Nuevos casos y denuncias de abuso policial ponen el foco una vez más sobre la Policía de Acción Táctica. Esta vez, los hechos ocurrieron en el barrio San Lorenzo de la capital santafesina. El relato de Adriana, una de las víctimas, y la versión del supuesto «enfrentamiento» que algunos medios de comunicación reproducen.
Por Agustina Verano, desde Santa Fe
Foto: Florencia Vizzi (Conclusión)
El domingo 24 de Julio no fue de rituales familiares para toda la ciudad, al menos para quienes no habitan en las zonas de los mapas céntricos santafesinos.
Cerca de las 18:30, Ariel y Adriana caminaban por General López con sus nietos, con la intención de volver a su casa, cuando se les presenta una imagen que la Policía de Acción Táctica de la provincia de Santa Fe pareciera querer naturalizar en el barrio San Lorenzo: estos efectivos policiales tenían un pibe contra la pared, intimidándolo y acompañándolo con golpes en sus pantorrillas.
“Mirá lo que están haciendo ahí” le dice Adriana a su compañero, con un sentimiento de bronca y cansancio producto de las cantidades de veces que esa imagen es reproducida en distintos puntos del barrio.
“Eh dejen de verduguear al pibe” atinó a decir Ariel, con la sola intención quizás de intervenir en ese procedimiento terrorífico que las PAT (Policía de Acción Táctica) denomina “requisa”.
La seguidilla de hechos que suceden no son sorprendentes pero sí están marcados por signos de una época enterrada que hoy algunos quieren volver a traer a nuestros aires.
Fue entonces cuando uno de los tres policías vuelve contra Ariel y le desmonta una itaka ,y, como si esta acción pareciera no satisfacer mucho a ese personal policial, lo intimida queriendo ponerlo a él también “contra la pared”, un procedimiento que parece ser el escudo de cualquier uniformado ante situaciones que puedan atentar contra “sus buenas prácticas”.
“Bueno seguí negro de mierda, negro borracho que te salvas por tus nietos”
“Abuela, vienen atrás de nosotros”
No bastó que Adriana se interpusiera pidiendo calma delante del arma que amenazaba a Ariel, rogando que no hagan nada, diciéndoles que ellos querían irse a su casa.
No bastó, porque tan solo una cuadra pudieron caminar cuando su nieta de 10 años siente que los borcegos policiales que los seguían.
Mientras su nieta rompe en llantos y tiembla del miedo, se escuchaba como sonido de fondo lo que estos oficiales hablaban por el handy.
“Ariel fíjate porque están caminando todos para donde vamos nosotros” le susurra Adriana a su compañero, y entre un terror interno que le recorría las venas, intenta calmar a sus nieta.
“ Calmate porque ya llegamos a casa, entramos y se termina ”
Una montaña de policías
Cuando Adriana cuenta como siguieron los hechos su voz se eleva, gana fuerza, pero es inevitable que no se entrecorte.
Su relato no es débil, tampoco un simple recorte del abuso que la Policía de Acción Táctica comete diariamente en barrio San Lorenzo, más bien, su narración demuestra lo que muchos medios de comunicación señalan como “enfrentamientos”: la violencia planificada y disfrazada como “requisa”.
“Cuando llegamos a la vereda de mi casa yo quiero abrir la puerta y se me traba la llave de los nervios, y el policía le grita a mi marido: flaco pará, contra la pared, y le montó la itaka y le apuntaba bien al pecho así cerca. Yo me doy vuelta y les digo que paren. Pareciera que la requisa del pibe dejo de ser importante y se nos vinieron a nosotros. Yo ahí me pongo en el medio y les digo que se calmen. Y como yo interferí, una era mujer y ella me agarró de los pelos y me tira contra la pared, y luego lo agarraron a mi marido a patadas y piñas, y en cuestión de segundos era una montaña de policías arriba de él tironeándolo y la que era mujer me tenía a mí de los pelos. Luego escucho a los chicos gritar y llorar y sale mi hija que vive al lado y no atino a meterse en la montaña a intentar salvarlo a mi marido y le pegaron patadas, le tiraron de los pelos, ella dice déjenme que estoy embarazada y fue un caos, policías mujeres y varones venían a pegarnos de todos lados”
Entre ese “caos” organizado por una fuerza que se muestra de seguridad, pero en sus actos es de represión, a Adriana se le ocurre en la desesperación agarrar el celular nuevo que tenía su nieto e intentar registrar la situación.
Pero no fue un acto bien visto para la policía mujer que pareciera tener una bronca fija contra Adriana.
“Yo miraba para el costado y mi marido era un trapo de piso como lo tenían”
Mi hijo abre la puerta de casa y lo tironean, lo meten para adentro y se mete toda la montaña de policía y lo tironean de vuelta y empiezan con los tiros. Me entré a desesperar y la milica me agarra y me tira contra un árbol, entre todo eso venían vecinos de todos lados que gritaban que nos dejen. Había piedras botellas que volaban “
El “enfrentamiento”
“Se dio un enfrentamiento hace una hora aproximadamente entre personal policial de la policía de acción táctica en barrio san Lorenzo (…) allí estaba trabajando personal de la policía de acción táctica fueron agredidos por vecinos de la zona a piedrazos resultando una mujer de la policía con una herida en su rostro debido a un piedrazo que recibió está siendo atendida en el hospital cullen (…) y también algunos compañeros de ella resultaron con algunos golpes y lesiones debido a este enfrentamiento, esta pedrada que tuvieron que enfrentar trabajando en la zona de barrio san Lorenzo”
Este fragmento pertenece a la cobertura que realizó Aires de Santa Fe, a pocas horas de lo que catalogó como un “enfrentamiento”. No es casual la utilización de esta palabra, que a simple vista parece tibia y objetiva pero que esconde otros significados que se pueden relacionar con un lenguaje que predominó en los años de la dictadura, y que en el contexto actual algunos que están en el poder intentan traer al ruedo para salvar (se) a quienes hoy el pueblo no deja volver.
La palabra “enfrentamiento” viene de la mano de una frase que los medios socavan detrás de sus titulares “objetivos”: “algo habrán hecho”.
Las palabras de Adriana están bastante lejos de referirse a un enfrentamiento.
“De repente dijeron que había una policía herida, yo entre el tumulto de policías no vi una herida, ahí me dicen “hay una compañera herida hija de puta” y ahí se enloquecieron peor y yo escuchaba que mi hija gritaba estoy embarazada, mi nieto lloraba, hasta que lo esposaron a mi marido y a mí me tiran contra el piso de la calle y ponen el borcego en la espalda y me pisaban la cabeza y me esposaron y me subieron al comando”
Tampoco coincide el relato mediático-policial con el comunicado que La Antirrepresiva, organización que acompaña este (y otras) situaciones, sacó horas después de los hechos:
“Dispararon aproximadamente diez balas con perdigones de goma en contra de la gente, pero afortunadamente no hirieron a ninguno de los vecinos presentes, entre los cuales se encontraban varios niños. Adriana, que ya estaba arrodillada en el piso, fue golpeada por cuatro policías simultáneamente. Su pareja, desesperado, arrojó una piedra a los agentes intentando defenderla y golpeó a una policía mujer en rostro. Ese piedrazo fue lo único que medios como Aires de Santa Fe relataron de este largo episodio de violencia desatada por la policía en el barrio San Lorenzo”
“La próxima vez que vean un procedimiento de requisa, cállense la boca y sigan adelante, como si no vieran nada”.
En la comisaría, donde siguieron las amenazas y los golpes, fue donde les propinaron esta amenaza, que si se lee entrelíneas, tiene un significado más profundo: cuando la policía abusa, hay que seguir caminando.
Según cuenta la Antirrepresiva desde su comunicado, “Este llamado a la no intervención en la “labor policial” es otra prueba de cómo la policía se desempeña en el barrio San Lorenzo: la policía puede hacer lo que le plazca, deshumanizando a los vecinos, sin tener que dar explicaciones a nadie. Si alguien pide trato digno, entonces será golpeado salvajemente”
Frente a esta cuestión, uno de sus integrantes habló sobre la cantidad de situaciones semejantes a estas donde las PAT utilizan la persecución y las amenazas como accionar de trabajo en el barrio, como también el porqué de la Táctica en los barrios.
“En relación a lo que nos cuentan los vecinos. Primero la cantidad enorme de situaciones de cacheos indiscriminados y violentos sobre los jóvenes del barrio, y todo lo que tiene que ver con la novedad que introduce la policía de acción táctica. Porque la manera de actuar de la policía de Santa Fe era creando una especie de cordón en la zona del centro de la ciudad, y los barrios más periféricos, entonces ¿qué hacia la policía tradicional de Santa Fe? : Te agarraba en el borde en los bulevares por ejemplo y trataba de evitar el paso de los barrios al centro, sobre todo de los jóvenes de estos barrios. Ahora, lo que pasa con la PAT es que esa misma metodología está metida adentro del barrio, ese tipo de requisas arbitrarias que se veían en los bordes del barrio antes, ahora están metidos adentro. Ese es uno de los cambios más fuertes que introduce la implementación de la PAT acá en el barrio y que nosotros a partir de los casos con los que trabajamos y contactos con los vecinos están claras. La PAT tiene una manera particular de ejercer ese abuso y esas prácticas. Es una práctica de ocupación territorial, frente a una práctica que era de control del paso a un espacio al otro, ahora se controla adentro del territorio”
Mientras escucha, Adriana se pregunta: ¿Qué función cumple la PAT en el barrio? No necesita que nadie le responda. Sin querer, lo hace ella:
“Yo tengo un hijo de 28, es panadero y trabaja para la municipalidad, y yo me cansé, me lo llevaban preso dos veces por día, se iba a comprar un yogurt antes de irse a trabajar y “contra la pared, patadas, que donde tenes la droga, que si tenes tatuajes”. Mi hijo no te hace un mandado solo. Ahora yo tampoco”
Rap de Adriana: escuchalo…