La Carpa de la Dignidad Cartonera se alzó en la Plaza 25 de Mayo de Rosario a la vez que se presentó en el Concejo Municipal un proyecto de ordenanza que busca generar un servicio público con recicladores urbanos. La unión y organización de carreros y recolectores de las calles es una meta fundamental para dar la pelea en una ciudad en donde trabajar en carro pareciera ser un delito.
Por Martín Stoianovich
Fotos: MTE Rosario
“Somos los cuidadores del medio ambiente, no reconocidos y excluidos. Pero tenemos que decir basta, que empiecen a reconocer nuestro trabajo”. La idea la aporta Sergio Sánchez, presidente de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR). El lugar es una carpa montada, durante el 21, 22 y 23 de junio, en la Plaza 25 de Mayo de Rosario por esta organización, en confluencia con la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Los interlocutores, en su mayoría, son carreros y otros trabajadores de la economía popular de Rosario y otras localidades del país. El contexto es la reciente presentación en el Concejo Municipal del proyecto de ordenanza “Servicio Público de Recuperación de Residuos Reciclables”. El motivo: la necesidad de organizarse para articular y así poder intervenir sobre la exclusión que afecta a los sectores más vulnerables.
Desde la FACCyR indicaron que en Rosario hay, al menos, mil personas que intentan ganar un peso juntando cartones o reciclando otros materiales que al final de cada día, si la jornada fue extensa y exhaustiva, les dejará una ganancia de 300 pesos. La cifra, que se triplicó en menos de un año, es relativa si se tiene en cuenta a los carreros que no tienen vínculo con estas organizaciones. Y ese aspecto, enmarcado en una realidad difícil de volcar en estadísticas certeras, lleva a que uno de los horizontes de estas organizaciones sea la unidad. Pero no solo de los carreros, sino también de los demás trabajadores la economía popular e informal. “Esta es la lucha que en todas las provincias existe, con el carro y el caballo, pero también existe la lucha del reciclador independiente, que camina con una bolsa o un carrito o una bicicleta”, dice al respecto Sánchez, que es referente de la organización en la Ciudad de Buenos Aires.
Un punto interesante que está ligado a este horizonte de organización, lo menciona Sánchez pero también los refuerzan otros compañeros, y está relacionado al rol de las organizaciones sociales y políticas que se vinculan con los carreros. Sánchez habló de la desconfianza, del miedo al engaño y de otros obstáculos que se imponen a los trabajadores al momento de relacionarse con quienes en principio pueden ser simplemente estudiantes universitarios o profesionales que en nombre de una organización se acercan con alguna propuesta, pero que al paso del tiempo se transforman en compañeros de militancia. “Los militantes y organizaciones sociales luchan para cambiar nuestras ideas y sacarnos el miedo, porque a veces no sabemos si nos están ayudando o engañando”, recalcó Sánchez en un claro mensaje a sus compañeros carreros.
“Tenemos que entender que si no estamos unidos, siempre nos va a ganar el poder. La única forma que tenemos de salir adelante es mostrar esta fuerza”, continuó el referente de la capital del país. También presente en la carpa, llegado desde La Plata, Víctor, otro trabajador, insistió en el mismo objetivo: “La persona no integrada al sistema vive bajo el modo de exclusión, y la persona que es excluida no puede construir un proyecto de vida. Nosotros debemos organizarnos y pelear por nuestros derechos para poder mirar nuestro futuro y el de quienes nos siguen”. “El carrero excluido llega a su casa y solamente piensa en que mañana tiene que ir con el carro al verdulero, al carnicero, que tiene que juntar cartón y botellas porque tiene que darle de comer a la familia”, dice Víctor y apunta: “Es tiempo de cambiar la mentalidad”.
De cirujas a recicladores urbanos
El sistema capitalista utiliza al pueblo: lo explota, lo excluye o ambas también. El excluido queda caminando por el margen en forma de distintas ocupaciones y una de ellas es el cirujeo. Lo que estas organizaciones destacan es que el cirujeo no es simplemente la recolección de las sobras para la posterior venta y supervivencia diaria. El cirujeo implica la recolección de residuos y el cuidado del medio ambiente, una actividad propia del sistema que los gobiernos intentan cubrir desde sus direcciones de Higiene. Así, aceitados los engranajes de la maquinaria capitalista, todo cerraría si no fuera porque existen los excluidos y también la necesidad de reforzar las tareas de reciclajes. Ante un escenario de estas características, estas organizaciones proponen que la unión de los carreros, como etapa primaria, preceda al reconocimiento del Estado a estas personas para que ocupen un rol formal de recicladores urbanos.
Un nuevo intento por lograr este objetivo es el proyecto de ordenanza municipal presentado al Concejo por parte del MTE, la FACCyR, el Taller Ecologista y el Grupo Obispo Angelelli y apoyado por los bloques del Frente Social y Popular, Ciudad Futura, Partido Justicialista, Compromiso con Rosario, Frente para la Victoria, Unidos y Organizados, Iniciativa Popular y Compromiso Social. “El proyecto establece la creación de un Servicio Público cuyo objeto es la gestión integral y diferenciada de los residuos sólidos reciclables y la inclusión de los recuperadores urbanos en su desarrollo”, dice desde el MTE Rosario a través de un comunicado de prensa.
“El proyecto retoma y profundiza una serie de normativas existentes en la ciudad”, dice el comunicado y cita al proyecto de “Basura Cero”. Las distintas estrategias del gobierno parecen nunca alcanzar, sobre todo por fuera del centro de la ciudad y adentrándose en las barriadas populares, donde no solo no existen los contendedores de colores que diferencian residuos, sino que en ocasiones ni siquiera existen contenedores. “El sistema de gestión de residuos actual, es dañino para el ambiente, costoso para la sociedad y sobrevive gracias al trabajo no reconocido ni remunerado de los recicladores”, dice el comunicado.
La necesidad, explican, es “potenciar y abordar de manera integral las estrategias de separación en origen y recolección diferenciada” y reconocer el trabajo de los recicladores urbanos “que permiten el reciclado de importantes cantidades de materiales”. La propuesta, indican, es que los recicladores “se incorporen a un registro municipal y formen grupos y cooperativas de recicladores alas que se les asignarán distintos circuitos de recolección, a través del mecanismo denominado Licitación Social”. Para esto, dicen que es necesario el diseño de “un sistema de zonificación estratégica que articule a los grupos y cooperativas con el actual sistema de recolección de residuos”, y “la provisión de recursos materiales, de formación e información necesaria”.
Las otras patas de la exclusión
El mismo sistema que explota y excluye, también reprime. Y esta es otra de las consecuencias de la exclusión. Sobre esto, indirectamente, también apunta el proyecto: es que es más difícil reprimir, detener y golpear a un trabajador uniformado y reconocido. La persecución policial y de las guardias urbanas, impulsadas por las normativas que, abogando al cuidado de los animales en el caso de los carreros a caballos, regulan y limitan la recolección de residuos, es otro punto en común y no solo de los carreros de Rosario.
“La persecución es igual como en todos los lugares, somos perseguidos por la municipalidad, por la policía”, dice Víctor por La Plata. “Estamos siendo perseguidos por la Municipalidad, por los inspectores, por la policía. Nos han clausurado lugares de salida siendo que habíamos llegado a un acuerdo, y había compañeros que estaban quedándose sin comer”, dice Carlos por Santa Fe. “Cada compañero me duele en el corazón cuando es maltratado”, dice por su parte Mónica Crespo, referente en Rosario, y señala: “No somos ladrones, no estamos robando, no somos negros asesinos como nos quieren hacer ver”.
En esta sintonía Crespo apunta sobre las estrategias del gobierno municipal que con ordenanzas que suponen el cuidado de un animal busca limitar la presencia de recicladores urbanos en las calles céntricas y turísticas de la ciudad. A esta estrategia se le suman los sectores de la ciudadanía que parecen exclamar por los derechos humanos, pero para los animales. Asimismo, Crespo prefiere hablar de una sociedad engañada y explica: “Nosotros hemos presentado planes de trabajo, y mientras tanto los compañeros tienen que seguir trabajando con sus caballos, sin ser perseguidos como asesinos, que es lo que nos está haciendo la policía de Rosario”. “Nos agarran de los pelos, no les importa la edad o el sexo, hubo mujeres de sesenta años bajadas como trapos y subidas a las chatas negras”, dice y finaliza: “Queremos que dejen de perseguir a los que menos tienen, que son los laburantes”.