Silvana Talero pertenece a la comunidad qom Los Pumitas. Ema Fernandez Peña fue una de las coordinadoras del centro cultural y de los talleres de informática que se dictaron en este espacio enclavado en la zona oeste de Rosario. En este informe elaborado por Nodo Tau, opinan sobre la experiencia de la comunidad y las mujeres en el acceso a internet, la difusión de su cultura y su vinculación con las tecnologías de la información y comunicación.
Por Florencia Roveri
Fuente: APC
[dropcap]L[/dropcap]a comunidad toba de los Pumitas, de Rosario, Santa Fe, Argentina, tiene como sede al centro Cultural Qadhuoqte, en el que desarrollaron proyectos sociales y culturales entre ellos un telecentro de acceso comunitario a internet que construyeron en conjunto con la asociación civil Nodo TAU. Allí se brindaron talleres básicos de informática, capacitación en acceso a recursos estatales y seguridad, y otros proyectos comunitarios. Conversamos con Silvana Talero y Emma Fernández Peña, coordinadoras del centro cultural y de los talleres de informática respectivamente sobre las experiencias de la comunidada en estos talleres, sobre la difusión de su cultura y su vinculación con las tecnologías de información y comunicación.
Los Pumitas es una de las 18 comunidades tobas o Qom, como ellos prefieren llamarse, que habitan en la ciudad de Rosario. Toba es el nombre más conocido de este grupo originario, pero alude a un término peyorativo. Qom es el nombre que la comunidad elige porque alude a su lengua. Los Qom son originarios de la provincia del Chaco, más al norte del país. Numerosas familias qom han migrado a los suburbios de Rosario en busca de mejores condiciones de vida, luego de que su región de origen sumará a las condiciones de pobreza existentes, el desmonte provocado por el avance de cultivos extensivos, especialmente la soja.
Hablar de cultura en Los Pumitas es hablar del origen, de lo esencial, de la tierra, de las luchas
Si bien Argentina cuenta con legislaciones y políticas públicas orientadas a la situación de los comunidades originarias y sus derechos postergados, como son el reconocimiento en la constitución nacional de su preexistencia étnica y cultural en el país, o las leyes que reconocen el derecho a la educación bilingüe e intercultural, la preservación y difusión de su cultura, el registro legal de sus comunidades y su concepción comunitaria de posesión de las tierras que tradicionalmente ocupan, las comunidades permanecen en situación de exclusión y vulneración de derechos.
Como señalaba el Boletín enREDando hace un tiempo, ante hechos de violencia institucional “a pesar de contar con leyes que amparan derechos ancestrales, no hay políticas de Estado firmes que aseguren su vida, su tierra, su formas de alimentarse y vincularse con la naturaleza. La presencia estatal, a través de la policía, los reprime y persigue, mientras que el poder judicial los ignora y los criminaliza”.
Números que hablan de acceso
El censo nacional del 2010 reveló que en Argentina 126.967 personas se reconocen como tobas, de las cuales 4717 viven en Rosario, sumando el 72% del total de integrantes de pueblos originarios que viven en esta ciudad. Un reciente censo municipal que se realizó en Rosario evidencia además los siguientes datos:
Solo el 18% reconocen hablar, comprender, leer y escribir su lengua nativa, mientras que el 60% la comprende, en relación a haber nacido en Rosario o en otras provincias.
8,5% no lee y escribe español, de los cuales 9,2% son mujeres y 7,7% varones. El promedio general de analfabetismo en Rosario, de acuerdo al censo de 2010 es de 2,4%, lo que hace que el índice de las comunidades originarias lo triplique.
En cuanto a los índices de empleo, 42% de la población de más de 18 años no tiene empleo reconocido, 22,4 de varones en contraste con el 68,7% de mujeres.
La lucha por la inclusión
Desde el año 2004 en el corazón del barrio Los Pumitas funciona el Centro Cultural Qadhuoqte sede y lugar de reunión de la comunidad. Allí desarrollan tareas que apuntan a resolver necesidades cotidianas como son el comedor, la copa de leche, talleres culturales y también una radio comunitaria aún en construcción y el espacio de acceso comunitario a internet. Pero a la vez Qadhuoqte es un espacio de encuentro y consolidación de un proyecto político para definir esas necesidades que les permitan avanzar en representatividad y visibilidad.
Qadhuoqte sumó el telecentro comunitario de informática con colaboración de Nodo TAU, una sala con 8 computadoras en la que se brindan talleres de capacitación en informática para niños, jóvenes y adultos. Para concretar la conexión a internet, se intentó un enlace inalámbrico a una antena instalada en el marco del proyecto TRICALCAR pero no funcionó por dificultades urbanas y de instalación eléctrica. Luego contrataron una conexión comercial, que prometía un estándar de conexión que no cumplía. Finalmente hoy se conectan a un enlace wifi provisto por el gobierno provincial en el barrio. “Ellos pedían que les terminen la calle, pero el gobierno les puso wifi. Pensaron que así no pediríamos más nada” ironiza Emma Fernández Peña, coordinadora de los talleres desarrollados en conjunto con Nodo TAU.
Emma trabajó en Qadhuoqte desde 2010 a 2014, coordinando talleres en informática básica, procesador de textos, planilla de cálculo, correo electrónico. Los talleres plantearon el desafío de la inclusión y el de la alfabetización. Participaban de la comunidad y trabajaban juntos tobas y criollos, como se llama en la comunidad a quienes no son tobas. “Pero no trabajaban juntos quienes no leían o escribían, con quienes sí lo hacían. El que no lee y escribe puede usar la computadora como una herramienta para reconocer las letras y empezar a formar palabras, pero el que lee y escribe generalmente va más rápido, entonces el otro tiene vergüenza, timidez, ni la toca y se pasa la hora viendo como el otro escribe”, describe Emma
Qadhuoqte es un espacio de encuentro y consolidación de un proyecto político para definir necesidades y avanzar
“Quienes más vienen a los talleres son las mujeres” comenta Silvana Talero, miembro de la comunidad, coordinadora de actividades en el centro cultural e hija del principal referente de la comunidad, Oscar Talero. “Vienen por la tarea de los chicos, por los trámites. Cuando estaban los cursos había 10 mamás y 2 o 3 varones. A ellos les daba vergüenza que éramos tantas mujeres. Las mujeres en cambio nos animamos más. Incluso, cuando las profesores no venían nosotras damos los cursos o abríamos el telecentro y nos quedamos un rato más para aprovechar.”
Para Emma el logro mayor de los talleres es el trabajo sobre la identidad. “En los talleres se logró mucho conocernos a nosotros, como pueblo, como comunidad. Digo nosotros porque trabajé tanto tiempo que me siento parte de la comunidad y del proyecto político”. Luego de los primeros talleres surgieron otros, como el de construcción de páginas web y redes sociales. “La construcción de páginas dio visibilidad hacia el resto de la sociedad de Rosario. Permitió que otros puedan vernos. Internet nos permite mostrarnos hacia afuera”. Esta visibilidad convocó a grupos de la ciudad a acercarse a trabajar con la comunidad.
Desde el centro cultural impulsaron que esos grupos se sumen o fortalezcan a los propios proyectos que la comunidad venía sosteniendo. Así desarrollaron capacitaciones, páginas web, proyectos audiovisuales, documentales, revistas bilingües, proyectos institucionales y también la radio. “Trabajamos mucho el tema de los proyectos propios. Cómo elaborar un proyecto, qué es un objetivo, cómo definirlo. Todos los talleres desde el Nodo TAU plantean un objetivo final, más allá de la capacitación, a nivel individual, a nivel grupal del taller y a nivel comunitario porque estamos dentro de una comunidad”.
Internet y el acceso a los beneficios sociales
El telecentro y el espacio de talleres significó para la comunidad también un lugar de contacto con el estado. Hablar de internet es hablar del acceso a los beneficios sociales, los subsidios, los turnos, los trámites del Administración Nacional de la seguridad social (ANSES). “Muchas personas empezaron a venir el telecentro en el horario de los talleres a pedir ayuda. Era tanta la demanda que se puso un horario específico para eso. Pedimos ayuda a ANSES y ellos capacitaron a 6 mujeres de la comunidad y eran ellas las que se encargaron especialmente de esa tarea. Traían las libretas, tomaban los trámites, pedían los turnos, llevaban la documentación a ANSES y la traían de vuelta al barrio”.
Eso además siguió generando proyectos en la comunidad. “Hicimos una capacitación para los referentes de la comunidad y de otras comunidades originarias sobre la organización del Estado a partir de internet, las cosas que ofrecía cada ministerio, donde estaban las becas de pueblos originarios, qué requisitos hay para acceder a las becas, qué programas tiene cada Ministerio, cómo se registra una comunidad, qué documentación se precisa para registrarla y qué cosas puedo bajar de internet, que le sirvan a mi comunidad. Eso fue en el 2013 y el 2014” relata Emma.
Estas iniciativas se vieron suspendidas desde que asumió el nuevo gobierno nacional. Desde hace un año las comunidades originarias no cuentan proyectos aprobados por el gobierno nacional, suspendiendo una dinámica de aprobación de dos proyectos anuales que daba sostén a estas iniciativas. Hoy la comunidad resuelve estas gestiones con otros tiempos o descansando en la experiencia de quienes realizaron esa tarea. “Mi hermana era una de las mujeres capacitada por ANSES. Ella cobra un pequeño sueldo (700 pesos) y resolvía esas tareas desde el telecentro. Hoy los hermanos le tocan el timbre de la casa y ella los ayuda. Sino los hermanos tienen que ir a una cabina en la avenida, a donde les cobran 15 pesos por trámite y no lo resuelven antes de 30 días”.
Desde hace un año las comunidades originarias no cuentan proyectos aprobados por el gobierno nacional
Esta situación pone en evidencia el contraste entre el avance en modernización de la gestión estatal, en pos de una más fácil acceso y la postergación de políticas que reduzcan la brecha digital para garantizar el acceso para todos, resultando en mayores niveles de exclusión y dificultad en el acceso a derechos
Encuentros por derechos
“Valoro de internet que me permite estar en contacto con otras mujeres que encontré en encuentros”, sonríe Silvana. “Los encuentros son muy llenadores” define. Recientemente participó en Buenos Aires del Encuentro de Derechos Humanos que se realizó en el Museo de la Memoria de la ESMA. “Muy lindo poder ver a compañeras de otras provincias, y encontrar que la mayoría tenemos los mismos problemas. Nosotros fuimos por el tema de la radio”, relata Silvana
El proyecto de la radio en Los Pumitas se inició luego de la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -ahora derogada- que contemplaba la entrega de licencias de radio y tv a pueblos originarios. Hoy el proyecto se encuentra detenido. El edificio sumó un primer piso destinado a la radio comunitaria. La estructura está casi terminada, con las paredes y el techo. Además ya tienen licencia, antena y equipos. “Precisamos terminar la infraestructura, la aislación, puertas y ventanas, la instalación eléctrica, las rejas y las poleas para la antena. Pero no hay fuentes de financiamiento para ello. Nos presentamos en todo lo que pudimos pero no logramos nada este año” reitera Silvana Talero.
En el encuentro en Buenos Aires Silvana encontró que esta realidad era compartida por otros. “Los hermanos de los pueblos chiquitos se sorprendían porque les pasaba lo mismo que a nosotros que estamos en una gran ciudad. Ellos se sorprendían. Pero también compañeros de Buenos Aires se sorprendían porque nosotros habíamos recibido más que ellos. Había hermanos con las radios ya funcionando con todo y otros a los que les faltaba todo. Eso sucede en los encuentros. Vemos que compartimos problemas y realidades” concluye Silvana.
La cultura es la sonrisa
En los últimos años, destaca Emma, se dio un proceso de fortalecimiento interno. “Venimos de un momento en que pertenecer a los pueblos originarios es sinónimo de ser malo, sinónimo de ser sucio, de ser vago. Hay cosas que podes hacer y cosas que no. Hasta ahí podes estudiar, más no. Todo puesto desde afuera. Eso se ha metido en la comunidad y en la cabeza de cada uno, lo que puedo y lo que no puedo hacer por mi condición de aborigen. Y eso se transmite culturalmente. Hoy logramos dejar de tener esa vergüenza” se enorgullece Emma.
Hablar de cultura en Los Pumitas es hablar del origen, de lo esencial, de la tierra, de las luchas. Y de las historias, de recuperar, reparar, contar. Como ejemplo del acercamiento a internet Silvana menciona la relación de los jóvenes con las figuras de la comunidad. “Los jóvenes hoy no nos ponemos a pensar en las cosas de antes. Pero con internet caímos en la lucha de otros hermanos que no conocimos. O de gente anciana que sí conocimos pero que no sabíamos de su lucha. Un grupo de estudiantes escribió la historia de un grupo de ancianos, 5 compañeros de acá de Rosario que se iban a Buenos Aires, dormían en las plazas, no tenían para comer y viajaban por la lucha indígena. Hace poco tiempo murió el último” aporta Silvana. “Sabíamos que estaban los próceres nacionales como San Martín, pero ahora también encontramos podemos conocer a los héroes de los Pueblos Originarios. Detrás de ellos hay mucha lucha, mucho esfuerzo personal. Ellos abandonan a la familia por toda la comunidad. Estaban escondidos y tuvimos la curiosidad de conocerlos a ellos y conocer sus luchas.”
En los talleres de informática se trabajó, y mucho, por la recuperación de la historia pero también por la recuperación de la voz y la palabra. “Buscábamos lo que tenía que ver con el Chaco, con el lugar del que ellos venían. Buscábamos fotos de los qom. Nos pasó viendo una página de un antropólogo que había hecho un estudio sobre ellos. Alguien dijo ante una foto “este es mi tío”. Encontrábamos gente que escribía y decía cosas sobre las comunidades tobas. Pero siempre era la mirada de otro” señala Emma. “Entonces con los más grandes llevamos adelante la idea de usar la computación para mostrarnos a nosotros. Nosotros somos estos. Nosotros decimos, nosotros sentimos, nosotros producimos este tipo de arte, nos gusta éste tipo de comidas, vivimos este tipo de situaciones y tenemos estas necesidades y a partir de estas necesidades construimos estas demandas. Y estas demandas las vamos a llevar adelante a partir de una organización política propia”.
«Nosotros somos estos. Nosotros decimos, nosotros sentimos, nosotros producimos este tipo de arte, nos gusta éste tipo de comidas, vivimos este tipo de situaciones y tenemos estas necesidades y a partir de estas necesidades construimos estas demandas. Y estas demandas las vamos a llevar adelante a partir de una organización política propia»
Desde este objetivo desde el taller desarrollaron “nuestras propias páginas webs” nos cuenta Emma, siguiendo con esta primera persona elegida. “En los talleres se hacía la parte de diseño, se trabajó con el procesador de texto, después veíamos internet. Más adelante fue facebook, cómo hacer un facebook de la comunidad y cómo hacer uno propio diciendo quién soy yo. A partir de trabajar el tema de la identidad, especialmente”.
La pregunta por lo cultural permea todas las actividades de la comunidad. “Desde que estamos buscando imágenes, de moda, de música, una parejita, aparece lo cultural” afirma Emma. “Para los pueblos originarios, el tema del pelo de la mujer es muy importante, es el símbolo de su belleza. Por eso todas tienen rodete, porque es su herramienta de seducción”. Silvana afirma que “para a la mujer qom el cabello la representa. A la mujer de pueblos originarios le gusta el pelo negro y largo. A una mujer se la ve linda, cuando el cabello está lindo, se la ve diferente con el cabello recogido. Cuando una mujer está mal, lo demuestra en la forma en que tiene su cabello, no se cuida”. “Más allá de ser alta, gorda o flaca, su estandard de belleza pasa por el pelo” retoma Emma. “En los talleres las mujeres buscaban eso, información sobre el cuidado del pelo. No la foto de la modelo tal o cual, que es tan fuerte en otras comunidades”.
Salud y violencia machista
La participación de las mujeres se ha ido ampliando en los últimos tiempos. Y eso también se ve en el centro cultural y en el telecentro. Hoy sin talleres en el telecentro, “son las mamás las que más se acercan al centro comunitario” destaca Silvana. “A la mujer la veo hoy más confiada. Antes no se veía tanto que la mujer participe, a la vez se van creando nuevos espacios de participación de la comunidad”.
Recientemente se creó un consejo de mujeres de los pueblos originarios integrado por mujeres de diferentes comunidades de Rosario donde se tratan temas de salud y de violencia de género. “Nos reunimos todas las semanas y se llevan allí las problemáticas de cada barrio, se comentan los casos, se piensa como seguirlos, los circuitos de información, la búsqueda de abogados que a veces se necesitan”.
La iniciativa tomó impulso en el Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en Rosario a principios de octubre. “Se hizo un grupo de whatsapp y surgió la idea de reunirnos. Nos conocíamos todas pero nos faltaba reunirnos” nos cuenta Silvana. La cuestión de la salud en las comunidades invita a preguntar por los saberes ancestrales de los pueblos originarios y la figura de los chamanes. “Se ha hablado en el grupo de la medicina tradicional. Hay ancianos en la comunidad, pero la salud pública está más abarcativa, así que se los consulta menos” informa.
«Siento que ahora en este barrio las mujeres están pisando más fuerte que los varones»
En Los Pumitas no ha habido casos muy visibles de violencia familiar. “Es una comunidad muy interrelacionada, de mucha charla y contacto familiar” señala. A la vez agrega: “Siento que ahora en este barrio las mujeres están pisando más fuerte que los varones. Hemos tenido cursos sobre derechos y vemos que las mujeres están mucho más conscientes, más firmes. También vemos que muchos matrimonios se han separado, y eso es bueno”.
Mirando hacia adelante y por donde seguir caminando Silvana propone: “Sería bueno armar un frente de violencia de género para trabajar en todas las comunidades. Hay muchas portadas y cartillas de violencia pero ninguna en qom, en nuestro idioma. Seria bueno para muchas mujeres entrar, leer y ver pero en la manera en que nosotros escribimos. Ahí se entendería mucho mejor. A veces vemos que estamos hablando, todas acompañan pero nos damos cuenta que no se termina de entender. Acá, en la comunidad se mantiene mucho la lengua. Mucho me gustaría y hasta me lo imagino.. así, con la identificación de los pueblos originarios y la traducción de las campañas. Ese sería un buen trabajo para hacer acá”.
Y así es la vida en Los Pumitas, generando -desde el codo a codo diario lidiando con la pobreza, la exclusión y la falta de recursos- caminos comunitarios, que atiendan necesidades concretas y cotidianas y que también apuesten a fortalece rsu identidad y su cultura originarias.
Foto: Comunidad Qom Los Pumitas