Hoy a las siete de la mañana un grupo de jóvenes estaba en una esquina del barrio Toba cuando pasó una chata negra del Comando Radioeléctrico en dirección hacia la calle Aborígenes Argentinos al fondo. La chata avanzó pero después volvió. – ¿Siguen acá en la esquina ustedes, parásitos?- le empezaron a decir los policías a los chicos que estaban ahí, que les respondieron – Vayan a agarrar a los choros. Nosotros estamos tranquilos acá-. Los policías sacaron su arma reglamentaria y les dijeron que corrieran al tiempo que empezaron a disparar. En este momento hay siete personas detenidas en la comisaría 19 y un menor de edad internado. El fiscal está trabajando en el caso.
[dropcap]D[/dropcap]omingo a la mañana. 2 de abril. Feriado lluvioso. Ese es el momento elegido para aplicar sobre el barrio Toba de la zona sudoeste de Rosario mecanismos de la violencia institucional que golpea permanentemente a los sectores populares: lisa y llanamente una razzia policial protagonizada por la Policía de la provincia de Santa Fe. El abuso sistemático recae siempre sobre los mismos.
– Tiraron balas de plomo. Y también balas de goma. Después pidieron refuerzos y entraron a mi domicilio- dice Miriam M., una de las vecinas que anoche festejaba su cumpleaños y horas más tarde sufría la embestida policial. – Anoche estábamos festejando mi cumpleaños en mi casa. Nos quedamos hasta las siete de la mañana. Estaban sentados en el patio mi esposo y el hermano. Tranquilos-. Cuando el marido de Miriam le dijo al primo que lo llevaba hasta la casa, salieron a la puerta y se encontraron con la situación de afuera. Los policías los provocaban “¿Se escondieron acá? ¿Se hacen los guapitos?”.
– Ahí empezó el descontrol, cuando vinieron los refuerzos. Entraron a mi domicilio y revolvieron todo. Se llevaron cosas de mi hogar. Cuando entraron a la casa de Miriam, los policías decían que buscaban armas blancas. “¿Dónde escondieron estos gusanos los cuchillos?”. – Lo único que atiné es a agarrar a mi bebé, taparle los oídos y abrazarlo. Me rompieron todo, sin orden de allanamiento ni nada. Ellos dicen que son la ley. Entonces lo que ellos hacen está bien, para ellos- dice Miriam.
– Había un menor de edad con su mamá, venían de hacer compras y le sacaron al hijo de los brazos-. Según cuenta Miriam, uno de los policías le dijo a la madre que iban a llevar a su hijo a la comisaría 19. – La madre atinó a decirle a una amiga “acompañame, acompañame que se llevaron a mi hijo”. “No lo toquen porque es menor”. Como es una vecina cercana, me llamó para que me fijara si su hijo estaba en la casa. Fui a fijarme y el hijo no estaba en su domicilio. Cuando yo estaba volviendo, él venía corriendo todo bañado en sangre y meado. Lo habían tirado en el descampado de Seguí y Pablo Sexto-. El menor de edad estaba internado en el Hospital Carrasco pero lo están llevando al HECA. – El médico forense de los policías dijo que los detenidos tienen lesiones leves. ¿Es leve tener el rostro sin poder ver? ¿Eso es humano?- pregunta Miriam.
Los familiares y amigos están en la comisaría 19 a la espera de que suelten a los detenidos. – Yo no me voy a ir de acá hasta que suelten a mi marido, a mi cuñado y a los otros chicos que están detenidos y lastimados. Cuando llegó la prensa dejaron de hacernos burla. Como somos originarios nos decían que nos van a matar, que “matás a uno y nacen diez”, que ya van a ir a nuestros barrios. Es una locura. Siendo originarios, algunos no nos expresamos bien. Y ellos se toman el atrevimiento y el abuso-. Este hecho no es algo aislado. El abuso policial en los barrios es permanente. – El abuso es todos los días- describe Miriam.
Son siete las personas detenidas en este momento en la comisaría 19. Cinco hombres y dos mujeres mayores. Dos menores fueron liberados. – A los menores les dijeron que iban a estar demorados dos horas nomás, pero estuvieron cinco. Recién salieron. Están golpeados, ensangrentados y moretoneados. Uno es mi sobrino que se lo llevaron de mi domicilio-. A las personas detenidas las tienen en la terraza de la comisaría. – Los tienen mojándose como unos perros- cuenta Miriam.
Los vecinos cuentan que desde el principio tuvieron el acompañamiento de organizaciones, abogados y organismos de derechos humanos. Todos están en la comisaría. – Ya está trabajando el fiscal. Yo no me voy a ir hasta que no me devuelvan a mi marido, a mi cuñado y a todos los chicos que están acá. Volvimos a la dictadura- dice Miriam.