Texto y Fotos: Crónicas del Gatillo Fácil
¿Y qué, te pensás que nosotros no estamos trabajando? Esa fue la respuesta de un policía ante los cuestionamientos por la represión a lxs manifestantes y trabajadorxs de prensa durante la marcha por el XXXI Encuentro Nacional de Mujeres, el domingo 9 de octubre.
Hubo represión. A secas. Todo comenzó cuando parte de la masiva movilización elevó su repudio a un grupo de reaccionarios católicos que rezaban en el frente de la iglesia Catedral custodiados por la policía provincial y Federal. Cuando incrementó la cantidad de manifestantes, las fuerzas de seguridad – Cuerpo Guardia de Infantería y Comando Radioeléctrico- se prepararon para despejar las inmediaciones de la Catedral. Y luego reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma apuntando directamente sobre la multitud. Así fue que resultaron heridos trabajadores de prensa y reporteros gráficos de los medios Télam, Mucho Palo Noticias, Agencia Sin Cerco y Revista Panza Verde, además de aproximadamente veinte manifestantes.
Se hablará de “incidentes”. Pero no hay forma de justificar ni palabra que pueda maquillar lo sucedido. Hay algo concreto y es que la policía reprimió. Por un lado al movimiento de mujeres organizadas contra el patriarcado y la violencia de género, que entre sus múltiples formas encuentra también a las prácticas policiales cotidianas. Pero también a lxs trabajadorxs de prensa, para que no registren, para que no plasmen en sus trabajos las evidencias de la represión estatal.
Un policía le pegó un palazo a la cámara de una mujer que tomaba fotos a corta distancia. Al reportero de Télam, José Granata, le dieron tres balazos de goma, uno de ellos en la cara. “Me dispararon para que deje de sacar fotos”, dijo después. ¿Qué es eso si no es represión y violación al derecho de libertad de prensa?
La respuesta del policía -argumentando que está trabajando al momento de reprimir- es la explicación más cabal del rol de las fuerzas de seguridad. Son el brazo represivo del Estado cuando lxs oprimidxs se levantan. Y son el escudo de lxs opresorxs cuando tambalean sus intereses. Por eso la Catedral estaba vallada y custodiada, y por eso no dudaron en apretar el gatillo una vez más.