Finalizó el decimosexto Carnaval de Ludueña. El taller de género, entre otros espacios colectivos de construcción y debate con jóvenes, niñxs y adultxs, contó con la presencia de la feminista popular Claudia Korol, de Pañuelos en Rebeldía. El carnaval estuvo marcado por la huella y la memoria del Padre Edgardo Montaldo, por el grito contra la baja de edad de punibilidad y por el dolor reciente por el asesinato de Kevin. La tierra dura que, en este cumpleaños 51 de Pocho Lepratti, se transforma en barro colectivo.
Por María Cruz Ciarniello
[dropcap]E[/dropcap]n Ludueña se amasa el barro; la tierra dura se transforma en arcilla. La barriada celebra el cumpleaños 51 de Claudio Pocho Lepratti, asesinado por la policía santafesina en diciembre de 2001. Celebra la vida, aunque los muros lloren por su ausencia.
Domingo de carnaval. Domingo de febrero. El calor húmedo abraza los cuerpos; cuerpos que son “armas de dignidad”, dicen en el barrio. Las calles de Ludueña respiran dolor. Hace pocas semanas, Kevin Aguirre era asesinado con un tiro en la espalda. Una bala de plomo sobre el cuerpo de un pibe de tan solo 16 años.
Kevin ayudaba en la Comunidad Sagrada Familia y jugaba al fútbol en el Club Edgardo Montaldo. En el 2013 había escapado de la muerte después de que una ráfaga de balas impactaran en sus piernas. Hoy Kevin no está y su asesinato conmovió a Ludueña una vez más. “Nos negamos a naturalizar la muerte de nuestros hijos”, dice Varón, cantante popular y militante barrial. En la Comunidad Sagrada Familia ya se realizaron, en los últimos tres años, más de diez velatorios de jóvenes que tenían casi la misma edad de Kevin.
Pero es carnaval y en las calles anchas de Ludueña, con el cuero ardido y la garganta anudada, se matea entre sueños. Es que no queda otra: resistir en la alegría es un lema para el barrio. Resistir ante tanta violencia organizada, resistir aunque las balas sigan disparando contra los más jóvenes. Resistir para demostrar que hay vida allí donde otros solo proponen muerte. Resistir por los pibes.
“Hay todo un proyecto político que nos quiere desorganizados, llorando, con amigos y pibes del barrio con plomo en el cuerpo, y no quiere que la gente se junte. Creemos que ésta es la forma de estar del Estado, siendo cómplice del asesinato, de los narcos, de la policía, y otros niveles que hacen que esta impunidad siga ocurriendo con los más pibes. Creemos que el carnaval tiene que seguir y salir a mostrar que hay un montón de pibes que están haciendo un montón de cosas”, vuelve a decir Varón.
La Plaza Pocho Lepratti es el corazón del carnaval. Es domingo, una temperatura que alcanza los 35 grados y en Ludueña el fuego de las calles y las brasas, ya empieza a quemar.
Así nació –hace 16 años atrás- el Carnaval Cumple de Pocho. Colmados de bronca y dolor, con los dientes apretados, la mirada turbia, con el fuego quemando el alma y con ese plomo en el corazón que le perforó la garganta a uno de los referentes barriales de Ludueña, quienes conocían a Claudio Lepratti se animaron a organizar su festejo de cumpleaños. Desde ese entonces, cada 27 de febrero, Pocho vuelve a nacer.
El Carnaval de Ludueña es hoy un hecho político en Rosario. Nace de la autogestión y la convocatoria de decenas de organizaciones barriales que durante dos meses, imaginan y proyectan dos o tres intensos días de carnaval. Desde hace años, son lxs vecinxs quienes también se suman a pensar el festejo, además de estar presente en la plaza, con la feria y los puestos de comida. “Para nosotros lo importante es que la gente se organice porque la única salida es la organización”, señala Varón. Habla de cómo se conformó una asamblea con los vecinos que se ocupan de la feria; de cómo cada taller que se realiza en carnaval, convoca a debatir a lxs vecinos, a encontrarse en esa ronda de diálogo. Habla de esa plaza llena, de esos mates que van y vienen, y de esas huellas que, en este décimosexto carnaval, deja el Padre Edgardo Montaldo. “En el Taller de Memoria se trabajó sobre la huella de Montaldo y este carnaval tiene mucho de él, de lo que nos transmitía a nosotros, de cómo seguir y de apostar a que sea la gente del barrio la que se organice. Nosotros tenemos que pelear por la justicia que queremos”.
“Edgardo está, Pocho Vive”. Otro de los lemas que el barrio parió. Hace dos meses que Edgardo Montaldo falleció. Es el primer carnaval sin su presencia. Pero nadie se atreve a decir que Edgardo no está. En Ludueña, sus huellas y sus enseñanzas se escriben con barro.
Erica tiene 28 años y desde los 14 participa en las actividades del Bodegón de Pocho. No duda cuando dice que el Carnaval es un espacio de lucha; que con él, “morimos y renacemos”, y que desde la alegría luchan «celebrando la vida cuando una y otra vez nos quieren imponer la muerte como lenguaje”. No duda cuando sostiene, orgullosa, que Ludueña tiene su semilla, su esencia, que es su barro y su barrio y que aquí fue “su nacimiento político”. “Ludueña tiene eso; poder decir que organizarse te salva la vida”.
No a la Baja
La consigna “No a la Baja” se instala con fuerza desde el escenario. Este carnaval también esta marcado por un contexto que busca imponer, desde el propio Estado nacional, la baja de edad de punibilidad para los jóvenes. Otra propuesta de muerte para quienes nacen, viven y sobreviven en un contexto de desigualdad e injusticia social. “Claramente el eje del carnaval tiene que ver con lo que viene sucediendo con los más chicos. El Estado está presente de una forma represiva. ¿Cómo hacer para revertir eso?” se pregunta Celeste Lepratti, la hermana de Pocho y hoy Concejala de la ciudad por el Frente Social y Popular. “En Rosario se declaró la emergencia en seguridad y eso claramente tiene que ver con seguir apuntando al sector más vulnerable. Por eso, el carnaval significa muchas cosas, pero también es parte de lo que se ganó. Seguimos festejando cumpleaños de compañeros que ya no están y seguimos diciendo que la alegría es también una forma de resistir”.
Anahí es una cantante popular que hace tres años dejó Wilde para vivir en el corazón de Ludueña. No es la primera vez –cuenta- que el carnaval está marcado por la reciente ausencia trágica de algún vecino, vecina, o de un pibe del barrio. Hace tiempo fue la Mecha –Mercedes Delgado- quien moría asesinada tras quedar en medio de una balacera. Mecha también era una referente y una mujer trabajadora que cada día cocinaba en el Comedor San Cayetano. “Pero a pesar de todo, le metemos pata”, dice Anahí. Es que por eso el carnaval, como señala Varón, es también “una tribuna política”. Para decir, mostrar, cantar y denunciar. O “para demostrar que podemos construir la primavera que queremos.»
El símbolo del carnaval: la quema de Momo
“Llevas en la piel los brotes de nuestra historia colectiva. Testigo de estas vivencias, estos pasos y sentimientos. Es en la ronda, en la ronda de tu fuego donde nos sabemos juntos y juntas quienes pisamos esta tierra y quienes han dejado huella en el barro. Fuego, nuestro fuego, el que nos enciende el alma en digna rabia cuando nos matan y nos ningunean. Ese, en donde se forja nuestra arma más poderosa: la alegría, es donde queremos multiplicarnos para no apagarnos nunca. En tu quema, en tu quema arderemos, anteojudo, bocón, orjeón y de gorrita. Momo arderás con nuestra vida, morirás para renacer en dignidad.”
Si hay un símbolo que es cuerpo y es ritual en el Carnaval de Ludueña es Momo. Cada año, y durante días enteros, se construye con diferentes manos. Una personalidad; un rostro; una mirada. “El Momo es donde nosotros le damos cuerpo al alma que sentimos del carnaval. Es un muñeco que no es solo eso. Lleva mucho laburo, es poner mucho trabajo que tiene mucho simbolismo. Es el cuerpo del carnaval, se trabaja cómo va a ser, cuales son las manos que están encargadas de esa tarea, por eso siempre es distinto. En la ronda cuando lo estamos quemando sentimos esa fuerza de los que estamos y de los que partieron de una u otra manera. Hemos perdido mucha gente, compañeros y amigos del barrio. Hay que recordarlos. En el Momo quemamos nuestros sueños para darle más vida, es donde se encarna el tema de la muerte y la vida. Ante la devastación, celebramos la vida, lo que te deja, ese renacer”, explica Anahí.
Entender el significado de ese “muñeco” que tiene vida propia es dimensionar el trabajo colectivo que con él se configura. El Momo siempre está presente, de una u otra forma. A veces Moma, a veces con doble cara. Pero siempre, siendo testigo y protagonista de una quema simbólica y necesaria. Quemar los sueños; morir un poco para volver a nacer.
Feminismo popular en Ludueña
El Taller de Género es otro de los espacios que se potencia cada año y cada vez con más fuerza. Participan mujeres y jóvenes del barrio, de todas las edades. Este año, y de cara a lo que será el Paro Internacional de Mujeres, el taller debatió la importancia de la convocatoria, además de las opresiones cotidianas que como mujeres soportamos. “Se nos hace re importante que haya un taller de género en el barrio porque acá se vive muy fuerte la imposibilidad de salir de las reglas morales, de lo que las vecinas viven. En el Bodegón se acercaron muchas mujeres, cada una con sus tiempos”, reflexiona Anahí. También Varón subraya su importancia, sobretodo, cuando allí se encuentran y acompañan entre sí, las mamás de los pibes asesinados en el barrio, de aquellas que trabajan en un comedor o en sus casas, haciendo las tarea invisibles del hogar que nunca se valoran como trabajo. “Nos parece muy rico el taller, porque muchas veces, a las mujeres les dá vergüenza contar lo que les pasa porque ya son condenadas por ser mujeres, pobres y negras”.
Este taller de género tuvo una enorme particularidad: la presencia de la feminista popular Claudia Korol, integrante del colectivo Pañuelos en Rebeldía y autora de varios libros, entre ellos, el que presentó durante el carnaval.
Cae la noche en Ludueña y con ella, el primer día de carnaval. Entre ese fuego y esa euforia de murgas y música, las palabras de Claudia: “Es un compromiso estar acá. Me emociona cada vez que vuelvo, no solo por pensar que Pocho sigue presente, sino por ver que el barrio sigue construyendo alrededor de ese hormiguero que él dejó. Estuve en el taller de las mujeres, y hay una nueva conciencia del movimiento de mujeres, de todas las edades. Todo lo que se va sembrando acá se condensa, y me gusta mucho que tenga el carácter de fiesta.”
El libro que Korol presentó aborda el feminismo popular. “Es un libro que recupera experiencias de compañeras y colectivas que nos reconocemos en el feminismo popular, entendiendo que el feminismo popular es una perspectiva política que tiene que ver con nuestro lugar en la lucha de nuestros pueblos que son al mismo tiempo anticoloniales, antipatriarcales y anticapitalistas. Y que nuestro feminismo no se puede separar de ninguna de las agendas de luchas de nuestro pueblo y que ademas es un feminismo que tiene que ver con la posibilidad y la necesidad hoy de abordar los temas de la sobrevivencia: hablamos de cómo es una olla popular, una huerta comunitaria y cómo enlazar esas perspectivas de la sobrevivencia con proyectos de poder popular, como pueden ser los temas de la soberanía alimentaria, de la reforma agraria, del cuidado de las semillas, de la salud popular, es decir cómo vamos enhebrando un feminismo que no se quede solo con una batalla institucional sino que efectivamente pueda ubicarse en proponer y trabajar en las revoluciones que nos faltan. Son artículos y textos de Latinoamérica que surge mucho de los talleres y diálogos con nuestras compañeras, hay muchas practicas de resistencia y búsquedas de alternativas de feminismos indígena, campesino, negros, comunitarios, populares, de las trabajadoras”.
Y ese feminismo popular enraizado en Ludueña se subió al escenario el día domingo: con el cartel Yo Paro, Nosotras Paramos, las mujeres que participaron del Taller de Género reafirmaron la convocatoria. Un Paro que sin duda, muestra la fuerza combativa del movimiento de mujeres. “Me gusta decir que el paro que las centrales sindicales no terminaron de acordar, lo hicimos las mujeres el 19 de octubre. Y claro que hay corrientes, pero lo que predomina es una gran indignación colectiva, y sí hay un desafío muy grande, que después de visibilizar estas violencias hay que organizar la resistencia”, dice Claudia Korol y finaliza: “Para mi es importantísimo el paro, y es importante todo el proceso que venimos construyendo. Creo que es la visibilización de un nivel de conciencia de las mujeres que nos desbordó a todos los grupos feministas, a todas las organizaciones de mujeres, que nadie puede reivindicar que lo creó sino que fue un ya basta de las mujeres colectivo que tiene la dimensión del nunca más. Eso fue el primer ni una menos, el segundo ni una menos, y eso fue el paro nacional de mujeres el 19 de octubre, donde ni la tormenta nos paraba. Que esto se haya podido articular a nivel mundial, habla de algo nuevo que es la posibilidad de un nuevo internacionalismo de las mujeres y que creo que es otro aporte del feminismo que necesariamente tiene que ser internacionalista para pensar todas las dimensiones de la lucha y no como una lucha aislada o sectorial, contra un sistema patriarcal que es mundial.”
El decimosexto carnaval de Ludueña finalizó este martes 28. Murgas, bandas de rock, folklore y diversos talleres: rap, carnavalito, máscaras, género, memoria, le dieron forma este año a un espacio que nos sigue convocando. Con la sangre rebelde, con los cuerpos en libertad. Con el dolor de la muerte joven; con la esperanza en la organización popular.