Somos feministas del Abya Yala. Habitamos el territorio de Nuestra América.
Nuestros sueños y proyectos no reconocen las fronteras geopolíticas impuestas por el coloniaje. Las únicas fronteras que reconocemos y asumimos, son las que nosotras levantamos frente al patriarcado, al capitalismo, y al colonialismo.
Desde nuestros cuerpos-territorios, desde nuestra memoria rebelde, desde nuestros ríos y selvas, desde nuestras ciudades, llegamos al XXXIº Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. Venimos con nuestras ancestras en la sangre, en la rabia, y en la alegría.
Aquí están con nosotras, Berta Cáceres, Betty Cariño, Maricela Tombé, Diana Sacayan, Lohana Berkins.
Aquí están la India Juliana, Micaela Bastidas, Bartolina Sisa, Juana Azurduy.
Aquí están Flora Tristán, Virginia Bolten, Juana Rouco Buela, Dora Coledesky, Safina Newbery.
Aquí están Silvia Suppo, Adriana Calvo, Azucena Villaflor, Norma Arrostito, Ana María Villarreal de Santucho, Ana María Lanzillotto, María Ponce de Bianco, Esther Ballestrino, Tania, Ramona, y todas las compañeras que regaron de dignidad las luchas libertarias del continente.
Aquí están Macky Corbalán, Hilda Rais, nuestras poetas y artistas lesbianas, feministas, libertarias.
Aquí estamos. Esto somos. Orgullosamente feministas. Inconvenientemente anticapitalistas, antipatriarcales, socialistas, libertarias.
Somos feministas del Abya Yala. Feministas compañeras. Decimos y sentimos que si tocan a una, nos tocan a todas. Si hay mujeres presas en El Salvador, en Honduras, o en Argentina, como consecuencia de la ilegalidad del aborto, salimos a las calles y exigimos su libertad. Nos solidarizamos con las mujeres víctimas de los tribunales racistas, revanchistas, misóginos en Argentina y en otros países del continente.
Nos solidarizamos con las muchas mujeres defensoras de los derechos de sus pueblos y de la naturaleza, que vienen siendo criminalizadas y perseguidas como Lolita Chávez en Guatemala, y Máxima Acuña Chaupe en Perú. Nos solidarizamos con todas las mujeres presas políticas en el continente, y nos movilizamos por su inmediata libertad. Exigimos la libertad de Reina Maraz, mujer boliviana, condenada a cadena perpetua en Argentina, en un juicio plagado de aberraciones racistas y patriarcales.
Este 31º Encuentro Nacional de Mujeres se realiza en un tiempo en el que suenan los tambores de guerra en el continente. El uribismo plantó su bandera con en el No a los acuerdos de Paz en Colombia. La derecha golpea -nos golpea- en Honduras, Paraguay, Brasil.
El fascismo busca su revancha en Venezuela y Bolivia. No perdonan a los pueblos que intentan romper la subordinación al imperio.
Un humor conservador mete macris en las urnas argentinas, y criminaliza a lxs pibxs, a lxs pobres, a quienes sobreviven penosamente o a quienes protestan frente a los ajustes neoliberales.
El militarismo, la violencia represiva, paramilitar, narco, establece el telón de fondo que posibilita un nuevo ciclo de saqueo del capital, que avanza sobre territorios y bienes comunes, contaminando, robando, matando. Estas violencias son el instrumento que necesita el capitalismo patriarcal y colonial para mantener a nuestros pueblos y a nuestros cuerpos sujetados. Estamos ante una nueva conquista, donde se arrasan los derechos humanos, los derechos de las mujeres, los derechos de la naturaleza y los derechos de las comunidades, para sacrificarlos en el altar del mercado.
En el plebiscito en Colombia, quedó claro que el fundamentalismo religioso fue parte de la campaña por el No a la Paz. Lo hicieron para tirar atrás aquellos aspectos de los acuerdos que posibilitaban algún tipo de justicia para las víctimas, y el respeto a los derechos de las mujeres y de las disidencias sexuales. Con los mismos argumentos, en Argentina, buscan arrasar con conquistas como la Ley de Identidad de Género, o de Matrimonio Igualitario. Monseñor Aguer no es un cavernícola aislado. Es parte de una jerarquía religiosa que tiene complicidades con todas las dictaduras y las guerras en el continente. Por eso volvemos a gritar desde Rosario: “¡Saquen sus rosarios de nuestros ovarios!”. “¡Iglesia, basura, sos la guerra y sos la dictadura!”. A las mujeres que envían adoctrinadas para romper los Encuentros y negar los derechos de las mujeres, les decimos que no sean serviles a los mandatos de una jerarquía eclesial que ampara a los pedófilos, y condena a las mujers pobres a morir en abortos clandestinos. Y si quieren servirles, que no sigan presentándose hipócritamente como Pro Vida. Son Pro Muerte. Son las peones que mueven los señores de la guerra.
Nosotras, feministas del Abya Yala, somos guerreras de la paz. Decimos, como en Colombia, como en Guatemala: “No seguiremos pariendo hijos e hijas para sus guerras”. “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. “Exigimos respeto a nuestra libertad”.
Con la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, gritamos bien fuerte: “Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar, Aborto Legal para no morir”.
Con las Socorristas decimos que somos mujeres que abortamos y que acompañamos a mujeres que abortan. Porque aprendimos que los derechos se conquistan y garantizan con autonomía, desde abajo y sin permiso.
En este ciclo de avance de las derechas, las corporaciones transnacionales pretenden profundizar los proceso de apropiación de los bienes comunes, y de los territorios en los que se encuentran. Los estados legitiman estas prácticas neocoloniales, poniendo a sus fuerzas represivas a “disciplinar” a los pueblos que cuidan la vida y la naturaleza desde hace siglos.
Los enclaves mineros, petroleros, energéticos, las megarepresas, el agronegocio, son armas de destrucción masiva del medio ambiente, y de agresión a los pueblos. Son también amenazas para las vidas de las mujeres. En los lugares en los que se instalan, destruyen las agriculturas familiares, las economías regionales, profundizan la flexibilización laboral, agravándose el “trabajo invisible” de las mujeres como cuidadoras de la vida.
La pérdida de conquistas en términos de derecho al trabajo, a la salud, a la educación, a la tierra, a la vivienda, por un lado precarizan más nuestra situación como mujeres y al mismo tiempo nos dejan más vulnerables, favoreciendo que seamos víctimas de mayores violencias. Por ello en un nuevo aniversario de la derrota del ALCA, este 4 de noviembre nos hacemos parte de la convocatoria a la Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo, incorporando nuestras demandas: “No a las Trasnacionales en nuestros territorios y en nuestras vidas”. “No a los tratados de libre comercio ni al TPP (Tratado Trans Pacífico)”. Exigimos ser parte de las decisiones políticas, económicas, culturales, sociales que nos afectan.
Las feministas del Abya Yala, nos levantamos frente al militarismo, y llamamos a hacer de Nuestra América un territorio de paz, libre de invasiones, guerras, y violencia contra las mujeres y los pueblos. Rechazamos las nuevas bases militares, los ejercicios militares conjuntos, el asesoramiento de los carabineros chilenos a las fuerzas represivas en Rosario y en Argentina, el asesoramiento de las fuerzas militares y judiciales colombianas a jueces, policía, militares argentinos, paraguayos, hondureños y en otros países en los que Colombia juega el papel de Israel en Medio Oriente. Exigimos el retiro de la MINUSTAH de Haití, y somos solidarias con las luchas de las mujeres haitianas por su soberanía plena. Somos solidarias con las mujeres y el pueblo bolivariano y chavista, ante la agresión imperial y de las oligarquías locales. Decimos “No a las bases norteamericanas controlando nuestros territorios”. Decimos “No a los golpes de estado”. “Fuera Temer”. “Ni golpes de estado ni golpes a las mujeres”. Una vez más expresamos nuestra solidaridad con las mujeres palestinas que luchan por la libertad en los territorios ocupados por el Estado de Israel. Nuestro abrazo y compromiso con las mujeres kurdas, que hacen revolución, la cuidan, la defienden, y la enseñan al mundo.
Estos megaproyectos, avanzan también sobre nuestros territorios cuerpos, agrandando la sombra de las redes de prostitución y de las redes de trata, que mercantilizan y violentan a mujeres, trans, travestis, y que en muchos casos son responsables de femicidios, de travesticidios, y de la desaparición de jóvenes, adolescentes y niñas. Las redes de prostitución y las redes de trata, están entramadas con las redes de tráfico de armas, de drogas, el lavado de dinero, que organizan y financian guerras, invasiones y golpes de estado; aportando a las mismas los cuerpos que el patriarcado niega, vulnera, disciplina, ordena, descarta. Desarticular estas redes, sus crímenes, sus violencias, nos obliga como feministas a un diálogo profundo y fraternal sobre los modos de realizarlo, para impedir la criminalización de las víctimas de estas redes, y para que no se legitime y reglamente su funcionamiento dejando en la sombra a los proxenetas y a las mafias responsables de las mismas. Nos invitamos y las invitamos a un diálogo en el que las voces de mujeres, travestis y trans en prostitución, puedan ser quienes contribuyan principalmente a abrir caminos que nos permitan ser más eficaces en la defensa de nuestras vidas, de nuestros derechos, especialmente el derecho a una vida sin violencias. Ni una menos en todo el Abya Yala
El grito de “Ni una menos”, avanza ganando corazones y conciencias en nuestro continente. A contramano de la ola conservadora, que busca arrasar con los derechos de las mujeres, de las disidencias sexuales, de los pueblos, las mujeres nos ponemos de pie, nos encontramos por miles, nos enredamos, caminamos juntas, mostrando que hay otros modos de hacer “política”, y romper la “pedagogía de la crueldad” con la pedagogía feminista de la vida, la solidaridad, la lucha libertaria.
Desnaturalizar la violencia histórica contra nuestros territorios cuerpo y territorios tierra, es una acción no de élites, sino de mujeres del pueblo movilizadas, ocupando las plazas, las calles, las paredes, las escuelas, los medios de comunicación, las universidades, los barrios.
Enfrentar la violencia en las casas, de manera solidaria, nos exige romper el silencio. Denunciar fuerte que una gran parte de las violencias comienzan entre las cuatro paredes de las casas, donde es habitual el abuso sexual infantil, y se naturalizan diversas formas de agresión a lxs niñxs.
Es necesario para enfrentar estas violencias, llevar el debate también a los movimientos populares de los que somos parte, para terminar con la lógica que escinde lo público de lo privado, y para que la lucha antipatriarcal no sea proclama sino práctica concreta de nuestros colectivos y organizaciones.
Desde Rosario, nos sumamos a todas las acciones para enfrentar las políticas de muerte. Gritamos muy fuerte ¡Ni Una Menos!. Exigimos justicia por las mujeres, las lesbianas, las travestis, las trans, asesinadas por el patriarcado.
¡Justicia para las mujeres de Ciudad Juárez!
¡Justicia para las mujeres asesinadas en todos nuestros países!
¡Justicia para Berta Cáceres!
Con Pepa Gaitán decimos, basta de lesbofobia. La lesbofobia mata.
Con Diana Sacayan decimos: ¡basta de travesticidios! ¡basta de impunidad!
Con la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres decimos: ¡No estamos solas! ¡Estamos organizadas!
Desorganizar la violencia contra las mujeres, trans, travestis, lesbianas, gays, es tarea urgente del movimiento de mujeres, interactuando con todxs lxs personas que se sienten indignadas por este reinado del terror. Pero exige no actuar en el momento último, el del femicidio o travesticidio, sino promover una profunda revolución política, económica, social, cultural, que pueda cuestionar hasta derrumbar las causas estructurales que reproducen la necropolítica.
Feministas en Revolución
En estos tiempos de conversión neoliberal, de imperio de los narcoestados, puede sonar utópico sostener la necesidad y urgencia de las revoluciones, pero más utópico es pensar en detener las políticas fascistas y femicidas si seguimos entrampadas dentro de este sistema de muerte. En estos años, aprendimos que las conquistas y los logros son reversibles, y pueden ser avasallados muy rápidamente, si no fueron tocadas las raíces de las opresiones.
Las feministas populares del Abya Yala seguimos levantando las banderas y las propuestas de revoluciones en las plazas, en las calles, en las casas y en las camas. Hasta derrumbar al capitalismo, al colonialismo, al patriarcado. Hasta crear desde las raíces del continente un socialismo mestizo, indonegrofeminista, comunitario, popular.
Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar. Seguimos en aquelarre. Seguimos en revolución.
Feministas del Abya Yala en Resistencia