A fines de octubre, la firma Wyler’s, asentada en Alcorta, despidió a 34 de sus operarios en el marco de un proceso preventivo de crisis. Las cesantías fueron avaladas por el Ministerio de Trabajo provincial y el sindicato del Calzado. Una crónica que late al pulso de la historia del trabajo, de sus broncas, y también de sus dignidades.
Por Jorge Cadús
Foto: http://www.lacimaimagen.com.ar/
[dropcap]D[/dropcap]esde su lejana Mulhouse natal, al este de la Alsacia francesa, el tal William Wyler nunca imaginó que su apellido sería símbolo de desamparo, al sur del sur, en la lejana Alcorta santafesina.
Wyler había nacido en la ciudad famosa por sus talleres textiles bajo la ocupación alemana, en julio de 1902, y apenas diecinueve años después partió a los Estados Unidos. Desde Los Ángeles, el hombre se convirtió en uno de los más prolíficos directores de la era dorada del cine yanqui: filmó -entre otras joyas- Los mejores años de nuestra vida (1946), Cumbres borrascosas (1939) y Ben Hur (1959); y fue tres veces ganador del Oscar como mejor director.
Wyler murió el 27 de julio de 1981, en su casa de Beverly Hills. Para entonces, en la Alcorta del sur del sur, Egidio Cucco y sus hijos, Norberto y Gerardo Cucco, ya habían comenzado a darle forma a la historia de la fábrica del pueblo. Una fábrica que con el tiempo, en una de sus tantas gambetas económicas, tomaría su apellido para darle nombre a la confección de zapatos: Calzados Wyler´s.
La firma que el último 26 de octubre firmó y remitió 34 telegramas de despidos.
El Rubio
«Yo comencé a trabajar en la fábrica a los 14 años. Tengo 51 años. La fábrica era una cosa muy chiquita, familiar, ubicada en un garaje en la Avenida 25 de Mayo, en la casa de Egidio Cucco. Norberto y Gerardo eran hermanos, y trabajaban ahí», cuenta Héctor Petry, el Rubio.
«Después vinimos a la calle Alvear, donde habían hecho un galpón al lado de donde vivía Norberto, siempre trabajando, una fábrica muy chica. La familia, algunos empleados, con una marca propia, Cucco Sport», dice. Y recuerda que «primero se trajo una máquina de armar, y así se fue agrandando. Después falleció Norberto, y por un tiempo quedaron Egidio y su nuera, la viuda de Norberto, hasta que vino una separación. Trabajamos ahí, sobre avenida Moreno donde ahora hay un supermercado, pasamos al galpón de Soldi, donde estuvimos un par de años. Ahí trabajamos muy bien, se levantó la fábrica en la ruta, y al tiempo nos mudamos».
«Hemos pasado de todo, desde traer a la fábrica una vía de 50 metros a mano, entre todos, miles de situaciones. Después de la crisis de Fernando de la Rúa, con los patacones y todo eso, se empezó a trabajar para otras empresas. Trabajamos cuatro horas mucho tiempo, hasta que surgió esto de Grimoldi, y se fue abriendo de a poco. La verdad que trabajamos muchísimo», puntualiza Petry.
En la mañana del 26 de octubre, el Rubio fue uno de los 34 operarios que recibió el telegrama de despido: «tengo 37 años de antigüedad. Tuve un parate de un año donde tuve un par de discusiones, me fui, después volví. Pero siempre pensando en la fábrica porque era lo que me gustaba, y era lo que había aprendido a hacer. Con ese trabajo mis hijas más grandes pudieron estudiar, tengo dos nenes con otro matrimonio, y veníamos bien. No me sobraba, pero tampoco me faltaba. Pero ahora cambia todo», sintetiza.
Telegramas
«Por la presente le notificamos, que a partir del día 31 de Octubre de 2016, prescindiremos de sus servicios, dando por rescindido el contrato de trabajo que nos uniera, por falta de trabajo no imputable al empleador (…) Todo esto, se informa en el marco del Procedimiento Preventivo de Crisis de Empresa, presentado por ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Provincia de Santa Fe, y que cuenta con la homologación de dicha autoridad. Los pagos de la liquidación, el certificado de trabajo y el previsional, serán entregados al momento de la firma del acuerdo individual» dice la letra fría de la carta documento.
Al pie del puñado de frases hechas que roban el plato en la mesa, la firma del titular de la firma: «Gerardo Egidio Cucco. Socio Gerente». Apenas eso.
Petry cuenta que «hace un par de meses, Cucco empezó a decir que no iba a tener trabajo, que Grimoldi le estaba sacando pares. Para mí, también estaba abriendo el paraguas. Iba sacando uno de cada sección, haciendo una reunión, hasta que llegó el momento. Yo pensé que nunca me iba a tocar, pero bueno…»
Y advierte: «la excusa es que echa gente porque falta al trabajo. Pero en realidad es gente que no quiere o que no le gusta la cara. Tenía muy claro qué iba a hacer, y bien claro a quién iba a echar: te ibas por retiro voluntario o te ibas por despido, por la misma plata. Esa es la impotencia que uno siente: Dejar tantos años de trabajo, y que lo decida otra persona. Es lo que más duele. Lo demás lo dirá el tiempo».
Convenios
Los despidos en Wyler’s fueron disfrazados por un convenio rubricado al amparo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la provincia, el 24 de octubre, ante un puñado de funcionarios que avalaron el ajuste sobre el cuerpo de los trabajadores: el Secretario de Trabajo, Leonardo Panoso, el Director Provincial de Relaciones Laborales, Mario A. Gaggioli y el Director Provincial de Asuntos Gremiales, Omar Bouvier. Un ajuste que cuenta con la complicidad cínica de quienes deben resguardar los derechos laborales: consta allí también la firma de Miguel Fuentes, por la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado.
«Wyler’s SRL S/Procedimiento Preventivo Crisis de Empresa», reza la carátula del expediente Nº 01604-0178861-2, donde la empresa es patrocinada por el abogado. Leandro Di Gerónimo.
En los papeles, se abre «un plan de distracto de personal» en el que acuerdan las partes, «a los fines de superar la grave situación que afecta a la empresa». El acuerdo incluye «el distracto, conforme listado acompañado, de un total de treinta y cuatro empleados, con propuesta de pago del setenta por ciento del total de los rubros indemnizatorios»; el pago indemnizatorio «en cuotas iguales»; y la firma por cada trabajador afectado de «un convenio individual con las condiciones particulares de cada caso».
Una promesa vacía intenta endulzar el mañana complicado que se abre en la patria del despido: «en el supuesto de reactivación de los niveles de producción que conlleve la necesidad de incorporación de personal, la empresa otorgará preferencia a la nómina de los trabajadores desvinculados», promete la letra del convenio.
Con respecto al resto del personal dependiente, se acuerda que «a partir de la segunda quincena de Octubre 2016 y hasta el 30/06/2017 para todas las categorías se liquidarán los sueldos en un cincuenta por ciento (50%) con carácter no remunerativo».
Queda claro que «durante la vigencia del acuerdo, la empresa se compromete a no realizar suspensiones, reducción de horas de trabajo, ni efectuar despidos sin causa, manteniendo la cantidad de trabajadores»; al tiempo que se establece que «las partes se comprometen a respetar la paz social, además de las garantías dadas por la empresa de mantenimiento de la fuente de trabajo».
Héctor Petry resume el efecto del convenio avalado por el Ministerio de Trabajo provincial: «el acuerdo es que por retiro voluntario o por despido la empresa podía pagar el 50%; y llegaron a un arreglo del 70% por lo mismo, más el seguro de desempleo. Supuestamente por eso salieron todos los telegramas de despido. Pero hubo chicos que lo que cobraron no le alcanzó para pagar los créditos que tenían. Se estaban haciendo la casa, debían en el Banco, en el corralón, y los mató. Los dejó muy mal parados», resume el Rubio.
«Bajo las cláusulas precedentes las partes entienden que con el acuerdo alcanzado, producto de profundas y merituadas consideraciones, se han evitado medidas que afecten la fuente de trabajo, la producción, y asegurado un estado de paz social», termina diciendo el acuerdo.
Mi gente, mi pueblo
Un video reflejando parte de la historia anticipada de los despidos en Wyler’s circuló por las redes sociales. Las muestras de solidaridad y cobijo se hicieron presentes, tomaron formas variadas, encontraron la manera de dar un abrazo a cada operario. Entre esas muestras de afecto, impactó la carta escrita y difundida por Rita Cucco Soldi en su cuenta de facebook.
«Los conozco bien y desde adentro. Porque junto a ellos y junto a mi padre y durante casi 10 años de mi vida, he tenido esas llaves, y justo a las 5 am (como tarde), les abría esa puerta, les decía ‘Buen día’, los acompañaba, los escuchaba, los defendía, les cerraba esa misma puerta con un simple ‘Gracias, chicos. Hasta mañana’. Yo estaba ahí, cuando le reducían a cuatro sus horas de trabajo. O cuando llegábamos a las 14 porque de apuro, había que sacarlo. Yo estaba ahí, cuando parían. Incondicionales, leales, buena gente. Mi gente. Que han crecido junto a mí, y mis hermanos, desde el primer día; después de una muerte, siguieron ahí. Luchando. ‘Al Loco había que bancarlo’, de puro amor y sin demasiadas perspectivas»; relata Rita.
Y pone nombre a una épica laboral que abandona en el camino a mucho de sus hijos: «Jamás los escuche decir un no. Pienso en vos, Héctor Petry. En vos, Elsa Garay. En vos, Claudia Romero. Pienso en todos y cada uno, porque siempre, siempre estuvieron apoyando a mi familia. No puedo evitar el dolor que siento al ver este video. Con tanta, tanta tristeza en sus caras. Dolor que se expande hasta mi alma al ver que es hoy, mi hermano, quien les da la espalda».
Las puertas
Aún antes del último día de trabajo, los operarios despedidos de la firma comenzaron a buscar una salida conjunta en una localidad –en una región- jaqueada por la crisis laboral y productiva. La búsqueda intentó, e intenta todavía hoy, todos los caminos posibles. En ese mapa, la formación de una cooperativa de trabajo comienza a perfilarse como alternativa real, concreta, solidaria y activa.
Cuenta Héctor Petry: «la presidenta comunal está con nosotros. Vino Carlos del Frade, que pidió que nos eximan de pagar algunos impuestos por seis meses, que es algo muy importante para los que nos vamos. Es una ayuda inmediata. Nos sorprendió, porque lo llamamos y al otro día estaba acá. Y ahora hay que esperar, los micro-emprendimientos, estas cosas, llevan tiempo. Otra ayuda inmediata no hay. Pero hay mucha gente empujando detrás».
A su tiempo, la presidenta comunal, María Eugenia de la Fuente, consigna que «nosotros estamos comprometimos, conjuntamente con el diputado Carlos del Frade. Y hay otros estamentos involucrados. Yo hablé con el senador Germán Giacomino, para que nos gestione una reunión con el Ministro de la Producción Luis Contigiani, pensando en la manera de reinsertarlos laboralmente. Tenemos que buscar una alternativa que sea posible, que sea real, hacer un estudio de mercado para ver cuál sería la alternativa en el pueblo para una cooperativa de trabajo».
Para el diputado provincial Carlos del Frade, «en concreto podemos tratar de ayudarlos, que por lo menos gambeteen el efecto de algunos impuestos provinciales, como la factura de la Empresa Provincial de la Energía. Rápidamente nos respondieron el Ministro de Desarrollo Social, Jorge Álvarez, y Verónica Geese, Secretaria de Energía provincial, que nos confirmaron que en Alcorta no se le va a cobrar el consumo de energía a los trabajadores despedidos. Eso me parece una ayuda que podemos dar nosotros desde nuestro lugarcito en la Cámara de Diputados».
Sin embargo, para del Frade, la pelea debe sostenerse en la doble dimensión de la vida cotidiana: «a nivel colectivo hay que discutir la enorme riqueza que tiene la provincia de Santa Fe, y que por cobardía política no se distribuye entre el pueblo. Y se generan presupuestos donde se termina beneficiando a los sectores más poderosos, y donde la urgencia social está contemplada pero no en la dimensión que debería hacerse. Y eso tiene que ver con recuperar el rol de la política como transformadora».
Laburantes
«A mí me parece que estamos en un contexto de medidas político económicas que favorecen la importación y los intereses de las firmas extranjeras más que la producción local y los intereses de las Pymes que se desarrollan en el interior del país. Ese contexto de medidas económicas ha generado muchos conflictos este año en Santa Fe. Comienzan a aparecer fábricas que cierran o que despiden trabajadores y que, escudadas en el proceso preventivo de crisis, se sacan de encima a una serie de trabajadores. Pero en forma paralela, como pasa en Alcorta, hubo inversión para renovar la maquinaria, para renovar el proceso productivo. Con lo cual da la sensación que subido a este contexto, se abusan, para aplicar una reducción de fuentes de trabajo que incrementa a los empresarios la tasa de ganancia. Eso también lo estamos viendo: esta situación de triste viveza criolla, que repite los marcos de perversión de la década del 90 en la Argentina, y especialmente acá, en el sur de la provincia de Santa Fe», describe el legislador y periodista Carlos del Frade.
Al mismo tiempo, define que «en el medio están los trabajadores de Alcorta, de Fray Luis Beltrán, del norte de la provincia, que cuando son despedidos no aparece una fuente laboral que pueda absorber mano de obra, no aparece una ayuda concreta de parte del gobierno de forma rápida si uno no lo exige. Por eso, estamos en un momento que más allá de lo que se dice, la realidad concreta es la dimensión de una persona que pierde su laburo, y que no sabe bien qué significa la palabra mañana».
Para Héctor Petry, el Rubio, la cosa está bastante clara: «me siento estafado», dice.
Y resume: «No nos dieron oportunidad de nada. Ni el Ministerio, ni el Sindicato, ni el dueño de la firma, que dice que si esto no cambia, va a seguir echando gente. Que sea tan frío, no sé. Si tiene que ser así, no sé si todos los empresarios serán así, pero bueno, a mí me resulta de mala persona. Hay que ver si tiene la valentía de salir a la calle y mirar a los ojos de la gente que echó. Ahora los que estamos afuera, ya está. Pero hay que ver los pibes que quedan, son todos compañeros, que no se dejen explotar, que no se dejen mentir. Que luchen por lo que quieren, cada uno».
Y marca el pulso de un movimiento que difícilmente pueda detenerse, porque late desde la historia misma del trabajo, y de sus hombres: «mientras jodamos nos van a dar bolilla, si nos quedamos quietos, no. Ahora es un duelo, pero yo tengo fe que mañana cambia. Porque somos todos laburantes. No jodimos ni cagamos a nadie».