Vecinos y vecinas del noroeste de Rosario se movilizaron al Centro Municipal de Distrito de la zona para elevar reclamos por urbanización. Las calles de barro, las zanjas tapadas, los espacios públicos en deterioro, y la falta de servicios básicos son demandas que se agrupan en un grito organizado.
Por Martín Stoianovich
La pregunta que titula esta nota la plasmó con su letra, en tempera amarilla y sobre un afiche rojo, un niño del barrio Los Pumitas. Es una pregunta que engloba las decenas de demandas de vecinos y vecinas de esa zona de Rosario que ni siquiera figura en el mapa con el nombre de una calle. Hacia el lado del río, la calle Virgilio Ottone llega a su fin topándose con la cancha del club Los Pumas y de ahí para los costados se abre un paisaje de pasillos de tierra que con un par de horas de lluvia se transforman en pasillos de barro durante varias semanas. A ese problema se le suman todos los otros aspectos que configura una urbanización que, en esta parte de la ciudad, no es más que la añoranza de los vecinos. La falta de alumbrado público y seguro, los tendidos eléctricos precarios, las zanjas tapadas, el agua potable que llega en gotas a cada casa también precaria abonan a la intranquilidad de decenas de familias. Intranquilidad que se traduce en organización y también en acciones: mujeres, hombres, ancianos y niños se acercaron al Centro Municipal de Distrito Noroeste a exigir que se escuchen sus reclamos. Fueron recibidos por el director del CMD quien se comprometió a avanzar con los pedidos en los próximos encuentros.
En el edificio de Junín y Provincias unidas estuvo, durante la mañana del último día de octubre, el afiche de este niño junto a otros con consignas similares. “No queremos más barro en la plaza”, “Hasta la victoria, y hasta el último ladrillo de la urbanización, siempre”, “Si no nos hacen las calles qué quilombo se va a armar”, “Resistencia villera, militancia y dignidad”. Las consignas de los vecinos y vecinas de Los Pumitas están cargadas de sentido político. Y los mensajes tienen destinatarios claros: el Estado municipal y su eterna promesa de urbanización.
El director del CMD Noroeste, Fernando Leva, recibió con su equipo a más de treinta vecinos de Los Pumitas. Intentó responder a los reclamos leyendo los proyectos que la secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad tiene para la zona. Pero no alcanzó. Los vecinos dijeron estar cansados de escuchar hablar de proyectos y promesas. “Nosotros queremos saber cuándo van a empezar las obras”, respondió una vecina haciendo alusión a un proyecto presentado hace más de dos meses. Leva se comprometió a recibirlos en la próxima semana pero no pudo dar respuestas concretas. Antes, avisó a los vecinos que están reclamando derechos sobre terrenos fiscales. La respuesta, por parte de una madre joven, fue concreta: “A mí no me queda otra opción que vivir ahí, si yo tuviera plata o un trabajo mejor, no estaría hacinada viviendo. Todos queremos vivir mejor”. “Nos dicen que es ilegal, pero a la hora de las votaciones estamos todos legales”, sumó otro vecino.
La organización La Poderosa, con militancia barrial en la zona, acompañó a los vecinos y en diálogo con enREDando explicaron: “Hace dos meses y medio, en asamblea en conjunto vecinal, se presentó un proyecto explicando estas cosas, la falta de tendido eléctrico, de cloacas, exigiendo que se pavimente esa zona y los pasillos. Lo que dicen las autoridades es que eso está en la Secretaría de Obras Públicas. Se lavan las manos, como si el director del Distrito no fuese un responsable político. El reclamo vecinal sostiene que no se puede esperar más. Llega diciembre y se alarga todo y hay que esperar a marzo. Se necesita pavimento antes de fin de año porque las condiciones del barrio son insostenibles”.
“Venimos porque en el barrio tenemos dos calles de las que no se puede salir, no pueden entrar ambulancias cuando se necesita. Hay un barro impresionante para llevar a los chicos a la escuela, y tenemos un pasillo en el cual hay una copa de leche y los chicos tienen que ir a retirarla en medio del barro”, explicó una mujer. “No tenemos dirección”, acotó otra señora haciendo referencia a la falta de registro oficial sobre la zona que habitan, y agregó: “En los mapas no figuramos, pero para los votos sí”.
El mal estado de las calles de tierra es un reflejo de la falta de urbanización que se extiende en otras problemáticas. Los tendidos eléctricos precarios son un peligro concreto para los vecinos. Daniel, chaqueño hoy viviendo en Rosario, cuenta que llegó a la ciudad hace pocos meses, luego de que su hermana, Yanina Acosta, de 23 años, muriera electrocutada en un pasillo del barrio luego de manipular un ventilador. Es el producto del peligro que implican los tendidos eléctricos que levantan los vecinos para poder enfrentar la oscuridad a la que los ha sometido la falta de respuestas por parte del Estado. Los vecinos dicen que de esos hechos nadie habla.
El acceso al agua es otro problema. “Se juntan cuatro o cinco vecinos, compran mangueras y se conectan clandestinamente en una esquina. Nos juntamos los vecinos y el que tiene agua le pasa al otro. Pero ahora que se viene el verano y se usa mucho, nos quedamos sin agua”, relató una vecina. “Queremos que nos habiliten las obras y podamos pagar los servicios”, dijeron a enREDando, y luego lo repitieron a las autoridades municipales.
El grito que esta vez salió de Los Pumitas, es el mismo grito de toda la periferia rosarina. Las barriadas populares están sumergidas en una realidad en la que el acceso a los derechos básicos se planta como una dificultad cotidiana. La calidad de vida se ve entonces afectada por el dónde, que son los rincones de la ciudad que no figuran ni en los festejados avances de la tecnología satelital. Pero también se ve afectada por el cómo, que hoy se refleja en la falta de trabajo digno. “Tiramos como podemos. Hay mucha gente desempleada, sobre todo mujeres y jóvenes. Los chicos necesitan una salida laboral, y que se vayan capacitando”, pidió una señora. A “ellos” –los funcionarios-, les dejaron un mensaje concreto: “No quieren ver lo que uno pasa en el barrio. No lo quieren ver, porque no van. El director del Distrito dijo que lo invitemos, pero no hace falta, él puede ir cuando quiera. Pero que no llueva porque se va a embarrar hasta las rodillas”.