajadores del periódico El Correo de Firmat montaron -al decir de un tal Arturo Jauretche- el potro del nosotros: ante la decisión de la titular del centenario periódico firmatense de dar un paso al costado, el núcleo de los trabajadores de prensa consensuó la conformación de una cooperativa, y la puso en marcha desde el primer martes de julio.
«Estamos trabajando ya en formato cooperativo, para sostener la continuidad del medio y nuestra fuente de trabajo», relata el periodista Mariano Carreras. Y puntualiza que «fue un proceso atravesado por los vaivenes económicos del país y por decisiones personales. En un escenario adverso para las Pymes, la titular del medio decidió que no quería continuar, que quería cerrar el ciclo. Y comenzamos a ver cómo armar algo nuevo a partir de lo que había. Y nació la cooperativa. Hablamos con los compañeros, llegamos al acuerdo de saber que es un camino largo, duro. Pero en ese camino estamos».
Para Carreras «son 102 años de historia del Correo. Hay responsabilidad, hay mucho esfuerzo, y hay ganas. Nos conocemos porque tenemos recorrido juntos, como compañeros de trabajo, y ahora vamos aprendiendo más allá de nuestro trabajo de redactores, fotógrafos o diseñadores, porque tenemos que llevar adelante una empresa periodística. Es decir que la demanda es además de informar, gestionar y llevar adelante el medio. Es parte de este oficio del periodismo que apasiona, moviliza y además es una herramienta fundamental para el sistema democrático».
Árbol esperanza
«Vengo de ser país. Traigo este rostro tallado a la intemperie y estas manos ejercitadas en el viejo oficio de la vieja ternura y el trabajo», finaliza aquella obra. Los oficios de Pedro Changa, un puñado de canciones y relatos grabados y editados cincuenta años atrás, censurados durante veinte años y re-editado hacia 1984.
«Digo que tengo vela en este entierro, sombra en la tierra y perro que me ladre», dice Pedro, como cualquier Pedro inmemorial, «hueso y piedra y padre». Y exige: «quiero y digo quiero con una urgencia vertical clamando: sitio de patria para el cielo mío, cielo en el sitio de la patria que ando (…) «quiero que las manos junten el amor en un puño y no lo suelten sino para sembrarlo en lo más pueblo de este país que somos, hondamente».
Cincuenta años después, aquellas postales hondas, profundas, escritas por Tejada Gómez y cantadas por Los Trovadores, se hacen necesarias -una vez más- para cantar y contar la crónica cotidiana de los nuevos Pedros que buscan en la changa y el ingenio la gambeta a la crisis y el mango escaso.
Pedros nuestros cotidianos, que «maduros ya de polen y caminos, mientras crece a lo árbol la esperanza y el corazón navega entre sus ríos» llevan al hombro sus guitarras para entonar un canto al horizonte y al trabajo.
Y allí, «todos los días se despierta un niño».