Sentencia en la causa de San Nicolás
El 27 de diciembre se celebró en Rosario la sentencia del Tribunal Federal Oral Nº 2 que condenó a cadena perpetua y cárcel común a los genocidas militares Manuel Saint Amant, Antonio Federico Bossié, y el ex oficial de la Policía Federal Jorge Muñoz imputados en la causa por crímenes de lesa humanidad cometidos en San Nicolás durante la última dictadura militar. El festejo fue masivo frente a los Tribunales Federales, donde el único sobreviviente de la Masacre Juan B. Justo, Manuel Gonçálvez Granada expresó: «No vamos a recuperar lo que hemos perdido durante la dictadura pero sí vamos a recuperar con días como hoy la alegría y la esperanza de tener un país mucho mejor». Una condena ejemplar que nos emociona a muchos y avanza en el proceso de juicio y castigo en todos el país que ya lleva 378 genocidas condenados.
Por María Cruz Ciarniello
1.
Era un bebé cuando su mamá lo resguardó, envuelto en un colchón, en el placard, cuando las fuerzas conjuntas de seguridad atacaron a balazos, en un operativo planificado y programado, la casa en la que se encontraba en San Nicolás, el 19 de noviembre de 1976. Ana María Granada, militante de la JP Montoneros, salvó la vida de su hijo Manuel quien 36 años después logró condenar a cadena perpetua a los genocidas que la asesinaron de la misma manera que al matrimonio Omar Amestoy y María del Carmen Fettolini y a sus dos pequeños hijos de 5 y 3 años.
La masacre de la calle Juan B. Justo es uno de los hechos que más conmocionó a la ciudad de San Nicolás. Es también uno de los más recordados. El único sobreviviente fue Manuel Gonçálvez Granada, el hijo que hoy celebró con una sonrisa plena de emoción, la sentencia ejemplar que dictó el Tribunal Federal Nº 2 de Rosario para los militares Manuel Fernando Saint Amant, Antonio Bossie, y al jefe de la Delegación de la Policía Federal de San Nicolás, Jorge Muñoz.
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Los otros dos hechos por los cuales se festejó la cadena perpetua para los tres genocidas tuvieron que ver con la desaparición y asesinato de seis militantes de la JP, entre abril y mayo de 1977. Ellos fueron María Regina Spotti, María Rosa Baronio, Eduardo Luis Reale, Horacio Arístides Martínez, María Cristina Alvira y Rosa Raquel Alvira, víctimas de privación ilegítima de la libertad, agravada por violencia, sustracción de bienes y homicidio agravado. Además, se juzgó el secuestro y vejámenes sufridos por el propietario de la vivienda del matrimonio Almada- Spotti, José Mastroberardino.
Palabras. Abrazos multiplicadores. Puños cerrados y los ojos estallados en lágrimas. Una sonrisa inabarcable, tan brillante como el cielo, como el sol o como los globos que adornaban el escenario, cada uno con un color diferente. Otra vez el mismo lugar, como si esa franja del boulevar Oroño estuviera reservada para las víctimas y los familiares que hacen el aguante en cada juicio, o para la militancia que la llena de vida cuando las sentencias dictan justicia.
A un costado, las hamburguesas asándose, el sol calentado y traspirando la camiseta del Juicio y Castigo. Una batucada abraza el día de fiesta. Lo que empezó siendo una espera con nervios y ansiedad se transformó en una eterna celebración. En una garganta poderosa multiplicando la palabra justicia. “La justicia no repara las ausencias pero sí cura un poco el alma maltrecha”, dijo Florencia Amestoy frente a todos y todas.
El Cholo Jose Maria Budassi, ampliamente querido por toda la militancia en San Nicolás y Rosario, testigo en la causa por la desaparición de los militantes de la JP y querellante en la causa por su propio secuestro, expresó la mezcla de emociones de este día y recordó las palabras del ex presidente Néstor Kirchner cuando asumió en el 2003. “llegamos sin rencores pero con memoria” y al referirse a este día, el Cholo remató: “Y hoy llegamos sin rencores y con justicia.”
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“Estamos felices que estos hijos de mil puta estén en la cárcel, como deberían haber estado toda la vida. Hoy mi familia vuelve a Nogoyá con una tremenda alegría”. No hubo más lugar que para la voz quebrada de uno de los hermanos Amestoy y unas gracias infinitas retumbando por todas partes. “Manu tiró la idea de que pidamos tres deseos a Papá Noel. Y todos pedimos lo mismo. Me parece que cuando todos pedimos el mismo deseo se cumple, ¿no? dijo emocionado Juane Basso, militante de Hijos Rosario.
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Manuel le respondió a Juane: «Pedimos tres deseos y esperamos que el 27 se hicieran realidad. Y asi fue. Y ademas, este año, todos creímos en Papa Noel. Y finalmente pasó. Esperamos mucho tiempo para que llegue este día, desde octubre de 2004, en San Nicolás, en la fiscalía de Juan Murray, desde ese día empezamos a soñar con un día como este. Lo mejor que pudimos hacer en todos estos años es tener una lucha colectiva y que este juicio sea un triunfo de todos. No vamos a recuperar lo que hemos perdido durante al dictadura pero si vamos a recuperar con dias como hoy la alegria y la esperanza de tener un país mucho mejor. Por eso, lo mejor que nos podía pasar que en todos estos años se vayan sumando tantos compañeros”.
Manuel mencionó en ese profundo reconocimiento a la Mesa por la Memoria de San Nicolás, a los otros nietos recuperados que son sus hermanos, a los compañeros de Hijos, a las madres y abuelas que marcaron el camino de lucha. “No hicimos más que seguir el camino que ellas trazaron. Mi abuela Matilde no alcanzó a ver este día de justicia, pero están sus compañeras que son mis abuelas. Si nosotros no hubiésemos sabido la verdad hoy no estaríamos acá. Este es un doble triunfo. Nos queda recuperar a muchos todavía que merecen vivir estos días. No tenemos que perder un segundo más, tenemos que seguir buscándolos.”.
Y después, el único sobreviviente de la Masacre de Juan B. Justo que logró condenar a los asesinos de su mamá y de sus compañeros de militancia, destacó la presencia de su familia, y la de Martina, su hija. «Ella también pudo cerrar una parte de esa historia porque los asesinos de su abuela y de sus compañeros van a dormir en cárcel común, como les corresponde».
6.
Adriana Alvira recordó la soledad con la que se inició esta lucha. Recordó también a su papá cuando se encontró con una solicitada de Madres de Plaza de Mayo. “Desde entonces ya no caminó solo. Empezó una lucha colectiva para todos nosotros. Y cuando al fin conseguimos que se anularan las nefastas leyes del perdón y nos presentamos a la Secretaría de Derechos Humanos de la pcia. de Buenos Aires, a pedir justicia, a pedir que se reabriera la causa, lo primero que hicimos con Sara Dorotier de Cobach quien ya no está, fue buscar quiénes más fueron víctimas de estos genocidas, y empezamos a contactarnos y a conocer con los familiares. Así logramos que se reabriera la causa en San Nicolás. Y estuvieron siempre las voces de los que ya no están y de los testigos. Hoy estamos acompañados por los viejos y por las nuevas generaciones. Los hijos, los nietos, los amigos y eso es lo que hoy nos dá esperanza.”.
7.
Son los abogados y los fiscales los que emprenden la titánica lucha de dar pelea en el recinto de los Tribunales. Porque si la condena social se teje en la calle, codo a codo, la jurídica se construye palmo a palmo, envuelta entre expedientes, escuchando a las víctimas, alegando y enfrentando al mismísimo terror disfrazado de caras avejentadas, en el compromiso asumido durante todo el tiempo que transcurre antes de llegar a un juicio oral, en las horas sin descanso, está la lucha de jóvenes abogados, muchos de ellos, militantes de hijos. Ana Oberlín, Lucas Ciarniello, Carolina Ibañez y Álvaro Baella fueron los abogados querellantes en este juicio. Junto a ellos, los fiscales Juan Murray y Adriana Saccone también demostraron el compromiso asumido en esta causa. Para ellos fue el reconocimiento de la Pipi, la Dra. Oberlín: “Realmente demostraron que no solamente tienen una convicción, sino que además tienen una seriedad y una altura jurídica que realmente me parece que hay que destacar. Sin ellos no hubiésemos llegado hasta acá”.
Y luego, el agradecimiento fueron para sus compañeros, Baella, Ciarniello e Ibañez. «Muy pocas veces he visto abogados comprometidos con tantas ganas y con tanta seriedad. La disputa es sin duda en la calle, pero también es ahí dentro, en los Tribunales.”
8.
Finalizó el juicio de San Nicolás, las causas que unieron a dos ciudades, a la militancia de allá y de acá. Los aguantes fuera de los Tribunales recomenzarán su lucha en los próximos juicios que se avecinan. Ya son 374 los genocidas condenados en todo el país.
Estas palabras son personales: cuando le avisé a mi vieja de la condena perpetua, sabía que ella, del otro lado del teléfono, festejaba por sus hijos, por su compañero desaparecido. Por todos los que no tuvieron juicio pero que en ésta y en tantas otras condenas, encontraron Justicia. Por eso gritamos y lloramos todos.