Por Leila Mesyngier para Cosecha Roja
Un escudo humano de militantes por los Derechos Humanos caminó ayer por la tarde ida y vuelta por avenida de Mayo, entre la plaza donde las Madres dan la vuelta hace casi 40 años y el Congreso, donde tiene sede la Asociación que preside Hebe de Bonafini. Los brazos enganchados unos a otros la protegieron cuando la policía quiso allanar la sede de Hipólito Yrigoyen y meterla presa por orden del juez Marcelo Martínez de Giorgi.
El juez la citó a indagatoria en la causa Sueños Compartidos, que investiga desvío de fondos públicos para la construcción de viviendas. La orden decía que debía detenerla en la sede de la Asociación. Como no lo lograron, ordenaron una nueva captura. La intención del magistrado era que pasara la noche en una comisaría y tomarle declaración mañana. Esta tarde ella confirmó que se va a un congreso de Comunicación en Mar del Plata, como tenía planeado.
A las 13.30, llegó la Policía Federal con la orden de detención y allanamiento a la puerta de la sede. Hebe y las madres debían salir para dar la vuelta a la plaza, el ritual de cada jueves. Era la ronda número 1999. La primera fue el 30 de abril de 1977. El cordón humano fue clave para que las Madres pudieran llegar a la Plaza: los brazos unidos impidieron la entrada de los agentes que llegaron con filmadoras. Las mujeres se subieron a la combi y arrancaron para el único lugar posible, la vereda de Hipólito Yrigoyen. “Les hicimos una gambeta y nos fuimos”, dijo Hebe. Afuera quedaron las cientos de personas que caminaron por Avenida de Mayo rumbo a la plaza.
A las 15, el escudo volvió a funcionar. Alrededor de la carpa blanca donde Hebe leyó la cartaque le mandó al juez había dos cordones humanos. El primero de figuras, dirigentes políticos y sindicalistas. En el medio quedó la prensa y, unos pasos más atrás, quienes fueron llegando para defender a la presidenta de Madres. Nicolás, que va desde siempre a las marchas, se tomó de los brazos con otros militantes y aguantó el segundo cordón a que las madres salieran. Después caminó de regreso al Congreso.
Dirigentes políticos, sindicalistas, dirigentes y militantes por los Derechos Humanos ocuparon más de dos cuadras por Avenida de Mayo. “Con Hebe no se jode” sonó repetidas veces durante la caminata de regreso a la puerta de la sede, cerca de las 16.30. Silvia se unió en el camino con el marido y la hija. Se considera una defensora de los Derechos Humanos, “una de las conquistas más importantes del Siglo XX”. Para ella, Hebe es un símbolo y su lucha, inclaudicable. “No me imaginé que se iban a animar a tanto. Hay procedimientos, caminos y mecanismos si quieren averiguar algunas cuestiones pero tocarla a Hebe es tocar un espacio conquistado, y no vamos a permitir que avancen sobre eso”, dijo a Cosecha Roja.
Raquel caminó con la bandera de Madres en la mano. Se la pasó una compañera que se sumaba a cada canto y aplaudía. Ambas estaban en una asamblea de la seccional capital de ATE cuando se enteraron de lo que pasaba. “Levantamos la asamblea y vinimos a la puerta de Yrigoyen. Los compañeros de la Asociación ya estaban en la puerta. Enseguida llegó un camión de la Policía Federal con cámaras y detrás Infantería, que se ubicó a la izquierda”, contó a Cosecha Roja. Lo que siguió fue el cordón que protegió a las madres durante toda la jornada, botellas de vidrios que volaron y huevos que caían desde los balcones. Entonces, otra vez los brazos unidos como un gesto de protección.
El diputado Axel Kicillof estaba en el Congreso discutiendo el intento de imponer el voto electrónico. Apenas supo, se sumó a la marcha que regresaba a la sede de Madres. “Me enteré que el macrismo se animó a avalar un pedido de captura a Hebe de Bonafini. Sé que en esta causa ella ya declaró otras veces y entregó documentación. Entonces era la búsqueda del show, de la foto, y ante la negativa decidieron mandar móviles de la policía Federal a buscar a la más importante representante de los Derechos Humanos de la Argentina”, dijo aCosecha Roja.
La convocatoria fue espontánea, por wasap y redes sociales. En el camino, algunos dirigentes llamaban a sus oficinas a pedir que trajeran banderas. En el apuro no tuvieron tiempo de buscarlas. Florencia Saintout, la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata, viajó con su equipo de trabajo desde la capital bonaerense apenas se enteró. “Es tremendo pensar que crean que pueden con las Madres”, dijo a Cosecha Roja. Se sorprendió por el tamaño de la movilización: “este gobierno de derecha está tratando de hacernos creer que puede con todo. Y no puede. Ante el horror, nos movilizamos con ganas y con mucha firmeza. Lo que le está haciendo la derecha a Hebe se lo está haciendo también a quienes creemos en la democracia, la verdad, la justicia social, la memoria”.
En la puerta de Madres, los manifestantes esperaron a que Bonafini saliera. “Macri, pará la mano”, gritó frente a la multitud. Cantaron el himno argentino y aplaudieron a cada una de las figuras que participaron de la marcha. Más de veinte medios de comunicación registraron la escena. Mientras, Hebe se convirtió en una prófuga. “Ahora su captura depende del ministerio de Seguridad”, dijo Martínez de Giorgi. En los pasillos de Tribunales dicen que el juez se está cuidando las espaldas y que cumple órdenes de sus superiores para no sufrir los ataques que recibieron sus colegas que no adoptaron una actitud militante frente a las causas relacionadas con el kirchnerismo. Una de las preocupaciones de Di Giorgi, dicen, es cuando la causa llegue a juicio oral. En el debate, sabe el juez, Sergio Schoklender va a decir que toda la responsabilidad por Sueños Compartidos fue de Hebe. Y él quiere estar cubierto. Ella, en su carta de esta mañana, explicó que las Madres habían entregado a la justicia sesenta cajas con información, 40 backups y pericias sobre las firmas que involucraban a Shocklender y desmentían el supuesto rol de Hebe. “Ni siquiera”, se quejó Bonafini en su carta, “leyeron lo aportado”.
Fotos: Facundo Nívolo