En un contexto nacional actual en donde la “reconciliación” con los genocidas es política de Estado, en donde la Corte Suprema de Justicia de la Nación dicta el fallo del 2×1 para las condenas por delitos de lesa humanidad, en donde se intenta desconocer o poner en entredicho el número de desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar y reflotar la teoría de los dos demonios, es interesante ampliar la mirada y hacer foco en un país vecino. En este caso el viaje propuesto es hacia Chile. “El Pacto de Adriana” es una película que se proyectó dentro de la Competencia de Derechos Humanos en la 19ª edición del BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Lissette Orozco, directora chilena, habló con enREDando.
Por Tomás Viú
[dropcap]“[/dropcap]El pacto de Adriana” se estrenó en el último Festival Internacional de Cine de Berlín. Y en la 19ª edición del BAFICI recibió la Mención Especial en la Competencia de Derechos Humanos.La película es un rompecabezas. La directora chilena Lissette Orozco compone un caleidoscopio sobre la figura de su tía preferida, Adriana Rivas, quien fuera la secretaria de Manuel Contreras, ex director de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) durante la dictadura de Pinochet.
Lissette nació en 1987. Sus primeros tres años de vida coincidirían con los últimos tres de la dictadura chilena. Adriana vivía en Australia pero viajaba seguido a Chile a visitar a su familia. Lissette quería ser como su tía. Lo que Lissette no sabía entonces, tardaría 20 años en enterarse, era el rol que su “tía Chany” había ocupado en el engranaje de la policía secreta de Pinochet que operó entre 1973 y 1977.
– Fui a buscar a mi tía al aeropuerto. Pero ella no salía nunca. Yo decía “¿por qué no sale?” y nadie en mi familia me contaba nada. Era raro y me llamó la atención. Agarré fuerza y me puse a investigar qué estaba pasando.
La escena que recuerda Lissette está en la película. En 2007 la familia había ido a buscar al aeropuerto de Santiago a “la tía Chany”. Pero ella no bajó del avión con la valija llena de regalos como solía hacer sino que estaba escoltada por unas personas que la subieron a un auto y se la llevaron. Esa es la imagen que vio Lissette. A su tía preferida la habían detenido. Lissette no entendía porque. Salió a buscar con la cámara las respuestas que no estaba teniendo en su familia. Quería romper el pacto de silencio que se había mantenido hasta entonces en el núcleo familiar.
– Estaba pasando algo en mi propia casa. A mi ídola la habían detenido. Yo sabía que estaba pasando una historia que tenía que registrar de alguna forma. Sentí esa necesidad que es muy interna. La semana siguiente la fui a ver a donde estaba detenida y pensé que había que registrarlo-.
La intuición la llevó a filmar la película.
– Tiene que ver con mi forma de ser. Desde muy chica soy seca para grabar y buena para sacar fotos-.
Le pregunto a qué se refiere con “seca”.
– Me gusta el registro- dice. –Siempre que me llega una carta la guardo-.
Lissette dice que la necesidad interna que ella sintió para filmar es algo inherente a todos los cineastas.
– Si estudiás cine y te das cuenta de que tenés un papá o un tío que estuvo en algo que va en contra de tus propios valores y no tomai la cámara y no contai una historia, entonces, ¿para qué estudiaste cine?-.
Lo que terminó siendo la película en un principio fue pensado como el material de investigación para hacer una película distinta.
-Yo estaba buscando financiamiento para poder ir con un equipo a filmar a Australia-.
La película que vimos no es la que Lissette había pensado.
– Empezaron a pasar cosas. No me fue bien con los fondos, no me dieron la visa para ir a Australia y en el medio mi tía se escapó-.
Éstas son las razones por las cuales el material de investigación terminó constituyendo gran parte de la película.
– Postulé muchas veces a un fondo del Estado que nunca gané. Y yo necesitaba avanzar con la película porque seguían pasando cosas. Pensé que como estaba grabando de forma casera podía mandarle una cámara a mi tía. La instrucción fue: grábame tu vida, muéstrame cuando salís a pasear, quiénes son tus amigos, si tenés ganas de hablar háblame a la cámara. Pero nunca me imaginé que ese material iba a terminar siendo la mitad de la película-.
Lissette dice haber sido muy ingenua porque no tenía clara la dimensión del lugar al que estaba entrando.
– En el medio del proceso una persona me dijo ´tenés que tener en cuenta que estás tocando un tema que a nadie le gusta tocar. Estás entrando a un lugar al que no se debe´. Creo que entré en un lugar donde no hay que entrar y escarbé donde a nadie le gusta. Pero considero que es necesario hacer esto porque si no seguimos viviendo la vida sin dimensionar la brutalidad que pasó en nuestra historia-.
Al principio de la película la vemos a Lissette pegada al vínculo. Está atada a su tía querida, a su tía preferida. Entre Lissette y Adriana inicialmente hay un pacto. Es la propia tía quien le pide que registre las charlas entre ellas para contar la verdad. “Vos sabés mi verdad y tenés que contarla como sea, por favor” le pide frente a cámara.
– Cuando hablé con mi tía antes de que se fugara, todavía no tenía tan claro que quería hacer un documental. Sentía la necesidad de registrar porque algo importante estaba pasando. Le dije que tenía ganas de registrar todo porque la estaban acusando de cosas y yo quería saber si eran verdad o no. Ella me dijo ´bueno, graba y yo te voy a demostrar mi verdad´. Ese fue nuestro acuerdo- cuenta Lissette.
Según la directora, la película no se trata de la secretaria de Manuel Contreras sino de la desilusión de un ser querido. –Todo el rato yo quería que ella fuera inocente. Hago lo que ella me dice porque quiero que tenga razón. Pero no la tiene. Ese es el dolor, la desilusión-.
Cuando empezó el Golpe de Estado en Chile en 1973, Adriana Rivas estaba estudiando para ser secretaria ejecutiva bilingüe. Sin haber terminado los estudios fue reclutada unos meses después para un cargo en el Ministerio de Defensa. Si bien en los papeles figuraba como secretaria de la Dirección Nacional de Rehabilitación, en la práctica trabajaba para la Dirección Nacional de Inteligencia, organismo que llevó a cabo el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de personas. En un principio Adriana fue secretaria de varios militares, entre ellos Manuel Contreras, quien fuera el cerebro de la represión, la desaparición forzada y la mano derecha de Pinochet. «Como yo sabía inglés, me pusieron a traducir lo que llegaba en microfilm, todos los mensajes entre bandos comunistas que se pillaba en los allanamientos» cuenta ante cámara la propia Rivas.
Lissette grabó la primera entrevista con su tía en el mes de abril y en mayo tuvo un accidente.
– En ese mismo mes mi tía se fugó del país. Para mí era importante contar que había tenido el accidente porque tuve un golpe en la cabeza. No perdí la memoria pero mezclaba las cosas. A mi abuela la memoria se le fue yendo y mi tía reinventa la memoria-.
Para Lissette era importante contar ese suceso porque “el gran tema de la película es la memoria”.
Adriana siguió haciendo tareas de traducción hasta que salió una convocatoria interna para las mujeres que quisieran inscribirse en un curso para ser agentes de inteligencia. «Yo había leído un montón de libros de León Uris que trata mucho de agentes árabes y dije, por qué no» confiesa en la película. Cuando entró a trabajar en la DINA, la familia estaba contenta porque iba a ganar plata. “Para nosotros era una meta súper alta que hubiera entrado en las Fuerzas Armadas. Era un orgullo” cuenta la madre de Lissette y hermana de Adriana. De la propia boca de Rivas: “Yo era bonita, tenía un bonito cuerpo, buen trato y buena modulación. Entonces yo tenía clase. Sabía tratar y sabía comer. Podía pasar como uno de ellos. Atendíamos embajadores y visitas ilustres como el generalísimo de España. ¿Por qué te digo que son los mejores días de mi vida? Porque esa parte estaba vetada para nosotros. Esa parte de la vida de los ricos estaba vetada para mí. ¿Tú crees que yo habría podido si hubiese sido secretaria ejecutiva, haber ido a almorzar al Palacio Cousiño? Pero yo la viví, yo estuve ahí”.
Adriana Rivas integró la “Brigada Lautaro”, encargada de desmantelar y desaparecer a la cúpula del Partido Comunista. Es acusada de ser coautora del secuestro y asesinato de Víctor Díaz y Fernando Ortiz en 1976. Sin embargo, en la película niega permanentemente haber participado en secuestros o torturas. Incluso dice no haber visto jamás a un detenido. Éste es el pacto de Adriana. Un psiquiatra entrevistado en el documental explica que las atrocidades cometidas son inconfesables. “Me mostraron fotos de gente que está muerta y me puse a llorar porque me da pena. Debe ser terrible para una madre perder a su hijo y no saber dónde está. Eso yo lo condeno. No puedo soportarlo” dice cínicamente frente a su sobrina.
– Mi búsqueda se trataba de reconstruir su imagen. Escarbé por todos lados. Hablé con un periodista, con un abogado, con toda mi familia. Me faltaba entender cómo alguien tan humano para mis ojos pudo haber hecho algo tan inhumano. Por eso entrevisté a un psiquiatra para entender la cabeza de mi tía. Quería explorar todas las capas para finalmente tener mi propio juicio-.
En el caso judicial hay un testigo clave: Jorgelino Vergara, el «mocito», trabajaba como mozo en el cuartel Simón Bolívar donde operaba la Brigada Lautaro. Ninguno de los detenidos que pasó por ese cuartel quedó vivo para contarlo. Cuando fue acusado, él rompió el pacto de silencio. Lissette pudo entrevistarlo. “En una oportunidad Juan Morales tuvo que quitarle a Chany un detenido porque lo estaba golpeando demasiado” recuerda el “mocito”.
Con el correr de los minutos la película deviene en un duelo cinematográfico.
–Algo muy importante fue no traicionarme a mí misma. En el momento en que tomé esa decisión pude cerrar la película. Porque si no eternamente hubiera estado buscándole alguna justificación a mi tía para que no fuera tan culpable. Cuando tomé la decisión de no traicionarme, tomé una postura. Decido quebrar nuestra relación y vivir un duelo- explica Lissette.
La idea inicial de Lissette era terminar la película con el enfrentamiento con su tía. Pero finalmente decidió incluir como cierre el momento en que su madre mira por primera vez la película terminada. Ella necesitaba mostrarle la película a su madre. Y todo el equipo dudaba por miedo al rechazo.
– Mi mamá la vio y me dijo ´tu tranquila, estás haciendo las cosas bien´. Me dio todo el power-. Lissette explica que su madre tuvo un lugar fundamental en la película, como el mentor de un guión. – Ella me entrega sus valores y me dice “si es culpable tiene que pagar, aunque sea mi hermana-.
La película generó grietas en la familia. Los hermanos de la madre le dejaron de hablar. Y a Lissette le quieren hacer juicio.
– Nos tiramos encima a toda la familia. Ahora quizás soy mucho más radical. Le mandé la película a mi tía para que la conversáramos y me dijo que no era capaz de verla pero se la mandó a otros familiares que le comentaron cosas y pretende que yo le dé explicaciones en base a esos comentarios. Yo me negué-.
En la película, la directora plasma los valores familiares y los pone en jaque.
– Mi público objetivo es la nueva generación, aquellos que no conocen la real historia. Por medio de una pequeña historia familiar nos enteramos de un contexto de país y de un contexto sudamericano-.
En 2011 Adriana Rivas violó la libertad condicional y se fugó a Australia, donde tiene nacionalidad y vive actualmente. La justicia de Chile pidió la extradición pero el gobierno australiano se la negó alegando que lleva vividos más años en Australia que en Chile. Lissette agrega que allá tiene un papel “intachable”.
– En Chile llevamos desde el 2007 hasta el día de hoy con el proceso abierto. Vas a una farmacia y te encuentras con el asesino de tu papá, por ejemplo-.
Ella dice que nadie le cree mucho a la falsa justicia que existe en Chile.
– Como hay tanta impunidad hay mucha rabia. Y como hay mucha rabia, hay un país muy herido. Y como hay un país muy herido, sigue estando muy dividido. En la película mostré un homenaje a Pinochet donde hay jóvenes gritando por él. Hay mucha impotencia. Sólo algunos genocidas fueron condenados. Y Pinochet se murió sin haber pagado- recuerda Lissette.
El contexto de derechización regional golpea muy fuerte a las luchas por memoria, verdad y justicia.
– En Argentina ganó Macri. Y en Estados Unidos ganó Trump. Estamos avalando figuras que en algún momento nos hirieron mucho. Y los volvemos a traer al mundo. Hay gente que necesita ver este tipo de películas para entender el daño transgeneracional que provocó esa época. Ahora que se está viendo la película creo que va a ser una bomba en muchas familias chilenas- se ilusiona Lissette.